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Epigramas ofensivos:
Según el Diccionario es el epigrama “una composición poética breve en que con precisión y agudeza se expresa un solo pensamiento principal, por lo común festivo o satírico”. Subrayo lo de satírico. Si bien no todos los epigramas han de ser satíricos por necesidad, es dentro de este tono donde dichas composiciones dieron sus mejores frutos desde los tiempos de la Grecia clásica. En nuestra literatura barroca el epigrama fue muy utilizado al ser una forma apropiada para la exhibición cortesana del ingenio. Posteriormente el epigrama unas veces ofensivo y personalista y otras de estilo pomposo y moralizante, evolucionó en nuevas manos y así en los S. XIX y XX se transmutó en formas menos cortesanas pero igualmente ingeniosas. Distintas fórmulas literarias se aproximaron al género epigramático: el artículo periodístico breve y burlón, las celebradas greguerías de Gómez de la Serna o más en la actualidad las composiciones carnavalescas y las propias pintadas anónimas en los muros de las ciudades son de alguna manera la misma herencia, el resultado de volcar en frases cortas y punzantes el ingenio popular. Vamos con algunos clásicos.


Cierto día el poeta y periodista Pablo de Jérica (S. XIX) fue invitado
a una representación en Cádiz de un drama compuesto por el duque de Híjar.
De cómo debió de ser la obra da idea los versos que compuso a la sazón:

Grande el número de actores;
grande el autor, su excelencia;
grandes los actos, señores;
y más grande la paciencia
de tantos espectadores.

Otro epigrama del mismo autor:
Nos dices que tu librejo
se vende en casa de Bosch;
que allí se encuentra es seguro;
pero que se vende, no.

De Martínez de la Rosa:
Aquí yace una doncella
hija del tío Lagarto;
fue muy candorosa y bella,
la pobre murió de parto.

Manuel Bretón de los Herreros (que era tuerto) escribió de sí mismo con gran ironía:

Dejóme el Sumo Poder
por gracia particular
lo que había menester:
dos ojos para llorar…
y uno solo para ver.

De José Bernat:
Un doctor ronda tu puerta
y un escribano te adora,
le dijo a una labradora
otro también de la huerta.
No es extraño, majadero,
contestó con galanura,
que toda gente de pluma
venga en busca de tintero.

(hermanotemblon.com | License: Attribution-NonCommercial-ShareAlike)


Epigramáticos clásicos:
Safo de Lesbos y Arquíloco cultivaron el arte de escribir epigramas, pero sólo en la época alejandrina se consolidó como género literario. Catulo, en la literatura latina, es uno de los más importantes poetas que dieron al epigrama un sentido satírico. Recurría con frecuencia a la obscenidad y el humor. Marcial, nacido en la actual Calatayud (Bilbilis), se aproximó a una expresión del realismo. Utilizaba con frecuencia palabras de doble sentido. En ocasiones comenzaba con un verso objetivo y cierto, seguía con su opinión poniendo de manifiesto un acusado contraste y cerraba con una puntilla. La obra que dejó consistió en quince libros de epigramas. Los epigramas se usaron tradicionalmente en inscripciones realizadas sobre algunos objetos, lápidas y paredes de sitios públicos.

En los versos de Shakespeare podemos encontrar un exhaustivo compendio de vicios y defectos humanos entre los que destacan la mendacidad y la traición. Una de las expresiones tradicionales de desobediencia ciudadana la constituyó en siglos pasados el pasquín anónimo. Se colocaban en lugares determinados de la ciudad y los que alcanzaban éxito eran posteriormente reproducidos por terceros.


Parodia:
Cabalgando en un corcel
de color verde botella, 
raudo como una centella
llega al castillo un doncel. 

Empapada trae la ropa
por efecto de las aguas, 
¡como no lleva paraguas
viene el pobre hecho una sopa!
(Joaquín Abatí, El conde Sisebuto)

Laguna, ciudad bravía,
la de las brumas eternas,
donde hay veinte tabernas
y ninguna librería.
(Nijota)

Defectos personales:
Lástima tengo al alma que, en clausura,
la trae penando cuerpo tan menguado.
Átomo racional, polvo animado,
instante humano, breve abreviatura.
(Catalina Clara Ramírez, A un hombre pequeño)

No extrañes de esta burla ser el pasto
en el humor rimado de Quevedo
porque mostrase seductor y casto
más bien parece ser quiero y no puedo.
(Amparo Amorós)

Crítica a la autoridad:
Moncho Alpuente fundó diversos grupos musicales irreverentes contra el Franquismo, uno de ellos fue Las madres del cordero. Satírico e indisciplinado, inventaba santorales para el programa de radio Madrid me mata, uno de los temas de la Movida, que fueron recopilados en El libro de los santos imaginarios y hechos apócrifos. En la misma línea escribió unos Versos sabáticos. (Autobiografía autorizada de Dios Padre). Al centrar sus temas en hechos y conductas muchos lo llamaron el cronista no oficial de la Villa. Según José Antonio de Villena destacaba en el artículo rápido, vibrante, incisivo o la letra cantable, un algo semejante a la abeja como querían los epigramatistas del Siglo de Oro.


Uno se despierta con cañonazos
en la mañana llena de aviones.
Pareciera que fuera revolución:
pero es el cumpleaños del tirano.
(Ernesto Cardenal)

mas un cazador de ley
no debe hacer tal acción,
pues oyendo el esquilón
toman las aves por buey
a vuestro padre el Barón.
(Muñoz Seca)

Aquí Fray Diego reposa
y jamás hizo otra cosa.
(Pablo de Xérica)

Vivir es curvo,
la poesía es curva,
el corazón es curvo.
A mí me gustan las personas curvas
y huyo, es la peste, de las personas rectas.
(Jesús Lizano)

Que nadie diga que miento
si afirmo tajantemente 
que hay en este Parlamento
entre tanto delincuente
algún sobrecogedor
que ha llegado a presidente.
(Moncho Alpuente, adaptación)


Malos autores:
La relación he leído
de don Juan Ruiz de Alarcón,
un hombre que de embrión
parece que no ha salido.
(Pérez de Montalbán)

Desde Almería ha llegado
Diego Fernandez Collado
con unos versos muy flojos,
y para mayor dolor,
una buena parte cojos.
Lo mismito que su autor.
(Juan Pérez Creus)

Obscenidad:
Me parece redundante
y gesto de muy mal gusto
que teniéndolo abundante
quieran regalarle un busto. 
(Xavier Villarrutia)

Tanto han llegado a engordar
que bien podemos decir:
Virginia tarda en salir
lo que Prudencia en entrar.
(Xavier Villarrutia)

El trasero radiante
de esta moza
en nada desmerece
de su amplia proa.
(Y bien lo sabe
y con gracia abanica
el sol y el aire.)
(Jesús Felipe Martínez)

Cordero de dios que lavas los pecados del mundo
Déjanos fornicar tranquilamente:
No te inmiscuyas en ese momento sagrado.
(Nicanor Parra)

 

 

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