Canarias: Fundación y crecimiento de ciudades y villas:
Los primeros núcleos urbanos fundados por los europeos en el Archipiélago fueron dos pequeños caseríos, uno en Telde (Gran Canaria) obra de los mallorquines y el de Rubicón (Lanzarote) creado por Juan de Bethencourt. Nada se conserva de estos primeros enclaves que llegaron a ser, incluso, sedes episcopales en los siglos XIV y XV.
En consecuencia, la población más antigua de Canarias es hoy Santa María de Betancuria, primitiva capital de Fuerteventura, fundada por el conquistador normando. Con la pérdida de la capitalidad ha disminuido su importancia y hoy tiene menos habitantes que en el siglo XVI.
La villa de Teguise, que le sigue en antigüedad, ha sido la capital de Lanzarote hasta 1852. Conserva de su pasado esplendor grandes templos, conventos y un caserío de singular belleza.
San Sebastián de la Gomera y la villa de Valverde, en El Hierro, se alzaron a continuación. Fueron entonces las dos capitales más modestas y menos pobladas del Archipiélago y aún hoy lo siguen siendo.
La primera fundación hecha por iniciativa de la Corona de Castilla fue la de Las Palmas, en 1478. Con ella inició España la creación de grandes ciudades más allá de las Columnas de Hércules. El caserío primigenio se agrupó en torno al solar que hoy ocupa la ermita de San Antonio Abad y en este sector se conservan aún edificios con elementos ornamentales
góticos. A partir de 1500, año en que dieron comienzo las obras de la Catedral, empezó a merecer las preferencias del vecindario la plaza de Santa Ana y sus aledaños, convirtiéndose en centro indiscutible de la ciudad al ser levantado, por el gobernador Zurbarán, el bellísimo y desaparecido edificio del viejo Ayuntamiento.
El barrio de Triana se formó en los alrededores del convento de San Francisco. Sólo el Guiniguada, arroyo de variante caudal, se interponía entre los dos barrios y, sin embargo, el trazado de sus calles era totalmente diferente. En Vegueta se asemejaban más a las de los viejos núcleos medievales; las de Triana, en cambio, tenían un trazado rectilíneo, que luego se prolongaría al crecer la ciudad hacia el Puerto de La Luz.
Así como las antiguas capitales de Lanzarote y Fuerteventura se construyeron tierra adentro, por temor a los piratas, Las Palmas se proyectó en la costa, pero se la dotó de una muralla defensiva que protegiera sus flancos Norte y Sur y de nueve fortalezas que se fueron alzando a lo largo de los siglos; dentro de este corsé de piedra permaneció enquistada hasta la segunda mitad del siglo XIX.
Alonso Fernández de Lugo dispuso el emplazamiento y fundación de Santa Cruz, ciudad capitalina de la isla de La Palma. También en esta ocasión fue elegida la costa como asiento del caserío. A su espalda estaba la isla más rica del Archipiélago en agua, bosques y tierras de labranza, factores que determinaron el rápido crecimiento y la prosperidad de esta población. Sus casas, según Leonardo Torriani, estaban fabricadas a la manera portuguesa, carentes de patios, pero con unas fachadas más altas y alegres que las de las demás islas. A finales del siglo XVI contaba con ochocientos fuegos u hogares, lo que la situaba en pie de igualdad con la capital de Gran Canaria. En el centro de la urbe se alzaron la iglesia del Salvador y las casas del Cabildo, completando la plaza otros edificios notables. En el puerto de Santa Cruz de la Palma se construyó el primer dique de todo el Archipiélago para facilitar las exportaciones de los productos agrícolas que la isla realizaba en gran escala.
Poblaciones de Tenerife:
Conquistada Tenerife se eligió la bucólica llanura de Agüere, en la que espejeaban las aguas de su laguna, para fundar la capital de la isla. El desarrollo urbano se inició en lo que luego se llamaría Villa de Arriba en la que se construyó el templo de la Concepción, las primitivas Casas Consistoriales y la morada de Fernández de Lugo. Posteriormente comenzó a formarse la Villa de Abajo en torno a la iglesia de los Remedios, desplazándose a esta zona el Cabildo y hasta la casa del propio Adelantado.
La Laguna fue por entonces la población mejor trazada de todo el Archipiélago, con calles rectilíneas y espaciosas plazas. Leonardo Torriani le señaló mil quinientos pasos de largo y mil setecientos de ancho, mil casas con generosas huertas plantadas de frutales y muchos hidalgos ricos y mercaderes de Francia, Flandes, Inglaterra y Portugal. También anota que es ciudad abierta, sin murallas ni otras defensas.
Santa Cruz de Tenerife era un modestísimo poblado hasta los inicios del siglo XVIII. Durante dos centurias se le consideró tan sólo como el puerto de La Laguna, arrabal de una ciudad de hidalgos, asiento de mercaderes y pescadores. Pero una serie de circunstancias politicas y tiasla geológicas (la desaparición del puerto de Garachico a causa de la erupción del Teide de 1706) provocaron su crecimiento y desarrollo.
El historiador Viera y Clavijo comenta que el marqués de Valhermoso, capitán general que trasladó la Capitanía desde La Laguna a Santa Cruz, hizo de ésta una pequeña Cádiz a costa de la Sevilla de Tenerife.
Su crecimiento urbanístico adquirió un ritmo hasta entonces inédito en el Archipiélago. Mientras Las Palmas y La Laguna permanecieron durante siglos contenidas en sus primitivos limites Santa Cruz se expansionó en todas direcciones hasta alcanzar su actual fisonomía.
Dos poblaciones adquirieron — por traslado— el rango de capitales insulares en la segunda mitad del siglo XIX: Arrecife de Lanzarote y Puerto del Rosario.
Como consecuencia de este desplazamiento hacia la costa de los órganos de la Administración las poblaciones despojadas (Teguise y Betancuria) han quedado estancadas en su crecimiento y, en cambio, las nuevas capitales han progresado contribuyendo a su florecimiento la actividad portuaria de la que no podían disfrutar las antiguas.
Expansión de Las Palmas:
En las últimas décadas del siglo XIX comenzó la expansión —hasta entonces contenida— de Las Palmas, motivada por la construcción del puerto de La Luz. Una nueva urbe surgía a cinco kilómetros de lo que fue el núcleo fundacional de la ciudad; luego, en el transcurso de los años, la zona intermedia cubierta de dunas se ha ido compactando de edificaciones y hoy aparece soldada la ciudad del siglo XVI con este barrio activo y cosmopolita hacia el que muestran sus preferencias los grandes almacenes, la hostelería y un importante sector de la industria.
Pero la franja de suelo llano comprendida entre la costa, que mira al Naciente, y los riscos, que formando una cordillera se alzan al Poniente, se ha quedado corta. La ciudad precisaba de más suelo y lo ha resuelto, de una parte, ganando terrenos al mar y, de otra, creando una segunda ciudad —!a Ciudad Alta— en la plataforma de esa sucesión de riscos que con nombres de santos populares confieren una muy peculiar fisonomía a Las Palmas.
Centros turísticos (s.XX):
En el Sur de Gran Canaria, en los términos municipales de San Bartolomé de Tirajana y Mogán, han nacido grandes urbanizaciones turísticas que han cambiado la faz del paisaje sureño con resultados, en muchos casos, lamentables.
También en Tenerife se ha producido este mismo fenómeno en el Puerto de la Cruz originando el estirón espectacular de su trama urbana. Lanzarote y Fuerteventura —que pueden ofrecer extensas playas y paisajes sorprendentes— están asimismo promoviendo complejos urbanos con miras a la demanda turística. Parece que después de la triste experiencia de Gran Canaria se adoptan precauciones para evitar la degradación del paisaje. La brevedad de estas páginas no permiten hacer referencia a otras poblaciones importantes. Con excepción de las ya citadas hay cuatro con más de 25.000 habitantes y quince rebasan los 10.000.
(José Miguel Alzola)