Cuzco             

 

Cuzco:
El imperio inca fue el mayor Estado que existió en el Nuevo Mundo, así como la última de una serie de complejas sociedades andinas. Surgió en las montañas del centro sur del Perú y se extendió por las tierras altas occidentales y la costa de Sudamérica hasta acabar abarcando un territorio que iba desde la actual Colombia hasta Chile. Cuando entraron en contacto con los europeos en 1532, los incas gobernaban sobre una población de, al menos, ocho millones de habitantes desde la ciudad de Cuzco, su capital y morada ancestral de los decimoprimeros soberanos dinásticos, de quienes se dice que reinaban desde mucho antes de la llegada de los españoles. Cuzco está en el extremo norte de un valle grande y rico en tierras cultivables. La ciudad se formó entre dos pequeños ríos, cuyas riberas fueron amuralladas y canalizadas dentro y fuera de la ciudad, de modo que el agua fluía sobre losas. Numerosos puentes cruzaban los ríos y se hacían ofrendas todos los años en su confluencia. En su apogeo, la ciudad de Cuzco tuvo una población de más de 20.000 personas, a la que hay que sumar varios miles más que vivían en grandes aldeas repartidas por el valle. Pero Cuzco era algo más que simplemente la capital de la dinastía reinante y el centro político del sistema de gobierno inca. También representaba el centro espiritual y geográfico del imperio.

Tikal Tikal. Gran Plaza Tikal. Templo Calakmul


En una pequeña elevación del corazón de Cuzco, cerca de la confluencia de dos pequeños ríos canalizados, estaba el santuario más famoso del imperio inca, el Coricancha, llamado Templo del Sol por los españoles, si bien su nombre significa recinto dorado y deriva de las láninas de oro que cubrían sus paredes. Estaba construido con bloques de piedra exquisitamente tallados -por los que los incas son con razón famosos- y era el centro de los principales ritos imperiales que se organizaban en la ciudad. (Brian S.Bauer)


Colombia: Criollos:
“La oligarquía no era, ciertamente, una improvisación de los últimos tiempos, sino un fenómeno con profunda raigambre histórica, que acentuó su poderío en proporción al progreso material y al enriquecimiento económico. Las denominaciones políticas, que surgieron con vigoroso contenido ideológico, acendrado en las guerras civiles, fueron perdiendo sus esencias pero quedaron inscritas de manera indeleble en el corazón del pueblo, que permaneció para siempre dividido en dos fracciones irreconciliables, en tanto que las clases altas fusionaban sus intereses por encima de toda diferencia partidista, se agrupaban en sociedades comerciales, industriales o simplemente especuladoras, y alzaban la insuperable muralla que sitúa a todos los hombres de trabajo en círculos inferiores. Y de esta suerte, la oligarquía se conformó con los siguientes elementos: “a). Las familias de abolengos españoles que lograron conservar en parte la herencia de los encomenderos y de los latifundistas de la colonia. El respaldo patrimonial era imprescindible, porque las familias de este linaje cuyos progenitores lo perdieron todo en malos negocios o en sacrificios por causas idealistas, se incorporaron al pueblo anónimo. b) Los descendientes de antiguos terratenientes y comerciantes enriquecidos en los azares de la guerra o en otras actividades de la paz. c)Los nuevos ricos de las dos últimas revoluciones, que exasperaron su avidez. d).Profesionales intelectuales o individuos sin profesión definida, que asumieron la dirección política bajo la inspiración al servicio del dinero. “La oligarquía en la parte superior, que se apoderó para la defensa de sus intereses de los altos manejos de la política, y el pueblo en la inferior, que soporta todas las cargas y desconoce los más elementales goces de la vida, fueron denominados por Gaitán el “país político” y el “país nacional”. El país político ha asumido la dirección de todas las funciones de la vida colectiva y se ha reservado el suministro exclusivo de dirigentes, una de cuyas responsabilidades consiste en impedir las filtraciones de las clases menesterosas y en abatir o sojuzgar a cuantos pretendan inmiscuirse en la rectoría grande o pequeña, sin provenir de la clase seleccionada; y si alguno pasa, ha de ser sumiso, obediente e impersonal, para no lastimar los altos y sagrados intereses. “La oligarquía vive y prospera sobre la discordia del pueblo. Por esa causa se ha introducido una urdimbre de artificio en la intensidad de los odios políticos y en sus expresiones violentas. Los elementos dirigentes, de alta y baja categoría, de los dos partidos, explotan el genio heroico con que el pueblo colombiano se enfrenta a la vida. Para gran parte de estos elementos, la política es una industria, en la cual colocan algunas acciones cuyos dividendos cobran en posiciones electivas y administrativas y su interés radica en estimular la lucha y en fomentar el ambiente irreconciliable. El público de algunas ciudades, más consciente que el inmenso pueblo rural, no está libre de esta influencia perversa, que le llega por conducto de la irresponsabilidad con que proceden casi todos los periódicos, los oradores y los diminutos politiqueros de barrios, estos últimos recolectados entre matones y gente de ínfima cultura intelectual y social. Los diarios publican los sucesos políticos bajo el impulso de su interés partidista; para los conservadores, todas las víctimas de los encuentros populares pertenecen a su partido y son exterminadas por el bandolerismo liberal, contra el cual deben defenderse, y para toda publicación liberal los conservadores son grupos feroces de asesinos desalmados. Estas afirmaciones contradictorias son fundamentales para mantener alerta el sentimiento de la venganza y el espíritu de la represalia y la consiguiente discordia popular, pero no impiden ni constituyen obstáculo para la organización de empresas mixtas de especulación, de compañías constructoras de obras públicas, de sociedades para traficar con la ingenuidad del pueblo….” Y frente a la intensa corrupción de los gobernantes que se enriquecían ilegalmente en el ejercicio de sus cargos, desde el presidente de la república, hasta el más humilde empleado, Gaitán sostuvo la tesis de “La restauración moral de la república”. (Sobre el país político y el país nacional explica el autor José Antonio Osorio Lizarazo en su obra, “Gaitán: vida, muerte y permanente presencia” 1979).


[ Home | Menú Principal | Indice Documentos | Venezuela 2 | Venezuela ]