Mapas del Nuevo Mundo: Juan de la Cosa (1500):
Es el primer mapa portulano que muestra las nuevas tierras descubiertas por los europeos. Reúne dos mapas distintos, cada uno de ellos a escala diferente, como se puede comprobar comparando los perfiles de Cuba y la península ibérica. Está firmado y datado: Juan de la Cosa la fizo en el Puerto de Santa Maria en anno de 1500. La información sobre Europa deriva de las cartas portulanas, y la de Asia de los relatos de Marco Polo y otros viajeros italianos, pero las costas africanas se basan en fuentes portuguesas. No obstante, la importancia del mapa radica en la descripción de las tierras recién descubiertas sobre las que Juan de la Cosa tenía información fidedigna. En las Antillas, destaca la naturaleza insular de Cuba, de la que Colón había sido informado por los pueblos indígenas durante su primer viaje y que el propio De la Cosa demostró en 1499.

Las cinco banderas con las armas reales inglesas y la inscripción tierra descubierta por los ingleses hacia el norte indican los descubrimientos realizados por John Cabot (Giovanni Caboto) en el curso de su primer viaje en 1498. El mapa muestra también los descubrimientos realizados durante el viaje de Colón de 1498, durante el de Ojeda, Américo Vespucio y el propio Juan de la Cosa en 1499, los descubrimientos de Yañez Pinzón (este cabo se descubrió en el anno de 1499 por Castilla, siendo descubridor Vicens ians), y la tierra descubierta por el portugués Cabral al sur (Brasil), que es representada como una isla azul porque él pensó que lo era, y a la que llamó Vera Cruz o Santa Cruz. Juan de la Cosa acompañó a Colón en sus dos primeros viajes, y se cree que realizó un total de siete viajes a las Indias, muriendo a manos de los indígenas americanos en Cartagena (México) en 1510. Probablemente, el mapa se realizó para mostrar a los Reyes Católicos los nuevos descubrimientos en relación con las tierras que ya se conocían.

Tenochtitlán (1524):
Este es el mapa más antiguo publicado en Europa de la gran capital azteca de Tenochtitlán. Realizado por un artista europeo para acompañar el informe ocular de Hernán Cortés, capta lo que fascinaría a los extranjeros sobre los aztecas: su ordenada estructura urbana, así como sus ritos sacrificiales. Tenochtitlán, asentada en una isla cortada transversalmente por canales, se parecía mucho a Venecia. Aparece aquí rodeada por las ciudades vecinas del valle de México. En su esplendor, en el siglo XVI, esta zona alberga a 200.000 personas, lo que la hacía uno de los centros urbanos más populosos de su tiempo. El sacrificio de cautivos estaba destinado a aplacar a los dioses aztecas, y las ceremonias se realizaban en público. Aquí, la ciudad está dominada por el recinto cerrado del templo, que aparece en una escala mucho mayor que el resto del mapa.

Son visibles dos templos gemelos que estaban dedicados a las deidades Tlaloc y Huitzilopochtli (templos que los arqueólogos mexicanos han descubierto debajo de la plaza principal o Zócalo, de Ciudad de México). A sus pies hay una víctima sin cabeza. El mapa es tan preciso que probablemente se basó en el que los cartógrafos del emperador azteca Moctezuma habían hecho para Cortés; aunque la perspectiva central, circular, era probablemente un elemento europeo, que se puede ver también en un plano de Viena publicado en Nuremberg en 1529. En 1524, cuando se publicó este mapa grabado en madera, Moctezuma había sido asesinado y Cortés y sus aliados habían reducido a escombros la ordenada ciudad aquí representada. Sin embargo, este mapa pervivió y fue el primero de una larga serie de imágenes que los europeos realizaron para satisfacer su curiosidad sobre el Nuevo Mundo, siendo copiado y reproducido por al menos otros seis editores durante los siglos XVI y XVII.

Mapa de Cholula (México 1579):
Realizado por un pintor amerindio, es heredero de la gran tradición cartográfica prehispánica. Representa una ciudad colonial que fue un importante centro de peregrinación antes de la conquista del Imperio azteca por los españoles en 1521. Es probable que su autor naciera demasiado tarde para haberse formado en una academia de pintura prehispánica; por el contrario, es casi sin duda un producto de la educación escolar franciscana. Por todo el México del siglo XVI, los frailes mendicantes establecieron escuelas para los niños amerindios de las familias de élite y promovieron un estilo de arte híbrido, indígena y cristiano. La escuela franciscana de Cholula habría estado albergada en el complejo de su monasterio, que domina el centro de este mapa. El mapa de Cholula revela la supervivencia y la transformación de la tradición cartográfica nativa bajo el gobierno colonial español. En el mapa, la preferencia amerindia por la escritura pictográfica sobrevive en el símbolo para colina que se ve arriba a la derecha. Al lado está la pirámide prehispánica. Está también presente una visión amerindia del territorio, entendido menos como una colección de características geográficas que como un espacio definido por la acción humana y la estructura social.

Así, por ejemplo, el mapa de Cholula muestra la ciudad como una cuadrícula, diseño recién impuesto por por los colonizadores españoles, pero en la organización y disposición de sus alrededores restablece el trazado social de la ciudad prehispánica. Cada una de las seis parroquias que se ven en el mapa reemplazaba una de las partes prehispánicas de Cholula, y su orden, en sentido contrario a las agujas del reloj, refleja la jerarquía tradicional de los gobiernos de Cholula. Aunque existen muchos mapas del siglo XVI hechos por amerindios para el público amerindio, los cartógrafos amerindios fueron empleados con frecuencia por el gobierno colonial español. Se elaboraron muchos mapas en el contexto de pleitos legales y concesiones de tierra. El mapa de Cholula es uno de los muchos mapas conocidos que se crearon en respuesta a un cuestionario promulgado por el rey Felipe II a finales de la década de 1570. El mismo cuestionario fue enviado al virreinato de Perú, pero aquí parece haber provocado pocos mapas. Esta carencia puede ser atribuida a la tradicional preferencia de los nativos andinos por cifrar las ideas en complicados haces de cuerdas con nudos llamados khipus, en vez de utilizar marcas gráficas sobre papel o sobre tela. (Peter Barber)