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Cine erótico: La edad de oro del cine erótico Habría que esperar hasta los años Sesenta y, sobre todo, Setenta para que el género erótico lograra hacerse un hueco, por derecho, en el celuloide internacional. No en vano, estas dos décadas son consideradas como la "edad de oro" del erotismo en el cine. Curiosamente, coincide esta golden age con el momento en que aparece por vez primera el sistema de clasificación de películas por edades, lo que contribuirá a que el cine erótico pueda ser comercializado y exhibido legalmente. Nace la gran ola del erotismo italiano y francés, cuyas industrias cinematográficas, dirigidas por empresarios con buen olfato para los negocios, empezaron a apostar fuerte por este género, considerado hasta entonces como "maldito". Y es que, como suele decirse, el pecado atrae, y ese carácter “prohibido” propio del erotismo proporcionará inmensos beneficios a los productores que supieron dejar a un lado los escrúpulos moralistas para exigir, cada vez más, desnudos y escenas realistas de sexo a sus actores. Esta renovación dará desde adaptaciones de clásicos de la literatura erótica como las célebres Historia de O -Just Jaeckin (1975) y Casanova - Fellini (1976), o la chocante Saló: Los 120 días de Sodoma, de Pier-Paolo Pasolini (1975), inspirada en la obra del marqués de Sade, hasta creaciones únicas, como las míticas El último tango en París -Bertolucci (1973), y El Imperio de los sentidos - Oshima (1976).
Paul Schrader y Hardcore:
Presunta autobiografía
¿Erotismo o crítica del erotismo?
Paul Schrader, aún joven, aún no ha definido totalmente su estilo en Hardcore, aunque su esencia ya está ahí, latente: narración sobria, pero bien hilvanada; planos altamente descriptivos que introducen al espectador progresivamente en el infierno de Jake; golpes recurrentes de violencia explícita; personajes bien perfilados, consistentes, víctimas de sentimientos contradictorios y fuertes pasiones; fotografía e iluminación bien adaptadas al ambiente (neones y penumbras para la ciudad, luz neutra y suave en el entorno rural),...
Un metraje que puede considerarse, básicamente, un detallado muestrario de perversiones, a excepción del final, emocionante happy end en el que padre e hija se reconcilian. Moraleja: el amor familiar vence al vicio. No obstante, un desenlace que, según se dice, no corresponde con el que Schrader tenía, en principio, proyectado. Al parecer, el guión original, luego retocado por los mandamases de producción, acababa con la joven quedándose con la gentuza que la explota sexualmente, pues prefiere a esos canallas antes que regresar al mediocre Kansas de su infancia.
Hardcore tiene la ventaja añadida de funcionar como documental, altamente realista, sobre el porno duro que le da título. Pero no es ciertamente, a nuestro entender, cine erótico propiamente dicho. Si los argumentos del cine erótico tienen por eje el deseo, la atracción sexual y el sexo, pero de forma velada -sugiriendo más que enseñando claramente-, esta película, aun contando con escenas calificables como eróticas sensu stricto, no centra su temática en el deseo, sino en las angustiosas aventuras de un desdichado puritano en busca de su hija y su metamorfosis hasta convertirse en otra persona, distinta a aquélla que salió del pueblo.
Wakamatsu y el cine erótico pinku-eiga de Japón
Renovación del pinku-eiga
La llegada de Wakamatsu al pinku eiga significaría para el género un toque sumamente personal, renovador, un soplo de aire fresco al asociar por primera vez lo erótico a lo político.
Sus primeras películas durante los años sesenta lo muestran ya como un creador revolucionario: Dulce trampa, Mujeres salvajes, Estrategia erótica... En 1965, ante su increíble éxito, pudo fundar su propia productora, filmando Secrets Behind The Wall que fue seleccionada por el Festival de Berlín -entre grandes escándalos-, historia de un joven voyeur inmerso en una sociedad incapaz de darle un futuro, crítica de la sociedad japonesa contemporánea.
Un año después ruedaTaiji ga Mitsuryo Suru Toki (The Embryo Hunts In Secret), en la cual un hombre secuestra, tortura y abusa sexualmente de una mujer, que finalmente logra escaparse y asesinar a su captor.
Por entonces, Wakamatsu empezó a sentirse atraído por la extrema izquierda japonesa. Con ello, su erotismo sadomasoquista, lleno de guiños a la obra del Marqués Sade, se transformará plenamente en mensaje político, como se aprecia en películas tan logradas como Violated Virgin o Ecstasis of the Angels.
Entonces, pasó a coguionizar y trabajar como productor ejecutivo en el film de Nagisa Oshima El imperio de los sentidos, tras cuyo sonoro éxito, se producirá un período largo de silencio, un vacío creativo que se ha prolongado hasta fechas recientes.
El erotismo político rezuma por doquier en la producción de Koji Wakamatsu, y especialmente en aquélla de los años 1960-1971, por ejemplo en United Red Army (1971), estrenada por primera vez en Europa (Francia) en 2010.
En 2010 volvió a ser noticia mundial tras el estreno, ante el público galo, de su última película Caterpillar ("Gusano", traducida en castellano como El soldado Dios), sobre un militar japonés que vuelve a casa tras la Segunda Guerra Mundial, lleno de condecoraciones pero brutalmente mutilado de brazos y piernas, obsesionado por las violaciones colectivas que él mismo realizó durante la guerra, y totalmente privado de libertad por su esposa, con la que acaba desarrollando curiosas relaciones sadomasoquistas.
Sexo y política
La relación sexo-política en el pinku-eiga de Wakamatsu es algo indefinible, un fenómeno que él mismo reconoce no saber explicar bien. Es su forma de expresar ideas, a través de ambos elementos. "El artista –asegura- tiene una idea y simplemente quiere expresarla, no explicarla, aunque el público por supuesto tiene todo el derecho de hacer interpretaciones sobre su obra".
El cine de Koji Wakamatsu tiene como eje un vasto imaginario político de guerrilleros y militares exaltados que contrastan con la frivolidad de chicas reprimidas sexualmente o humilladas, voyeurs, la ridiculez de adolescentes acomplejados y mutilados, y diversos personajes de aspecto anodino pero con lados siniestros que explotar.
Su estancia en Palestina en los sesenta, interesado por la lucha guerrillera en la región, le dio la inspiración para The Red Army: Declaration of World War (1971), que le granjearía la consideración de peligroso en algunos países por “vínculos con el terrorismo”. Sin embargo, muchos críticos vieron en Red Army, más bien, una crítica contra la mecánica de las guerrillas, tema recurrente a lo largo de su carrera.
Secrets Behind the Wall (1957), elogiada en Berlín, fue considerada en Japón una “vergüenza nacional”. Esta singular película arranca con una pareja fornicando bajo un cartel de Stalin, mientras ella repite que “se muere” por una cicatriz de su amante, y luego pasa a centrarse en el verdadero protagonista, un vecino voyeur.
La alabada Ecstasy of the Angels (1972) supone la anarquía sexual total sublimada en una guerrilla, que roba explosivos de un cuartel norteamericano, y cuyos miembros acabarán desatando una frenética euforia sexual, que les lleva a la muerte.
En Cycling Chronicles, que acaba con un adolescente alienado asesinando a su madre, llama la atención la banda sonora, especialmente la voz del cantante Kazuki Tomokawa que aúlla y gime, expresando lo que siente el joven.
Estas escenas dan buena cuenta del tipo de ideas de este polifacético director nipón de 75 años, enamorado de su profesión y orgulloso de su trabajo, empeñado en mostrarnos los intentos fallidos de subvertir el orden a través de la política a través de una original codificación sexo-violencia.
(Juan Antonio Cantos Bautista | suite101 2013)
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