ECOSISTEMAS COSTEROS:
El ecosistema costero soporta altas temperaturas, muchas horas de sol al día y precipitaciones muy escasas durante todo el año. Bajo estas condiciones, las plantas han tenido que desarrollar mecanismos de adaptación que les aseguren su supervivencia. El piso basal se extiende desde el mar hasta los 300- 400 m en la vertiente de barlovento y hasta los 800 m en la vertiente de sotavento, y es donde se muestra el matorral de costa que posee una flora heterogénea adaptada a la sequedad, de formas achaparradas y
plantas espinosas que desarrollan un sistemas de raíces para aprovechar al máximo las pocas precipitaciones, con interesantes endemismos. En primera línea de costa, donde se encuentra la comunidad vegetal que soporta la alta salinidad costera, que aparece en todas las islas e islotes y sus límites varían según su orientación. En algunas zonas del litoral, el mar inunda áreas interiores que quedan encharcadas en la bajamar, constituyendo los llamados saladares, típicos de Fuerteventura y Lobos o las lagunas salobres y las dunas de Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria, frecuentados por un amplio número de aves que se alimentan de organismos que extraen de la arena (limícolas). Es frecuente observar en este hábitat a la garza real, la garceta común, los zarapitos, los correlimos, los chorlitejos y archibebes; entre ellos destacamos al chorlitejo patinegro, que es la única especie limícola que nidifica en Canarias. Entre las aves de zonas abiertas semi-desérticas, destacan la hubara canaria, la ortega, el alcaraván y la bisbita caminero.
La hubara canaria era abundante en el pasado, pero en la actualidad sus poblaciones han descendido debido a las actividades humanas; como la caza, las molestias ocasionadas en la época de nidificación, la urbanización de su hábitat y el pastoreo, han colocado a la hubara en la actual situación de peligro de extinción. Existen también diversas comunidades vegetales, algunas de ellas asociadas al litoral rocoso no sumergido y continuamente salpicado por el oleaje, donde se desarrollan plantas como el perejil de mar y la lechuga de mar y otras como el salado, las siemprevivas y las magarzas en los cursos de agua y desembocadura. En la zona de rompientes sometida a las subidas y bajadas de las mareas y la abrasión marina crecen algas y moluscos como mejillones y lapas. En las zonas sumergidas de nuestras costas encontramos numerosas algas, entre las que se desarrollan crustáceos como el cangrejo ermitaño y la langosta. Los tubos y cavidades volcánicas sirven también de refugio al murciélago de bosque y al murciélago orejudo canario. Si bien, adquieren especial relevancia los invertebrados acuáticos por su rareza y elementos endémicos. Especies que han desarrollado una serie de adaptaciones para la vida subterránea como son la despigmentación y la falta de ojos. Las especies más abundantes son los cangrejos y los gusanos marinos. La especie endémica más conocida es el jameíto, un pequeño cangrejo ciego y de color blanco, que es muy abundante en la laguna de Los Jameos del Agua en Lanzarote.
ECOSISTEMA CARDONAL - TABAIBA:
Las principales características del medio son la escasez de precipitaciones, altas temperaturas a lo largo del año y un alto grado de insolación. Estas condiciones climatológicas, junto a la existencia de sustratos abruptos y erosionados, son las que deben soportar las especies que viven en estos ambientes. compuesto principalmente por el Cardonal-Tabaibal, ,junto con
otras especies con interesantes endemismos, como los verodes, los bejeques, los cardoncillos, los cornicales, el guaydil, la vinagrera, el balo y algunas especies
introducidas de América, como la tunera y la pita. La fauna invertebrada adquiere una mayor relevancia, pues presenta endemismos asociados a los cardones y tabaibas, como la mariposa esfinge de la tabaiba. En las zonas pedregosas se pueden encontrar escarabajos y caracoles terrestres endémicos de Canarias. Entre los vertebrados abundan en las zonas pedregosas
los perenquenes y los lagartos. Las aves más frecuentes son el cernícalo y el alcaudón, que captura con su pico curvo y dentado gran cantidad de insectos y vertebrados de pequeño tamaño. El pájaro moro vive en el suelo donde se alimenta de semillas. La curruca tomillera es de pequeño tamaño y muy activo y se alimenta de pequeños insectos. El bisbita caminero es
el más abundante y debe su nombre a que se le suele encontrar caminando por el suelo. Los mamíferos están representados por el erizo moruno y la musaraña, especie endémica.
Bosques termófilos:
Por encima del matorral costero se halla el bosque termófilo, formado por unas pocas especies arbóreas y una especial riqueza florística, con interesantes
endemismos. De gran belleza son los palmerales, sabinares, lentiscales y dragonales. Se sitúa, aproximadamente, entre los 200 metros y 600 metros
de altitud. Es una zona con escasas precipitaciones y temperaturas elevadas, pero más suaves de las que soportan el matorral costero y se desarrolla en un suelo
más rico. Debido a la presión humana (presión antrópica) ocupa áreas fragmentadas en zonas poco accesibles. La masa vegetal es parecida a la que existe en la franja de
tabaibas y cardones, a medida que ascendemos hacia el Monteverde, aparecen comunidades como el acebuche, el lentisco y el mocán y matorrales como los tajinastes, las
jaras y las vinagreras. En la fauna se presenta la curruca cabecinegra, el aguilucho ratonero y el búho chico. Los alisios son los vientos dominantes en Canarias; se originan en el anticiclón de las Azores y aunque en su origen son cálidos y secos, al atravesar el océano Atlántico se van cargando de humedad y se enfrían, influyendo de manera muy clara en el clima de Canarias: La consecuencia fundamental del régimen de los alisios es la existencia de dos capas: el alisio inferior, que forma una capa superficial húmeda y fresca, y el alisio superior, que se sitúa por encima y forma una capa seca y cálida. Esta superposición genera una zona de inversión térmica cuyo límite inferior se establece entre los 600-900 m y el superior a unos 2.000 m. Esta distribución vertical provoca la aparición de los bancos de nubes, denominada «mar de nubes» en las laderas orientadas al noroeste de las islas más elevadas.
La orografía de las islas desempeña un papel fundamental en la formación del mar de nubes, ya que su relieve constituye un obstáculo en el recorrido de los alisios que se ven forzados a elevarse, sufriendo un enfriamiento y condensándose en nubes que se extenderán horizontalmente. En las islas de mayor altitud (Gran Canaria, Tenerife, La Palma), estos vientos
afectan sólo a la vertiente norte, donde se forma el mar de nubes; en las de altitud intermedia (La Gomera y El Hierro), los alisios se forman en la vertiente norte y
pasan a la vertiente sur, existiendo el mar de nubes en ambos declives, y en las bajas (Lanzarote y Fuerteventura), pasan de largo y no se forma la capa de
nubes. En las vertientes de las montañas que se encuentran sometidas a los vientos alisios, entre los 400 metros y los 2.000 metros de altitud, se encuentra el ecosistema
de la laurisilva.
Laurisilva:
La laurisilva es en bosques de hoja perenne, ya que la suavidad del clima permite una actividad biológica continua, con una gran diversidad de especies arbóreas.
Las ejemplares de la laurisilva tienen las hojas como las del Laurel; anchas, grandes y lustrosas de forma lanceoladas, y es por lo que a esta formación se le
denomina laurisilva. Este hábitat constituye el ecosistema más complejo de Canarias; es una selva templada con una cubierta arbórea densa, que apenas deja pasar algo de luz a los
estratos inferiores, por lo que tiene un sotobosque, constituido sobre todo por helechos, líquenes, musgos, hongos y arbustos.
La bóveda vegetal es elevada, pudiendo alcanzar los 25 metros de altura. Está formada por unas veinte especies. El brezo, el palo blanco, la faya, el tilo, el acebiño, el laurel y otros arbustos, debido a su resistencia a condiciones climáticas desfavorables, van a dominar en los límites superiores de la laurisilva y en las zonas escarpadas y expuestas al viento, dando lugar al fayal-brezal.
La laurisilva y el fayal-brezal constituyen el llamado Monteverde canario, que se instala entre los 600 y 1.200 m de altura, en las zonas más húmedas de las cinco islas más altas de Canarias, bajo la influencia de los alisios húmedos del NE y, por tanto, del mar de nubes; se distribuye por la vertiente norte de las islas más altas y en la zona sur y oeste de las islas donde hay influencia del mar de nubes. La laurisilva posee una gran riqueza desde el punto de vista de la fauna. Albergando una gran diversidad de endemismos. Los insectos constituyen el grupo más abundante de los invertebrados. Destaca el escarabajo fausto, endémico de la laurisilva de Tenerife y La cleopatra canaria, que es una mariposa diurna
endémica de la laurisilva, de colores amarillos intensos.
Entre los vertebrados, las aves constituyen el grupo más abundante, ya que el interior del monte no es favorable para la existencia de reptiles. Las especies más interesantes son las palomas de la laurisilva, la paloma rabiche y la paloma turqué. Estas dos especies son endémicas y descendientes de una ancestral paloma del terciario; se encuentran en La Gomera, La Palma y Tenerife, donde se alimentan de los frutos de la laurisilva. Están en peligro de extinción debido a la destrucción de sus hábitats y por la caza abusiva. Esta
situación ha conducido a que las palomas turqué y rabiche se encuentren incluidas en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas en la categoría de “Sensibles a la alteración del hábitat”. Otras especies de aves encuentran también refugio en esta selva: el mosquitero canario, el herrerillo común, el pinzón vulgar o la curruca capirotada.
El pinar:
Formaciones boscosas uniformes donde la única especie arbórea es el pino canario, que se sitúa por encima del monteverde en las vertientes de barlovento y del bosque termófilo y el matorral costero en sotavento, y llega hasta los 2.400 m de altura aproximadamente. El clima se caracteriza por tener inviernos fríos y veranos muy calurosos. Las En la isla de La Gomera, sin embargo, no han existido verdaderos pinares, aunque sí algunos ejemplares creciendo en afloramientos rocosos. Tanto La Gomera como en Fuerteventura y Lanzarote se han llevado a cabo, durante las últimas décadas, plantaciones en zonas ajenas a su distribución potencial precipitaciones no son muy abundantes y en ocasiones se producen en forma de nieve. El Pino canario está muy bien adaptado a la orografía. El pinar sólo se encuentra en Gran Canaria, La Palma y en Tenerife, y es capaz de soportar grandes contrastes térmicos anuales y estacionales.
La superficie natural que ocupaba el pinar se ha visto considerablemente disminuida por los aprovechamientos de la madera (tea) y la resina (brea), y por las plantaciones forestales, con especies foráneas de pinos y los incendios naturales o provocados. También acompañando al pino canario aparecen, en los espacios que permanecen abiertos, entre otras especies, los brezos y las fayas en las zonas más húmedas y las jaras, tomillos, poleos, escobones y codesos en las más secas. La fauna es más modesta, debido a la uniformidad del entorno y a que la superficie es muy ácida. Entre los Escobonal, colonizando los claros del pinar. insectos más característicos están los gorgojos del pino y la mariposa nocturna del pino, endémicos del pinar.
En los pinares se encuentra una gran cantidad y diversidad de aves. Una de las especies más emblemáticas es el pinzón azul, símbolo animal de Tenerife, que se alimenta de las semillas del pino. Este endemismo canario se distribuye en las islas de Tenerife y Gran Canaria. La subespecie de Tenerife vive en los pinares y se localiza esporádicamente en las Cañadas del Teide, y la de Gran Canaria vive exclusivamente en los pinares. El muflón fue introducido en Tenerife y el arruí en La Palma por motivos cinegéticos; estas especies se han adaptado perfectamente a este ambiente y en su dieta se incluyen especies endémicas en peligro de extinción, por lo que su presencia constituye un peligro para la conservación.
Los picos picapinos son conocidos popularmente como pájaro peto.
ALTA MONTAÑA:
A partir de los 2.000 m se encuentra el matorral de cumbre, y está presente en las islas de Tenerife y La Palma. El centro de Gran Canaria está en el límite de la
alta montaña. El clima está marcado por un contraste estacional, con veranos calurosos y helados durante el verano.
La vegetación se ha adaptado a estas condiciones, adoptando formas acolchadas que crean un ambiente interior donde las condiciones de temperatura y de
humedad atenúan la sequedad del aire, la irregularidad de las lluvias y la alta insolación durante el día, alcanzando un pelaje que las protege de las radiaciones solares, otras
especies presentan espinas o disminuyen el tamaño de las hojas, que toman una forma delgada, en su adaptación a estas condiciones ambientales. Las especies dominantes
del matorral de alta montaña son las retamas y los codesos. En Tenerife predomina sobre todo la retama del Teide y en la Palma el codeso de cumbre, mientras que en
Gran Canaria sólo se encuentran colonias de retamas.
Junto a estas dos plantas dominantes se encuentra una gran cantidad de especies endémicas. Entre ellas destaca, por su abundancia, la hierba pajonera, con un endemismo local en las Cañadas del Teide y otro en La Palma. La magarza del Teide es una especie endémica de Tenerife, que sólo vive en la zona de alta montaña. El alhelí del Teide es un endemismo, con dos
variedades, una en Las Cañadas y otra en las cumbres de La Palma. En Tenerife, por encima del matorral de cumbre y hasta el pico del Teide, se localiza la violeta del Teide
y, en los bordes de las fumarolas, comunidades de líquenes, musgos y hongos, vegetación que soporta intensas oscilaciones térmicas e hídricas.
Por otra parte, frente a la fauna vertebrada, que es bastante pobre; el lagarto tizón, el conejo, el erizo moruno, las ratas y los murciélagos, destaca la fauna
invertebrada que se caracteriza por la diversidad de especies y el alto censo de endemismos. El gran gorgojo del Teide, los escarabajos o la pequeña mariposa manto
de Canarias de alas azuladas. Algunas especies son escasas y se encuentran en peligro de extinción; cardo blanco, violeta del Teide, violeta de las cumbres de La Palma, jara de las Cañadas, rosal de cumbre o el retamón de las cumbres de La Palma, por lo que se han puesto en marcha planes de recuperación para reintroducir estas especies en su hábitat natural.
(Fuente: Consejería de Educación | Gobierno de Canarias)