El asedio de Troya             

 

Acrópolis: Partenón El asedio de Troya:
Los más famosos mitos de héroes griegos están en relación con la guerra que sostuvieron contra la ciudad de Troya. Y su fama perenne les llegó gracias a dos largos poemas sobre esos héroes, escritos hacia el año 850 antes de Cristo, por un poeta legendario llamado Homero. Los antiguos griegos consideraban que estos poemas eran los más grandiosos de toda la literatura, y todavía hoy se cuentan entre sus obras más importantes. Los poemas de Homero sólo abordan una pequeña porción de los mitos de Troya, pero otros poetas, aunque de menor valía, se ocuparon de completarlos. Tan famoso es Homero con sus relatos de grandes acciones, que «Homérico» se usa a menudo para sugerir la idea de «sublime» o «grandioso». Sin embargo, en una parte de sus poemas, Homero describe a los dioses riendo inconteniblemente al ver al cojo Hefesto alborotando. Por esa razón, una risa incontrolada, que es cualquier cosa menos sublime, o grandiosa, recibe el nombre de «risa homérica». En los mitos troyanos, las fuerzas griegas estaban bajo el mando del rey de la ciudad de Micenas, considerada como la más importante de Grecia, junto con la de Tirinto. Se supone que Troya estaba situada en Asia Menor, cerca del Helesponto, y que dominaba todo el territorio de los estrechos que conducen del Mediterráneo al mar Negro.

Schliemann:
Durante muchos años los historiadores consideraron que la guerra de Troya era pura leyenda. Micenas y Tirinto no eran más que unas reducidas ciudades completamente en ruinas, y por lo que respecta a Troya, llegaban a dudar que tal ciudad hubiese existido nunca. Sin embargo, en 1868, un hombre de negocios alemán llamado Heinrich Schliemann empezó a hacer excavaciones en el lugar donde creía que había existido Troya. Era un fervoroso amante de los poemas de Homero y estaba convencido de que sus relatos cantaban hechos auténticos, por lo que dedicó toda su fortuna a las excavaciones. Ante la sorpresa del mundo entero halló restos de antiguas ciudades en los lugares en que debía estar Troya. En 1870, marchó a Grecia, y excavó en los lugares de Micenas y Tirinto, y allí descubrió las ruinas de ciudades que resultaron mucho más antiguas que las griegas normales. Más tarde, Evans descubrió la antigua civilización de Creta, con lo que el asunto quedó claro: la guerra entre Tirinto y Troya había tenido lugar.

Al parecer sucedió lo siguiente: los primeros griegos penetraron en Grecia con anterioridad al año 2000 a.C. Quedaron bajo la influencia de la civilización Minoica, asentada en la isla de Creta y en otras que rodean Grecia. Entonces se fundaron las ciudades de Micenas y Tirinto. Hacia el año 1400 a.C., una nueva oleada de griegos invadió Grecia, y fueron llamados los Aqueos. Colaboraron en la destrucción del imperio cretense y dominaron todo el mundo griego. (El mito de Teseo y el Minotauro puede ser una evocación de todo ello.) Bajo el dominio de los aqueos, Micenas se convirtió en la ciudad más poderosa de Grecia, rodeada por enormes murallas «ciclópeas». Todo este periodo de tiempo fue denominado «Edad Micénica». Los aqueos tomaron contacto con las regiones que rodean el mar Negro para establecer lazos comerciales. Grecia, en sí, es un país montañoso y en ella la agricultura es muy difícil, en tanto que las ciudades en torno al mar Negro cultivaban cereales en gran abundancia. (La expedición de los Argonautas es un recuerdo de los inicios de tales intercambios comerciales.) La poderosa ciudad de Troya, situada a la entrada del mar Negro, controlaba el comercio, ya que allí se toleraba o no el paso de las naves. Cobraban unos exigentes derechos de paso, y se hicieron ricos. Y así, hacia el año 1200 a.C., los aqueos, que se iban haciendo cada vez más poderosos, no vieron razón alguna para seguir pagando aquellos derechos e invadieron Asia Menor, pusieron sitio a Troya y la destruyeron. Acerca de este asedio, los trovadores elaboraron historias, añadiendo detalles fantásticos sobre dioses y aportando toda clase de acontecimientos dramáticos, hasta depararnos la actual leyenda de Troya. Homero (o varios poetas que actualmente conocemos, con este único nombre) recogieron, el 850 antes de Cristo, todas esas piezas dispersas y escribieron los poemas que todavía perviven. A pesar de la fantasía de esta leyenda, todavía se encuentra en ella una ajustada descripción de la vida durante la Edad Micénica. Por ejemplo, los héroes emplean armaduras y espadas de bronce, pues el hierro no se utilizaba para construir armas. Pero olvidemos la historia real de Troya y volvamos a su leyenda, ya que ésta es la que nos ha dejado huellas y palabras en nuestro lenguaje. En cambio, conocemos muy pocas cosas sobre aquella historia real. La leyenda da comienzo con una bella Nereida llamada Tetis. (También ocupa un lugar en los cielos, ya que lleva su nombre el planetoide número diecisiete.) Era tan hermosa que tanto Zeus como Poseidón estaban enamorados de ella. Sin embargo, las Parcas (o tal vez el juicioso Titán Prometeo) advirtieron a Zeus que el destino de Tetis era tener un hijo que sería más poderoso que su padre. Eso significaba que ningún dios podía casarse con ella, ya que el hijo destronaría a Zeus, del mismo modo que éste había destronado a Crono, y éste, a su vez, a Urano. Para evitarlo, se decidió que Tetis se casaría con un mortal ordinario. El mortal elegido era Peleo, que había sido uno de los Argonautas. Peleo era hijo de Éaco, hijo a su vez de Zeus. La celosa Hera odiaba a Éaco y envió calamidades al reino de éste hasta que fueron aniquilados casi todos los hombres que vivían allí. Zeus, apiadado, transformó las hormigas en hombres y la ciudad quedó poblada de nuevo. Por esta razón los súbditos de Éaco y su hijo Peleo, recibieron el nombre de mirmidones, derivado de la palabra griega que significa «hormiga». Los mirmidones eran excelentes soldados e intervinieron en la guerra de Troya. Eran un ejemplo de obediencia y disciplina. La boda de Peleo con Tetis deparó la ocasión para grandes festejos. Asistieron todos los dioses, excepto Eris la diosa de la discordia, de la que se habían olvidado involuntariamente. Ésta apareció inesperadamente y arrojó una manzana a la multitud que se encontraba reunida. La manzana, llegó rodando donde se encontraban charlando Hera, Atenea y Afrodita. Sobre la manzana figuraban inscritas en letras de oro las palabras «para la más hermosa» y entonces se planteó la cuestión de cuál era la diosa más bella. Hera, Atenea y Afrodita reclamaron, cada una para sí, la manzana, negándose a admitir que fuese para las otras dos. Tampoco hubo ningún dios que se decidiera a saldar la cuestión. (Por esta leyenda, cualquier objeto que es motivo de disputa entre la gente recibe el nombre de la «manzana de la discordia».) La única solución era dejarlo en manos de mortal cuyo juicio fuese aceptado de antemano por las diosas. La elección recayó en un joven pastor llamado Paris, y con él entra en escena la ciudad de Troya. Según la leyenda, la región de Asia Menor donde se encontraba Troya, fue inicialmente colonizada por un grupo de hombres procedentes de Creta. Probablemente ello sea cierto, ya que Troya, en sus inicios, es casi seguro que se encontraba bajo el dominio Minoico. Uno de sus primeros reyes fue Dárdano, por lo que aquella tierra recibió el nombre de Dardania y el propio rey fundó una ciudad llamada Dárdano. Esta ciudad pervivió durante muchos años y de ella proviene el nombre moderno de «Dardanelos» para denominar el estrecho que anteriormente era conocido por Helesponto. (Dárdano era hijo de Electra, una de las Pléyades, que a veces se le llama la Pléyade Perdida. Se supone que prefirió desaparecer antes que presenciar la destrucción de Troya.) Otros reyes posteriores fueron Tros (uno de cuyos hijos fue Ganímedes, a quien Zeus llevó al cielo) e Ilo. Ambos fundaron ciudades que se reunieron para formar la ciudad de la leyenda. Por el primero ellos, la ciudad recibió el nombre de «Troy», y por el segundo, el nombre de «Ilión». Ambos nombres aparecen en la leyenda: por ejemplo, el poema de Homero que trata del asedio de Troya, lleva el nombre de Ilíada, que significa «acerca de Ilión». Dado que la Ilíada presenta grandes sufrimientos y derramamientos de sangre, la palabra ha tomado un giro humorístico (aunque poco frecuente) para designar una larga historia desafortunada. El hijo de Ilo fue Laomedonte, rey de Troya en tiempos de Heracles. En uno de sus viajes a Troya, éste salvó a Hesíone, la hija de Laomedonte, de morir a manos de un monstruo, al igual que Perseo había salvado a Andrómeda. Cuando Laomedonte se desdijo de su promesa y se negó a entregar la recompensa que había prometido, Heracles y los hombres que le acompañaban se apoderaron de Troya, mataron a Laomedonte y pusieron en el trono al hijo de éste, Príamo. Además, se llevaron cautiva a Hesíone. Cuando el sitio de Troya por los griegos, Príamo era el rey de la ciudad. Príamo se casó con Hécabe y con otras mujeres, y tuvo un total de cincuenta hijos y doce hijas. Hécabe es conocida por el nombre latino, Hecuba. El hijo mayor de Príamo era Héctor, jefe de los guerreros troyanos. Era el más osado, batallando con singular bravura contra un ejército más poderoso. En realidad, los troyanos fueron muy admirados por haber resistido durante diez años a un ejército superior. La frase «trabajar como un troyano» o «luchar como un troyano» significa trabajar o luchar con gran destreza y resistencia. Aunque Héctor siempre ha sido considerado como un modelo de patriotas, su nombre ha degenerado para significar «fanfarronear» o «amenazar». Realmente, en la Ilíada, Héctor aparece haciendo discursos bravucones, pero esto era normal entre los héroes. Otro hijo de Príamo fue Paris. Antes de nacer, Hécabe soñó que el hijo que iba a tener se transformaba en una antorcha llameante. Un oráculo le aseguró que ello significaba que el hijo sería la causa del incendio y ruina de Troya. En consecuencia, Príamo y su mujer decidieron matar al hijo. Encargaron de ello a un pastor, pero éste no fue capaz de asesinar a aquel precioso niño. Se limitó a dejarlo abandonado en la montaña, confiando que moriría. Pero otros pastores se hicieron cargo de él y lo criaron. Éste era el Paris al que vinieron a encontrar las diosas para que decidiese a quién correspondía la manzana de la discordia. Cada una de las diosas intentó sobornarle. Hera le ofreció riquezas, y Atenea, fama como guerrero. Pero Afrodita le ofreció la mujer más bella del mundo como esposa. El hecho es que Afrodita, la diosa de la, belleza, era la más hermosa de las tres, por lo que el juicio de Paris al entregarle la manzana resultaba totalmente acertado. Sin embargo, Hera y Atenea se sintieron amargamente ofendidas, y a partir de entonces se convirtieron en enemigas acérrimas de Paris y Troya. Después de eso, Paris visitó Troya donde salió victorioso de varios encuentros atléticos. Allí fue reconocido como aquel hijo desaparecido de Príamo, gracias a un sonajero que conservó como recuerdo de infancia. Príamo tuvo una hija llamada Casandra, a la que Apolo había dado el don de la profecía. Posteriormente, Apolo se enojó con ella, y le estropeó el don, haciendo que, a pesar de que siempre profetizara la verdad, nadie la creería. Cuando Paris se incorporó de nuevo a la familia de Príamo, Casandra profetizó rudamente que aquél acarrearía la ruina de Troya, pero nadie le creyó. Hoy en día, la persona que profetiza calamidades recibe el nombre de «Casandra», especialmente si sus advertencias parecen exageradas y poco dignas de crédito. El Casandra más famoso de nuestra época fue Winston Churchill. Durante los años treinta de nuestro siglo, previno constantemente contra los peligros del nazismo alemán, pero nadie le creyó. Mientras tanto, Afrodita tenía que cumplir su promesa a Paris. En aquellos días, la mujer más hermosa del mundo era Helena de Esparta, hija de Leda y hermana de Cástor y Polideuce. Cuando Helena llegó a la edad de casarse, todos los héroes de Grecia anhelaban tomarla por esposa, tanta era su belleza. Su padre, Tindáreo, rey de Esparta, temía entregarla a uno de ellos, ante el riesgo de que los restantes se alzaran en guerra contra él. Por consiguiente reunió a los héroes y obtuvo su promesa de que dejarían elegir libremente a Helena y que defenderían al elegido de los ataques de los enemigos que pudiese tener éste. Helena eligió a Menelao, que era el hermano menor de Agamenón, rey de Micenas, el más poderoso de Grecia. Menelao, junto con Helena, recibió el trono de Esparta y se convirtió en rey. En cuanto a Agamenón, éste se casó con Clitemnestra, hermana de Helena. Y fue entonces cuando Afrodita decidió que Helena debía ser entregada por esposa a Paris. Éste llegó a Esparta como visitante regio. (Casandra advirtió que éste sería un viaje fatal, pero nadie le prestó atención.) Paris fue agasajado y tratado con la máxima cortesía. Sin embargo, Afrodita indujo a Helena a enamorarse de él y a seguirle cuando salió para Troya. Allí permaneció durante toda la guerra, y desde entonces fue llamada «Helena de Troya». Al igual que Afrodita, ha sido convertida en modelo de hermosura. El recuerdo de Helena como la mujer más bella que jamás ha existido, sigue vivo por el hecho de que su nombre siempre ha sido muy popular. En tiempos pasados, los jóvenes recibían nombres procedentes de personajes mitológicos. Cuando apareció el cristianismo, los nombres eran elegidos de la Biblia o de los santos, ya que los mitos griegos no se consideraban apropiados para los niños. Únicamente sobrevivieron algunos nombres míticos en este cambio de costumbres, y la mayoría de ellos fueron nombres femeninos. Por ejemplo: Irene, Cintia, Febo, Diana, Flora, Iris y Gracia. Pero el único nombre procedente de la mitología griega que se ha mantenido inmensamente popular en Europa y América ha sido Helena. Ha tomado formas diversas, como Helena, Elena, Eleonora, etc. En realidad, no resultaba fácil olvidar a la mujer más hermosa que jamás existió y que, como pronto veremos, fue la causa de la más famosa de todas las guerras. Al reparar en la desaparición de su esposa, Menelao envió mensajeros a todos los rincones de Grecia para recordar a los héroes su promesa y pedirles que se unieran a él en una expedición contra Troya para recuperar a Helena. Primeramente, fueron enviados embajadores a Troya requiriendo la devolución de Helena. Príamo se negó a ello, basándose en que los griegos todavía retenían a Hesíone, su hermana, que había sido raptada por Heracles. Ello significaba la guerra. No todos los héroes deseaban enzarzarse en ella. Uno de los más reacios era Odiseo, rey de la isla de Ítaca. Se le conoce mejor por su nombre latino de Ulises. Odiseo estaba casado con Penélope, hermana de Helena, y acababa de tener un hijo llamado Telémaco. Naturalmente, no quería abandonar a su familia. Pero Odiseo era famoso por su inteligencia y sagacidad, y los griegos consideraban que no podían prescindir de él. Odiseo fingió estar loco, pero le descubrieron sus intenciones y le obligaron a cumplir su juramento. También anunciaron los adivinos que los griegos no podrían vencer si no contaban con la ayuda de Aquiles, hijo de Peleo y Tetis. (Puede extrañar que todo eso diera comienzo cuando se casaron Peleo y Tetis y que ya tuviesen un hijo en edad de ir a la guerra. Y lo que es peor todavía, es que antes de que terminase la guerra troyana, un hijo de Aquiles ya hubiese llegado a la edad de guerrear. Pero hay que tener en cuenta que los escritores griegos no eran muy estrictos en la cuenta de los años.) Aquiles, como hijo de Tetis, estaba destinado a ser mucho más poderoso que su padre. Y así fue, ya que, aparte de Heracles, se convirtió en el más famoso de los héroes griegos. Además, las victorias de Heracles eran resultado de una fortaleza puramente sobrehumana. Aquiles, en cambio, aun siendo muy fuerte, era descrito como un luchador inteligente, y no simplemente como uno que va dando mazazos a diestra y siniestra. Al nacer Aquiles, Tetis intentó hacerle inmortal sumergiéndole en el río Éstige. El resultado de ello es que, durante la guerra de Troya, fue muerto sólo cuando le fue arrojada una flecha al talón, único lugar donde podía ser mortalmente herido. Por esta razón, el único punto débil de una defensa sólida, recibe el nombre de «talón de Aquiles». Además, el fuerte tendón que une los músculos de la pantorrilla con el hueso del talón, se denomina «tendón de Aquiles». Tetis sabía que Aquiles podía elegir entre dos destinos. Podía quedarse en su hogar para llevar una larga vida reposada, o bien podía unirse a las fuerzas griegas y morir joven, aunque revestido de fama eterna. Tetis prefería que viviera muchos años, por lo que le vistió de niña y le llevó a la isla de Esciros para que estuviese entre niñas. Habiendo oído rumores sobre ello, Odiseo y una delegación griega se dirigieron a la isla de Esciros, y allí el ingenio de Odiseo empezó a dar resultados. Hubiese sido grosero inspeccionar a las niñas, una a, una. En lugar de hacer esto, Odiseo trajo regalos de bellos vestidos y joyas para las doncellas, pero mezcló entre ellos una espada. Todas las chicas empezaron a elegir aquellos regalos, pero una de ellas no pudo resistir la tentación de coger1a espada y blandirla enérgicamente para probar su perfecto equilibrio. Por supuesto, ésta no era una niña, sino el propio Aquiles, quien inmediatamente se unió a las fuerzas griegas. Con él, marcharon su mejor amigo, Patroclo, y una parte del ejército de Peleo, los mirmidones. Aquiles demostró que era el más grande de los guerreros griegos, y cualquier guerrero valiente es llamado actualmente Aquiles. Por ejemplo, el duque, de Wellington, que derrotó a Napoleón en Waterloo, fue bautizado con el nombre del «Aquiles de Inglaterra». De modo similar, el hombre astuto recibe el nombre de «Odiseo». Muchos de los héroes griegos que integraban el ejército eran hijos de Argonautas. Aquiles era hijo del Argonauta Peleo, y Odiseo del Argonauta Laertes. Además, dos héroes llamados Ayax se unieron a aquellos. («Ayax» es la forma latina del nombre griego Aías.) Uno de ellos, era un hombre de gran corpulencia y fortaleza, hijo del Argonauta Telamón, y normalmente llamado el Gran Ayax. El otro era hijo del Argonauta Oileo, usualmente denominado Ayax el Menor. También se les unió Diomedes, hijo del Argonauta Tideo, que demostró ser uno de los héroes más valientes. Incluso Creta era todavía suficientemente poderosa para enviar a un importante héroe, Idomeneo. Uno de los héroes era un veterano de la cacería del jabalí de Calidón. Se trataba de Néstor, rey de la ciudad de Pilos. Era un hombre ya viejo cuando tuvo lugar la guerra de Troya (probablemente contaría sesenta años, edad muy avanzada en una época en que la vida promedio de un hombre apenas alcanzaba los treinta.) Sobrevivió a la guerra y todavía vivió al menos otros diez años, por lo que tendría más de ochenta al morir. En las leyendas, se le describe como un hombre, lleno de sabiduría y experiencia, cuyo juicio era siempre acertado, por lo que un «Néstor» significa actualmente todo hombre anciano de gran prudencia. En conjunto, sólo aparecen héroes en la leyenda troyana, aunque uno o dos personajes secundarios han dejado huellas en nuestro lenguaje. En un momento determinado, Homero hace mención de Esténtor, un heraldo que resulta muy útil para reanimar al ejército porque tenía una voz tan potente como cincuenta hombres. Por está razón, todo lo que es ruidoso recibe el nombre de «estentóreo» y el mono aullador, cuyo grito puede ser oído a más de una milla de distancia, es llamado a veces «esténtor». Este mismo nombre se da a unos seres unicelulares que no producen ruido alguno, y de ello se puede tener completa seguridad, pero que tienen forma de megáfonos, los cuales están asociados con el ruido. Homero describe a Tersites, constantemente mencionado en la Ilíada, como un ser feo y agitador, cobarde, que siempre lanzaba improperios contra los héroes. Sin embargo, el lenguaje que Homero pone en su boca rezuma sabiduría, pero hay que tener en cuenta que los poemas solían recitarse ante un auditorio aristocrático, por lo que, en realidad, se burlaba de él. Otros poetas presentan a Tersites como un denostador ofensivo. Varios son los héroes de ambos bandos de la guerra de Troya que hallamos en los cielos. En 1906, el astrónomo alemán Max Wolf descubrió un planetoide que quedaba anormalmente alejado del sol. La órbita que describía no se encontraba entre Marte y Júpiter, sino que era casi idéntica a la de Júpiter. Era una órbita desacostumbrada para un planetoide, y éstos, como dije anteriormente, recibían, nombres masculinos. Wolf lo llamó «Aquiles». Si se traza una línea desde Aquiles hasta Júpiter y hasta el Sol, para volver finalmente hasta Aquiles, veremos que forma un triángulo equilátero (esto es, un triángulo cuyos tres lados son iguales). Los astrónomos saben que esta situación es estable. Es decir, que un cuerpo pequeño equidistante de otros dos mayores siempre se mueve de tal forma que permanece a la misma distancia de ellos. Y como Júpiter se mueve en torno al Sol, Aquiles le sigue los pasos. al mismo ritmo. Aquel año fue descubierto un nuevo planetoide dentro de la órbita de Júpiter, y dos más se localizaron en 1907. Y así, algunos más. Los había que formaban un grupo con Aquiles, mientras que algunos aparecían al otro lado de Júpiter, formando un nuevo triángulo equilátero con éste y el Sol. «Aquiles» sentó el precedente y el resto de los planetoides recibió nombres de héroes de la guerra troyana. El segundo en ser descubierto fue «Patroclo» y los siguientes «Héctor», «Néstor», «Príamo» y «Agamenón». Desde entonces se han localizado al menos otros cinco, incluyendo uno que se le denomina, «Ayax». Este grupo recibe el nombre de «planetoides troyanos». Además, la situación en la que un cuerpo pequeño es equidistante de otros dos mayores, es denominada «situación troyana». Hasta ahora no ha sido descubierto ningún otro caso de planetoides de este tipo. La armada griega se concentró en Áulide, un puerto cerca de Tebas, y se preparó para partir. Sin embargo, las cosas empezaron mal. No soplaba el viento. Un adivino señaló a Agamenón que se levantaría el viento si él sacrificaba a Artemis su hija más hermosa. En consecuencia, Agamenón envió un mensaje a su esposa, Clitemnestra, para que hiciese venir a su hija Ifigenia para desposarla con Aquiles. Cuando la hija llegó, la sacrificó y el viento se levantó rápidamente. Pero, a partir de ese momento, Clitemnestra odió a su marido. Cuando los griegos llegaron a Troya, se prepararon para un largo asedio. Los troyanos permanecían parapetados tras las murallas, que resultaban demasiado fuertes para ser asaltadas. Los griegos bloquearon la costa para matar de hambre a los troyanos. Durante nueve años los tuvieron cercados. La famosa Ilíada de Homero, empieza su historia en el noveno año de asedio. El hecho culminante fue una disputa entre Aquiles y Agamenón, acerca del reparto del botín de guerra. Como consecuencia de esta disputa, Aquiles se retiró enojado de la guerra, llevándose consigo a Patroclo y a los mirmidones. Se encerró en su tienda y se negó a luchar. Además, pidió a su madre, Tetis que persuadiera a Zeus para que provocara la derrota de los griegos, de modo que éstos se viesen obligados a rogarle de nuevo su ayuda y calmaran así su enojo. Después de esto, los troyanos salieron de su ciudad y, dirigidos por Héctor, empezaron a, alejar a los griegos, mientras Aquiles sonreía. Por ello el que abandona la lucha porque se ha enojado, y desampara a sus compañeros, está «enfurruñado como Aquiles en su tienda». Pidieron a Aquiles que volviese a la lucha, pero él se negó. Los griegos se veían obligados a retroceder tanto que ya se encontraban junto a sus buques, por lo que su derrota parecía inminente. Entonces, Patroclo, el amigo de Aquiles, sintió piedad, pidió permiso a Aquiles para revestirse con la armadura de éste y luchar en su lugar. Aquiles le dio permiso, y Patroclo lanzó a los mirmidones a la batalla. Durante unos momentos, Patroclo consiguió hacer retroceder a los troyanos, que al principio creían que era Aquiles quien volvía a la lucha. Pero Aquiles había advertido a Patroclo que se limitara a alejar a los troyanos de los barcos, pero que bajo ningún concepto atacara a Héctor. Patroclo embriagado con sus éxitos, creyó que ni siquiera Héctor podría resistirle. (Nuevamente, aparece la hibris.) Arremetió contra Héctor y resultó muerto (y, naturalmente, la némesis). Inmediatamente, Aquiles se sintió presa de rabia y desesperación. Hubiese deseado lanzarse en seguida. a la lucha, pero carecía de armadura. Rápidamente hizo las paces con Agamenón, consiguió nuevas armas de Tetis (que habían sido forjadas por el propio Hefesto) e irrumpió en la batalla. Todos los troyanos que se encontraban ante él se retiraron como ovejas y corrieron a esconderse tras sus murallas de Troya. Sólo Héctor permaneció fuera de ellas, avergonzado de huir; dispuesto a luchar con Aquiles, y a morir si era preciso. Ambos se enzarzaron en un duelo que, en la descripción de Homero; supone una de las escenas más grandes de toda la literatura, y Héctor resultó muerto. Poco después, Aquiles murió a causa de la flecha que le arrojó al talón el arco de Paris. Dos de los héroes griegos se disputaron el honor de poseer la armadura del difunto Aquiles. Eran Odiseo y el Gran Ayax, y cada uno de ellos proclamaba que había hecho más en favor de la causa griega. Los griegos decidieron por votación que la armadura correspondía a Odiseo, y el Gran Ayax, desesperado, se suicidó. A pesar de haber perdido a sus dos más grandes guerreros, los griegos siguieron luchando. En cuanto a los troyanos, Héctor había muerto, y Paris pronto resultó mortalmente herido por una flecha arrojada por el arco de Filoctetes, que había heredado las flechas envenenadas de Heracles. Filoctetes había quedado rezagado cuando los griegos partieron para Troya, a causa de una herida, pero se unió a las fuerzas griegas cuando Aquiles murió. Pero, aun con la muerte de Paris, la guerra no terminó. Helena fue desposada a otro hijo de Príamo, Deífobo, y la lucha prosiguió. Entonces, un oráculo sugirió que Troya no podría ser tomada mientras el Paladio (la estatua o busto de Palas) permaneciera dentro de las murallas. (Ya he hecho referencia al Paladio en páginas anteriores.) Diomedes y Odiseo penetraron en Troya, disfrazados, y robaron el Paladio, pero la ciudad no cayó aún. El hijo de Aquiles, Neoptólemo, que también llevaba el nombre de Pirro, se unió entonces a las fuerzas griegas que se sintieron enormemente alentadas, ya que éste se parecía mucho a su padre y creyeron que su gran jefe había resucitado. Pero Troya continuó sin caer.

El Caballo de Troya:
Fue entonces cuando Odiseo tuvo 1a gran inspiración. de la guerra. Propuso que los griegos construyesen un enorme caballo vacío por dentro, capaz de transportar soldados escondidos en sus entrañas. Dejarían el caballo abandonado ante la ciudad de Troya y repleto de soldados, mientras que los restantes griegos embarcarían e irían a esconderse detrás del cercano cabo. Así lo hicieron. Los troyanos vieron cómo los griegos partían y se sorprendieron ante aquel caballo. Un griego llamado Sinón, que había quedado en tierra, se presentó como desertor del ejército griego. Dijo que sus compañeros, desesperados, habían comprendido que jamás podrían conquistar Troya y que habían embarcado para regresar a su país. El caballo era una imagen dedicada a Atenea, y si los troyanos lo trasladaban al interior de la ciudad, la diosa cuidaría de que la ciudad nunca cayese en manos de enemigos. Los troyanos dieron libre curso a la alegría y se dispusieron a trasladar el caballo dentro de la ciudad. Incluso abrieron un trozo de muralla para que quedase espacio para pasar el caballo. Un troyano, sacerdote de Apolo, llamado Laocoonte, fue el único que puso en guardia a sus conciudadanos. Dijo: «Temo a los griegos, incluso si vienen a traernos regalos. (Esta frase se ha convertido en proverbio, significando que no debe confiarse en un antiguo enemigo, ni siquiera cuando súbitamente da muestras de amistad.) Pero Poseidón, que iba a favor de los griegos envió a una serpiente marina para que matara al sacerdote y con ello los troyanos quedaron convencidos de que Laocoonte estaba equivocado. Por lo tanto, introdujeron el caballo en la ciudad, y por la noche, cuando los troyanos estaban durmiendo después de un día de festejos, se abrió la puerta disimulada y los soldados griegos salieron. Prendieron fuego a la ciudad y llevaron a cabo una matanza, mientras la flota griega que había permanecido escondida regresó. Neoptólemo mató a Príamo y a un hijo superviviente de éste. Menelao estuvo a punto de matar a Helena, pero al contemplar su belleza no se sintió capaz y se la llevó. El único troyano importante que pudo escapar fue un pariente de la familia de Príamo llamado Eneas. Según leyendas posteriores de los romanos sus descendientes fundaron la ciudad de Roma. Como consecuencia de esta parte de la leyenda troyana, el enemigo que se introduce hasta el centro del país enemigo y aguarda el momento estratégico para asestar el golpe, recibe el nombre de «caballo de Troya». El ejemplo más famoso, en nuestros tiempos, fue el de algunos traidores en el interior de los países occidentales, durante la Segunda Guerra Mundial. Una vez terminada la guerra de Troya, los soldados griegos supervivientes regresaron a su país. La mayoría encontró grandes dificultades, con naufragios y desventuras. Agamenón fue asesinado el día de su llegada a Micenas por orden de su esposa, Clitemnestra, que no le había perdonado el sacrificio de Ifigenia. Menelao y Helena estuvieron errantes durante siete años antes de hallar el camino de regreso a Esparta. La mayor parte de este tiempo lo pasaron en Egipto esperando que el viento soplara favorablemente para encaminarse hacia Grecia. Mientras se encontraban en Egipto, murió su timonel, Canopo, y su nombre sirvió para denominar a la estrella más brillante de la constelación de «Argo». De este modo, un timonel quedó adecuadamente colocado en un barco. La estrella Canopo es la segunda en brillo en el cielo, pero está situada tan al sur, que resulta imposible divisarla desde Grecia. Sólo resulta visible en Egipto y aun muy al sur del horizonte, por lo que los griegos podían imaginar muy acertadamente que representase a un personaje mítico que probablemente había muerto en Egipto, y no en Grecia. (En realidad, existía en Egipto una antigua ciudad llamada Canopo, y de ella podía derivarse el nombre de la estrella.) Al final, Menelao capturó un dios marino llamado Proteo, el cual, según se le dijo, podía indicarle la forma de regresar a Grecia. Proteo tenía la facultad de transformarse en seres diferentes, y en su desesperado intento de escapar se transformó en león, serpiente, pantera, jabalí, riachuelo y árbol. Sin embargo, Menelao consiguió retenerle bajo su poder, y Proteo se vio obligado finalmente a explicarle los sacrificios que tenían que realizarse para que el viento soplara de nuevo. Menelao siguió puntualmente las instrucciones y pudo llegar a Esparta, donde vivió tranquilamente junto con Helena. «Proteo» es un nombre que actualmente se aplica a todo cuanto cambia de forma, como es el caso de un animal unicelular llamado ameba. La persona que cambia constantemente de idea o de opinión, recibe el nombre de «proteico» o «proteo». (I.A.)

[ Home | Menú Principal | Documentos | Clásicos | Religión | Creación | Zeus | Atenea ]