Lisboa:
Fue construida por los romanos sobre una colina en la ribera norte del Tajo, con vistas al mayor puerto natural de la costa atlántica europea. Fue durante unos quinientos años una ciudad musulmana, con una gran población cristiana (mozárabe) y judía. Fue conquistada por tropas cristianas de las que formaban parte cruzados ingleses en ruta a Tierra Santa (1147). Hacia el siglo XIV sw había transformado en un importante centro de comercio donde hacían escala venecianos y genoveses en sus rutas con el norte de Europa. Cuando en 1383 hubo un alzamiento contra Castilla -en el que los gremios de la ciudad desempeñaron un importante papel- y se colocó en el trono a Juan de Avis. Se construyó una nueva muralla (Cerca Fernandina) con 77 torres y 34 puertas, que resistió el cerco castellano al año siguiente. Dom Juan erigió un palacio fortificado en la plaza central del Rossio y su condestable, Nuno Alvares Pereira, fundó el monasterio gótico carmelita. La ciudad albergaba sus archivos en la Torre do Tombo, el tribunal superior (Desembargo do Paço) y la Casa de Guine (1460), que administraba el las posesiones de ultramar. Contaba con una próspera industria de construcción naval y de fundición de armas de fuego. Era el centro principal de donde salían las expediciones marítimas.

Había tenido numerosas comunidades de artesanos musulmanes y judíos, con sus mezquitas y sinagogas. Numerosos judíos huidos de Castilla (1391) habían encontrdo refugio en la ciudad. En 1495 se decidió su expulsión como condición para celebrar la boda real entre Isabel de Aragón y Castilla con Manuel I. En lugar de ser expulsados, fueron obligados a convertirse al cristianismo y recibieron la promesa de no ser molestados en los siguientes 20 años. Una década después (1506) muchos resultaron asesinados durate una semana de disturbios. Manuel I culpó de los desórdenes a las autoridades de la ciudad y redujo drásticamente los privilegios de Lisboa. En 1497 Vasco da Gama partió desde Lisboa en su épico viaje a la India; hacia 1505, Lisboa había sustituido a Venecia como principal importador europeo de las especias de oriente. Damião de Góis, el primer historiador de la ciudad, llamó a Lisboa y Sevilla las reinas de los mares, que también desplazaron a Venecia de su primacía marírima. Dom Manuel, llamado con desprecio le roi épicer por el rey francés Francisco I, gastó dinero generosamente para embellecer su capital y construyó un nuevo palacio frente al mar entre 1500 y 1505. Góis describió otros siete edificios monumentales que hicieron de Lisboa una de las ciudades más espectaculares de Europa: la Misericordia; el hospital; el palacio dos Estaus, donde se alojaban los embajadores; el granero público; la aduana; la Casa da India y el arsenal, donde se almacenaban 40.000 armaduras y artillería para los 200 barcos que mantenía el imperio portugués. El rey desfilaba por las calles con elefantes procedentes de la India e intentó organizar una lucha entre un rinoceronte y un elefante antes de enviar el primero al papa como regalo. Asimismo se empezó la construcción en Belém, 8 km río abajo, del vasto monasterio de los jerónimos y una fortaleza para custodiar la entrada del río, ambos de estilo manuelino. Lisboa se había convertido en centro de elaboración de mapas, que difundieron entre los europeos conocimientos sobre Africa y Asia. Escritores como Gil Vicente, Sá de Miranda, Garcia de Rezende, Bernardim Ribeiro, y Damião de Góis, amigo de Erasmo, acudieron a la corte, una de las más brillantes de Europa. En 1536 se estableció la Inquisición. El tribunal de Lisboa tenía jurisdicción sobre Africa oriental, Brasil y las islas del Atlántico. A partir de entonces se celebraron con regularidad autos de fe en la capital y ejecuciones en la gran plaza frente al palacio real. Hacia 1550, los días de Lisboa como centro de la cultura humanista se habían acabado. El comercio de esclavos trajo una gran cantidad de africanos a Lisboa, a los qus se bautizó, y se emplearon en los trabajos inferiores. Tenían sus propias fraternidades y sus propietarios los utilizaban para ventas callejeras y prostitución. A mediados del siglo XVI debían de constituir una décima parte de la población. Las grandes colonias de mercaderes, especialmente de italianos, se ocupaban de cargar las carracas que partían hacia el este y de vender las especias, las sedas, los algodones, los objetos esmaltados y de porcelana que formaban las cargas de regreso, Aunque era un centro administrativo y eclesiástico de importancia (a principios del siglo XVII había más clérigos en la ciudad, unos 3.500, que trabajadores empleados en los astilleros), Lisboa debía su carácter especial a su puerto. En 1578, Dom Sebastião reunió una vasta armada de ochocientos barcos en el puerto de Lisboa para llevar a su ejército a Marruecos, donde murió en la batalla de Alcazar Quebir. Cuando su sucesor, el cardenal Enrique, murió sin descendencia en enero de 1580, Felipe II reclamó el trono. Un ejército dirigido por el duque de Alba y una flota a las órdenes del marqués de Santa Cruz convergieron en Lisboa, y las fuerzas del pretendiente, Dom Antonio, fueron dispersadas en Alcântara, fuera de la ciudad. Felipe II se instaló en el palacio real hasta 1583, al parecer contemplando al idea de convertir Lisboa en capital de su vasto imperio. Sin embargo, le desanimaron los dos brotes de peste que, a fines de siglo, mataron a miles de habitantes de la ciudad. Lisboa era fundamental para el plan de Felipe II de lograr la supremacía naval en el Atlántico. Fue aquí donde los 150 navíos de la Armada Invencible fueron equipados y desde donde partieron hacia Inglaterra a las órdenes del duque de Medina Sidonia en mayo de 1588. El año siguiente, la flota inglesa, a las ódenes de Francis Drake, atacó Lisboa, aunque no se aventuró en el Tajo, mientras que por tierra, el ejército dirigido por John Norris, tras haber incendiado las afueras de la ciudad, no fue capaz de asaltar sus defensas. Las pérdidas inglesas en esta campaña igualaron a las de España en el año anterior. Lisboa siguió siendo la segunda ciudad de la monarquía de Felipe II y la base de sus operaciones navales, así como del envío de barcos comerciales hacia Oriente. A pesar de los frecuentes brotes de peste, la población de la ciudad aumentó de 65.000 habitantes en 1521 a 165.000 a principios del siglo XVII. Su riqueza e importancia se reflejaban en las grandes iglesias levantadas durante el reinado de Felipe II. Sao Vicente da Fora, construida en la colina por encima del distrito de Alfama, y la iglesia jesuita de Sao Roque en el Barrio Alto trajo la arquitectura manierista a la ciudad. La entrada al puerto fue reforzada con la construcción del fuerte Bugio, que hacía que Lisboa fuera prácticamente inexpugnable dese el mar. Fue tan sólo en el siglo XVII, con el creciente éxodo de familias enteras de mercaderes conversos, cuando Amsterdam y Londres se convirtieron en el centro de comercio de Europa con Oriente.