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Metáforas del cristianismo sobre la muerte:
La visión de la otra vida se presenta para el justo de forma optimista. Las fórmulas empleadas en los funerales consuelan con la próxima estancia en la casa del Padre. Algunos de los salmos seleccionados hacen referencia a tierras fértiles. En el Libro de los Salmos la fertilidad de la tierra, la abundancia y las cosechas son mencionadas con frecuencia para simbolizar la bendición, fidelidad y bondad de Dios hacia su pueblo. Será como árbol plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará. (Salmo 1) Vuelve el desierto en estanques de aguas, y la tierra seca en manantiales. Allí establece a los hambrientos, y fundan ciudad en donde vivir. Siembran campos, y plantan viñas, y rinden abundante fruto. Los bendice, y se multiplican en gran manera; y no disminuye su ganado. (Salmo 107) Tú cuidas de la tierra y la riegas, la colmas de grandes riquezas. Con el río de Dios, lleno de agua, aseguras la cosecha de trigo, pues así la dispones. Empapas los surcos, nivelas sus terrones, reblandeces la tierra con lluvias abundantes y bendices sus renuevos. Tú coronas el año con tus bondades, y tus carretas se desbordan de abundancia. Los pastos del desierto reverdecen, y las colinas se visten de alegría. Los prados se cubren de rebaños, y los valles se tapizan de trigo; ¡todos a una prorrumpen en gritos de alegría y de canto! (Salmo 65) En la sección del Avesta llamada Vendidad se establece que arar la tierra y cultivar es un acto meritorio que ayuda a Ahura Mazda (el Creador) en su batalla contra la esterilidad y el mal (Angra Mainyu). El zoroastrismo valora mucho el trabajo productivo, especialmente el que transforma el desierto en tierra fértil. Zarathushtra aconseja a su pueblo, originalmente seminómada, a establecer comunidades agrícolas como una forma de vida justa y bendecida.

Viejas concepciones de la vida después de la vida:
Adán y Eva eran potencialmente inmortales porque tenían a su alcance la posibilidad de comer el fruto del Árbol de la Vida. Tras comer el fruto del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal son condenados a morir. El ser humano ha llegado a ser como uno de nosotros, pues tiene conocimiento del bien y del mal. No vaya a ser que extienda su mano y también tome del fruto del árbol de la vida, lo coma y viva para siempre. En el Antiguo Testamento la muerte no tarda en aparecer en forma de asesinato entre hermanos. Después del destierro de Caín, Eva, quizá con 130 años de edad, da a luz a Set. La larga vida de Adán se extiende por 930 años. Edén (del hebreo, delicia) se cita en los tres primeros capítulos del libro del Génesis. En la primera generación tras la expulsión del Edén Caín mata a Abel, en un arrebato de celos, con la quijada de un animal. El término cristiano para designar el Edén fue Paraíso. Proviene del griego [paradeisos] y significa jardín o huerto. Era la primera morada de la humanidad y símbolo del estado de inocencia que finalizó con la caída tras el pecado original. El Edén se menciona en otros libros del Antiguo Testamento como lugar de gran fertilidad. Paraíso se usa también como término poético de cielo como lugar de bienaventuranza.

Zoroastrismo:
El nombre del paraíso de la nueva religión fue Garo Demana, o «Casa de la Canción», y existen antiguos relatos sobre chamanes que alcanzaban el éxtasis tras cantar durante largos períodos de tiempo. El zoroastrismo consideraba que en teoría la Casa de la Canción estaba abierta para todo el mundo, pero que en realidad sólo los justos podrían acceder a ella. El camino al más allá pasaba por el puente Cinvat donde los justos y los malvados se separaban, los pecadores condenados a permanecer eternamente en la Casa del Mal. La idea de un río que divide este mundo del otro está presente en muchas fes, mientras que la idea de un juicio se convirtió en una de las principales características del judaísmo, el cristianismo y el islam. De hecho, la vida después de la muerte, la resurrección, el juicio, el cielo y el paraíso, así como el infierno y el demonio, son todas ideas inauguradas por el zoroastrismo. Un verso de los Gathas [parte del Avesta] dice que el alma permanece cerca del cuerpo del difunto tras la muerte, pero que tres días después se levanta un viento. Para el justo se trata de un viento perfumado que transporta con rapidez el alma a «las luces sin comienzo, el paraíso», pero para los demás se trata de un gélido viento del norte que se lleva al pecador a la región de las tinieblas. Adviértase el lapso de tres días. El zoroastrismo alcanzó su mayor dimensión e influencia como la religión estatal de varios grandes imperios persas, culminando en la dinastía Sasánida (224-651 d.C.). Durante el Imperio Aqueménida (c. 550-330 a.C.), aunque el zoroastrismo no era la religión estatal de manera estricta y co-existía con otras religiones, su influencia era inmensa. Fue el imperio más grande del mundo antiguo, extendiéndose desde la península de los Balcanes y Egipto hasta el Valle del Indo y Asia Central. Monarcas como Darío I y Jerjes I eran devotos de Ahura Mazda, tal como lo atestiguan sus inscripciones, elevando los principios zoroastrianos a un estatus preeminente en la ideología imperial. Durante el Imperio Sasánida el zoroastrismo alcanzó su máximo desarrollo institucional y poder político. El Imperio Sasánida se convirtió en una teocracia virtual con una jerarquía sacerdotal muy organizada (los mobads), templos de fuego (como los Atash Behram) y una estricta ortodoxia. Fue una superpotencia que, en su máxima extensión, abarcaba los territorios del Irán e Irak, grandes partes del Cáucaso (Armenia, Georgia, Azerbaiyán), Asia Central, Afganistán, Pakistán Occidental y partes de Arabia. Rivalizaba con el Imperio Romano/Bizantino en tamaño y poder. Durante el Imperio Sasánida se realizó la principal codificación y recopilación del Avesta.

Grecia:
Para los griegos que sí creían en algún tipo de vida después de la muerte, los muertos iban directamente al inframundo que en la Ilíada custodia el perro Cerbero. El alma sólo podía llegar a este «lugar carente de alegría» cruzando el río Estigio. El inframundo recibía el nombre de Hades, palabra que deriva de un término que significa invisible, no visto. Al parecer la muerte se consideraba algo inevitable. Atenea le dice a Telémaco, el hijo de Odiseo, que «la muerte es común a todos los hombres, y ni siquiera los dioses pueden evitársela al hombre que aman…». Sin embargo, en las últimas secciones de la Odisea hay un cambio. Por ejemplo, Proteo le dice a Menelao que él será enviado «a los Campos Elíseos en los confines de la tierra». El nombre Elíseo es anterior a los griegos y, por tanto, esta idea tiene que haber nacido en otro lugar. Por la época en que Hesíodo compone su Los trabajos y los días (finales del siglo VIII a. C.), escuchamos hablar de la Isla de los Bienaventurados, a la que se envía a muchos héroes cuando han terminado su vida en la tierra. Aproximadamente en la misma época, encontramos por primera vez poemas épicos que mencionan a Caronte, el barquero de los muertos. En el siglo V a. C., empezó la costumbre griega de enterrar a los muertos con un óbolo, una pequeña moneda para que el fallecido pagara a Caronte. Hacia el año 432 a. C., en un monumento oficial para conmemorar una guerra, se dice que las almas de los atenienses muertos son recibidas por el aither, «el aire superior», aunque sus cuerpos permanecerán en la tierra. En Platón y en muchas tragedias griegas descubrimos que los atenienses no parecen haber creído en la existencia de recompensas y castigos después de la muerte. «De hecho, no parecen haber esperado gran cosa en realidad. “Tras la muerte todos los hombres son tierra y sombra: nada va a la nada”». (Esto lo dice un personaje en una obra de Eurípides). En el Fedón platónico, Simmias revela su temor de que al morir su alma se disperse «y éste sea su fin».

El origen del paraíso, o de la palabra al menos, está mejor documentado. Proviene de una antigua palabra meda compuesta por pari, que significa «alrededor», y daeza, que significa «muro». (Los medos eran una civilización establecida en Irán hacia el siglo VI a. C.). La palabra paridaeza significó diversas cosas, viñedo, arboleda de palmas datileras, el lugar en el que se hacían los ladrillos; y en algún momento llegó incluso a designar el «barrio chino» de Samos. Sin embargo, su significado actual probablemente esté más relacionado con su aplicación a los cotos de caza reales o, simplemente, a los suntuosos jardines umbríos que eran privilegio de la aristocracia. Esto pudo vincularse a la creencia de que sólo los reyes y los aristócratas irán al paraíso, mientras que todos los demás lo harán al infierno. En los escritos sobre Pitágoras hay algunos indicios de que su idea de la otra vida y del alma inmortal estaba reservada a la aristocracia, por lo que esta concepción quizá haya sido una forma de preservar los privilegios de la clase alta en una época en que empezaba a verse marginada a medida que aumentaba la importancia de las ciudades (y los mercaderes). El medo era una lengua irania antigua del noroeste y se hablaba en el Imperio Medo (anterior al aqueménida). El persa desciende del persa antiguo (lengua irania suroccidental) y es el antepasado directo del farsi. Los medos y los persas eran pueblos estrechamente relacionados y vivieron juntos durante siglos bajo el Imperio Aqueménida. Lo poco que nos ha llegado del medo se conoce a través de palabras y nombres propios que aparecen en inscripciones del persa antiguo y en textos asirios o griegos.

Los hebreos nunca tuvieron una palabra para el «yo esencial» que sobrevive a la muerte. No debemos olvidar que todo el libro de Job de las Escrituras hebreas trata del problema de la fe y el sufrimiento y las desigualdades en una vida en la que no hay ningún más allá (todas las recompensas que su Dios promete a los judíos son terrenales). Incluso con la llegada del mesianismo judío, el concepto de alma sigue ausente. Había el concepto de Sheol, pero éste se asemeja más a la palabra «tumba» que a la idea de Hades, como en ocasiones se lo traduce. «El Sheol estaba localizado en las honduras de la tierra (Salmos 63,10), estaba repleto de gusanos y polvo (Isaías 14:11) y era imposible escapar de él (Job 7,9-10)». Fue sólo después del exilio en Babilonia cuando surgieron las secciones buena y mala del Sheol, y empieza a asociárselo con la Gehenna, un valle al sur de Jerusalén en el que inicialmente se creía que tendrían lugar los castigos del Juicio Final. Poco tiempo después, se convirtió en el nombre del infierno de fuego. (Watson)

En la primera epístola a los Corintios San Pablo escribe: porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados. Porque es menester que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y esto mortal sea vestido de inmortalidad. Y cuando esto corruptible fuere vestido de incorrupción, y esto mortal fuere vestido de inmortalidad, entonces se efectuará la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte con victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿dónde, oh sepulcro, tu victoria?

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