El ascenso de Esparta             

 

Grecia: Lucha entre soldados

El ascenso de Esparta:
Laconia:
La mayor parte del esfuerzo de la colonización griega fue realizado, con mucho, por los pueblos jonios de las islas del Egeo y de Asia Menor. De las ciudades dóricas, sólo Corinto participó intensamente en la colonización. Pero Corínto estaba situada en el istmo, tanto frente al Este a Asia Menor, como al Oeste, a Sicilia. Estaba bien ubicada para el comercio, y durante todos los tiempos helénicos y aún después fue una ciudad próspera que, a veces, poseyó una gran flota. Otra cosa ocurría con las demás ciudades dorias del Peloponeso. Estas conservaban la tradición de la conquista territorial y no se inclinaban a lanzarse al mar. Y de todas ellas, la que tenía mayor propensión a combatir bien en tierra y mal en el mar era Esparta. Esparta, también llamada Lacedemonia, según el nombre de un fundador mítico, estaba a orillas del río Eurotas, a unos 40 kilómetros del mar. Por ende, es una ciudad del interior. En tiempos micénicos había sido una ciudad importante, pero después de ser tomada por los dorios, aproximadamente en el 1100 a. C., cayó en la oscuridad durante un tiempo. En los tres siglos siguientes se recuperó gradualmente y aún extendió su influencia sobre ciudades vecinas; por el 800 a. C., Esparta era la soberana de todo el valle del Eurotas, una región llamada Laconia. Los conquistadores dorios eran los únicos ciudadanos de Esparta y de las zonas que llegaba a dominar. Eran los únicos que intervenían en el gobierno. Los espartanos propiamente dichos eran esta clase dominante, y cuando en este libro hablemos de los espartanos, habitualmente nos referimos a ella. Fueron siempre una minoría de la población total de las regiones dominadas por Esparta, y en tiempos posteriores no pasaron de constituir el 5 por 100 de la población o aún menos. Las únicas actividades que los espartanos consideraban honorables eran la guerra y el gobierno. Pero alguien debía tener a su cargo el comercio y la industria, y estas actividades estuvieron en manos de otro pequeño grupo, el de los periecos. Estos eran hombres libres, pero sin ningún poder político. Probablemente descendían de los habitantes predorios de Esparta, que se habían aliado a tiempo, prudentemente, con los invasores. Pero la masa de la población de los territorios espartanos estaba formada por pueblos conquistados que habían cometido el error de resistir. Fueron derrotados y luego brutalmente esclavizados. Una de las primeras cíudades que sufrió este destino fue Helo, cuyos infortunados habitantes fueron esclavizados en masa. Con el tiempo, el término ilota llegó a designar a cualquíer esclavo espartano, fuese o no descendiente del pueblo de Helo. Ocasionalmente, un ilota podía ser manumitido por sus buenos servicios a Esparta y se le permitía incorporarse a las filas de los periecos. Pero en conjunto los ilotas eran tratados como seres sin derechos humanos y estaban sometidos a un tratamiento más cruel que el de otros esclavos del mundo griego. Los espartanos, que eran los más conservadores de los griegos y los menos inclinados al cambio, conservaron sus reyes mientras la ciudad gozó de alguna forma de autonomía. Más aún, su realeza era poco común, pues Esparta difería de la mayoría de los gobiernos, griegos o no, en que tenía dos reyes. En otras palabras, era una diarquía. La causa de esto, probablemente, fue que dos tribus separadas de los dorios se unieron para conquistar y ocupar Esparta, y convinieron en que las familias de cada jefe gobernaran conjuntamente sobre las fuerzas aliadas. Los mismos espartanos explicaban el hecho diciendo que los reyes descendían de los hermanos gemelos de uno de sus más antiguos monarcas. Pero con el tiempo el poder de los reyes espartanos fue severamente limitado. Su función principal consistía en conducir los ejércitos. Eran principalmente generales, y sólo tenían poder fuera de las fronteras de Esparta. Internamente, el gobierno se hallaba bajo el férreo control de una oligarquía de treinta hombres. Los dos reyes formaban parte de ella, pero sólo representaban dos votos sobre treinta. Los otros veintiocho eran elegidos entre los espartanos que habían llegado a la edad de sesenta años. Formaban la gerusía, de una palabra griega que significa «viejo». Había también cinco éforos que hacían las veces de magistrados. Eran los ejecutivos encargados de que se cumplieran las decisiones de la gerusía. Internamente y en tiempo de paz, los éforos tenían más poder que los reyes y podían multarlos o castigarlos por cualquier acción contraria a la ley. En conjunto, este ineficaz modo de gobernar la ciudad mediante dos reyes. y un grupo de oligarcas contribuyó a hacer de Esparta un Estado tradicionalmente inmovilista; hasta su fin, nunca hizo intento alguno de modernizar su gobierno. Argos y Mesenia Durante los siglos oscuros, mientras Esparta se hacía dueña del valle del Eurotas, la ciudad más poderosa del Peloponeso era Argos. Esta dominación era suficientemente acentuada como para hacer que Homero llamase argivos a todos los griegos del Peloponeso. Argos era similar a Esparta, pero menos rígida. Tenía reyes, pero los suprimió en una época en que Esparta aún los conservaba. Tenía un sistema de castas, pero no tan estricto como el de Esparta. Argos llegó a la cumbre de su poder bajo Fidón, quien gobernó por el 750 a. C. Bajo su reinado, Argos llegó a dominar la Argólida, además de las costas orientales del Peloponeso y la isla de Citera, frente al extremo sudoriental del Peloponeso. Hasta logró ejercer una importante influencia sobre el Peloponeso occidental. Por ejemplo, en 748 a. C. arrancó a Élide el control de los juegos Olímpicos y presidió los mismos juegos. Los elianos pidieron ayuda a Esparta, y éste fue el comienzo de una larga y enconada rivalidad entre Esparta y Argos que perduró por siglos. Muy poco se sabe en detalle de lo que siguió, pero Esparta debe de haber ganado, pues los elianos recuperaron su primacía en los juegos Olímpicos y eliminaron de los registros aquel que había presidido Fidón. Después de la muerte de Fidón, Argos se debilitó y Esparta pudo apoderarse de Citera y de la costa oriental del Peloponeso. Argos quedó limitada a la Argólida y allí vegetó. Los argivos nunca olvidaron que habían tenido la supremacía en el Peloponeso ni perdonaron nunca a los espartanos el haberlos derrotado. Durante siglos, sólo tuvieron una meta: derrotar a Esparta. Se unieron a todos los posibles enemigos de Esparta y jamás tomaron parte en ninguna actividad en la que la conductora fuese Esparta. A la par que Esparta se expandía hacia el Este, en dirección al mar, también lo hacía hacia el Oeste, quizá, por el estímulo de su ayuda a Élide. Al oeste de los territorios espartanos, en la región sudoriental del Peloponeso, se hallaba Mesenia. En tiempos micénicos, la principal ciudad de la región fue Pilos, señalada por su excelente puerto. Durante la guerra de Troya, según Homero, su rey era Néstor, el más viejo y sabio de los héroes griegos. Los dorios conquistaron Mesenia como habían conquístado Esparta, pero en la primera se mezclaron con los pueblos anteriores. No mantuvieron sus actividades guerreras, y a los dorios de Esparta debe de haberles parecido que se habían ablandado. Sin embargo, los mesenios no deben de haber sido tan blandos, pues según la tradición los espartanos necesitaron dos guerras, de veinte años de duración cado una, para conquistar a los mesenios. Poco se conoce de los detalles de ambas guerras, pues los historiadores griegos cuyas descripciones nos han llegado vivieron mucho después y encontramos en ellos una serie de cuentos que parecen ser encantadoras ficciones. La Primera Guerra Mesenia comenzó por el 730 a. C., cuando los espartanos invadieron repentinamente Mesenia. Después de varios años de lucha, los mesenios, conducidos por su rey Aristodemo, se retiraron al monte Itome, un pico de 800 metros de altura situado en el centro del país y que en futuras ocasiones también iba a servir a los mesenios de fortaleza. Allí, los mesenios resistieron durante muchos años, pero finalmente, por el 710 a. C., se vieron obligados a rendirse. Los espartanos, encolerizados por su prolongada resistencia, convirtieron implacablemente en ilotas a los mesenios. En 685 a. C., los mesenios, oprimidos más allá de lo resistible, se rebelaron bajo la conducción de Aristómenes. Relatos posteriores hicieron de Aristómenes una especie de superhombre que, casi sin ayuda, inspiró a los mesenios proezas de gran valentía y, con gran capacidad como general, mantuvo a raya las superiores fuerzas espartanas. Finalmente, después de diecisiete años, al perder una batalla decisiva por la traición de un aliado, Aristómenes y un pequeño grupo de adictos abandonó el país y se embarcó hacía tierras libres de ultramar. En 668 a. C., pues, Mesenia se hallaba nuevamente postrada. En cuanto a los refugiados mesenios, se supone que se dirigieron a la región de Sicilia donde ésta casi se toca con Italia. Allí colonizadores de Calcis habían fundado una ciudad en 715 que llamaron Zancle, que significa «hoz», porque la franja de tierra sobre la que estaba construida se asemejaba a una hoz. Los mesenios llegaron a dominar la ciudad y cambiaron su nombre por el de Messana, en honor a su tierra natal esclavizada.

El modo espartano de vida:
Las guerras mesenias también costaron un alto precio a Esparta. Medio siglo de guerra tan duramente librada enraizó profundamente la vida militar en la conciencia espartana. Pensaban que jamás debían descuidarse, sobre todo habiendo tan pocos espartanos y tantos ilotas, Sin duda, si los espartanos se descuidaban, aun ligeramente, los ilotas se rebelarían de inmediato. Además, las guerras mesenias hicieron surgir la figura del hoplita. El entrenamiento militar debía ser particularmente duro para habituar al soldado a usar una armadura pesada y blandir armas pesadas. El combate no era tarea para debiluchos, tal como lo practicaban los espartanos. Por esta razón, los espartanos dedicaban su vida a las cosas de la guerra. Los niños espartanos eran examinados al nacer, para ver si eran físicamente sanos. Si no lo eran, se los abandonaba y dejaba morir. A los siete años, se los apartaba de sus madres y se los criaba en cuarteles. Se les enseñaba a soportar el frío y el hambre, no se les permitía usar ropas finas ni comer alimentos delicados. se los entrenaba en todas las artes marciales y aprendían a sobrellevar el cansancio y el dolor sin quejarse. Las reglas espartanas eran luchar duramente, cumplir las órdenes sin discutir y morir antes que retirarse o rendirse. Para huir, un soldado tenía que arrojar su pesado escudo, pues de lo contrario sólo podía avanzar lentamente; si moría, era llevado a su hogar con honra sobre su escudo. Por ello, las madres espartanas debían enseñar a sus hijos a volver de la guerra «con sus escudos o sobre ellos». Los espartanos adultos comían en una mesa común, a la que cada uno llevaba su parte, y todos contribuían con lo que producían sus tierras mediante el trabajo de sus ilotas. (Si un espartano perdía sus tierras por cualquier razón, ya no podía ocupar un lugar en la mesa, lo cual era una gran desgracia. En siglos posteriores, fue cada vez menor el número de espartanos que podían ocupar tal lugar, pues la tierra quedó concentrada cada vez en menos manos. Esto fue una fuente de debilidad para Esparta, pero sólo al fin de su historia trató de remediar esta situación.) El alimento tomado en la mesa común estaba destinado a satisfacer a una persona y mantener la vida, pero nada más. Se decía que algunos griegos no espartanos, después de probar el potaje que los espartanos comían en sus cuarteles, ya no se asombraban de que éstos lucharan tan bravamente y sin el menor miedo a la muerte. Ese potaje hacía desear la muerte. En siglos posteriores, los espartanos atribuían este modo de vida a un hombre llamado Licurgo, que vivió, según la tradición, alrededor del 850 a. C., mucho antes de las guerras mesenias. Pero casi seguro que no fue así y hasta es dudoso que Licurgo haya existido siquiera. La prueba de esto es que hasta aproximadamente 650 a. C. Esparta no parece haber sido muy diferente de los otros Estados griegos. Tenía su arte, su música y su poesía. En el siglo VII, un músico de Lesbos llamado Terpandro llegó a Esparta y la pasó bien allí. Se dice que introdujo mejoras en la lira y se le llama el «padre de la música griega». El más famoso de todos los músicos espartanos fue Tirteo. De acuerdo con la tradición, era ateniense, pero bien puede haber sido espartano nativo. Sea como fuere, vivió durante la Segunda Guerra Mesenia, y se dice que su música inspiró a los espartanos proezas de bravura, cuando su ardor flaqueaba. Sólo después de la Segunda Guerra Mesenía la mano letal del militarismo absoluto sofocó completamente todos los elementos creadores y humanos en Esparta. El arte, la música y la literatura desaparecieron. Hasta la oratoria fue suprimida (y a todos los griegos les ha gustado hablar, desde la antigüedad hasta el presente) pues los espartanos solían hablar muy breve y sucintamente. La misma palabra «locónico» (de Laconia) ha llegado a significar la cualidad de hablar de manera concisa.

El Peloponeso:
Cuando la época de la colonización griega se aproximaba a su fin, Esparta, que prácticamente no había tomado parte en ella, era la dueña absoluta del tercio septentrional del Peloponeso. Era con mucho la mayor de las ciudades-Estado griegas y, por su modo de vida, la más entregada al militarismo. Las otras ciudades-Estado griegas del Peloponeso -al menos las que aún eran libres- contemplaban la situacíón con gran ansiedad. Argos, por supuesto, había tratado de ayudar a Mesenia durante la Segunda Guerra Mesenia (todo para perjudicar a Esparta), pero Corinto estuvo del lado espartano (todo para perjudicar a Argos). Las ciudades que estaban inmediatamente al norte de Esparta, en la región central del Peloponeso llamada Arcadia, se hallaban particularmente preocupadas. De ellas, las principales eran Tegea, a unos 40 kilómetros al norte de la ciudad de Esparta, y Mantinea, a unos 20 kilómetros más al norte. Como de costumbre, Tegea y Mantinea peleaban entre sí y con otras ciudades de Arcadia, de modo que ésta en su conjunto era débil. Sin embargo, bajo el liderazgo de Tegea se enfrentaron con Esparta más o menos unidas. Después de la dura prueba que fueron las Guerras Mesenias, Esparta no deseaba lanzarse a la ligera a ninguna guerra seria y durante muchas décadas dejó enfriar su rivalidad con Arcadia. Pero en 560 a. C. Quilón fue elegido entre los éforos espartanos. Era una personalidad dominante que ganó reputación por su reflexiva prudencia y fue contado más tarde entre los «Siete Sabios» de Grecia. Según algunas tradiciones, fundó el eforado, de modo que fue quizá bajo su mandato cuando por primera vez se pusieron drásticos límites al poder de los reyes. Quilón exigió una política fuerte; Esparta derrotó rápidamente a los arcadios, quienes se apresuraron a someterse. Se permitió a Tegea conservar su independencia, y sus ciudadanos, quienes deben de haber temido ser reducidos a ilotas, se mostraron agradecidos. Los arcadios fueron leales aliados de Esparta durante casi dos siglos, y ninguna ciudad fue más leal que Tegea. De este modo, sólo quedaba Argos, que aún soñaba con su antigua supremacía. En 669 a. C., mientras Esparta se hallaba ocupada en la Segunda Guerra Mesenia, Argos ganó una batalla contra Esparta. Pero en el siglo siguiente permaneció inactiva, llena de resentimiento y odio, mas sin osar moverse. En 520 a. C., Cleómenes I llegó a ocupar uno de los tronos espartanos. Poco después de acceder a éste, marchó sobre la Argólida y, cerca de Tirinto, infligió a Argos una nueva derrota. La derrota de Argos puso de manifiesto algo que ya era un hecho después de la victoria sobre Tegea: Esparta ejercía la supremacía sobre todo el Peloponeso. Poseía un tercio de él, y, de los otros dos tercios, uno era su aliado y el otro permanecía atemorizado ante ella. En ninguna parte del Peloponeso se podía mover un soldado sin permiso de Esparta. En verdad, Esparta era la potencia territorial dominante en toda Grecia y durante casi dos siglos fue aceptada como líder del mundo griego. Pero Esparta no estaba realmente preparada para ser la conductora de Grecia. Los griegos estaban en su elemento en el mar, y Esparta no. Los griegos tenían intereses de un extremo al otro del Mediterráneo, mientras que Esparta sólo se interesaba (en su corazón) por el Peloponeso. Los griegos eran de espíritu rápido, artístico y libre; los espartanos eran lentos, obtusos y esclavizados unos a otros o al modo militar de vida. En años posteriores, los griegos de otras ciudades-Estado a veces admiraban el modo espartano de vida porque les parecía virtuoso y pensaban que había llevado a Esparta a la gloria militar. Pero se equivocaban. En arte, música, literatura y el amor a la vida -en todo lo que hace que merezca la pena vivir- Esparta no hizo ninguna contribución. Sólo podía ofrecer un modo de vida cruel e inhumano de la brutal esclavitud de la mayoría de su población y sólo una especie de ciego coraje animal como virtud. Y su modo de vida pronto fue más aparente que real; fue su reputación la que la salvó durante un tiempo, mientras su sustancia estaba podrida. Parecía fuerte en tanto obtuviese victorias, pero mientras que otros Estados podían soportar las derrotas y recuperarse, Esparta perdió la dominación de Grecia, corno veremos, después de una sola derrota. La pérdida de una batalla importante iba a ponerla al descubierto y a echarla por tierra. (Y, extrañamente, fue más admirable en los días de debilidad que siguieron, que durante su período de vigor.) (Asimov)


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