Chiapas             

 

Vázquez Montalbán: Artículos sobre Chiapas:
La teología neoliberal (1994):
En tiempos de hegemonía universal casi absoluta, la derecha ultraliberal saborea el manjar de un sectarismo difícil de contestar, porque parte del potencial de la derecha realmente existente se debe a que monopoliza el cupo de gurus homologados en la nómina de Las Sagradas Escrituras, SL; supervivientes a la muerte de los profetas, avalados por un respaldo de medios de comunicación a veces sonrojante, como cuando parece necesario dedicarle páginas y páginas a Octavio Paz en acto de desagravio por haber sido ¡cuestionado! Dos hechos distintos y distantes, el atentado de Tijuana contra el tapado del PRI y la victoria electoral de Berlusconi, el tapado de Craxi, han puesto en movimiento el circo dogmático neoliberal. El atentado de Tijuana, dicen, es consecuencia de la mitificación de la violencia justiciera experimentada con la revuelta zapatista de Chiapas. Se empieza exaltando la razón de una protesta armada y se termina perpetrando magnicidios, como si la cultura de la violencia presente en la vida política y social mexicana hubiera necesitado de la revuelta zapatista para salir de la nada o del limbo. La violencia armada caciquil, el juego sucio represivo de la policía pública, el juego truculento a cargo de los fondos reservados a la mexicana, las policías paralelas, son vicios presentes en México, como razón sine qua non del equilibrio político posrevolucionario conducido por el PRI. La memoria de los teólogos del neoliberalismo suele ser corta, ahora empieza en Chiapas y termina en Tijuana, lógica consecuencia de un ejercicio de automutilización de toda memoria que no explica el presente necesario... ¿El presente innecesario a quién sirve sino a los desestabilizadores que en referencia a la memoria o a un futuro diferente cuestionan la fatalidad del presente? La verbalidad prepotente de los gurus alcanza bajuras de logomaquia, encerrados en el círculo de que la democracia formal no lo arregla todo, pero no estropea nada y en cambio las situaciones totalitarias no arreglan nada y se limitan a aplazar el estallido de los problemas convertidos en metralla, en añicos de problemas más difíciles de solucionar que los problemas originales. No hablo pues desde la nostalgia de un desorden universal metabolizado, sino desde la necesidad de desvelar las claves del nuevo desorden, que no pasan por los residuos de la perversidad histórica revolucionaria, sino por las intocadas impotencias contrarrevolucionarias para acabar con la rabia una vez muertos los perros. Ya testimoniado mi auto de fe en la democracia formal, quiero resaltar esta nueva irracionalidad que en nombre de la razón pragmática trata de fijar una verdad universal única, construida a la medida de la conciencia y los intereses de las minorías sociales establecidas y de sus portavoces intelectuales, sensibles al desorden de unos revolucionarios que ponen en evidencia los abusos caciquiles y no ante los abusos caciquiles que han provocado el desorden revolucionario. La nueva derecha se parece como una gota de agua a la derecha de siempre cuando le sale del alma que el desorden es peor que la injusticia. En el otro extremo de esta cada vez más desvertebrada pero obvia aldea global, la victoria de la derecha italiana encabezada por Berlusconi ha provocado tomas de posición sumamente reveladoras. Desde los que la celebran como una prueba de la salud democrática italiana, sin tener en cuenta el inventario de catástrofes totalitarias que han nacido de la buena salud democrática de algunos pueblos, hasta los que valoran la aportación de la democracia de haber frenado el peligro no ya poscomunista, sino neoestatalista. La posición más sorprendentemente cerebrada, puesto que la ha elucubrado con el cerebro, ante la victoria del polo de la libertad la ha aportado el presidente de la Generalitat de Cataluña, el muy honorable Jordi Pujol sostenedor del principio de que Berlusconi es tan demócrata como Occhetto. Al margen de las intenciones y trastiendas del Gran Telécrata, objetivamente, el honorable Pujol está en condiciones de darse cuenta de que en el polo de la libertad figuran neofascistas que en más de una ocasión, y muy recientemente, han revelado sus auténticas intenciones de llegar a la conquista del Estado italiano para hacerle la cirugía total. El señor Pujol ha convivido con el fascismo a la española toda una vida, y debería saber que cuando se empieza a saludar con el brazo en alto en Roma hay más posibilidades de que él algún día se vea obligado a saludar con el brazo en alto en la plaza de San Jaime mientras arrían, al atardecer, la bandera española, que no la catalana. El honorable Pujol y yo hemos presenciado estas escenas muchos años, avaladas por la ideología de una fuerza política que se presentó a elecciones democráticas hasta la guerra civil y que luego las erradicó mientras estuvo en condiciones de ser la principal clientela política y social del franquismo totalitario. Pero en el fondo están tan inseguros con su receta neoliberal, a la vista no ya de cómo el mundo se rompe en nortes y sures absolutos, sino de cómo la propia Europa se desorienta cardinalmente y teme la incapacidad de sus estructuras para garantizar su orden interior y la relación de ese orden con el canibalismo del sistema universal, que han perdido la imaginación liberal, esa Imaginación liberal que dio título a uno de los mejores libros de crítica literaria y cultural de nuestro tiempo, de Lionel Trilling, recordado recientemente por Vargas Llosa en estas páginas en un ejercicio de apropiación, un tanto indebida, por parte de una nueva imaginación liberal carente de imaginación crítica. De imaginación crítica y de experiencias comprobables, por lo que se razona y se habla desde la verdad revelada desde la teología neoliberal. Porque si bien es cierto que las utopías maltrechas fraguadas en los últimos cien años no tienen qué realidades enseñar, ni siquiera dónde caerse muertas, ¿dónde está el bravo mundo feliz creado por el liberalismo económico y las democracias trucadas, más allá de las cada dia más amuralladas ciudades libres, donde moran las sociedades abiertas y sus profetas?

Chiapas (1997):
El PRI tiene una deuda muy grande que pagarle a este país, declaró en su día el subcomandante Marcos, y esa deuda acaba de incrementarse. Los desesperados intentos del PRI para disfrazar la última matanza de Chiapas como un pleito entre indígenas pretendían desacreditar a la revolución zapatista y justificar cualquier intervención militar futura para restablecer el orden. La palabra orden es una de las más devaluadas de la jerga política, y cada vez que la oigan, por favor, una mano a la cartera y la otra al cerebro, porque la una o el otro peligran. Los caciques locales están exasperados por la estabilización del Frente Zapatista y sus posibilidades como movimiento político regenerador. En toda América Latina, el fracaso del final feliz neocapitalista da paso a la búsqueda de un modelo de intervención política construido de abajo arriba, a partir de un balance de las necesidades reales, prescindiendo de teorías emancipatorias demasiado totales que pretendían cambiar la realidad entre tertulianos radiofónicos - uno de ellos dijo que el Frente Zapatista le parecía utópico -. La llamada de un oyente conocedor de la realidad de Chiapas puso las cosas en su sitio al recordar que las reivindicaciones indígenas eran tan elementales y a la vez tan fundamentales que sólo desde el prejuicio y la desinformación podían ser calificadas de utópicas. Afortunadamente, todavía los zapatistas disponen de un sistema de información alternativo y global, basado en un voluntariado solidario, que en pocos minutos puede oponer una verdad de artesania a la mentira de las poderosas maquinarias de información. Tema de estudio obligatorio para toda Facultad de Ciencias de la Comunicación todavía no vampirizada por el pensamiento único. ¿Cómo es posible oponer a la Opulencia de la mentira la verdad de la Miseria?

Enero 1998:
Conocida práctica del poder ha sido instigar un factor de desorden para luego, en nombre del orden, machacar las disidencias. Sin disculpar la miserable barbarie integrista argelina, al propio Gobierno de Argel hay que pedirle cuentas por la cantidad de supuestos actos terroristas, en realidad paraterrorismo de Estado, justificativo de la represión. Atención a Chiapas. Allí está ocurriendo lo mismo. La matanza de indígenas a cargo de matarifes paragubernamentales ha justificado el avance del Ejército y una operación de acoso a los zapatistas, ese molesto ruido revolucionario que se interpuso en el mensaje fin de historia perpetrado por el ex presidente Salinas y Estados Unidos. Atención a Chiapas porque allí se está jugando el sentido ético de este fin de milenio, como un referente simbólico, como un imaginario, si se quiere, de la esperanza como virtud laica. Escribía Kalfon en su estudio sobre Che Guevara que, así como el argentino-cubano fue el prototipo del héroe revolucionario oculto, el vicecomandante Marcos es el ejemplo del revolucionario mediático que consigue un respaldo universal mediante un mensaje tan cargado de verdad que es incontestable, como si el viejo sueño de los ilustrados, la verdad como evidencia, se hubiera cumplido. Los escritos de Marcos, Yo, Marcos, y Cuentos para una soledad desvelada, revelan un espíritu contemporáneo que no representa ni al posmarxismo, ni al postercermundismo, ni a una supuesta posmodernidad de izquierdas. Representa el resultado de haber vuelto a mirar cara a cara el desorden del mundo en busca de sus causas, de su inventario y del papel del ser humano para ordenar el caos del capitalismo salvaje. No se trata de auspiciar guerrillas lejos de nuestras casas. Se trata de reconocer el derecho a luchar por la justicia según las condiciones creadas por los injustos.

Marzo 1998:
Los observadores internacionales que han visitado Chiapas con los ojos de los mercenarios caciquiles en la nuca salen de México con la impresión de que en cualquier momento puede empezar el toque de degüello. Han vivido experiencias como la del asesinato de un portavoz indígena que había tenido el valor de explicarles 24 horas antes el terror ejercido por los caciques y sus mercenarios. Mientras Zedillo se permite recurrir a la teoría de la soberanía nacional y a rechazar la fiscalización de la mirada extranjera, la única duda que subsiste es si el Gobierno es impotente para impedir el degüello o cómplice. Es preocupante la epidemia de virus de soberanía nacional que afecta a los Estados empeñados en tapar la violación de los derechos y las guerras sucias: Argentina, México, Argelia, Turquía, Indonesia, Irak. En el mercado de la información sobre las infamias regionales permanentes, Chiapas ha conseguido algunos recuadros y en ocasiones crónicas no muy extensas; interés debido sobre todo a la insistente vigilancia solidaria de las izquierdas mexicanas y a la mirada extranjera. Propongo que las facultades de Ciencias de la Información estudien cómo a veces, cuando el tratamiento de la noticia no reflejaba el hastío por un conflicto extemporáneo, el hastío pasaba al titular como si el titulador actuara cual defensa escoba de las informaciones engorrosas. Es un conflicto tan diferente, tan premoderno y posmoderno a la vez, que irrita a los partidarios de los mensajes previsibles y avaladores de que el desorden establecido no corre peligro. Ya con menos testigos engorrosos, la mercancía informativa Chiapas queda a la espera de los próximos asesinatos, filtrados y manipulados según lo etnológicamente correcto: las matanzas de indígenas no existirían si no hubiera alguien dispuesto a contarlas.

Junio 1998:
La expulsión de voluntarios europeos cooperantes en distintas localidades de Chiapas coincidió con una ofensiva mediática contra el zapatismo, dirigida especialmente al descrédito del subcomandante Marcos y del obispo Ruiz. Fundamental papel ha cumplido el ariete intelectual previo a la entrada de militares y paramilitares imponiendo otra vez la matanza como instrumento disuasorio. Viejos y nuevos sectores hooligans de la modernidad han considerado más enemigo de la modernización mexicana el ruido zapatista que la corrupción del poder político y económico, un ruido al que están muy acostumbrados, e incluso agradecidos. Durante más de 60 años, las instituciones democráticas derivadas de la revolución mexicana no sólo no han dado solución al problema indígena, sino que a partir de la matanza de la plaza de las Tres Culturas (1968) han convertido la democracia en una parodia violenta, como si el poder estuviera empeñado en suministrar materia y manera a las novelas de Paco Ignacio Taibo II. Los teólogos de la modernidad, verdad revelada, señoritos de la cultura indagadora de los mestizajes más cómodos, no han ocultado su fastidio ante la ordinariez intelectual del zapatismo, que ni siquiera es una revolución fundamentalmente armada, sino mediática. Tal vez el fastidio se deba a que los zapatistas no han posado para la historia como guerrilleros voluntaristas fáciles víctimas de sus propios impulsos mesiánicos, sino como eficaces propagandistas del desorden político, económico, cultural, social de fin de milenio. La escalada represiva ha tenido letra y música, y cuando se ultime, los desganados teólogos de la modernidad ratificarán -no es esto, no es esto- su impresión previa de lo desagradables que son los guerrilleros y los cazadores de guerrilleros.

Detenidos en Guantánamo


Dos simios en la selva de Chiapas:
No creo que Manuel Vázquez Montalbán haya escrito en su vida una sola línea que se pueda considerar inocente. Ni los poemas, ni las canciones que citaba Guillermina Mota, ni las novelas del querido Carvalho. No son inocentes: está en una lucha política. Ni son inocentes de periodismo en el sentido de un apego directo a la realidad, de una investigación de sucesos y personajes. Franco, Pasionaria o Galíndez, Fidel Castro; y sus circunstancias históricas. Ahora el personaje es el subcomandaate Marcos en un "reportaje cultural crítico", que dice la editorial en su contraportada, o "panfleto", como dice el autor. Con mayúscula, Autor, se nombra a sí mismo, en versales y con dos puntos detrás, en el largo diálogo con su personaje: que también es culto y crítico, y algo humorista, y cuidadoso lector de clásicos y contemporáneos. Lector asiduo de Vázquez Montalbán, le invitó a visitarle en su jungla: en su revolución, porque el Autor está seguro de que se trata de una revolución, aun en tiempos contrarrevolucionarios y fríos. Revolución contra la "globalización salvaje" o contra "la reconversión liberal". El libro: la correspondencia, su análisis; un largo ensayo sobre la revolución en sí y sobre América Latina, cuajado de citas y de referencias filosóficas y doctrinales; el viaje, la entrevista. Son dos pensadores los que hablan de la actualidad y del pasado inmediato de la izquierda, quizá del porvenir; dos tipos cultos, uno de ellos con sus armas y sus hombres, y el otro con lo que llamaremos metafóricamente su pluma. Tras esta conversación, y tras otra con el estudioso Bellinghausen, incluye un diccionario. Imprescindible. Abarca desde algunos términos sin los cuales podría haber una cierta oscuridad en la conversación directa a documentos concretos, a datos y a nombres. No creo que sea un libro popular, y hace falta uno sobre esa revolución. La cuestión de Chiapas está envenenada por sus enemigos directos, y también por una izquierda que no solamente se ha salido de sus compromisos históricos, sino que niega que los demás puedan tenerlos y hasta que sean necesarios. Vázquez se considera un conservador porque tiene las mismas ideas, fijas, desde que cumplió los 50 años (ha cumplido ahora 60); lo habitual es que sea el hombre de derechas quien tenga las ideas fijas desde antes de nacer, y el hombre de izquierdas el que siguiendo la motilidad propia del pensamiento libre las vaya variando a medida que las circunstancias le obligan a que su pensamiento deje de ser libre. En España es habitual que la izquierda utilice esa mutabilidad para asimilarse al centro de mando, mediante una serie de pensamientos complejos para los cuales la palabra traición queda totalmente inutilizada contra ellos. Digo que no creo que el libro de Manuel Vázquez Montalbán sea popular porque está en un pensamiento culto y abrumador de citas y de datos, que pueden hacer difícil su lectura. Va mucho más allá del panfleto que querría ser; palabra que él mismo utilizó en uno de sus títulos históricos, Panfleto desde el planeta de los simios (1994: o sea, dentro del decenio de su conservadurismo) y del que éste parece una demostración: la realidad imita el pensamiento. (Haro Tecglen, 2000)


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