Sanidad: Evaluación SNS             

 

Sanidad: Desmontando falsos mitos:
Genis Carrasco (Es un médico intensivista que alterna su labor clínica con la docencia universitaria en el campo de la medicina basada en la evidencia y la afición a la escritura creativa) lo conocíamos como editor de la revista Calidad Asistencial, pero desde hace un tiempo su presencia en twitter (@geniscarrasco), en la blogosfera sanitaria y con su diccionario para sobrevivir a la crisis nos ha puesto en contacto. Esta cercanía ha hecho posible que este post del blog el paciente inteligente sobre mitos sobre la sanidad española creamos tenga un espacio importante en este blog que intenta analizar la sanidad española desde diversas perspectivas. Hoy tenemos la visión de un paciente inteligente, que Genis define como “El movimiento de los pacientes inteligentes surgió hace 10 años en EE.UU. El auge imparable de Internet y, sobre todo el claro crecimiento de la Web 2.0 con las redes sociales convirtieron a muchos de estos pacientes capacitados en e-pacientes.


Pero ¿qué es un e-Paciente? La salud es uno de los intereses más universales en Internet, y por tanto, cualquier persona con acceso a Internet es potencialmente un e-Paciente pero el hecho de buscar información sobre salud en Internet no convierte a un ciudadano en e-Pacientes. Es necesario también aprender y capacitarse para entender cómo funciona el sistema sanitario y comprender las enfermedades. En la práctica, la mayoría de los pacientes inteligentes son e-pacientes o lo serán en un futuro inmediato. El movimiento de los pacientes inteligentes es un síntoma de un cambio más radical de la sociedad, hacia los ciudadanos más capacitados-empoderados y comprometidos con su salud. Los pacientes inteligentes saben que deben tomar decisiones sobre su salud en estrecha colaboración con los profesionales de la salud. Pero todo esto no acaba aquí, al convertirse también en e-pacientes, constituyen a una comunidad global de personas convencidas de que la Web 2.0 puede mejorar los sistemas sanitarios y ayudar a superar la dichosa crisis de nuestro SNS”.

Doce mitos y leyendas sobre la Sanidad asediada:
Mito 1: Despilfarramos en farmacia: Falso. El gasto farmacéutico por habitante en España es de 279 euros, un 26% inferior a la media UE-15. Se trata de datos de la OCDE, institución prestigiosa y nada radical. Son los últimos datos contratados (del 2005) y algo antiguos pero hay que tener en cuenta que esta brecha con Europa aún se ha ensanchado más porque en 2012 el gasto farmacéutico descendió un 6,5% y en la UE 15 no.O sea que más a mi favor. Este mito ligado a otra tosca falacia: La factura farmacéutica española es insostenible ya que representa más del 20% del gasto sanitario. Es verdad el porcentaje, pero resulta que España dedica sólo el 6% de dinero público a sanidad (+ 2,5% de dinero privado) Mientras que la UE 15 invierte un 3,5% más del PIB público a cuidados de salud. Nuestro pastel es más pequeño y nuestro trozo farmacéutico también. Si ajustáramos la financiación sanitaria a la media europea (como nos piden desde Bruselas) nuestro gasto sanitario sería del 12% aún inferior al 14% de la UE 15. Esos son los verdaderos números. Mito 2: Vamos demasiado al médico. Falso. España: 2.949 visita anuales al médico y la UE 15: 2.511 visitas. ¿Por qué no son ciertas estas estadísticas oficiales compartidas por algunas bienintencionadas sociedades científicas? Porque sólo proceden de los médicos y pacientes del SNS que tiene un ratio de frecuentación feroz, casi insoportable (menos de 10 minutos por visita… en el mejor de los casos). Hagamos como la OCDE: No olvidemos los 50.000 médicos privados ni los casi 7.000.000 de pacientes que atienden. La práctica privada tiene una ratio de frecuentación muy baja, bajísima, que si la inferimos juntando con la pública como hace la OVDE haría descender nuestra ratio a 2420 visitas/año por médico similar a la media de la UE 15. No hay que comparar manzanas españolas (sólo asistencia pública) con castañas europeas (toda la asistencia). Mito 3: Abusamos de hospitales (dijo algún político del gobierno) Falso. El buen servidor público que dijo eso no se había mirado sus propias estadísticas: España tiene 10,4 ingresos por 100 habitantes, frente a 15,9 de la media UE-15 Mito (4). Pedimos demasiadas pruebas diagnósticas. Falso. Por ejemplo, España: 43 Resonancia Nuclear Magnética por 1.000 habitantes frente a 55,2 de Francia o 60 Italia. No hay que negar que la indicación de muchas pruebas pueden ser inadecuadas fruto de medicina defensiva o falta de tiempo de visita médica pero, en todo caso, nuestros vecinos están mucho peor. A los que digan eso les aconsejo que se paseen por Europa y verán lo bien que estábamos en nuestro SNS (en todo menos en los sueldos de los profesionales, ¡claro!). Reformar SI para mejorar pero en su justa medida. Mito 5. Los médicos de la privada se forran Falso. No os extrañéis, el ejercicio de la medicina privada no libre (mutuas, aseguradoras) está fatal, al menos en los que se refiere a los honorarios de las aseguradoras con ánimo de lucro - Ocho euros (sí 8 euros) por una consulta de atención primaria - 16 si es un especialista - 300 euros por atender un parto y - 117 por una vasectomía. Esto es lo que cobran de media los 5.000 profesionales sanitarios que trabajan con algunas de seis grandes aseguradoras privadas que operan en la Comunidad de Madrid. Comparad con los honorarios medios de las aseguradoras privadas europeas: Noventa euros (sí 90 euros) por una consulta de atención primaria, 110 si es un especialista, 800 euros por atender un parto y 500 por una vasectomía. Mito 6. España gasta demasiado dinero público en sanidad Falso. España dedica a sanidad, en dinero público, el 6% del PIB (un 2,5% adicional es privado) mientras que la UE-15 el 9,9. Lo dice el informe SESPAS, un documento tan prestigioso que lo cita el British Medical Journal y en el que define nuestro SNS como infrafinanciado y poco atractivo para los profesionales. Pues no sé que dirán después de los recortes… paupérrimo y adefesio, ¿tal vez? Mito 7. Esta sanidad no nos la podemos pagar (lo han dicho varios políticos). Falso de toda falsedad. Los números cantan. Sí necesitamos 15.000 millones de euros para sufragar el déficit sanitario del SNS (CC.AA.) y decimos que no los tenemos, ¿Cómo se entiende que gastemos 18.000 millones de euros (qué acabarán siendo mucho más) en rescatar UN SOLO BANCO, BANKIA? Eso no lo entiende nadie.Dejar caer un banco o salvar la sanidad es un dilema absurdo. ¿Qué pasa? ¿SE TRATA DE LA BOLSA O LA VIDA? Mito 8. Solo hay DOS modelos sanitarios: público y privado con lucro. Falso. Existe un TERCERO, desconocido porque parece que a alguien le interese que no se difunda: las empresas sanitarias de economía social basadas en el cooperativismo sanitario. Recibí algunos tuits que me decían que “Sanidad privada” y “sin ánimo de lucro” son términos antónimos. Tal vez sea así pero los conceptos “Sanidad privada cooperativa” y “sin ánimo de lucro” no lo son en absoluto. Al tweeple que afirmaba eso le respondí con una evidencia contrastada: en Catalunya hay 200.000 ciudadanos y más de 4.000 profesionales de la salud que llevan “antonomizando” cinco décadas y lo hacen con resultados de alta calidad y sostenibles económicamente, incluso en tiempos de crisis. También me dijeron que las empresas cooperativas no pueden cubrir toda la cartera de servicios de salud que necesitan los ciudadanos. Es una idea muy extendida la de que la sanidad privada atiende correctamente los casos menos complejos y graves (partos, colecistectomías…) pero que traslada a la pública los pacientes con complicaciones o problemas complejos cuya gestión puede no ser rentable económicamente. No creo que esa sea la actitud de muchas aseguradoras de la sanidad privada con ánimo de lucro pero estoy seguro que eso no ocurre nunca con las cooperativas sanitarias como Grup Assistència. Dicha cooperativa dispone de miles de especialistas y un hospital propio de tercer nivel que lo atiende todo: desde una peritonitis complicada trasladada de un hospital público hasta una reintervención de cirugía cardíaca de alto riesgo que la sanidad pública no asume. La cartera de servicios de SCIAS Hospital de Barcelona, por ejemplo, no difiere en absoluto de la del Hospital Vall d’Hebron (propiedad del ICS y el más grande de Catalunya) con la única excepción de los trasplantes (sólo puede actuar como centro extractor) que la ley circunscribe a unos pocos hospitales en toda Catalunya. Y lo mismo ocurre en otros países. Mito 9. Los profesionales sanitarios españoles son poco productivos. Falso. España 148 visita semanales por médico y 79 visitas semanales por enfermera versus UE-15 91 y 44, respectivamente La alta productividad de los sanitarios españoles está fuera de toda duda. Otra cosa es que muchas visitas resulten innecesarias o se hagan en condiciones difíciles. No es de extrañar porque el gobierno se gasta un duro en health literacy, educación sanitaria de la población como recomienda la UE. Ni siquiera ahora que se ha demostrado que una baja alfabetización para la salud se asocia a un aumento de la mortalidad en mayores de 50 años. ¡Vaya que ni por ésas! Mito 10. El PSOE legislaba (en sanidad) improvisadamente pero el PP lo hace de forma reflexiva. Falso. Si comparamos el RD Ley 8/2010 (PSOE) con 0 correcciones y el RD 16/2012 (decretazo recortes del PP) con 73 correcciones grave, queda claro que no es así sino al contrario. Y no puedo aceptar que decretar sin consenso y con faltas ortosintácticas, no sea grave aunque peor sea no haber hecho correcciones de fondo compatibles con la lógica y el sentir de nuestra sociedad. Mito 11. Los recortes no matarán a nadie. Falso. Por cada aumento de 80 € más al año se incrementaría probabilidad de muerte de poblaciones vulnerables en un 1%. Javier Segura del Pozo, un compañero blogger lo afirma en su excelente post, que es de lectura obligada. Si os leéis las 13 citas bibliográficas que utiliza veréis que es incontestable: no hay duda, la crisis no mata pero los recortes en cobertura social matarán parados, jubilados y otras personas en riesgo de exclusión social. Es lamentable comprobarlo pero la evidencia científica apunta hacia esa cruda realidad. ¡Ojalá que por una vez la ciencia se equivoque! Mito 12. No hay mito duodécimo. En mi libro encontraréis más si queréis. Es una pregunta tipo test que podéis contestar si os apetece. Ahí va: La principal causa de los recortes sanitarios es: (a) Una crisis esquizofrénica hiperaguda de algunos (b) La necesidad de quitarle el chocolate al loro (c) Una consecuencia de que es preferible la bolsa a la vida (d) Nada de lo anterior es cierto (e) Todo lo anterior es cierto. (Joan Carles March Cerdá, 29/05/2012)


Cómo no empeorar nuestro sistema sanitario:
Pregúntale a cualquier médico español qué es lo que va mal en el sistema nacional de salud y prepárate a estar bastante tiempo sentado escuchando una larga letanía de lamentos entre los que se incluyen la excesiva burocratización y politización de la sanidad publica, la externalización a proveedores privados de numerosos servicios hospitalarios públicos (como laboratorios de análisis clínicos y microbiológicos, técnicas radiológicas complejas, cirugía cardiaca), la repentina fuga de gestores de la sanidad pública para gestionar empresas privadas del sector sanitario, demasiadas quejas y reclamaciones de pacientes y familiares, largas listas de espera para una prueba diagnóstica o una intervención quirúrgica, dotación inadecuada de especialistas en muchos servicios y unidades de centros sanitarios, el envejecimiento de la plantilla de especialistas y la crisis que se ha iniciado en 2010 y que durará hasta el 2020 caracterizada por la falta de relevo generacional de grandes profesionales clínicos e investigadores que han prestigiado las instituciones sanitarias españolas en los últimos 20 años, la reducción de la plantilla de profesionales de enfermería, la fuga de especialistas y de excelentes profesionales de enfermería del sector público a un sector privado en alza, los sueldos más bajos de Europa, la sinrazón de cerrar a partir de las tres de la tarde la mayoría de los servicios que ofrecen los grandes hospitales públicos, el insuficiente diálogo entre la cúpula directiva y los profesionales sanitarios, el mantenimiento de estructuras organizativas antiguas. Pero las quejas y manifestaciones de descontento no parecen llevarnos a ninguna parte. Necesitamos soluciones inmediatas para evitar el deterioro galopante del sistema sanitario público que nació en respuesta a la consideración del derecho a la salud como uno de los derechos humanos fundamentales. El presupuesto sanitario español en relación a su producto interior bruto ya está muy por debajo de los países que están en nuestro mismo entorno económico. Si queremos una mejor salud para todos, es necesario y urgente elevar el presupuesto sanitario y mejorar su eficiencia para acercarnos más rápidamente y mejor a las necesidades de toda la población. Nuestro sistema nacional de salud está fragmentado pese a las grandes transformaciones que han tenido lugar en los últimos veinte años. Sigue existiendo desconexión entre los tres niveles de asistencia, con carencias fundamentales de comunicación entre la asistencia pública primaria (centros de salud) y la terciaria (grandes hospitales) y deficiencias en muchos rincones de España de centros sanitarios que cubran la asistencia pública secundaria (hospitales comarcales, atención domiciliaria, centros de diagnóstico) y centros geriátricos. El manejo apropiado del paciente es aquel que se organiza para prestar la atención que exactamente necesita en el nivel que necesita y en el momento que lo necesita, y no cuando estos cuidados sanitarios (sean preventivos, diagnósticos, o terapéuticos) puedan estar disponibles. Necesitamos implementar un sistema sanitario más integrador que conciba la asistencia como un sistema que gira en torno al paciente y no al revés. Cuanto más control tienen los pacientes sobre sus propios cuidados, mucho mejor. No hemos explorado suficiente el potencial de la educación sanitaria para enseñar a los pacientes a que sean sus propios cuidadores sanitarios. La mayoría de la población no tiene acceso a su información médica y es casi imposible disponer de datos para comparar lo que hace tu propio hospital o médico con lo que hacen otros. Algunos temen que si al paciente se le dan opciones, no sabría elegir sabiamente o demandaría demasiado. Estudios recientes en Canadá han demostrado que cuando en una población educada los pacientes comparten las decisiones con respecto a la cirugía, las intervenciones quirúrgicas disminuyen en más de un 20% y la satisfacción y el pronóstico mejoran. El uso apropiado de los sistemas modernos de información en la documentación médica permitiría unos cuidados más integrados haciendo que los pacientes se sientan mejor atendidos y evaluados a medida que cambia su situación personal y clínica en el tiempo. Las mismas ciencias que hacen que los aviones vuelen de forma segura y que continuamente reducen los costes y mejoran la fiabilidad de los ordenadores y los bienes de consumo pueden ayudar también al sistema público sanitario. Un diseño inteligente de asignación de cuidados, de flujos de procesos y procedimientos de seguridad hará de los hospitales y centros de salud lugares más seguros y eficientes, mejores, y menos caros. Es hora que todos aceptemos que “más cuidados no siempre significa “mejores cuidados”. Los pacientes van a preguntar cada vez más: “doctor, ¿está seguro que necesito esto? (Jesús Villar, 11/12/2012)


Comparación USA:
Ya llevo leídos dos artículos del señor Juan Ramón Rallo, y al terminar cada uno de ellos, cuando pude volver en mí, me llevó varios minutos recobrar la humedad normal de mis córneas y aflojar los músculos faciales que habían mantenido altas mis cejas. El primero acabó en mi pantalla gracias a alguien que me aseguró que no me lo podía perder, tal era el poder de persuasión de su pedagogía, que aquella vez trataba sobre la conveniencia de eliminar las puertas giratorias. Decía allí el doctor que la mejor forma de evitar dichas puertas giratorias era quitarles el poder a los políticos, llegando a esta conclusión mediante una serie de reflexiones que sigue más o menos la misma lógica que la que subyace en cortarle la cabeza a quien tenga jaqueca, o suprimir la propiedad privada porque se cometen robos. Quitémosles el poder a los políticos, vaciemos de contenido su mandato popular y así no se meterán en los líos en los que se meten. O, puestos a ir a por todas y ya que parece que por el momento no hay manera de librarse de ellos, sueño último viejoliberal, que los nombren los presidentes de las empresas (de las más grandes que, si no, es un jaleo). Venía a hacernos ver, para engorde del pasmo de los no devotos, lo molesto que es esto de la democracia, habida cuenta de lo bien que se vive sin el incordio de los votos, sin la serpiente estatal que arruinó la paz del Edén privado. Aún hoy se busca el respeto a sus lectores, pero cuentan que se le vio perdido en una puerta giratoria, dando una vuelta tras otra sin poder encontrar la salida. Con el segundo artículo tropecé (y caí) el pasado lunes. Esta vez el objeto de su docencia era la elección entre un modelo de hospitales públicos y otro de público-privados. Pronto dejaba claro que su opción preferida no sería ni una ni otra. «Defiendo una alternativa genuinamente privada: un mercado libre, transparente, abierto a la competencia y sin interferencias gubernamentales constituye el marco institucional óptimo para lograr tanto una mejora continuada de la calidad cuanto una reducción progresiva de los costes». La frase es de Juan Ramón Rallo (que me parta un), pero el pensamiento de fondo es el clásico según el cual, desde la atalaya ideológica del dogmatismo que cimenta la reiteración de una idea, lo gestionado desde lo privado es bueno, eficiente y razonable, mientras que lo gestionado desde lo público es malo, ineficiente e irracional. Vamos a ver primero algunos datos de costes, sacados todos de las Estadísticas Sanitarias Mundiales de 2014 (no he encontrado otros más recientes) de la Organización Mundial de la Salud y del estudio que publica la International Federation of Health Plans, formada por compañías relacionadas con la salud de veinticinco países. Comparamos Estados Unidos y España como modelos opuestos de gestión sanitaria: uno privado en líneas generales, y otro, público en líneas generales. – Gasto total en salud, porcentaje del PIB: Estados Unidos, 17,7. España, 9,3. – Gasto en salud per cápita (dólares): Estados Unidos, 8.467. España, 2.978. – Coste medio de un día de estancia hospitalaria en Estados Unidos (dólares): 5.220. En España, 424. Más costes: ¿te quieres quitar ese molesto apéndice inservible que se te ha infectado y hace que te retuerzas de dolor como si tuvieras que ver entera toda la sección de la pizarra de Juan Ramón Rallo en La Sexta Noche? Entonces prepara 15.930 dólares si vives en Estados Unidos, cantidad que pagará tu seguro privado a menos que seas alguna de esas 40 millones de personas que no tiene cobertura sanitaria en ese país, en cuyo caso ve pensando en cómo conseguir el dinero. Si eres español, tranquilo, no sólo estás cubierto porque así lo queremos la mayoría de los españoles, sino que el ineficiente Estado de Bienestar en el que vives, inconsciente parásito ibérico, ha conseguido que la misma operación básica tenga un coste de 2.003 dólares. ¿Qué me dices? ¿De verdad necesitas un bypass? Lo siento, American friend, pero el tema éste de seguir viviendo te costará, a ti o a tu seguro privado, más de 78.000 dólares de media. Amigo español, enhorabuena: en tu caso no llegará a 15.000. Ésta debe de ser la llamada eficiencia del libre mercado. O quizá ésta: el precio del medicamento de la hepatitis C, en Estados Unidos, es de unos 32.000 dólares. En España, 18.000. ¿Necesitas Avastin, un medicamento indicado para distintos tipos de cáncer? Entonces, paga 4.000 dólares si estás dentro del libre sistema americano, o 1.500 si eres una víctima del sistema extractor de España. ¿Tendrá algo que ver que un Estado como el español, que representa a 46 millones de personas, tenga un poder de negociación con las farmacéuticas mucho mayor que el que tienen en Estados Unidos aseguradora a aseguradora? Bueno, vale, gastan más, mucho más. El mismo servicio es más caro. Mucho más caro. Pero es que tener un sistema mucho más eficiente y de mayor calidad gracias a la competencia y la ausencia de interferencias del Estado no sale barato. Sólo faltaría. Dejando de lado que haya o no cobertura universal, que eso es una minucia que se acepta como daño colateral de la impagable sensación de libertad individual, ahí están los datos (algunos), esta vez de resultados: – Esperanza de vida al nacer: Estados Unidos, 79. España, 82. – Médicos por cada 10.000 habitantes: Estados Unidos, 24,5. España, 37. – Camas hospitalarias por cada 10.000 habitantes: Estados Unidos, 29. España, 31. – Tasa de mortalidad infantil en menores de 5 años (por cada mil niños): Estados Unidos, 7. España, 5. – Tasa de mortalidad materna (por cada 100.000 nacidos): Estados Unidos, 28. España, 4. Cuánto más evidente sería esta diferencia de resultados si se lograra que todas las empresas pagaran los impuestos que deberían de acuerdo al principio de progresividad que me ha parecido leer en alguna Constitución, y si además se eliminara el fraude fiscal, es un dato que no he podido encontrar. ¿Dónde están en la práctica los beneficios que proclama la teoría hegemónica de la libre competencia y la privatización? ¿Por qué cuando se habla de sanidad se les olvida a sus partidarios que conseguir peores resultados con una inversión mayor es exactamente lo contrario de lo que ellos pretenden defender? Quizá la pregunta sea otra: ¿para quiénes es mejor un sistema privado? Allí al fondo levantan la mano aseguradoras y farmacéuticas. Por favor, señores liberales de lo económico, dejen en paz la sanidad. Si no es por motivos éticos y humanos, que está visto que son criterios que no merecen su atención, juguemos en su campo y háganlo por los estadísticos. Fíjense en la realidad. Dejen de ignorar los datos y de repetir ideas falsas encaminadas al recorte de derechos y de bienes públicos a los que como país queremos seguir accediendo, sin renunciar a mejorarlos entre todos, y de los que estamos orgullosos. El epílogo del artículo dice que «la sanidad es demasiado importante como para dejarla en manos de la demagogia política». Ojalá a todos nos lo pareciera como para no dejarla tampoco en manos de la demagogia económica. (Javier González Caballero, 03/06/2017)


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