Canarias: Poemas: Paisaje:
El Drago es tradición, leyenda, cuento,
la historia del indígena, inborrable;
el Drago es como un símbolo viviente
de una raza de heroicos insulares;
el Drago es el recuerdo de una tribu
que supo, al ser cautiva, suicidarse;
el Drago es una estatua gigantesca
del indómito y rudo pueblo guanche.
(Diego Crosa)
En el céfiro rizas tu vaporosa falda
y en una danza inmóvil, bajo el chorro solar,
tus chapines de espumas trenzan una guirnalda
y tus labios se abren en la luz de un canar.
Tu corpiño de trémulo, palpitante esmeralda,
se infla en un velamen de rítmico alentar
y el Teide, que arde en celos a tu armoniosa espalda,
mira cómo te hundes en los brazos del mar.
(Emeterio Gutiérrez Albelo)
¿Cuán vasta y esplendente es su llanura!
Piélago undoso de rasantes mieses,
en el invierno alfombra de verdura,
campo de oro en los estivos meses.
Tapizan sus selváticas montañas
tréboles y poleo y maravillas
y orlan a trechos las flexibles cañas
con mantos de esmeralda sus orillas.
(José Tabares Bartlett)
¡Ay, piedra partida en dos,
risco de los Dos Hermanos!
Tragedia oscura que cantan
los viejos a los muchachos.
Historia de boca en boca,
historia de amor y llanto.
El cayó donde la mar,
ella al fondo del barranco.
Un rayo los separó
para siempre, de un zarpazo.
(Fernando García Ramos)
La cordillera abrupta, árida, monstruosa,
cuya adustez refuerza la cruda luz solar
parece, desde el puerto, guardiana recelosa
que a las naves intrusas quisiera rechazar.
Ella oculta una tierra fértil, florida, hermosa...
ella deja a sus plantas tranquila reposar
a un pueblo claro, alegre, de tonos blanco y rosa
¡paradoja magnífica sobre el azul del mar!
(Manuel Verdugo)
Yo tengo una casita que el cierzo baña
entre el mar y la sombra de una montaña.
La embellecen en torno lindas palmeras
que entre pitas se yerguen y entre chumberas.
Anexa al predio mío y a mi casita
solitaria y muy blanca tengo una ermita
donde a San Juan le rezan los labradores,
recinto levantado por mis mayores.
(José Tabares Bartlett)
Ante el mar estival
el azul y la rama de agosto
teatros ardientes;
entre las huellas de la duna,
sobre el viejo escenario de antiguos
cuerpos y voces, ante
el filoso tejido de rocas
quemadas, tus brazos entregan
el pulso y la raíz que esta tierra
ofrece a la más honda ventisca
de la hora de agosto,
cuando tu cuerpo tiene la misma ligereza
de frescas sombras sobre
el sonido del mar.
(Andrés Sánchez Robayna)
¡Qué país! La exuberante
vegetación doquier crece,
y todo brota y florece
al pie del Teide gigante.
Panorama deslumbrante,
rico valle de Taoro,
de maravillas tesoro,
de arroyos, flores y palmas,
y, sobre todo, de almas
y corazones de oro!
(Antonio Zerolo)
Nunca serán los días tan propicios:
el aire alegrado,
la granazón de la ceniza, todo
lo que en un tiempo fue ternura.
Quede el amor por testimonio.(...)
Hermoso taller el mío: la isla.
(Manuel Padorno, de A la sombra del mar, 1963)
Este es el bosque umbrífero
que de Doramas tiene el nombre célebre,
y aquéstos son los árboles
que frisan ya con los del monte Líbano
y las palmas altísimas
mucho más que de Egipto las pirámides,
que los sabrosos dátiles
producen a su tiempo y dulces támaras
(Bartolomé Cairasco, s.XVI)
Alabanza de lo cotidiano
Esta tarde, esta calle no es mi calle.
Hay unos gallardetes que la adornan
y un arco hecho de palmas, y unas rosas
de papel amarillo en las cornisas ...
Es día de San Telmo y todo el barrio,
que es marinero, huelga y se divierte ...
Yo voy por otra calle, que no tiene
aquella bondad mansa de mi calle.
Aquí he llegado y me contemplan todos
llenos de asombro ... ¡Es una cara nueva! ...
¡Oh la adorada ruta cotidiana
de este espíritu mío, tan piadosa!
Parece que el camino se ha perdido,
y que no vaya ningún lado cierto,
y que es otra la hora, y muchos días
se han llevado ayer noche en el silencio ...
¡Qué camino más largo el que me lleva
y qué, distinta de bondad. la vida! ...
¡Qué recio el corazón que no tolera
esta disposición irremediable!
FIN
No abandones tu ruta cotidiana,
traza tu vida de un humilde modo,
que es la virtud suprema, la costumbre,
¡y es mayor que el amor! ...
Toda una vida
trunca la ruta nueva, y en el alma
pone una sombra fría, esa otra luz ...
(Alonso Quesada, de El lino de los sueños)