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Javier Marías: sinopsis de algunas novelas:
Los dominios del lobo (1971):
Su primera novela. La acción transcurre enteramente en los Estados Unidos y los personajes son asimismo americanos, y esa América retratada es una divertida parodia y, a la vez, un homenaje al cine de los años dorados de Hollywood. Partiendo de la aparatosa desintegración de la familia Taeger en 1922, el autor nos ofrece una verdadera catarata de aventuras trepidantes que cubren toda una gama de géneros: desde la novela negra hasta el melodrama, desde el relato de pasiones rurales hasta la Guerra de Secesión, desde la intriga policíaca hasta las guerras de gangsters de los años 30 o el exotismo del profundo Sur. Empezada a los diecisiete, terminada a los dieciocho y publicada a los diecinueve años.

Todas las almas (1989):
Cuenta la historia de los dos brumosos y singulares años que el narrador pasó en la Universidad de Oxford, una ciudad fuera del mundo y del tiempo. Y fuera de ambos viven los cautivadores personajes de esta novela: la amante casada del narrador, Clare Bayes, una mujer condicionada por algo a lo que asistió pero que no recuerda; el amigo Cromer-Blake, homosexual irónico que vive fabricando experiencias intensas para una vejez que prevé solitaria; el ya retirado y sagaz profesor Toby Rylands; el merodeador Alan Marriott, con su perro de tres patas y su conocimiento sobre la pareja espantosa que todos tenemos; y muchos otros, algunos extraordinariamente divertidos, hasta llegar al personaje que viene de otro tiempo, el enigmático escritor John Gawsworth.

Corazón tan blanco (1992):
«No he querido saber, pero he sabido que una de las niñas, cuando ya no era niña y no hacía mucho que había regresado de su viaje de bodas, entró en el cuarto de baño, se puso frente al espejo, se abrió la blusa, se quitó el sostén y se buscó el corazón con la punta de la pistola...» Este es el ya legendario comienzo de un clásico contemporáneo, Corazón tan blanco, cuyo protagonista y narrador, Juan Ranz, prefiere siempre no saber, consciente de lo peligroso que resulta escuchar: los oídos no tienen párpados, y lo que les llega ya no se olvida. Traductor e intérprete de profesión, es él ahora el recién casado, y en su propio viaje de novios, en La Habana, asomado al balcón, es confundido por una desconocida que espera en la calle, y sin querer escucha una conversación de hotel. A partir de entonces «presentimientos de desastre» envolverán su matrimonio. Pero la clave de ese malestar quizá esté en el pasado, pues su padre hubo de casarse tres veces para que él pudiera nacer. Una novela hipnótica sobre el secreto y su conveniencia posible, sobre el matrimonio, el asesinato y la instigación, sobre la sospecha, el hablar y el callar y la persuasión: sobre los corazones tan blancos que poco a poco se van tiñendo y acaban siendo lo que nunca quisieron ser.

Mañana en la batalla piensa en mí (1994):
«Nadie piensa nunca que pueda ir a encontrarse con una muerta entre los brazos y que ya no verá más su rostro cuyo nombre recuerda». Esto es lo que ocurre al narrador, Víctor Francés, guionista de televisión y «negro» o «escritor fantasma», encargado de redactar los discursos de la gente importante e ignorante. Recientemente divorciado, es invitado a cenar a su casa por Marta Téllez, mujer casada cuyo marido está de viaje y madre de un niño de dos años. Tras la cena galante, el hombre y la mujer pasan al dormitorio donde, «aún medio vestidos y medio desvestidos», ella empieza a sentirse mal hasta que agoniza y muere. Esa infidelidad no consumada se convierte así en una especie de «encantamiento», con problemas bien reales e inmediatos: qué hacer con el cadáver, avisar o no avisar, qué hacer respecto al marido, qué hacer con el niño dormido, qué diferencia hay entre la vida y la muerte. Una intensa narración sobre asuntos que nos atañen a todos: sobre el ocultamiento, los hechos y las intenciones; sobre el actuar sin saber y la voluntad que casi nunca se cumple; sobre la negación de las personas que una vez quisimos y el olvido y la indecisión; sobre la despedida, y también sobre el engaño, que quizá «es nuestra condición natural, y en realidad no debería dolernos tanto».

Cuando fui mortal (1996):
Doce relatos escritos de forma magistral entre 1991 y 1995 y que van desde la crónica de costumbres contemporáneas a los cuentos de fantasmas. Lo primero que debe saber un escritor de cuentos es que nunca dispone de mucho tiempo y que el lector no admite que ese poco transcurra en vano. Si Javier Marías no lo sabe, al menos lo disimula, porque sus relatos no sólo complacen e interesan, sino que además turban desde su inicio. Al igual que en sus celebradas novelas, su prosa aquí es capaz de alcanzar en unas páginas una tersura y una tensión que apenas permiten apartar la vista, como si tuviéramos la cara pegada a un cristal y no pudiéramos retirarla con una mezcla de fascinación y zozobra. En los cuentos de Cuando fui mortal nos encontramos con personajes y situaciones que formarán parte de nuestra imaginación: un médico español que visita de noche las casas parisinas de mujeres casadas; un guardaespaldas aficionado al hipódromo que deseará que haya muerto el hombre a quien protege; un fantasma que padece la maldición máxima de saber ahora cuanto ocurrió en su vida; una aspirante a actriz porno que aguarda la sesión de rodaje junto a su compañero de reparto a quien no conoce; un escritor que experimenta consigo mismo para poder escribir sobre el dolor más tarde; un hombre y una mujer asesinados por una lanza africana en un Madrid veraniego; un futbolista mujeriego, una señorita de compañía que amará a un fantasma a quien lee libros y otros que salen directamente de Corazón tan blanco o Mañana en la batalla piensa en mí, mostrando que los escritores de talento llevan siempre consigo su estilo y su mundo en sus visitas a cualquier género. «Sólo concibo escribir algo si me divierto, y sólo puedo divertirme si me intereso. No hace falta añadir que ninguno de estos relatos habría sido escrito sin que yo me interesara por ellos».

Tu rostro mañana 1. Fiebre y lanza (2002):
«No debería contar nunca nada», empieza por decir el narrador de esta historia, Jaime o Jacobo o Jacques Deza. Y sin embargo su tarea va a ser la contraria, contarlo todo, hasta lo aún no sucedido, al ser contratado por un grupo sin nombre que durante la Segunda Guerra Mundial creó el M16, el Servicio Secreto británico, y que aún funciona hoy en día de manera tal vez degradada, o acaso ya bajo diferentes auspicios. El protagonista regresa a Inglaterra, en cuya Universidad de Oxford había enseñado muchos años atrás, «por no seguir cerca de mi mujer mientras ella se me alejaba». Y allí descubre que, según Sir Peter Wheeler, viejo profesor retirado «con demasiados recuerdos», él también pertenece al reducido grupo de personas que posee un «don» o maldición: el de ver lo que la gente hará en el futuro, el de conocer hoy cómo será sus rostros mañana, el de saber quiénes nos traicionarán o nos serán leales.

Así empieza lo malo (2014):
En el Madrid excitado de 1980, Muriel encarga al joven De Vere que investigue y sonsaque a un amigo suyo de media vida, el Doctor Jorge Van Vechten, de cuyo indecente comportamiento en el pasado le han llegado rumores. Pero Juan no se limitará a eso y tomará dudosas iniciativas, porque, como él mismo reconoce desde su edad madura, «los jóvenes tienen el alma y la conciencia aplazadas». Así descubrirá que no hay justicia desinteresada, sino que está siempre contaminada por el rencor personal, y que todo perdón o castigo son arbitrarios, los individuales y los colectivos. Con su prosa inteligente y profunda, Javier Marías nos da también una novela sobre el deseo, que a menudo se impone a todo escrúpulo, lealtad o respeto, y sobre nuestra imperfecta contemplación de los hechos, siempre tuerta: a veces por fuerza, a veces por entera decisión nuestra.

 

 

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