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Miguel Delibes (1920- ):
Entre los motivos de su obra destacan la perspectiva irónica frente a la pequeña burguesía, la denuncia de las injusticias sociales, la rememoración de la infancia, la representación de los hábitos y el habla propia del mundo rural, muchos de cuyos términos y expresiones ha recuperado para la literatura. Nacido en Valladolid, estudió Comercio y Derecho. En 1944 obtuvo la cátedra de Derecho Mercantil en la Escuela de Comercio de su ciudad natal. Colaboró en diversas revistas y periódicos, y en 1947 fue galardonado con el Premio Nadal por su primera novela, La sombra del ciprés es alargada, publicada un año después y adaptada al cine en 1990 por el director mexicano Luis Alcoriza. Posteriormente escribió Aún es de día (1949), El camino (1950), Mi idolatrado hijo Sisí (1953), La hoja roja (1959), Las ratas (1962), Cinco horas con Mario (1966, adaptada al teatro en 1979), Parábola de un náufrago (1969), El príncipe destronado (1973), Las guerras de nuestros antepasados (1975, adaptada al teatro en 1990), Los santos inocentes (1981, llevada al cine en 1984 por Mario Camus), Señora de rojo sobre fondo gris (1991), Coto de caza (1992) y Diario de un jubilado (1995), un retrato irónico y tierno sobre la vida y las relaciones entre dos viejos, novela que ha alcanzado un gran éxito de público. Muchas de sus obras tienen que ver con el mundo de la caza, lo que explica su caracterización como “cazador que escribe”: desde Diario de un cazador (1955) y Diario de un emigrante (1958), hasta El libro de la caza menor (1964) o Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo (1979), entre otras, a las que hay que añadir aquellas obras que reflejan también su interés por la pesca, el fútbol y la vida al aire libre. Es también autor del libro de cuentos La mortaja (1970), de la novela corta El tesoro (1985) y de textos autobiográficos como Un año de mi vida (1972). Sus últimas obras son He dicho (1997), colección de ensayos sobre distintos temas propios de su mundo —casi una semblanza autobiográfica—, y El hereje (1998), su novela más larga y ambiciosa. En 2002 salió a la luz Miguel Delibes-Josep Vergés. Correspondencia (1948-1986), un volumen que reúne las cartas que el autor intercambió con el que fue su editor durante 53 años y que es revelador de una fructífera relación profesional y de una profunda amistad. En 2003 publicó España 1936-1950: Muerte y resurrección de la novela, un volumen de ensayístico sobre la narrativa española tras la guerra civil. En Viejas historias y cuentos completos (2006) el autor recoge y reedita todos sus relatos breves. Además del Nadal, ha obtenido los premios más importantes concedidos en lengua española: el Premio de la Crítica (1953), el Premio Príncipe de Asturias (1982), el Premio Nacional de las Letras Españolas (1991) y el Premio Cervantes (1993). Véase también Literatura española. ( Encarta)


Las «cartas traicionadas» de Miguel Delibes y Gonzalo Sobejano:
«Queridos Helga y Gonzalo: Sobre el fondo confuso de ciudades y paisajes, resaltan nítidamente los grandes amigos como vosotros a cuya cordialidad debemos el buen resultado de nuestro viaje. Apenas puesto el pie en Valladolid me apresuro a enviaros estas líneas cargadas ya de nostalgia y gratitud. Por correo separado os remito dos libros míos. Saludos a los Baader, que tengáis una feliz Navidad, un buen 61 y recibe el sincero afecto de Miguel y Ángeles». Los firmantes de esta misiva, enviada el 10 de diciembre de 1960, no son otros que el matrimonio Delibes, recién llegados de un viaje a Colonia donde Horst Badder, profesor de Literatura Española y Francesa en la localidad alemana, había presentado al autor de «El camino» al crítico literario Gonzalo Sobejano. Aquella visita marcaría el nacimiento de una relación que perduró durante medio siglo, alimentada por la intensidad de una gran admiración transformada después en amistad. Una amistad que se fortaleció creándose entre ambos un vínculo fraternal. «Mi admirado y querido Miguel: Somos huérfanos -me dijiste-; pero somos hermanos -te dije-. Y tú lo sabías. Era tu fe única, y lo es para mí, gracias a todo lo que has escrito», confiesa Sobejano en diciembre de 2009. Ambas misivas abren y cierran un libro, publicado por la Fundación Miguel Delibes y la Universidad de Valladolid, con prólogo de Nora Glickman, que reúne casi dos centenares de cartas (exactamente 188), que Pedro Salinas bautizaría como «cartas traicionadas» (privadas pero hechas públicas) y que recogen los quehaceres literarios tanto de Delibes como de Sobejano, conversaciones profesionales sobre nuevos títulos, traducciones, anhelos, crítica y críticos. Sobre los críticos Sobre este último tema, Delibes elogia el trabajo de su amigo -«¡Cuánto sabe este Sobejano, coño!», y lo contrapone al de otros colegas como Torrente: «Se ve que únicamente ha leído “El camino” y “El cazador” y como quiera que la acción de “El camino” discurre en La Montaña, va y me compara con Pereda. ¿Qué tendré yo de común con Pereda? Así es como se hacen las cosas en este país», se lamenta el escritor castellano. Las misivas también dan cuenta de los galardones otorgados a Delibes, como el Cervantes y el nombramiento como académico de la RAE.«Aquí me tenéis, de académico, como quien dice, sin comerlo ni beberlo. Me sugirieron la propuesta y yo acepté. La cosa no ha sido fácil. Ignoro si no vendrá a complicarme la vida. Ya veremos» (20 de febrero de 1973). También se refiere a las adaptaciones de algunas de sus obras al cine, como «Cinco horas con Mario», de la que parece no muy conforme, y a su exitoso estreno en el teatro, deteniéndose incluso en la interpretación de su protagonista. «Creo que el calor de la otra noche nos afectó a todos, incluida Lola Herrera, que no alcanzó, ni con mucho, la altura dramática de otras ocasiones». Sobejano, afincado durante décadas en Estados Unidos (impartió clases en universidades de Nueva York, donde vive actualmente, como el Queens College, CUNY y Columbia) ejerció de cicerone con Delibes en su primer viaje trasatlántico, en 1964, ayudándole a la hora de gestionar su agenda de conferencias. La franqueza entre ambos es plena, abordando incluso asuntos monetarios. «Desde luego prefiero, respecto a condiciones, que me paguéis los gastos -viajes y estancia- y 125 dólares a los 250 que exigía Cela y que obligaba a las Universidades -a los universitarios- a la portación personal», indica el escritor en una carta del 29 de agosto de 1964, poco antes de zarpar desde Algeciras al continente americano. Pérdidas compartidas Otros textos son más personales y se internan en el ámbito íntimo, como las vivencias cotidianas de dos hombres que a lo largo de los años compartieron experiencias similares. Una de ellas fue la pérdida de sus respectivas compañeras, Ángeles y Helga. La referencia a esta pérdida muestra la reciprocidad de sentimientos, así como los consejos de uno hacia el otro para sobrellevar tan doloroso trance. «Detente lo menos posible en tu actividad; no te pienses. Procura no compadecerte y vivir hacia fuera. Así irás comprobando que uno no olvida -como el pueblo dice que sucede con el tiempo- pero se acostumbra y llega un momento en que goza con el recuerdo del ser querido», aconseja Delibes. Las reflexiones sobre la situación política -«El mundo anda mal. Europa, peor, España, no digamos. ¿Quién arregla esto? Aquí hacemos lo posible por resucitar la guerra civil y enconar viejas rivalidades. Una torpeza manifiesta. ETA resucita. Y el viejo separatismo», escribe Delibes en enero de 2007-; junto a la llegada de la vejez y las enfermedades, que aceptan con distinto ánimo, completan este volumen que muestra el alma de dos personas que compartieron su pasión por la literatura y una admiración mutua.

Ecos del regeneracionismo:
Precedida por la proyección de un breve documental sobre Gonzalo Sobejano, realizado por la revista FronteraD, la presentación ayer del libro en la Biblioteca Nacional estuvo arropada por la presencia de la hija del escritor, Elisa Delibes, presidenta de la Fundación, que disculpó la ausencia del crítico literario, que vive en Nueva York, «por motivos de salud» (hace un mes se rompió la pelvis). «Este es un libro donde se habla mucho de literatura y de sentimientos. Está lleno de buenos sentimientos que crea buenos sentimientos en el lector. Y esto perdurará», subrayó la hija de Delibes. Por su parte, el director electo de la RAE, Darío Villanueva, tras recordar su vinculación con los protagonistas, se refirió al «eco regeneracionista» que se aprecia en las cartas del escritor descontento muchas veces con España. Mientras que José Ramón González, vicerrector de la Universidad de Valladolid, apreció en este libro «un homenaje a quien, desde fuera, ayudó a construir la imagen de España y del hispanismo», refiriéndose a Sobejano.

 

 

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