Concentración de riqueza             

 

Creciente concentración de riqueza:
[Desigualdades y explotación:] En la mayoría de países de ambos lados del Atlántico norte no existe plena conciencia entre la población de la extraordinaria concentración de riqueza existente en estos países, resultado de la aplicación de políticas neoliberales por parte de sus gobiernos en los últimos 30 años. La desregulación de los mercados, incluyendo los financieros (que ha significado que las rentas superiores de tales sociedades y sus instituciones financieras no tengan limitaciones en sus comportamientos especulativos) y los laborales (forzando una disminución de los salarios y de la protección social, lo que conlleva un descenso de las rentas del trabajo con el consiguiente aumento de las rentas del capital, del cual derivan sus rentas los sectores más pudientes de la sociedad), así como las bajadas de impuestos (que han beneficiado predominantemente a tales sectores más pudientes), han facilitado una concentración de las rentas y de la propiedad que ha alcanzado un nivel que no se había visto desde principios del siglo XX, y que afecta negativamente la vida económica y política de tales países.


En EE.UU., el investigador que ha estudiado más este fenómeno es el profesor George William Domhoff, que ha documentado cómo en aquel país el 1% de la población (los superricos) posee el 43% de todos los activos financieros, es decir, acciones (38%), valores (60%) y participaciones (62%). En realidad, si añadimos los ricos a los superricos, vemos entonces que el 10% de la población posee el 90% de tales activos y más del 80% de las propiedades inmobiliarias (excepto la vivienda habitual de los propietarios). Un indicador de esta concentración de la riqueza y de las rentas que de ella derivan es el enorme crecimiento del consumo de lujo. Las ventas de la versión más cara del automóvil Mercedes-Benz y Cadillac en EE.UU. y Porsche en Europa han alcanzado niveles nunca vistos antes. Mientras, las rentas del trabajo han ido disminuyendo en ambos lados del Atlántico como porcentaje de las rentas totales del país y, paralelamente, la pobreza ha ido aumentando.


El incremento en la polarización de la sociedad no está pasando desapercibida. Pero la población no es plenamente consciente del elevado grado de concentración de la riqueza. Así, cuando el canal de televisión público de EE.UU. (PBS) emitió el documental Land of the Free, Home of the Poor (16-08-11) mostrando la enorme disparidad de la propiedad, hubo una sorpresa generalizada. Según una encuesta entre una muestra representativa de la población estadounidense, el 90% creía que el 20% de la población (los superricos, los ricos y los grupos de profesionales de renta alta) poseía el 60% de la riqueza de aquel país. La concentración de la riqueza, sin embargo, es mucho más acentuada de lo que la población asume: el 10% (ricos y superricos) tiene más del 90% de la riqueza. Un tanto semejante ocurre en España.


La justificación de las políticas públicas neoliberales que favorecen a los superricos y ricos es que ellos son los que invierten y crean riqueza y empleo. Ahora bien, como señala acertadamente el economista de la Universidad de Cambridge Ha-Joon Chang en su libro 23 things they don’t tell you about capitalism, el nivel de riqueza y bienestar de un país no depende de la concentración de la riqueza, sino de cómo se utiliza esta. Cuando son los propios ricos y superricos los que deciden primordialmente cómo se utiliza la riqueza, la sociedad tiene problemas graves. El superrico y rico invierte, no para crear empleo, sino para conseguir más dinero. Y como puede sacar más dinero de las actividades especulativas (que no crean empleo) que de las inversiones productivas (la economía real que produce bienes y servicios), resulta que se crea muy poco empleo. De ahí que Ha-Joon Chang señale que quien debe guiar la utilización de tal riqueza, evitando sus usos no sociales, es la ciudadanía a través del Estado. Y la prueba de ello es evidente. Cuando el capital estuvo altamente regulado (1945-1980) y las diferencias de renta y riqueza entre las clases sociales eran mucho menores que ahora, resultado de políticas redistributivas realizadas por los estados, la riqueza global y el bienestar social crecieron mucho más rápidamente que durante el período neoliberal (1980-2011) cuando el capital, y muy en especial el financiero, pudo hacer lo que quiso. La Gran Recesión es resultado de ello. Esta concentración a favor de una minoría –los ricos y superricos– se hace a costa de la mayoría, tal como muestran los siguientes hechos: las rentas del capital han aumentado a costa de la reducción de las rentas del trabajo; los recortes de impuestos que han beneficiado primordialmente a los ricos y superricos han supuesto reducciones muy notables de los servicios públicos del Estado del bienestar tales como sanidad, educación y otros servicios utilizados por las clases populares; su enorme influencia sobre los estados y sobre las instituciones internacionales (como el FMI, el Banco Mundial, la Comisión Europea, el BCE y la OCDE) explica también que se estén imponiendo políticas que, favoreciendo sus intereses, están dañando enormemente el bienestar de la población, reduciendo derechos sociales y laborales; y su influencia sobre los estados explica también las enormes ventajas fiscales y ayudas públicas que reciben de los estados (como el rescate de los bancos realizado con dinero público), a la vez que se oponen al aumento del gasto público, incluyendo el gasto público social, que beneficia a las clases populares.

En otras palabras, tales sectores pudientes (que representan minorías muy reducidas de la población) viven mejor a costa de que otros, la mayoría, vivan peor. Esta es la definición de lo que se llama explotación. Así de claro. (Vicenç Navarro, 26/10/2011)



Asunto para indignarse:
Los ricos, aún más ricos; los pobres aún más pobres». Éste fue un reciente titular del periódico francés La Dépêche. Es la herencia del nuevo presidente francés, François Hollande. El diario se hacía eco del resultado de una encuesta según la cual el 20% de los franceses más pobres ha visto reducidos sus ingresos entre 1990 y 2010, y el 20% de los más ricos ha aumentado los suyos. Pero no hay nada excepcional en el caso de Francia, una nación que hoy tiene 2,6 millones de desempleados. Cifras similares del incremento de la pobreza se dan en cualquier país occidental. En España también, los banqueros, los burócratas y los políticos se han hecho más ricos mientras el conjunto del país se ha empobrecido. Los años del Gobierno socialista fueron excepcionalmente buenos para que algunos se enriquecieran mientras la pobreza aumentaba a su alrededor. Ejemplos como el de ese amigo blindado del ex presidente que disfrutaba de un miserable salario anual de 100.000 euros y que ahora reclama una indemnización de 400.000 porque fue despedido de su trabajo, son evidencias elocuentes de que hay oportunidades de lucro en tiempos de miseria. Todo el mundo asume que estamos en una época de crisis, que el desempleo es alto, que millones de familias no tienen ingresos y que la pobreza es lo que predomina. Los trabajadores pierden sus hogares, no pueden comprar comida y tienen que vivir de la caridad. Ese parece, al menos, el tema dominante. Pero, por supuesto, es sólo una cara de la verdad. La otra no menos impactante es la de los ricos. Un informe sobre la desigualdad de ingresos en Europa, publicado por la OCDE hace semanas, dice explícitamente: «En las tres décadas anteriores a la reciente recesión económica, la diferencia en salarios se ha ampliado y ha aumentado la desigualdad de los ingresos familiares en una gran mayoría de países de la OCDE. Esto ocurrió incluso cuando los países pasaban por un periodo de economía sostenida y crecimiento del empleo». La forma más terrible para evaluar esta brecha es simplemente mirando las estadísticas, en especial las de los sueldos y pensiones de los altos ejecutivos. Desde la gran crisis de la banca en Estados Unidos, la atención del público se ha fijado en los números. A principios de este año surgió la noticia de que Francisco Luzón, un ejecutivo del Banco Santander, se jubiló con una pensión de 56 millones de euros. Dado que de media un español percibe una pensión de unos 800 euros al mes, cabe preguntarse qué ha hecho el dichoso banquero para ganar casi cinco millones de euros al mes como pensión. Por supuesto, uno también tiene que tener en cuenta que la remuneración anual de Luzón en 2011 fue de 14 millones mensuales. Y hay otros en el banco que ganan mucho más que él. ¿Quién dice que hay pobreza en España? ¡Ciertamente no entre los banqueros! Es el caso de la ex directora de la Caja del Mediterráneo que tenía un sueldo anual de 600.000 euros y blindó en su finiquito una pensión de por vida de 370.000 euros al año. Como ella, otros cinco altos cargos de la CAM se jubilaron anticipadamente con ingresos millonarios. Asimismo, el escándalo en NovaCaixaGalicia, donde cuatro de los directores se otorgaron sumas millonarias en pagos, provocó la indignación pública. ¿Y pensamos que España es un país pobre, con la mayor tasa de desempleo en el mundo occidental y el mayor número de casas abandonadas? Olvídenlo. El número de nuevos ricos en España sigue creciendo pese a la crisis. El de personas con lo que se considera ingresos muy altos en España crece por miles cada año. En la actualidad, hay casi 150.000 millonarios en España, según un informe de Merril Lynch. Un funcionario de la empresa explicó que esta tasa de crecimiento en un país como España aparentemente pobre era «el doble que la de Alemania y superaba la de Italia y el Reino Unido». ¡Y el fenómeno es mundial! En el Reino Unido, la Rich List anual del Sunday Times dice que las personas más ricas de Gran Bretaña han desafiado la recesión para hacerse todavía más ricos a lo largo del año pasado. Ellos, dice el periódico, aumentaron su riqueza en un 5%. Los top 1.000 de la lista ahora tienen una riqueza combinada de cifras tan altas como para superar al total de la deuda pública de varios países. De las 10 personas más ricas del país hoy, dos son indios y dos rusos. ¿Y qué decir del país más rico del mundo (que, por cierto, tiene un sorprendente nivel de pobreza)? En Estados Unidos, según dos economistas franceses que estudiaron las declaraciones de Hacienda del país, los súper ricos se hicieron más ricos y más rápidamente que los meramente ricos. En 2010, más de un tercio del aumento de los ingresos fue al top 0,01% de los contribuyentes, un total de unos 15.000 hogares con un promedio de ingresos de 20 millones de euros cada uno. Estos pocos afortunados vieron sus ingresos aumentar en casi una cuarta parte. Por el contrario, el 99% de los contribuyentes recibió un aumento microscópico de 60 euros por persona en 2010. Y retomemos el tema de las pensiones. The Wall Street Journal informa que el año pasado más de 200 ejecutivos vieron aumentar sus pensiones por encima del 50%. Por ejemplo, el jefe de la compañía farmacéutica Merck & Co. recibió una pensión de 20 millones de euros; el jefe de la petrolera Conoco recibió 65 millones de euros; y el jefe de Exxon Mobil recibió una pensión de 25 millones de euros. De todos estos datos, es evidente que no necesitamos preocuparnos por el aumento de la pobreza. ¿Por qué preocuparse por los pobres, los desamparados y los desempleados? Nuestra economía se basa en los banqueros y los políticos. No es sorprendente que el movimiento Occupy en Estados Unidos y movimientos de protesta similares en otros lugares (como el de los indignados en España) hayan optado por centrar su protesta sobre estas personas, como símbolos de una filosofía social que no sólo es inhumana sino que socava la propia humanidad. (Henry Kamen, 15/05/2012)


Oposición de partidos progresistas:
Conoce a tu adversario y conócete a ti mismo, y en cien enfrentamientos, nunca saldrás derrotado. Si no sabes cómo es y cómo piensa tu adversario, por mucho que te conozcas a ti mismo, tus oportunidades de ganar o perder son las mismas. Lo anterior hace referencia a una parte del famoso escrito de Sun Tzu. Aun manido y manoseado, es un texto que hoy todavía inspira a grandes estrategas. Aplicado tanto en la política como en la empresa. Esto es, en todas las versiones modernas de la guerra. Sería un error pensar que el capitalismo europeo representado por la troika tiene un plan. Pero ni siquiera a medio plazo. Y la razón no es que Merkel no tenga tiempo de pensar. Las acciones y medidas tomadas por la troika se explican más como una respuesta a las necesidades de poner remiendos a un sistema económico que está pasando por serios apuros. Además de dar esa ‘confianza’ que piden los poderes económicos para mantener sus inversiones. Parches sin planes. Y gestos que permitan mantener el escueto guión: inversión a cambio de austeridad. No es nada personal, son negocios. Pongámonos en el caso en el que un conductor debe enfrentarse a una desconocida carretera de montaña con curvas sinuosas y grandes precipicios. En el momento de afrontarlo podría plantearse muchas cosas, pero realmente todo lo que podría hacer sería poner medidas preventivas. Lo único que garantiza poder acometer de la mejor forma posible el paso por esa carretera y responder a los imprevistos es tener el control del volante. En el caso del apurado conductor, como en cualquier situación de riesgo en la que no conoces los problemas que puedes encontrarte, la única posibilidad de éxito es hacerte con el control. No puedes elaborar un plan, porque no puede haber plan. Es bastante sencillo. No pueden perder el control del volante. Estamos enfrentando la crisis de un sistema económico agotado. Y los conductores van tomando decisiones para ver si consiguen frenar la descomposición. Mientras sucede y somos tratados como víctimas-espectadores, esconden el drama de millones de ciudadanos detrás de un falso relato de recuperación económica. Conclusión rápida: los que están detrás de esto no se sacaron el carnet a la primera. Tener el control, para la troika, es sinónimo de conservar el poder político mediante los dos obedientes partidos del régimen. A través de la Gran Coalición, que ya opera desde hace años, es posible seguir implementando sin oposición ninguna algunos ‘ajustes para garantizar la estabilidad’. Políticas de ajuste que se resumen en empobrecer a las familias y sacar del circuito a miles de personas para darles la categoría de excluidos. Y es que esta es la clave para entender lo que piensa nuestro adversario. A los banqueros del centro de Europa hace tiempo que España les quita el sueño. Podemos como fuerza política latente. Que late. Que puede desbordar las previsiones. Porque está muy viva. Los machacados y humillados son los llamados a construir un nuevo país. Y la posibilidad de ganar las elecciones generales es real. Así nos percibe nuestro adversario. Un resultado electoral que frene a la Gran Coalición, la que ha perdido 8,4 millones de votos desde 2008, sería nuestra primera batalla ganada. Es ganar. El resultado necesario es romper el bipartidismo. Que no nos cueste aprender lo que tanto teme nuestro adversario. Hay que aprender a ganar. (Juan Manuel Del Olmo, 06/09/2015)


Elusión de impuestos:
Gracias al caso Urdangarin descubrimos que no era cierto eso que nos contaron durante décadas sobre cómo, en España, la monarquía ya no vivía rodeada por aquella corte de los milagros que saqueaba las arcas públicas en nombre del Rey. Hoy, gracias a los papeles de la Castellana y de Panamá, podemos verificar que continúa criando familia con cuentas en Suiza; como en los buenos tiempos de sus abuelos y bisabuelos. En España reinar resulta cómodo pero es mal sitio para tener el dinero. Uno de los datos más escandalosos de los Papeles de la Castellana se cifra en la cantidad ridícula que los Borbones han debido satisfacer para regularizar sus millones alpinos: menos de un 2%. Legalizaron más de cuatro millones de euros pagando apenas 73.437 euros en impuestos. Se sitúan incluso por debajo de la indignante media de una amnistía que ha recaudado apenas un 3% de los más de cuarenta mil de millones de euros teóricamente aflorados. Nos escandalizamos porque queremos. Cifras y porcentajes similares se repiten año tras año a lo largo de los ejercicios fiscales regulares. No hace falta una amnistía para que sea fiesta en esa paraíso fiscal llamado España. Las empresas del IBEX que debería cotizar a un treinta en el impuesto de sociedades han acabado pagando menos de un 10%. La misma banca que no ha dejado de ganar dinero ni un solo año desde que comenzó la crisis apenas cotiza a un 15% de media. De acuerdo con datos de la propia Hacienda, los trabajadores por cuenta ajena y los pensionistas declaran de media unos ingresos anuales de 19.500 euros. Prácticamente el doble de cuanto declaran de media los llamados profesionales liberales (8.000 euros). Las sucesivas reformas fiscales efectuadas en España con la excusa de la crisis y en nombre de la clase media han devuelto ocho veces más renta a las rentas más altas que a las más bajas. Cuando se suben los impuestos lo pagan las rentas del trabajo y el consumo. Cuando se bajan, hacen fiesta las rentas de capital y los propietarios de la riqueza. Ya podemos hacerlo oficial. La amnistía fiscal de Cristóbal Montoro y Mariano Rajoy constituye otro éxito incontestable y apabullante en el derribo de nuestro raquítico sistema fiscal. A estas alturas ya no debe quedar noble, medio noble, casi empresario o militante del Partido Popular con cuentas en el extranjero o dinero negro que no lo haya regularizado en condiciones aún mas ventajosas de las que ya se les ofrecen como norma en un ejercicio normal. Las evidencias no pueden acumularse de manera más abrumadora: en España pagar impuestos es cosa de pobres. (Antón Losada, 08/06/2016)


Paraísos:
Los llamados “Papeles de Panamá” se suman a la lista Falciani, Luxleaks o la filtración de Wikileaks. Unas revelaciones que han vuelto a escandalizar a la opinión pública al poner de manifiesto cómo las grandes fortunas, políticos y/o empresarios siguen utilizando los paraísos fiscales para evadir sus obligaciones tributarias o para blanquear dinero negro. El impacto mediático y social del escándalo de los Papeles de Panamá ha obligado a las autoridades a constituir una comisión de investigación parlamentaria para poder ofrecer información adicional y concreta, de un fenómeno que, por desgracia, convive con nosotros desde hace tiempo y que forma parte sistémica de los fundamentos del capitalismo líquido de nuestra época. En el ecuador del mandato de esta comisión de investigación de los Papeles de Panamá, conviene señalar que muchas de estas comisiones se abren para “hacer como que se investiga”. Nosotros lo venimos denunciando a lo largo de estos meses, de los más de 11 millones de documentos filtrados, a bien pocos se nos está facilitando el acceso, dada la clasificación secretista que se les confiere a la mayoría de los papeles sensibles, y la dificultad de acceso que se brinda a diputados y a nuestros equipos de asesores. A esto se suma la falta de voluntad política de la Comisión que antepone numerosas restricciones limitando las atribuciones del parlamento. Además los periodistas que disponen de esta información podrían ser denunciados, si filtran algo que perjudique a personas o empresas específicas. Algo que se resolvería si hubiese realmente una legislación europea que permitiera la protección para los whistleblowers (denunciantes) a día de hoy inexistente. De hecho, las instituciones europeas parecen más preocupadas no por la magnitud del fraude fiscal revelado, sino más bien porque los nombres de los evasores se hagan públicos. Conocer la realidad se hace a fuerza de comprobar sus resistencias. Esas resistencias se han presentado no sólo como distracciones burocráticas y secretistas. Sobre todo han cobrado forma de partido de ping-pong, donde unos y otros se escabullen de su responsabilidad apelando a su “incompetencia legal”, pasando la pelota de uno a otro. Muchos argumentan que la UE no tiene la regulación ni los medios apropiados, y la UE dice que cuenta con la regulación apropiada y que algunos Estados Miembros no la aplican, y los Estados Miembros involucrados señalan que ellos tan sólo juegan con la regla universalizada en el capitalismo global que hace de la competitividad fiscal una posible ventaja comparativa. Cabe decir que no es cierto que las regulaciones europeas sean las adecuadas. Aunque nos tememos que sí es cierto que muchos Estados Miembros no aplican ni siquiera los mínimos recomendados. Y aun así esto no encierra toda la verdad. Como ejemplo de esta situación nuestra pregunta a los representantes del BCE sobre el papel de los bancos europeos y el sistema de supervisión bancaria del BCE en los “Panama Papers”. Nos contestó por escrito Danièle Nouy, presidenta del Consejo Supervisor del BCE. En un ejercicio de decir quién es responsable de qué, nos decía que, no son ellos, sino las autoridades nacionales las que son competentes a la hora de controlar la evasión fiscal y el blanqueo de capitales. Los gobiernos acostumbran a escudarse en las “reglas de Bruselas o, cuando conviene, las de Frankfurt” para hacer las cosas como las hacen (sutil manera en la que las oligarquías conciertan sus políticas). Lo sorprendente aquí es que reconociendo la gravedad de los hechos, pues se asume que hay prácticas ilegales, como el blanqueo de capitales, de las que el sistema bancario es actor necesario, dice no poder actuar. A pesar de que al mismo tiempo admite que dispone de instrumentos para su supervisión y actuación, mediante la “confiscación de activos, acciones penales contra empleados de las entidades supervisadas y multas”. Mientras desde las instituciones europeas se piden esfuerzos a los pueblos, se recortan nuestros derechos y se practica una política austeritaria para “salir” de la crisis; las grandes fortunas, gracias al entramado mundial de paraísos fiscales, siguen concentrando cada vez mayor poder y riqueza. Desde el inicio de la crisis la desigualdad no ha parado de crecer en el mundo, hasta tal punto que, como indica el informe de Oxfam Intermón, el 1% más rico de la población mundial posee más riqueza que el 99% restante de las personas del planeta. El capital circula como el agua y las regulaciones equivaldrían a algo así como la arquitectura de una piscina. No resulta admisible que nos digan que el fondo está en general bien cimentado. Basta con un pequeño agujero para que, dicha excepción, se convierta en norma de escapatoria del agua. El agua se irá toda por ahí si el fondo es plano. Eso es precisamente lo que sucede con la arquitectura fiscal para el capital. Ahora bien, en el contexto de que el capitalismo necesita y emplea el Estado para ordenar la economía y la sociedad, los sistemas fiscales siguen requiriendo ingresos. Para eso, la renta recibe un tratamiento, cuanto menos, dual, como la luz en tanto que onda-corpúsculo. Por un lado, cuando la renta procede de actividades productivas del mundo del trabajo o de la generación de valor de pequeños productores, lo tiene francamente difícil para escapar al fisco y, entonces, adopta la forma de corpúsculo. Pero cuando los ingresos proceden de rentas financieras o como beneficios extraídos a los productores o trabajadores, se comporta como el agua. En suma, el dinero sólo se hace capital, y entonces líquido, u onda siguiendo la metáfora cuántica, cuando se agrupa en grandes cantidades. Esto sólo está al alcance de grandes corporaciones y grandes fortunas. Y, entonces sí, no sólo se encuentra en el camino un sinfín de rendijas por las que fugarse, sino con una diversidad de servicios estructurados de optimización fiscal, numerosos actores intermediarios que hacen negocio, y una variedad importante de mercados con su propia área de influencia geoestratégica.

Mercado mundial de Guaridas Fiscales:
Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, más del 30% de la inversión mundial en 2015 se realizó a través de paraísos fiscales o centros de inversión extraterritoriales. Stiglitz afirmó el pasado día 16 de Noviembre en el Parlamento Europeo que presenciamos un régimen fiscal global injusto y detrás de los paraísos fiscales se abre un sector que se basa en el secretismo para crear una “economía global en la sombra”. Así, las rendijas, en la práctica, dan paso a canales que se dirigen al mercado internacional de “paraísos fiscales”, con puerta de entrada, grandes potencias o áreas de países que los amparan, y facilitadores concretos. En 2010, Tax Justice Network estimaba que entre 21 y 39 billones de dólares se encontraban en forma de activo financiero en un total de 80 jurisdicciones fiscales off-shore, cifra que, por supuesto no ha dejado de crecer. Grandes bancos privados transnacionales, consultores jurídicos y fiscales, directores de paja y entidades pantalla, como las fundaciones y fideicomisos, que ofrecen servicios de optimización fiscal, bajo la más estricta confidencialidad, a cambio de un porcentaje y un pacto de silencio mutuo. Según Intermón Oxfam, las entidades financieras ostentan un papel destacado no solo como ayudantes para crear sociedades pantalla, sino como principales benefactoras de la creación de filiales en estos territorios off shore. Esas tramas cuentan con polos o alianzas geoestratégicas de gobiernos cómplices que amparan dichas prácticas con subterfugios o vacíos legales tolerados, que se refuerzan con situaciones de descoordinación o competencia regulatoria “a la baja” entre países, o, en su defecto cuando sí hay cierta armonización, una ausencia de organismos de control o inspección para hacer cumplir la ley. Cuando los hay, operan con pocos o inadecuados recursos, con objetivos secundarios que procuran distraer o legitimar prácticas detestables, o trabajan con poderes limitados con el efecto evidente de dejar hacer. Estas estructuras ya no son meros vacíos, sino estructuras sólidas que operan en el margen de la ley, cuyo origen está en el beneficiario o propietario real del capital, sigue con los gestores financieros de la gran banca en la sombra, continua con los diferentes gabinetes hasta llegar a las jurisdicciones fiscales finales. Ahora bien, hay diferentes mercados a los que se puede llegar. De hecho, los polos de generación de esas tramas se originan en diferentes áreas de mercado de capitales, que pueden tener amparo sea en el polo asiático, europeo, británico –que cuenta con las dependencias de la corona- o americano, si bien, siendo estos los principales, la clasificación está por definir. En suma, no sólo hay una trama para favorecer estos canales offshore, sino que también estas estructuras offshore compiten entre sí. Nikolas Stolpkin, en Abril de 2016, advertía que la filtración de los Papeles de Panamá vertía “información [que] fue obtenida de una fuente anónima, (…) [publicada] por el diario alemán Sueddeutsche Zeitung y que, para procesar tamaña cantidad de información, fue compartida benévolamente con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (International Consortium of Investigative Journalists – ICIJ), creada en 1997 por iniciativa del Center for Public Integrity, [financiada por] Rockefeller Brothers Fund, Rockefeller Family Fund, Open Society Foundations, Ford Foundation, Carnegie Corporation of New York, etc.”. Esto es, instituciones ligadas a George Soros y la CIA, especialmente. Según Stolpkin, el propósito podría poner en dificultades políticas a algunos adversarios de EEUU, pero, fundamentalmente, de lo que se trataba era de señalar que hay algunos destinos inseguros en el mercado mundial de paraísos fiscales, para propiciar, una vez que EEUU no quiere acatar ni siquiera las mínimas normas de intercambio de información planteadas por la OCDE (CRS o Norma de Información Común), que los capitales afluyan a los propios paraísos fiscales de la superpotencia norteamericana.

Problemas de regulación internacional y, por supuesto, europea:
Más allá de la competencia de estructuras de negocios offshore, en la que EEUU y Reino Unido operan con un mayor abuso si cabe que otros, participando en una comisión parlamentaria de la UE, no sería admisible distraerse de nuestros propios paraísos fiscales. La UE cuenta con sus propias estructuras offshore y un entramado regulatorio cuyos desniveles, permisividades, y estímulos en la sombra potencian este privilegio que de facto beneficia sólo a los grandes capitales, rentistas y familias más ricas, en perjuicio de las mayorías productivas. En 2015, Antonio Fuertes Esteban, de ATTAC, señalaba que “La Unión Europea se ha construido como espacio financiero sin fronteras y sin autoridad reguladora como tal, por lo tanto descontrolado“, sorprendiendo que el BCE no tenga ni competencias para actuar en la materia. Así, la UE “permite a 3 paraísos fiscales en su seno y no regula su relación con los otros 7 territorios paraísos fiscales del espacio económico europeo, manteniendo con ellos acuerdos económicos y comerciales preferenciales mientras que estos compiten deslealmente con los demás países de la UE.“ Los países apenas desarrollan registros que identifiquen debidamente a los beneficiarios reales, facilitando su anonimato o contando con “testaferros”. De existir esos registros, se carece de una coordinación internacional que permita el intercambio adecuado de información. Al amparo de este tolerado funcionamiento en la sombra, nos encontramos operaciones más oscuras. Se trata del lavado de dinero, el narcotráfico y el terrorismo. Nos llama la atención que los poderes públicos no hayan tenido gran problema para seguir la pista de terroristas, pero no empleen sus instrumentos para acabar con estas prácticas e identificar a los responsables, culpables y cómplices necesarios de los mecanismos globales de evasión fiscal. Por otro lado, más allá de los propios paraísos presentes en Suiza y el Espacio Económico Europeo (Luxemburgo, Mónaco, Gibraltar, Andorra, etc…), también hay Estados Miembros que encajan en la figura de “semiparaíso fiscal” como son, por ejemplo, los casos de Holanda, Irlanda o Bélgica, y son consecuencias y beneficiarios de la devaluación fiscal que como estrategia se sostiene en el marco del Espacio Económico Europeo. Un informe de Intermón Oxfam, observaba que el 66% de la inversión extranjera en España, en 2015, llegaba desde paraísos fiscales, algo propiciado porque los beneficios obtenidos fuera apenas están obligados a tributar. Asimismo, las empresas del IBEX-35 contaban con 891 filiales en paraísos fiscales ya en 2014, destacando el Banco de Santander entre las empresas españolas, con 235 filiales.

¿Y qué se puede hacer?:
Numerosas organizaciones internacionales y economistas nada acusables de revolucionarios, como Joseph Stiglitz, ponen el acento en desarrollar standards internacionales para mejorar la cooperación e intercambio de información entre autoridades nacionales, identificando a los auténticos beneficiarios de las tramas offshore mediante registros públicos. También se propone que se supervise a los múltiples intermediarios, o que se modifique la regulación de las entidades fiduciarias que no están obligadas a declarar a los beneficiarios reales (los que aportan fondos a las mismas, cuando lo hacen en un porcentaje inferior al 25%) así como establecer medidas para la protección de los denunciantes (whistleblowers). Esta es la retahíla de medidas al uso que se proponen en los medios convencionales que, siendo necesarias, sin duda, resultan aún con todo insuficientes. Para nosotros resulta crucial ir a la raíz de los problemas. En primer lugar, aislando a los paraísos fiscales y sancionando a quienes operan en ellos, investigando a la gran banca y los intermediarios cómplices que aprovechan el secreto bancario –que habría eliminar-, no siguen prácticas normativizadas de diligencia debida y hacen de la evasión fiscal un negocio. Además, es necesario establecer de forma coordinada sanciones comerciales a los países que operan como paraíso fiscal, empezando por Luxemburgo y Suiza. Con una alianza de países del sur de Europa, sería suficiente para obligar a estos países a abandonar el secreto bancario, ya que las pérdidas que resultarían serían menores a las derivadas de las sanciones comerciales. En segundo lugar, es indispensable avanzar hacia un catastro mundial de títulos financieros, como condición necesaria para poder ejercer una fiscalidad real. Además, sería necesario establecer un impuesto de sociedades internacional que evite las prácticas de erosión de la base fiscal y transferencia de precios. Por último, todas estas iniciativas deben conjugarse en el camino hacia un modelo internacional en el que se armonice la fiscalidad internacional, aspirando a una reforma fiscal progresiva favorable a las clases populares. Más concretamente, además, parece imprescindible desarrollar y aplicar una normativa contable homogénea que obligue a las empresas multinacionales a presentar información económica relevante estructurada por su base de negocio y de actividad real por país, para tributar en cada territorio en base a la presencia de personal, capital físico y facturación efectiva extraídos en el mismo, evitando el abuso a los precios de transferencia. Por último, queremos recordar que hay diferentes actores sociales y políticos que siguen combatiendo contra este tipo de prácticas. Queremos destacar el ejemplo innovador de Ecuador en la última consulta realizada recientemente sobre paraísos fiscales. También mencionar que la lucha sigue, y que ya tenemos una nueva convocatoria impulsada por el Foro Social Mundial para el día 3 de abril como Día Global de Acción Contra los Paraísos Fiscales a la que invitamos a trabajar para que sea un éxito ayudando a concienciar a la ciudadanía de lo importante de movilizarse contra este capitalismo liquido, porque su botin es nuestra miseria. (Miguel Urban, 29/04/2017)


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