Localización del Paraíso:
Finalmente, los navegantes desembarcaron, hacia el Sur, en el paraíso de las delicias, la eterna luz y la eterna primavera, entre fragancia, cantos, aguas suaves, animales espléndidos y mansos, y frutos preciosos y deliciosos. En el centro de la Isla del Paraíso se alzaba una gran columna en torno a la cual ascendía una escalera que llegaba hasta el cielo De La navigatio Sancti Brandani (1) El hombre imagina muchas cosas, pero sobre todo islas (2) Un mapa es una metáfora. No es el mundo, sólo una representación del mundo, e inevitablemente muestra sólo uno de los muchos aspectos de lo representado. Si lo quieres ver desde otra perspectiva necesitas otro mapa. Sergio Régules, sobre el mapa de Mercator (3) La búsqueda del Paraíso perdido es, sin duda, el paradigma del viaje. La visión del mapa de Mercator y ciertas consideraciones sobre los misterios del Polo inflaman la imaginación y hacen pensar necesariamente en aquéllos como metáforas visuales de ese centro primordial, encarnado en Islas de los Inmortales, Islas Afortunadas e Hiperbóreas, Tir-nam-beos o Thules, que ha constituído la meta final -inalcanzable, casi siempre– del viaje o gesta heróica de innumerables sagas y leyendas. Durante el medievo se creía que el Jardín del Edén estaba en algún lugar del extremo oriental del mundo, y que era posible alcanzar aquél lugar. Se pensaba que el Edén era un lugar real y muchos mapas trataban de fijar su localización, generalmente en el Este. En la Edad Media, el espacio físico representado en los mapas aparecía organizado de acuerdo con símbolos y valores y podía dividirse arbitrariamente con el fin de representar, por ejemplo, las siete virtudes o los diez mandamientos.Esta interpretación religiosa y moral del universo creaba insospechadas relaciones espaciales en el plano terrestre y permitía la yuxtaposición de dos mundos, el terrestre y el más allá (4).

Axis Mundi Mapa de Mercator: Polo imaginado Costa oeste de Africa


Conforme avanzaba la ciencia de la navegación, la cartografía y el conocimiento sensible de la geografía terrestre, la imagen del Paraíso parece desplazarse paulatinamente hacia el Norte, hasta desaparecer prácticamente, o quizá ocultarse, con la aparición del mundo moderno. Este desplazamiento hacia el Norte del Paraíso en los mapas, sin embargo, podría ser interpretado a la luz del simbolismo en otro sentido, conforme a la naturaleza solar o polar del Centro del mundo. En un mapa diseñado por Bertius en 1618, basado en una versión más antigua de Mercator, aparecen representadas, en el espacio reservado al Polo Norte, las cuatro islas polares, con Groenlandia en el margen izquierdo, abajo, y la “Rupes Nigra” duplicada, una vez en el Polo y de nuevo en la zona superior del mapa. El texto a la derecha, bajo el Polo, indica que “allí habitan Pigmeos“, esto es, una enésima versión de la clásica sentencia “Hic sunt Draconis” que se solía estampar en las regiones inexploradas, aduciendo la existencia de monstruos y señalando la ominosa frontera con lo desconocido. La referencia más segura para esta curiosa configuración de las regiones polares es una obra desaparecida llamada Inventio Fortunata, responsable en buena medida de la concepción que hasta 1300 se tenía respecto del Ártico, formado por cuatro grandes islas con un mar helado en el centro. En en libro se añadía que el agua era engullida hacia el interior de la Tierra (5) en el Polo Norte, y se mencionaba además la presencia de una inmensa roca negra, llamada “Rupes Nigra” (6) gigantesca roca de magnetita hacia la que apuntaban las brújulas, señalando el norte magnético. Para nosotros, esta estructura cruciforme, reminiscente del ciclo cuaternario, es deudora de las representaciones mucho más antiguas del Paraíso Terrenal, incluidas en buena parte de la cartografía medieval, y responde a su estructura conforme al relato bíblico (7): “En su centro se halla el Árbol de la Vida y junto a él una fuente de donde manan los cuatro ríos del Paraíso: Tigris, Éufrates, Pisón y Guijón. La entrada al Paraíso se halla protegida por un querubín que blande una espada de fuego (…) Génesis II:10 (La montaña y el Arbol del Mundo en este esquema cosmogónico tradicional; a la derecha, mapa medieval con Jerusalén como Centro del Mundo) Esta estructura no es exclusiva del occidente medieval, sino que la encontramos en otras partes del mundo, como en la China tradicional, donde la imagen del Paraíso también responde en ocasiones a esta división cuaternaria de simbolismo central: así, se refieren a un lugar enclavado en el Asia central, jardín habitado por los «dragones de sabiduría». Describen el lugar y muestran los cuatro ríos esenciales del mundo: Oxus, Indus, Ganges, Nilo, brotando de una fuente común.(8) Existen además antecedentes en el la Roma antigua para esta distribución peculiar de la que la región polar del mapa de Bertius es un vestigio: el mapa del mundo de Agrippa es una representación simbólica del “Nuevo Mundo” de Augusto, (y una herramienta de propaganda imperial); no es un mapa técnico (…) sino que el documento se basa en otras consideraciones de carácter simbólico y religioso. Agrippa, como Augur y conocedor de los ritos sagrados antiguos, debe trazar la “nueva cosmogonía” sobre su mapa y en él las direcciones de los ejes principales del Cosmos: el “Cardo” y el “Decumanus” acordes con el curso del sol. (…) El rito realizado por Agrippa debe establecer primero el trazado de un círculo entorno al “Centro del Mundo” (9)

Mapamundi medieval con Jerusalén en el centro Terra Australia. Mapa de 1587 Groenlandia por Bertius Estrecho de Magallanes por Bertius


De modo que en el mapa de Bertius, las cuatro islas Polares son una representación acorde con la imagen del Paraíso o, más exactamente, con la idea tradicional del Centro u ombligo del mundo, participando de su simbolismo. La sola presencia de la Piedra Negra en su centro es suficientemente explícita en este sentido, puesto que ésta no es sino un Omphalos, Betilo o Piedra sagrada (10), equivalente a la montaña del mundo y símbolo del Axis Mundi, el Eje del Mundo. En muchas tradiciones, la erección de un pilar o piedra sagrada, marca uno de los momentos fundamentales de los ritos de fundación de ciudades y culturas, esto es, de todo centro constituído a imagen y semejanza del Centro Primordial. Por otro lado, el carácter magnético de la Ruper Nigra no se refiere tanto a una cualidad física sino espiritual, referida aquí a la fuerza centrípeta de atracción hacia el Centro del Mundo. La complementariedad de este simbolismo la hallamos en la idea de expansión desde la fuente central de la que manan los cuatro ríos, que desde ahí recorren toda la tierra. No se trata solo de una representación del centro geográfico, sino del origen y fuente de la creación, de la manifestación. La curiosa distribución de las cuatro islas en la región polar del Mapa de Bertius es evocadora de los cuatro corrientes fluviales paradisíacos. Todos estos elementos vienen a redundar en la idea de una geografía celeste, de una imagen del Centro representada en dicho documento. Finalmente, la mención –conforme a la Inventio Fortunata– de un agujero o sima a través del cual las aguas serían engullidas hacia el interior de la tierra coincide plenamente con el simbolismo del Axis Mundi, lugar donde efectivamente se opera el paso entre los tres mundos, Cielo, tierra e infierno, sirviendo de puente entre ellos. La inclusión de la geografía intraterrena en los mapas antiguos, especialmente en el medievo, no era una cuestión baladí: si señalában las Puertas del Cielo, también habría que localizar las Puertas del Infierno. El hombre medieval necesitaba conocer el lugar preciso en el que se abrían las puertas del otro mundo. (…) En el universo había agujeros que conducían al infierno, como se revela en el Purgatorio de San Patricio. Lo que nos interesa señalar, en definitiva, es que a través del espacio, tal y como se nos representa en estos mapas, se podía llegar al otro mundo. (4)

 

 

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