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Hispanoamérica: sinopsis de algunas novelas (s.XX):
El señor Presidente - Miguel Angel Asturias (1946):
"…¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre!… ¡Alumbra, lumbre de alumbre sobre la podredumbre!…” Como en todos los buenos libros, podemos encontrar aquí todos los géneros, las voces, los temas. Es pues una historia política, una obra que denuncia la estupidez y corrupción, es un espejo que retrata sin miramientos, con la misma minuciosidad, la opulencia y la miseria, porque aquí hay (como en la vida) cobardes, personas con voluntad, sátiros, crédulos, ignorantes, ignorados, crueles y pacíficos. El libro mantiene siempre un tono ácido, refrescante, es una comedia que lleva implícita una historia trágica, es la voz de las mujeres mudas, de los obtusos presidentes, de los maquiavélicos funcionarios, de los oprimidos, de los privados de la libertad, de los hambrientos de palabras y de pan, sobre todo de pan. Es por último, una historia de amor frustrado, donde el personaje termina privado de todo, conserva sus sueños, le acompañan casi hasta el final, pero eso también pueden quitárselo. El despojo de un hombre es lo que queda en esa última escena ¿Cuántos estamos dispuestos a defender eso, eso que pensamos que nadie puede robarnos? Qué podía hacer el cara de ángel. Sí, Miguel Ángel Asturias irrumpe en el panorama de mis lecturas para mostrar que Guatemala también existe, siempre ha estado ahí, con los mismos crímenes impunes, que quizá hubieran cesado ya, si miráramos a tiempo.

El astillero - Juan Carlos Onetti (1961):
Larsen, el conocido Larsen de La vida breve, el hombre que «creyó de una manera y ahora sigue creyendo de otra, que no nació para morir sino para ganar e imponerse», regresa a Santa María cinco años después de que el gobernador decidiera expulsarlo, para consumar su venganza. Nada ha cambiado demasiado en esa pequeña ciudad imaginaria, en la que el astillero se levanta con la convicción de un espejismo, y al que Larsen se acerca para, quizás, encontrar en ese futuro promisorio el inicio de su propia salvación. Con un estilo más austero que en sus relatos anteriores pero con la misma prosa destellante, el narrador de Onetti sigue el periplo de Larsen por la fantasmal Santa María y alcanza, plenamente, el deseo que manifestó alguna vez: «Yo quiero expresar nada más que la aventura del hombre».

La vida breve - Juan Carlos Onetti (1950):
Un hombre escucha, a través de una pared, una conversación entre un hombre y una mujer. Imagina sus gestos, sus cuerpos, sus sentimientos. Ese hombre, Brausen, que se propone escribir un guión de cine, vive con su esposa, Gertrudis, convaleciente de una operación que la ha dejado levemente mutilada. Para compensar ese vacío fisico que detendrá sus caricias, Brausen imagina historias: la de Santa María, «una ciudad colocada entre un río y una colonia de labradores suizos», y la de un «borroso médico de cuarenta años», Díaz Grey. A partir de allí, ingresa en otras vidas y sale de ellas cuando quiere, porque es el creador. Pero Brausen no sólo desea imaginar que es otro: también quiere serlo. La vida breve es una de las novelas más aclamadas de Juan Carlos Onetti y está considerada una de las mejores en la historia de la literatura en lengua española.

Los detectives salvajes - Roberto Bolaño (1998):
Arturo Belano y Ulises Lima, los detectives salvajes, salen a buscar las huellas de Cesárea Tinajero, la misteriosa escritora desaparecida en México en los años inmediatamente posteriores a la Revolución, y esa búsqueda —el viaje y sus consecuencias— se prolonga durante veinte años, desde 1976 hasta 1996, el tiempo canónico de cualquier errancia, bifurcándose a través de múltiples personajes y continentes, en una novela en donde hay de todo: amores y muertes, asesinatos y fugas turísticas, manicomios y universidades, desapariciones y apariciones.

2666 - Roberto Bolaño (2004):
Sellada a cal y canto por su extraño nombre, la obra literaria de Benno von Archimboldi vio la luz sin tener jamás un rostro en el cual apoyarse. Las escasas ediciones de sus escritos, la inexistencia de fotografías de su persona, la ausencia de una biografía fiable convergieron inexorablemente en la creación de un placer destinado a mentes selectas. Un culto que comenzó a tejerse en los años ochenta, cuando conseguir una de sus novelas era sólo cosa de la hidra del azar y unos escasos lectores sucumbían obsesivamente bajo el poderoso influjo de su narrativa, hechizados por ella hasta el punto de llegar a centrar su propia existencia en el estudio y traducción de tan rotunda creación literaria. Los brillantes estudiosos Pelletier, en París, Morini, en Turín, Espinoza, en Madrid, y Norton, en Londres, no tardarán en hacer del conocimiento de Archimboldi una procesión de fe y un prisma a través del cual diversificar sus propias necesidades intelectuales y humanas. De la mano de su esfuerzo, Archimboldi irá ganando poco a poco un lugar cada vez más destacado en la narrativa contemporánea, aunque una pregunta fundamental sigue aún en el aire: ¿dónde se oculta el genio? Los últimos datos recabados señalan al polvoriento estado de Sonora, en México, donde un profesor chileno se sumará al club de los archimboldianos; entre todos seguirán el rastro esquivo del creador, en un lugar asolado por centenares de asesinatos de mujeres y plagado de desconcertantes sequedades.

Paradiso - José Lezama Lima (1966):
El carácter de novela de Paradiso es sólo una de las múltiples facetas de esta asombrosa creación de la literatura en lengua española. Obra de síntesis donde la exuberancia barroca, el hallazgo de un lenguaje erótico lleno de revelaciones, la sobrenaturaleza de una realidad mágica, se orquestan en un crescendo que conduce al lector desde la autobiografía a la invención de un sistema poético del universo. La edición que aquí se presenta aporta, además del texto definitivo, el valioso testimonio y el estudio preliminar de la hermana del autor.

Yo el Supremo - Augusto Roa Bastos (1974):
«Yo el Supremo Dictador de la República: Ordeno que al acaecer mi muerte mi cadáver sea decapitado; la cabeza puesta en una pica por tres días en la Plaza de la República donde se convocará al pueblo al son de las campanas echadas al vuelo. Todos mis servidores civiles y militares sufrirán pena de horca. Sus cadáveres serán enterrados en potreros de extramuros sin cruz ni marca que memore sus nombres». Esa inscripción garabateada sorprende una mañana a los secuaces del dictador, que corren prestos a eliminarla de la vida de los aterrados súbditos del patriarca. Así arranca una de las grandes novela de la literatura en castellano de este siglo: Yo el Supremo, de Augusto Roa Bastos, Premio Cervantes 1989. La obra no es sólo un extraordinario ejercicio de gran profundidad narrativa sino también un testimonio escalofriante sobre uno de los peores males contemporáneos: la dictadura. El déspota solitario que reina sobre Paraguay es, en la obra de Roa, el argumento para describir una figura despiadada que es asimismo metáfora de la biografía de América Latina.

Pedro Páramo - Juan Rulfo (1955):
Se publicó dos años después de los relatos de El llano en llamas. En el arranque de la novela, Juan Preciado promete a su madre en el lecho de muerte ir en busca de su padre, Pedro Páramo, un pequeño cacique pueblerino a quien no conoce. «El olvido en que nos tuvo cóbraselo caro» le dice ella, y Juan parte hacia Comala, un pueblo mítico que es el verdadero protagonista de estas páginas. Allí, envuelto en una tierra vieja que está sobre las brasas de la tierra, «en la mera boca del infierno», se encontrará con las voces de la memoria de personajes de ensueño, que irán tejiendo una historia de deseos y pasado, de muertos y visiones irreales, que abarca desde mediados del XIX a las revueltas cristeras de comienzos del XX. Anclada en terreno firme, la novela se dispara en múltiples direcciones rompiendo el tiempo, confundiendo realidad y alucinación, fundiendo violencia y lirismo con sus conversaciones entrecortadas. Entre espectros, la desolación de Comala hace realidad ese «valle de lágrimas» que compone la geografía universal del dolor, llena de ecos, violencia y aire envenenado.

La casa de los espíritus - Isabel Allende (1955):
La novela recorre, con el paso de los años, la evolución de los cambios sociales e ideológicos del país, sin perder de vista las peripecias personales -a menudo misteriosas- de la saga familiar. Entrarán en escena los avances tecnológicos, la mudanza en las costumbres, las «nuevas ideas» socialistas y de emancipación de la mujer, el espiritismo y los fantasmas comunistas, hasta desembocar en el triunfo socialista y el posterior golpe militar. Estas convulsiones afectarán a la familia de Esteban Trueba -cuyos miembros poseen siempre algún rasgo extravagante y desmedido- con distintos matices de dramatismo y violencia. EL viejo terrateniente envejece y, con él, una forma de ver el mundo basada en el dominio, el código de honor y la venganza. La casa de los espíritus fue llevada al cine por Bille August en 1993. Antonio Banderas, Meryl Streep, Glenn Close, Winona Ryder y Jeremy Irons encarnaron a los personajes principales.

 

 

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