Canarias  |  Náutica  |  Arquitectura  |  Historia  |  Clásicos  |  Ciencia  |  Infantil

 

 

     
 

Evolución hacia el cielo del cristianismo:
La Divina Comedia influyó notablemente en el imaginario de los cristianos acerca del cielo. Dante (1265-1321) lo describió como un mundo etéreo dividido en nueve partes (que llevan los nombres de los planetas conocidos, el Sol, la Luna, las estrellas fijas y el Primer móvil). En su recorrido, Beatriz, que representa la teología, sustituye a Virgilio como guía. El Paraíso comienza en la cima del Monte Purgatorio. Su estructura, siguiendo enseñanzas de la escolástica, se basa en las cuatro virtudes cardinales (Prudencia, Justicia, Templanza, y Coraje) y las tres virtudes teologales (Fe, Esperanza, y Caridad). En su monumental obra El Juicio Universal Papini apunta a que es posible que Dios, en su infinita misericordia, perdone a los condenados e incluso a los demonios. No quedaría una lágrima en los ojos, un remordimiento en los corazones, un aguijón en las carnes, ningún temblor, ningún dolor en ninguna criatura nacida de tu voluntad; sino que en todas partes, en todo punto del ser, en todo espíritu, resplandezca para siempre la irradiación del éxtasis eterno.

Más Allá imaginado por los pueblos antiguos con escaso detalle:
Lugar donde habita Dios, los dioses u otros seres espirituales, y el lugar o condición de la perfecta felicidad sobrenatural de los redimidos en la vida después de la muerte. En la mitología sumeria el cielo se separa de la Tierra con el nacimiento del dios Enlil. En las sociedades más simples, el concepto de vida después de la muerte suponía una continuación oscura de la vida terrenal. Incluso dentro de esta idea se manifestaba el principio de la necesidad de una justificación de la justicia divina. Este principio queda ilustrado en la distinción entre Elíseo (lugar de recompensa para los muertos virtuosos) y Tártaro (sitio de condena donde eran castigados los malvados) que se hizo en las religiones griega y romana y en las distintas profundidades del sheol (residencia de la muerte) en los Libros Sagrados judíos. Los místicos judíos posteriores consideraron que los cielos estaban contenidos en las siete esferas del firmamento y encontraron en la doctrina persa de la resurrección una esperanza para liberarse del sheol y alcanzar una nueva vida en la Tierra o en los cielos. Tanto la Torá como el Talmud hablan de la resurrección, que el Talmud reserva a los justos. Se refieren a ella como la vida del mundo venidero. Se usa como símil una imagen según la cual este mundo es una antesala en la que nos preparamos para el Olam Habá, la sala principal. En las Escrituras del judaísmo tras la muerte del cuerpo sobrevive la consciencia, que entra en un mundo espiritual donde sufre transformaciones.

Griegos y romanos:
En la mitología griega Urano es el titán primordial personificador del cielo, entendido como lugar visible, sólido techo del mundo y límite superior del cosmos. Según Hesíodo (Teogonía) fue concebido por Gea por sí misma y fue padre de la primera generación de titanes y ancestro de la mayoría de los dioses griegos. Algunos estudiosos afirman que el Váruṇa védico, dios del cielo y de las aguas, guarda relación con Urano. El nacimiento asexuado de Urano es visto como una versión cosmogónica del principio cosmológico de la separación del cielo y la tierra a partir de una masa indiferenciada.

Aristóteles: Declaró que todas las religiones (politeístas) situaron la residencia de los dioses en el lugar más elevado del universo. La estructura del cosmos que daba por cierta era eternamente igual. Lo que estaba más allá de la Luna era un mundo inmutable. Para Lucrecio (siglo I a.C.) el universo estaba en formación y no era eterno. La cosmología que adoptó el cristianismo seguía las ideas de Aristóteles y determinados hechos no debían cuestionarse. En el imaginario de la Edad Media el mundo sublunar era considerado como el espacio de la corrupción y del cambio, a diferencia del mundo traslunar.

Platón abordó en detalle muchos aspectos de un alma inmortal. Para griegos y romanos los lugares habitados por los dioses estaban vedados a los mortales normales; la Isla de los Justos, a veces identificada con el Elíseo, sólo era alcanzada por algunos héroes, semidioses y favoritos de los dioses. Un célebre escrito de Cicerón (106-43 a.C.) El sueño de Escipión incluye muchos elementos de las religiones astrales. Un universo dividido en nueve esferas, una última esfera celeste donde habita el dios soberano, largos tormentos para los que sigan el mal camino y un alma inmortal que debe aspirar a subir de nivel, hacia las esferas supralunares libres de lo caduco y mortal. Se cree que Cicerón tomó estas originales ideas del estoico griego Posidonio (135-51 a.C.), estudioso observador de los astros.

El cielo de las religiones politeístas posteriores era concebido como un lugar donde los mortales podían continuar los placeres de la vida terrenal, como en el Valhala de los germanos y escandinavos y el territorio feliz de la caza de los nativos de Norteamérica. [...] El islam, en el Corán, adopta la idea de los siete cielos del firmamento, difiriendo en grados de gloria desde el séptimo, donde mora el Más Alto, bajando hasta el primero, el más terrenal. Aunque el Corán describe la felicidad del cielo como la participación inagotable y sin restricción del placer de los sentidos físicos, muchos escritores consideran que esta descripción es pura alegoría. El nirvana, el cielo del budismo, es un estado de pérdida de todo deseo y la unión con el cosmos alcanzados mediante el perfeccionamiento del alma a través de todas sus transmigraciones sucesivas. La rama Mahayana del budismo desarrolló también la doctrina de la Tierra Pura, un paraíso intermedio en el oeste remoto en el que las almas afortunadas se reencarnarán antes de alcanzar el nirvana.

El cielo del cristianismo:
El cielo se menciona en la primera frase del Padrenuestro como morada de Dios. La creencia general de los cristianos es que, desde la resurrección de Cristo, las almas de los justos que están libres de pecado son admitidas en el cielo inmediatamente después de la muerte, donde su principal alegría consiste en una visión serena y beatífica de Dios. Su felicidad es eterna, pero en la resurrección general sus almas tienen que reunirse con sus cuerpos glorificados. La visión de la esencia divina y la fruición de ella suprime en los justos los actos de Fe y Esperanza, y continuará hasta la Eternidad. Juan XXII, sumo pontífice desde 1316 a 1334, generó gran controversia al afirmar que los justos no tendrían la visión beatífica hasta el día del Juicio Final. Su sucesor, Benedicto XII promulgó en 1336 la bula Benedictus Deus en la que fijó oficialmente la doctrina católica sobre la visión beatífica, según la cual los fallecidos en gracia de Dios gozan de su visión hasta el Juicio Final. La descripción de la visión beatífica está relacionada con la creencia en la Theosis entre católicos y ortodoxos. Theosis es un proceso de perfeccionamiento del hombre a través del acercamiento progresivo a Dios por medio del cual la materia se diviniza y el pecado desaparece. Finaliza con la resurrección del creyente, cuando el pecado y la muerte, derrotados por la vida de Dios, pierden poder sobre el creyente para siempre. Algunos cristianos creen que, antes de entrar en el cielo, las almas tienen que pasar por un estado de purificación llamado purgatorio.

San Pedro se convirtió en el principal discípulo de Jesús, jefe y portavoz de la naciente iglesia cristiana, y primer pontífice. Jesús le dice con palabras enigmáticas Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. La heráldica eclesiástica, el escudo de la Santa Sede y el de los papas incluye dos llaves cruzadas haciendo referencia al poder otorgado de atar en la tierra lo que quedará atado en el cielo. A fines del siglo II numerosas leyendas sobre Pedro fueron compiladas en un manuscrito titulado Hechos de San Pedro. En esta obra se relata la historia de la partida de Roma de San Pedro interrumpida por la aparición de Jesús (Domine quo vadis?). En el imaginario popular quedó establecida la figura de San Pedro custodiando las Puertas del Cielo para ilustrar el trascendente momento del fin de la vida.

La Asunción de María forma parte de la tradición y doctrina de la Iglesia. El cuerpo y alma de la Virgen María fueron llevados inmediatamente al Cielo. La Ascensión de Jesús consiste en su entrada en la gloria con su cuerpo resucitado en presencia de once de sus apóstoles, cuarenta días después de la resurrección. En la narración bíblica, un ángel le dice a los discípulos que la segunda venida de Jesús se llevará a cabo de la misma manera que su Ascensión.

Descripción de Santo Tomás de Aquino:
Tras el juicio el hombre se hace incorruptible y el mundo sigue un proceso de adición de una perfección de gloria. Los Santos son perfeccionados en su naturaleza y en su actividad después de que su alma se una al cuerpo glorificado. En la visión beatífica tras la Resurrección la esencia de Dios es vista por los Bienaventurados a través del intelecto, no a través de los ojos. La ciencia de los Bienaventurados varía según el grado de luz de gloria con que vean la divina esencia. El escolástico desarrolla el concepto de Mansiones de los Santos, ubicaciones que varían en función de los grados de beatitud.

Su visión de los castigos es muy dura y las sentencias del Juicio muy severas. La misericordia de Dios no impide que los castigos sean eternos. Los cristianos que hacen obras de misericordia son eternamente castigados si mueren en estado de pecado, porque sin la gracia nada merece la vida eterna.

 

 

[ Inicio | Canarias | Literatura | La Palma: Historia | La Palma | Filosofía | Historia | Náutica | Ciencia | Clásicos ]