La patria es una peña,
la patria es una roca,
la patria es una fuente,
la patria es una senda y una choza.
Mi patria no es el mundo,
mi patria no es Europa,
mi patria es de un almendro
la dulce, fresca, inolvidable sombra.
La patria es el espíritu,
la patria es la memoria,
la patria es una cuna,
la patria es una ermita y una fosa.
Mi espíritu es isleño
como las patrias costas,
donde la mar se estrella
en espumas rompiéndose y en notas.
Mi patria es una isla,
mi patria es una roca,
mi espíritu es isleño
como los riscos donde vi la aurora.
(Nicolás Estévanez)
Aquellos aventureros
que ensangrentaron las islas
y legaron a ¡a historia
más que proezas rapiñas,
con su Fernández de Lugo
y su brioso Buendía,
no merecen los aplausos
ni la admiración sentida
que mi corazón tributa,
lleno de melancolía,
a Bencomo y a Tinguaro
y a la hermosa Guayarmina^^
(Nicolás Estévanez)
Pedro Pinto De La Rosa:
(La Laguna, Tenerife, 1897 – Santa Cruz de Tenerife, 1947) Licenciado en Derecho, ejerció la docencia en la Universidad de La Laguna. Ocupó diversos cargos en los principales centros de la intelectualidad tinerfeña: Presidente del Ateneo de La Laguna y Presidente de la Sección de Literatura del Círculo de Bellas Artes santacrucero. Fundó y dirigió la revista Mensaje, que vio la luz en veinte entregas. Autor de tres poemarios: El poema de las rocas (1920), Arca de sándalo (1928) y Mar mío (1945). Padre del escritor Carlos Pinto Grote y abuelo de los también poetas Carlos E. Pinto y María Pinto.
Manuel Verdugo:
(Filipinas, 1878 – Tenerife, 1951) Militar de profesión, fijó su residencia definitivamente en la ciudad de La Laguna en 1908. Publicó poemas en los principales medios de Tenerife y está considerado uno de los grandes representantes de la poesía modernista en la isla. De su producción destaca el primer poemario Hojas de 1922; el primer trabajo de madurez, Estelas y Huellas en el páramo de 1945. En este último añade poemas de tema indigenista, mostrando su particular visión de la conquista, destacando la figura de la princesa Dácil. El resto de su producción abarca la prosa y el teatro, especialmente el publicado en la revista Castalia.
Carlos Pinto Grote:
Nacido en 1923 en La Laguna. Hijo del poeta Pedro Pinto Rosa y nieto del intelectual Francisco María Pinto, se hace amigo de Pedro Lezcano y del pintor Juan Ismael, quien vive en la casa de C. Pinto. En el 54 publica “Las tardes o el deseo”. En 1956 publica “Las preguntas del silencio”, “Elegía para un hombre muerto en un campo de concentración”, “Las horas del hospital” y “Cuatro cuentos extraños”. Fue el responsable de literatura del Círculo de Bellas Artes de Tenerife. En el 63 ahonda en las temáticas de la existencialidad, el tiempo y el amor con “muda compasión del tiempo” y Siempre ha pasado algo. La narrativa se solía inspirar en las vivencias como psiquiatra. Desde entonces no para de publicar obras que recibirían una gran cantidad de premios para poesías y cuentos, donde destaca el premio Canarias de Literatura. Escribió uno de los poemas más famosos en Canarias, “llamarme guanche”, verseado por Los Sabandeños.
Obra literaria de Nicolás Estévanez:
Destaca su literatura popular y romántica. En 1857 comienzan a aparecer sus primeros escritos y en 1891 los recoge en el volumen Romances y cantares. En 23 de diciembre de 1878 aparece en Revista de Canarias su célebre poema Canarias. “Un breviario… de sentir y de gozar” dividido en siete partes; se trata de un canto de amor a su tierra desde el apego y la nostalgia, donde nace el mito del almendro, símbolo de la insularidad del isleño. Dicho almendro está situado en la actual casa del barrio de Gracia en La Laguna. Nicolás Estévanez publicó, además, un segundo volumen de poemas, Musa canaria en 1990, el libro en prosa y verso Rastros de la vida de 1913 y Fragmentos de mis memorias en 1903. En una gran parte de la obras de Nicolás, muestra el amor que sentía por Canarias. En el poema “Canarias” hallamos elementos puros de la poesía regionalista, en él, Nicolás intenta definir Canarias a través de hechos como la conquista, la vida de los aborígenes, el Teide, la heroicidad de los guanches y la crueldad del invasor, simbolizando a las islas con la “dulce, fresca e inolvidable sombra” de este almendro de su infancia, por crear este símbolo para el Isleño, el poeta Unamuno le deseó públicamente la muerte. En este poema también se simboliza a Canarias con una roca, una fuente, una peña, una choza, una senda o incluso el espíritu, así es como define Nicolás la patria que añoró en gran parte de la vida, calificando este espíritu como “isleño”, ya que entendía la patria junto al concepto de isla, aunque este concepto de patria isleña era más amplio que una isla en particular, luchó por unas Canarias autónoma dentro de una república federal.
El concepto de patria isleña se convierte por parte de Estévanez en un rechazo al insularismo y el pleito insular que vivía y vive Canarias, ya que este poema para la patria del “isleño” se realizó de forma que cualquier persona de las siete islas se pudiera ver representado en él, ya que supone una obra y un canto a todo el archipiélago Canario. Este poema es una de las obras literarias mejor valoradas y más populares en el seno de la sociedad Canaria, de ahí la iniciativa que pretende proteger la casa y el Almendro en el que vivió Nicolás Estévanez para convertirla en un monumento a la “patria isleña” y a la solidaridad entre las siete Islas.
(Canarias Wiki)