William Dampier (1652-1715):
Guillermo Dampier nació en [1652] en East-Toker [Somerset], y desde su infancia, a causa de la muerte de sus padres, se encontró entregado a sí mismo. Como no tenía gran afición al estudio, prefería hacer novillos y pelearse con sus compañeros, a estarse quieto en los bancos de la escuela; así fue que, aun muy joven, se embarcó como grumete en un buque mercante. Después de un viaje a Terranova y una campaña en las Indias orientales, se alistó en la marina militar, y herido en un combate, volvió a Grenwich para curarse. Libre de preocupaciones, olvidó su compromiso al salir del hospital militar, y partió para la Jamaica en calidad de capataz de una plantación; pero no tardó mucho en echar de ver que este oficio no era propio para él, y al cabo de seis meses abandonó sus negros y se embarcó para la bahía de Campeche, donde trabajó por espacio de tres años en recolectar maderas tintóreas.

Al cabo de este tiempo, se le encuentra en Londres; pero las leyes y los agentes del gobierno se encargan de hacerle respetar su contrato, y vuelve a la Jamaica, donde en breve se pone en relación con los famosos piratas y filibusteros que en aquella época hicieron tanto daño a los españoles. Establecidos en la isla de la Tortuga y en la costa de Santo Domingo aquellos aventureros ingleses o franceses, habían jurado un odio implacable a España. Sus expediciones no se limitaron al golfo de Méjico; atravesaron el istmo de Panamá, y devastaron las costas del Océano Pacífico, desde el estrecho de Magallanes hasta California. El terror exageró mucho más las expediciones de aquellos filibusteros, que tenían, sin embargo, bastante de maravillosas. Entre aquellos aventureros, que a la sazón estaban mandados por Harris, Sáwkins y Shays, se alistó a Dampier. En 1680 le vemos en el Darién, donde saquea a Santa María, trató en vano de sorprender a Panamá, y con sus compañeros, tripulando canoas robadas a los indios, captura ocho buques bien armados, quel estaban fondeados no lejos de la ciudad. En aquellas circunstancias fueron tan considerables las pérdidas de los filibusteros en el combate y tan escaso el botín, que se separaron; unos llegaron al golfo de Méjico, y otros se establecieron en la isla de Juan Fernández, donde no tardaron en atacar a Arica.

Pero también esta vez salieron mal parados, se produjo entre ellos una escisión, y Dampier fue a Virginia, donde su capitán esperaba reclutar gente. Allí, con la intención de penetrar en el Océano Pacífico por el estrecho de Magallanes, armó el capitán Cook un buque, y Dampier tomó parte en este viaje, comenzando por hacer el corso en la costa de África, en las islas de cabo Verde, en Sierra Leona y en el río Scherborough, porque éste era el rumbo que habitualmente seguían los buques destinados a la América del Sur. A los 36° de latitud meridional, advirtió Dampier (que anotaba en su diario todos los hechos interesantes) que el mar se volvió blanco, o mejor dicho, pálido, sin que se le alcanzara la causa. Si hubiera hecho uso del microscopio, se lo hubiera explicado fácilmente.

[Isla de Juan Fernández:]
Sin incidentes pasaron las islas Sevaldinas, atravesaron el estrecho de Lemaire, doblaron el cabo de Hornos el 6 de febrero de 1684, y en cuanto el capitán Cook pudo librarse de las tempestades que ordinariamente combaten a los buques que entran en el Pacífico, ganó la isla de Juan Fernández, donde esperaba avituallarse. Dampier se preguntaba si encontrarían a un indio de Nicaragua que había dejado allí el capitán Sharp en 1680. «Este individuo vivió solo por espacio de más de tres años en la isla. Se hallaba en los bosques cazando cabras montesas, cuando el capitán inglés mandó reembarcar su gente, y se hizo a la vela sin notar su ausencia. El indio no tenía más que un fusil y su cuchillo, un pequeño cuerno de pólvora y un poco de plomo. Después de haber gastado las balas y la pólvora encontró el modo de serrar con su cuchillo el cañón del fusil, haciendo pedazos pequeños y construyendo con ellos arpones, lanzas, anzuelos y un largo cuchillo. Con aquellos instrumentos se proporcionó todas las provisiones que produce la isla: cabras y pescados. A una media milla del mar había levantado una pequeña choza cubierta de pieles de cabras. Ya no tenía traje ninguno y solo una simple piel le servía para cubrirse los ríñones». Si nos hemos detenido un tanto hablando de este solitario forzoso, es porque ha servido de tipo a Daniel de Foe para su Robinson Crusoe, esa novela que ha hecho la delicia de todos los niños.

No referiremos aquí en detalle las expediciones en que tomó parte Dampier. Nos basta decir que en esta campaña visitó las islas de los Galápagos. Viendo el capitán Swan, a cuyo bordo servía Dampier en 1686, que se frustraban todas las empresas, se dirigió a las Indias orientales, donde los españoles estaban más confiados y donde esperaba apoderarse del galeón de Manila. Pero nuestros aventureros llegaron a Guaham cuando no tenían más que víveres para tres días. Los marineros habían convenido que si el viaje se prolongaba se comerían sucesivamente a todos los que habían sido partidarios de hacer aquel viaje, comenzando por el capitán, que había hecho la proposición, y siguiendo por Dampier. «De aquí resultó, dice jovialmente, que después de haber fondeado en Guaham le dijo Swar abrazándole: «¡Ah, Dampier! ¡que mala comida les hubiera usted dado!» «Y tenía razón, porque —añade— yo estaba delgado y descarnado como él robusto y grueso». Los puntos que visitó y saqueó Dampier en esta campaña, fueron Mindanao, Manila, algunas costas de la China, las Molucas, Nueva Holanda y las islas Nicobar. En este último archipiélago se separó de sus compañeros y fue recogido medio muerto en la costa de Sumatra. Durante esta campaña descubrió Dampier muchas islas, hasta entonces desconocidas, y principalmente el grupo de las Baschi. Restablecióse en breve, y como era un verdadero aventurero, recorrió todo el Sur del Asia, Malaca, el Tonquín, Madras y Benculem, alistado como artillero al servicio de Inglaterra. Cinco meses después desertó y volvió a Londres.

[Nueva expedición como capitán:]
El relato de sus aventuras y sus corsos le atrajo un sinnúmero de simpatías entre la alta sociedad, y fue presentado al conde Oxford, lord del Almirantazgo. En breve recibió el mando de un buque llamado Roebuck, para intentar un viaje de descubrimientos por los mares que ya había explorado. El 14 de enero de 1699 salió de Inglaterra con el proyecto de pasar por el estrecho de Magallanes y dar la vuelta a la Tierra del Fuego para empezar sus descubrimientos en las costas del Pacífico, que hasta entonces eran las menos visitadas. Después de haber pasado el 10 de marzo el Ecuador, se hizo a la vela para el Brasil, donde tomó vituallas. Lejos de poder bajar la costa de la Patagonia fue rechazado por el viento a diez y seis leguas al sur del cabo de Buena Esperanza, desde donde se hizo a la vela por el Estesudoeste hacia la Nueva Holanda. Aquella larga travesía no se señaló con ningún incidente, y el 1º de agosto Dampier descubrió tierra, buscó en seguida un puertecillo para desembarcar en él, y cinco días después llegó a la bahía de los Perros Marinos, en la costa occidental de Australia; pero no encontró más que una tierra estéril en que no había agua ni vegetación. Hasta el 31 de agosto siguió el litoral a lo largo sin descubrir lo que buscaba. En un desembarco que hizo, tuvo una ligera escaramuza con algunos habitantes, que parecían muy escasos en el país. Su jefe era un joven de mediana estatura, pero vivo y experto; rodeaba sus ojos un círculo de pintura blanca, y una raya del mismo color le bajaba desde lo alto de la frente hasta el extremo de la nariz; asimismo tenía rayados el pecho y los brazos. En cuanto a sus compañeros, tenían la piel negra, la mirada feroz, los cabellos crespos y eran altos y delgados. Hacía cinco semanas que Dampier rasaba de cerca la tierra y no había encontrado ni agua ni víveres; sin embargo, no quería soltar prendas y esperaba continuar subiendo la costa hacia el Norte; pero los bajos que encontró a cada paso y el monzón del Noroeste que empezaba a soplar, le obligaron a renunciar a su empresa, después de haber descubierto más de trescientas leguas de continente austral, y se dirigió a Timor, donde esperaba descansar, y que lo hiciera su tripulación, fatigada por aquel largo viaje.

[Encuentro con holandeses:]
Pero conocía poco aquellos sitios y sus mapas eran deficientes. Necesitó, pues, operar un reconocimiento como si los holandeses no hubieran estado establecidos allí desde hacía mucho tiempo; así es que entre Timor y Anamabao descubrió un paso en el sitio en que su mapa indicaba una bahía. La llegada de Dampier a un puerto que sólo los holandeses conocían, les sorprendió y disgustó sobremanera; pensaron que no habían podido llegar allí los ingleses sino por medio de mapas tomados en algún buque de su nación. Sin embargo, concluyeron por volver de su estupor, y les acogieron con agrado. Dampier se hizo a la mar aun cuando ya amenazaba el monzón, y se dirigió hacia la costa septentrional de la Nueva Guinea, a donde llegó cerca del cabo Maho de los holandeses, el 4 de febrero de 1700. Entre las cosas que llamaron su atención, cita Dampier la prodigiosa cantidad de una especie de palomas, de murciélagos de tamaño extraordinario, y las pechinas, especie de caracoles, cuya concha vacía no pesaba menos de doscientas cincuentas y ocho libras. El 7 de febrero se acercó a la isla del rey Guillermo, y corriéndose hacia el Este, no tardó en avistar el cabo de Buena Esperanza, de Schouten y la isla que ha recibido el nombre de este navegante. El 24 presenció la tripulación un espectáculo singular: «Dos peces que acompañaban al buque desde hacía cinco o seis días vieron una gran serpiente marina, y se pusieron a perseguirla. Era como de figura y tamaño de las caballas, pero de un color amarillo verdoso. La serpiente, que huía velozmente, sacaba la cabeza fuera del agua, y uno de los peces se esforzaba en agarrarla de la cola. Tan pronto como se revolvía, el primer pez se quedaba atrás y el otro ocupaba su lugar. Así la tuvieron mucho tiempo en este ejercicio, siempre dispuesta a defenderse, huyendo hasta que se les perdió de vista». El 25 dio Dampier el nombre de San Matías a una isla montañosa de unas diez leguas de largo, situada por encima y hacia el este de las islas del Almirantazgo. Siete u ocho leguas más allá descubrió otra isla, la cual recibió el nombre de Borrascosa, a causa de los violentos torbellinos que le impidieron arribar a ella. Creíase Dampier entonces cerca de la costa de Nueva Guinea, mientras que seguía la de la Nueva Irlanda, y trató de desembarcar en ella; pero estaba rodeado de piraguas, en las que iban más de doscientos indígenas, y la costa estaba cubierta de una multitud inmensa. Viendo que sería imprudente enviar a tierra una chalupa, Dampier hizo virar de bordo, pero apenas dio esta orden cuando el buque fue acribillado a pedradas que lanzaban los indígenas con una máquina cuya forma no se pudo describir, pero que fue causa de que se diera a aquel paraje el nombre de bahía de los Honderos. Un solo cañonazo llenó de estupor a los indígenas y puso fin a las hostilidades. Un poco más allá, a alguna distancia de las costas de la Nueva Irlanda, están las islas Dionisio y San Juan, que descubrieron los ingleses, y Dampier fue el primero que, al pasar por el estrecho que separa la Nueva Irlanda de la Nueva Bretaña, reconoció las islas Volcán, de la Corona, G. Rook, Long-Rich y Ardiente. Después de este largo crucero señalado por importantes descubrimientos, hizo rumbo al Oeste, llegó a la isla Missore y después a la de Cerán, una de las Molucas, donde se detuvo mucho tiempo. Dirigióse después a Borneo, pasó por el estrecho de Macasar, y el 23 de junio llegó a Batavia en la isla de Java. Allí se detuvo hasta el 17 de octubre, que hizo rumbo a Europa. Al llegar a la isla de la Ascensión el 23 de febrero de 1701, se encontró con que su buque tenía una vía de agua tan considerable que fue imposible taparla. Por lo tanto hubo de varar el buque y transportar a tierra la tripulación y el cargamento. Afortunadamente no les faltaron agua, tortugas, cabras y cangrejos; podían, pues, aguardar hasta que llegara un buque a la isla que devolviera los náufragos a su patria, lo cual no se hizo esperar, porque el 2 de abril llegó un barco inglés que los tomó a su lado y les condujo a Inglaterra. Con motivo de los viajes de Wood Rodgers, aún tendremos ocasión de hablar de Dampier. (J.Verne)

 

[ Inicio | HIST | Defensas | Criaturas | Monstruos | Paraíso | Antigüedad | Medievo | Nuevo Mundo | Cavendish ]