Política exterior de Carlos V y Felipe II             

 

La política exterior de Carlos V y Felipe II:
Carlos V - El concepto de monarquía universal (tradición medieval):
Carlos V fue un rey-emperador soldado, con un concepto tradicional de su monarquía y del destino de la misma. Por eso se va a comportar más como un emperador que como un rey que defienda intereses particulares de sus propiedades patrimoniales. En ese sentido Europa y Cristiandad será la forja sobre la que construya su política exterior y su ideal de imperio. Su idea de Europa estaba inicialmente identificada con la de Cristiandad que procedía de una herencia medieval Los problemas que la reforma protestante va a ocasionar será un ejemplo de ese enfrentamiento secularizador que representa la Modernidad, y la férrea defensa de la unidad cristiana que representa lo Medieval. Pero incluso cuando la división de las religiones y las conciencias hizo entrar en crisis el concepto de Cristiandad, Carlos V fue muy consciente de esa crisis, el emperador mantuvo el ideal de la unidad europea, pese a tan grave obstáculo, y no consideró cancelada su misión imperial unitaria. Por eso utilizó la idea de cruzada, típicamente medieval, pero trasplantada con todo vigor a los comienzos de la Edad Moderna y desplegada en tres frentes conflicto que se verán más adelante

Para desarrollar su política contó con un gran conjunto de Estados hereditarios apoyándose decididamente sobre los dos polos de España y de Austria, y con un sistema de enlace y comunicación entre estos polos y todos los demás Estados, con los que, gracias al ejército permanente financiado con los extraordinarios recursos de Castilla, podía el emperador asegurar su hegemonía sobre Europa. Un programa político de esas características se vio sometido a innumerables conflictos bélicos, el siglo XVI fue un siglo de guerras. Por tanto el factor moral era decisivo y Carlos V y Felipe II contaron con el ímpetu y el valor del combatiente hispano, la voluntad de vencer, la seguridad en la causa propia, el nuevo sentido de la patria y de su misión en el mundo, la presencia y actividad de los capellanes militares. "Santiago y cierra España" era el grito de ataque que inauguraron en Italia las tropas de Gonzalo Fernández de Córdoba.

Felipe II:
El concepto de defensa de la hegemonía española y la defensa de la fe católica. El reinado de Felipe II se vio libre de esa doble obligación que suponía ser Emperador y Rey Católico, característica del reinado de Carlos V. Pese a ello, la dinámica de oposición interna particularista y acción internacional de tono universalista sigue muy viva. Felipe II no es el Emperador, pero sí se considerará a sí mismo -y otros muchos harán lo mismo- el Defensor de la Fe allá donde ésta pudiera encontrarse amenazada. Los tiempos de la conciliación religiosa han acabado y tanto en el bando católico como en el protestante se procede a la confesionalización. Antiguos y nuevos conflictos se presentan, ahora, como enfrentamientos confesionales entre potencias reformadas -los calvinistas van delante por su militancia- y católicas -a la Monarquía Hispánica le corresponde su liderazgo-. Las guerras dinásticas se han transformado en guerras confesionales. La monarquía hispana se convierte en un reducto inmovilista, diferenciado del resto de la Europa moderna donde se iba acrecentando el progreso científico, el racionalismo filosófico y el empuje de los capitalistas burgueses.

Francisco I de Francia Gran Capitán Juan de Austria Duque de Alba

LOS ENEMIGOS, LOS ESCENARIOS GEOGRÁFICOS Y LAS MOTIVACIONES DE LOS CONFLICTOS:
FRANCIA:
va a tener dos escenarios geográficos: Por lado Italia, siguiendo el enfrentamiento secular entre el reino de Francia y la Corona de Aragón. El Ducado de Milán será el eje de las disputas. Por otro lado las posesiones borgoñonas: Flandes en la frontera norte de Francia y El Franco Condado en la Este. Las motivaciones del antagonismo entre los monarcas Habsburgo y Francia, hay que situarlos en varios planos: Antiguos enfrenamientos: El dominio de Italia, (desde la época de la expansión aragonesa por el Mediterránea). Los territorios de la herencia Borgoñona (desde la época de Carlos el “Temerario”) que pasaron de la órbita francesa a la órbita de influencia Habsburgo (por el matrimonio de María de Borgoña con Maximiliano de Austria; posteriormente estos territorio con la abdicación de Carlos V, quedaron en manos de la rama española de la dinastía Habsburgo en manos de Felipe II). Intentos de restituir los territorios entregados a Fernando el Católico (Rosellón y la Cerdaña) e intento de recuperar la influencia sobre Navarra. La rivalidad entre Carlos V y Francisco I se había iniciado con la candidatura de ambos a la elección imperial de 1519, y duró durante la vida de ambos monarcas. Francia se procuró aliar contra todos los enemigos que le surgieran a Carlos V, ya fueran protestantes (príncipes alemanes), o musulmanes (imperio turco), como antiguos pretendientes a posesiones españolas (la reclamación sobre Navarra) El mapa de las posesiones territoriales de Carlos V y Felipe II demuestra que Francia estaba completamente rodeada de posesiones españolas, por lo que cualquier intento de expansión territorial la enfrenta directamente contra su enemigo. La defensa de la fe católica de Felipe II y su apoyo a la liga católica, interviniendo en los asuntos religiosos de Francia.

EL IMPERIO OTOMANO:
Si Carlos V representa el papel protagonista en el mundo cristiano, serán los sultanes turcos los que lo representan en el mundo musulmán. Los dos mundos el cristiano y el musulmán estuvieron enfrentados durante toda la Edad Media (las cruzadas, la lucha en la península Ibérica…) La desaparición del Imperio bizantino (1453 caída de Constantinopla) acabará por poner en contacto y enfrentamiento al expansivo Imperio otomano y a las naciones cristianas. La expansión turca que desarrolla el Sultán Solimán el Magnífico hace que los ejércitos otomanos avancen por los Balcanes hacia el centro de Europa, llegando hasta las puertas de Viena. La expansión territorial se desarrolló también en el Mar Mediterráneo, de forma que la conquista de Malta, lleva a la interrupción del comercio mediterráneo que monopolizaban las ciudades italianas: Venecia, Génova y Pisa, junto con los territorios aragoneses de la monarquía. Además los piratas berberiscos se instalaron en plazas fuerte del norte de África, atacando los puertos españoles.

LOS PROTESTANTES:
La Reforma protestante determinará geográficamente a los enemigos de los monarcas españoles, decididos defensores de la fe católica. Así el luteranismo se extendió por ALEMANIA, donde los príncipes alemanes vieron en la disidencia religiosa la manera de enfrentarse al autoritarismo del emperador Carlos V y a su excesivo poder. La reforma calvinista se extendió por el norte de Flandes (HOLANDA) siendo igualmente el elemento religioso el aglutinante de la oposición flamenca a Carlos V y sobre todo a Felipe II El anglicanismo en INGLATERRA fue más bien la manera en la que se resolvió el enfrentamiento entre Enrique VIII de Inglaterra y el Papado (con el motivo de fondo del divorcio del rey inglés con Catalina de Aragón) y por extensión con los monarcas españoles. La política matrimonial llevó a la breve unión de María Tudor y Felipe II, lo que llevó a que al ser sustituida ésta por Isabel I de Inglaterra, el catolicismo apoyado por Felipe II será el enemigo declarado del anglicanismo inglés, dando lugar al enfrentamiento hispano-inglés que se extenderá en los siglos siguientes con la rivalidad atlántica como objetivo más claro.

PORTUGAL:
Será más bien un problema dinástico, Carlos se había casado a principios de 1526 con Isabel de Portugal En 1535, tuvieron a su tercera hija Juana que estuvo casada con el rey Sebastián de Portugal, del que enviudó, estando embarazada, por su muerte durante la batalla de Alcazalquivir, en África. Este matrimonio fue el que propiciaría la futura anexión de Portugal por Felipe II. Con Portugal se anexionaba todas las posesione ultramarinas: el Brasil, más los puertos y colonias de la costa africana y asiática. Haciendo valida la frase de que en las posesiones de Felipe II no se ponía el sol”

UN SIGLO DE GUERRAS: BATALLAS Y TRATADOS DE PAZ:
Carlos V verá plasmar su política imperial en tres fases: Primera había consistido en la pacificación de sus reinos españoles y en vincularse a la tierra que era el nervio y apoyo de su política. De flamenco pasó a ser español. Segunda, consolidó su poder en Italia (enfrentamiento con Francia) y contuvo la expansión del poder turco. Tercera, se volcó en los siempre problemáticos estados del norte de Europa y consiguió la reducción de la "herejía". Las tres etapas se vieron aderezadas con los permanentes enfrentamientos con el rey francés: Francisco I.

Guerras con Francia:
1ª guerra 1521: La guerra abierta la inició el rey francés, poco después de la proclamación de Carlos V como Emperador, aprovechando el momento de debilidad que los conflictos internos: Germanías y Comunidades, y externos el avance turco que no sólo afectaba al Mediterráneo sino a las fronteras orientales de los territorios patrimoniales de los Habsburgo La victoria imperial se repitió, casi simultáneamente, en Milán y Pavía en 1525 con la captura del rey francés, trasladado a España. Pareció entonces que el emperador estaba en la situación más favorable para conseguir una paz duradera: El Tratado de Madrid de 1526. Francia debía devolver la Borgoña y el desalojaro el Milanesado, a cambio de una amistad firmada con el matrimonio de Francisco con la hermana mayor de Carlos: la infanta Leonor. Como garantía del acuerdo en Madrid quedaron como rehenes dos hijos de Francisco I 2ª Guerra 1526: Pese al tratado anterior Francisco I incumplió inmediatamente los acuerdos, puesto que meses después firmó la Liga de Cognac con Enrique VIII, que ya había iniciado el proceso de divorcio de Catalina de Aragón, el papa Cemente VII y ciudades italianas: Venecia, Florencia e incluso Milán alarmados por el excesivo poder imperial. La situación de ese año en otros frentes: Alemania y Austria (conquista turca de Hungría) obligaron a Carlos V a acceder a las demandas de los príncipes protestantes, planteadas en la Dieta de Spira de 1526. Aunque necesitaba urgentemente la paz en el frente italiano, Carlos V pudo defenderse en una campaña victoriosa en la que, aun contando con el desafortunado incidente del Saco de Roma (1527) por las tropas imperiales, consiguió imponerse con la ayuda del almirante genovés Andrea Doria. En la llamada Paz de Cambrai o de las Damas (1529), negociada por la tía del emperador, Margarita de Austria y Luisa de Saboya, madre de Francisco I, éste reconoció el dominio del emperador sobre Flandes y Artois, aunque no de Borgoña, y renunció a sus derechos sobre Nápoles y Milán, al tiempo que se decidía la devolución de los dos príncipes franceses rehenes a cambio del pago de un alto rescate. 3ª Guerra la crisis de Milán: La muerte sin sucesión en 1535 del duque de Milán, Francisco Sforza, fue el detonante del nuevo conflicto, puesto que legalmente el ducado revertía a Carlos V. Francisco I, que había tendido una amplia red diplomática en Italia, incluida la boda de Catalina de Médicis con su hijo Enrique, intentó evitarlo y ocupó Saboya (1536), ante lo cual el emperador, indignado por los acuerdos franco-turcos, invadió personalmente la Provenza. Aunque la campaña francesa terminó con un gran fracaso para Carlos, en Italia pudo resistir, con la ayuda de sus aliados, Venecia y el Papado. El Tratado de Niza (1538) procuró unos años de paz a esta zona de Europa, manteniendo el statu quo en Italia y entregando Saboya y el Piamonte a Francia, pero consagrando el dominio español sobre el milanesado (crucial para el sistema de comunicaciones de los tercios españoles por Europa). 4ª guerra 1541: Francisco I, aprovechando el descalabro imperial en Argel , atacó en varios frentes, pero se consiguió rechazarle. La guerra se desarrolló en varios frentes: el frente vasco navarro que contaba con las magníficas fortificaciones de Fuenterrabía y de Pamplona fue defendido por el Condestable de Castilla. El frente catalán lo fue por el Duque de Alba que se fortificó en Perpignan. El Marqués del Vasto defendió el Milanesado y el Valle del Po. En los Países Bajos, María de Hungría resistió, aunque amplias zonas fueron arrasadas por los franceses que contaron con la ayuda del Duque de Cleves. Al año siguiente comenzó a preparar la invasión de Francia. Los príncipes alemanes, alarmados por la alianza franco turca, no dudaron en apoyar al Emperador en la Dieta de Spira y le proporcionaron 24.000 soldados y 4.000 jinetes. Como contrapartida se proclamó la paz religiosa en Alemania, decisión que fue recogida con desagrado por PauloIII. Los ejércitos del Emperador avanzaron con rapidez sobre París, la población huyó masivamente hacia el norte y Francisco I, con las tropas imperiales a las puertas de la ciudad, pidió la paz. La paz se firmó en Crepy (1544), decidiendo ambas partes a devolver los terrenos conquistados. Carlos V vio, al fin, la posibilidad de una colaboración con Francia para celebrar el Concilio de Trento y reducir la influencia creciente del protestantismo alemán.

Guerras con el Imperio Otomano:
El avance turco por la llanura europea lleva a que en Mohacs (1526) sea derrotado y muerto el rey de Hungría: Luis II (cuñado de Carlos V), conquistando los otomanos Budapest y el reino de Hungría. En 1529 las tropas del sultán Solimán el Magnífico (1495-1566) asedian por primera vez Viena siendo rechazaros. En agosto de 1532, los turcos penetraron otra vez en Austria, pero las tropas imperiales, bajo el mando de Fernando I de Austria, obligaron a Solimán a levantar el sitio de Viena. En septiembre, los turcos fueron vencidos en Gratz y se retiraron a sus fronteras, las tropas imperiales reconquistan parte del terreno de Hungría, que quedará incorporado a las posesiones Habsburgo. Campaña de Túnez (1535): El poder turco en el norte de África era la amenaza natural y más temida en la Europa mediterránea y central. Los piratas y corsarios al servicio de los turcos fueron una pesadilla para Carlos V. Las razzias de los corsarios de Barbarroja eran temibles en las islas Baleares y el Levante español. La respuesta del emperador fueron dos expediciones de antagónica fortuna: Túnez (1535) y Argel (1541), victoria y derrota sin paliativos, respectivamente. Conquistada Túnez por Barbarroja (1534), Carlos V decidió organizar una potente expedición que reconquistase la ciudad, plaza principal en el control del Mediterráneo oriental y amenaza para las posesiones españolas en Italia. En el verano de 1535 parte la expedición de Barcelona. El genovés Andrea Doria iba al mando de la flota y el marqués del Vasto de las fuerzas terrestres, se contaba además con la presencia del propio emperador. Tras un largo asedio, cayó la fortaleza de la Goleta El 21 de julio el emperador entró en Túnez; 20.000 cautivos cristianos fueron liberados, Mulay Hasán, el legítimo Bey depuesto por los turcos, fue repuesto en el trono y estableció una fuerte guarnición española en La Goleta. Campaña de Argel (1541): Mal elegida la estación para la campaña (octubre) un temporal deshizo su armada y le obligó a regresar humillado.

Guerras con los luteranos:
La coronación en febrero de 1530 en Bolonia marcará uno de los puntos más importantes del reinado de Carlos V, pero igualmente será el inicio de los graves problemas y enfrentamientos con los príncipes alemanes, de hecho el conflicto alemán puede considerarse como uno de los fracasos de su política exterior. La aparición del protestantismo en Alemania que, además de conectar con las inquietudes espirituales, aglutinó intereses económicos y políticos opuestos a los programas imperiales, reformistas y centralizadores, y dividió el Imperio en dos católicos y reformados. El problema luterano tiene su origen con las 95 tesis de Lutero, relativas a las indulgencias, se habían hecho públicas por primera vez en 1517 en la iglesia de Wittemberg. Sus teorías habían convencido a muchos alemanes. En 1530 se produce la apertura de la Dieta de Aubsburgo, que da lugar a la ruptura entre católicos y protestantes. En 1531 se inicia la guerra entre los príncipes protestantes y Carlos V Tras las dietas de Worms y Spira, los enfrentamientos entre católicos y protestantes desembocaron en una guerra. Ocho príncipes protestantes y once ciudades formaron la Liga de Schmalkalda. El Papa Clemente VII y Francisco I volvieron a unirse tras concertar el matrimonio de la sobrina del Papa, María de Médicis, y el hijo del rey francés, Enrique. Las diferencias con el rey francés disminuyeron y Carlos V acordó con Francisco I la celebración de un Concilio que resolviera los problemas religiosos. El rey francés cumplió su compromiso y apoyó ante Paulo III la convocatoria, el 3 de diciembre de 1545, del Concilio de Trento, sínodo muy deseado por Carlos V que incluso había llegado a amenazar al Papa con la celebración de un concilio únicamente alemán, para resolver la situación religiosa del Imperio y conseguir la unidad de la cristiandad, empeñado, como estaba, en reinar no solo sobre los cuerpos de sus súbditos, sino también sobre sus almas. Entre tanto, fracasados los intentos de apaciguar a los príncipes luteranos en las dietas de Worms y de Rattisbona, de acuerdo con el Papa y con sus príncipes leales, se preparó en secreto para la guerra contra la Liga de Schmalkalda. A la que se derrotó en la batalla de Mülberhg (1547), los imperiales derrotan a las tropas protestantes del elector Federico de Sajonia. Cuatro años más tarde Enrique II de Francia y los príncipes alemanes se levantan nuevamente en armas, derrotando a Carlos V que estuvo a punto de caer prisionero en Innsbruck y tuvo que asumir el fracaso del sitio de Metz, para el que había logrado reunir con muchos apuros económicos un gran ejército que fue diezmado por el frío y las enfermedades. Tuvo que reconocer más tarde, con la paz de Augsburgo (1555), la libertad religiosa a ambos bandos lo que pudo haber supuesto el fin del Imperio, si bien la labor del Emperador impidió que el catolicismo fuera borrado de Alemania y de los Países Bajos, pero él seguía confiando en que sus sucesores avanzarían en la unión religiosa. Felipe II conseguiría que prosiguiera y concluyera el Concilio de Trento (1545-1563) que, aunque se celebró con numerosas interrupciones, supuso una gran reforma del cristianismo (o contrarreforma) y de las costumbres de los representantes de la Iglesia

Guerras con Francia:
Mantuvo las guerras con Francia, por el apoyo francés a los rebeldes flamencos, obteniendo grandes victorias en San Quintín y Gravelinas. La primera de ellas ocurrió el día de la festividad de San Lorenzo, 10 de agosto de 1557, en recuerdo de lo cual hizo edificar el Monaterio del El Escorial. En la Paz de Cateau-Cambrésis de 1559, Francia reconoció la supremacía hispánica, los intereses españoles en Italia se vieron favorecidos y se pactó el matrimonio de Felipe II con Isabel de Valois. Aunque los problemas continuaron a partir de 1568 por el apoyo a los rebeldes flamencos de los hugonotes franceses. Chateau-Cambrésis suele considerarse el momento clave de la hegemonía española en Europa. Es ese año en el que muere Enrique II y en el que comienza el deterioro progresivo de la situación francesa que irá a provocar el caos de las Guerras de Religión. Durante bastante tiempo, Francia quedará incapacitada para oponerse efectivamente a la preponderancia española, pero, una vez superada la crisis interna con Enrique IV de Borbón, volverá a hacerlo y con verdadera fuerza.

Guerras con el Imperio Otomano:
En 1570 Túnez, aunque no La Goleta, cayó en poder del corsario Aluch Alí. En 1573, por orden de Felipe II, una expedición integrada por 20.000 hombres, al mando de don Juan de Austria, colocó de nuevo a la ciudad bajo dominio español. Al año siguiente, un ejército turco dirigido por Aluch Alí y Sinán Bajá atacó a la guarnición española de La Goleta. Una expedición de refuerzo organizada por don Juan de Austria no llegó a tiempo de impedir la rendición de los españoles y la consiguiente caída de Túnez, cuyas fortalezas fueron destruidas por los otomanos. La ciudad, que se convirtió en un importante foco de piratería, quedó definitivamente desgajada del dominio español. Para hacer frente al Imperio Otomano se constituyó la llamada Liga Santa integrada por una serie de Estados como Venecia, Génova y el Papado. En 1565, a pesar de la victoria frente a los berberiscos en Malta, continuó la hostilidad con los otomanos. Don Juan de Austria, al mando de la flota naval, obtuvo una gran victoria, aunque no la definitiva, en la batalla de Lepanto en 1571.

Rebelión de los Países Bajos:
En 1560 los Países Bajos son posesión dinástica de España bajo la regente Margarita de Parma, hermana de Felipe II Las peticiones de algunos nobles, comerciantes y marinos que son discriminados por los españoles son rechazados por la regente Margarita. Desde 1560 empieza a entrar fuertemente el Calvinismo en los Países Bajos y el Príncipe Guillermo de Orange 1533-1584 se declara por los Calvinistas. El Papa le pidió a Felipe II que visitara sus súbditos holandeses y fuera blando y suave con los rebeldes, pero Felipe II era prisionero de sus ideas. En 1566-67 empiezan algunas revueltas contra España y en 1568 se intensifican. 1568 es la fecha oficial de la rebelión de protestante contra el catolicismo español. Comienza la guerra de 80 años contra España. El Duque de Alba es enviado a controlar la situación, asumiendo el gobierno de los Países Bajos, tras la dimisión de la Infanta Margarita de Parma. En 1568 el Tribunal de los tumultos condena a muerte por traición contra el rey, a los aristócratas Egmont y Horn, que pese a intentar mantener su lealtad al rey Felipe II defendieron una política de apaciguamiento y tolerancia hacia los protestantes holandeses, sin embargo fueron ajusticiados en la plaza de Bruselas. Se inicia una política de orientación cerrada y antiprogresista. Un núcleo intransigente (cardenal Granvela y el duque de Alba) tiene mucha influencia. En 1568 Guillermo el Taciturno (1533-1584), autoriza, como estaúder o lugarteniente real, a atacar las naves y los puertos leales a Felipe II, contando con la ayuda de Inglaterra y Francia que permiten a las naves rebeldes establecerse en algunos de sus puertos. Felipe II buscó soluciones con los nombramientos de Luis de Requesens, Juan de Austria (fallecido en 1578) y Alejandro Farnesio, como sucesivos gobernadores de los territorios. Este último que consiguió el sometimiento de las provincias católicas del sur en la Unión de Arras. Ante esto los protestantes formaron la Unión de Utrecht. En 1581, los representantes de las Provincias Unidas depusieron a Felipe II y nombraron a Guillermo de Orange, como Estatuder o príncipe-gobernador. Acta de Abjuración de La Haya., proclamándose independientes de la monarquía Española. Antes de morir Felipe II dejará a su hija Isabel Clara Eugenia los Países Bajos como herencia, en un intento de resolver los problemas con los súbditos holandeses. Sin embargo la guerra continuaría hasta 1648 en que por los tratados de Münster y Westfallia, España reconoció la independencia de las Provincias Unidas.

Guerras con Inglaterra:
La lucha contra la corona inglesa por motivos religiosos, por el apoyo que ofrecían a los rebeldes flamencos y por los problemas que suponían los corsarios ingleses que robaban la mercancía americana a los galeones españoles en la zona del Caribe. La ejecución de la reina católica de Escocia, María Estuardo, le decidió a enviar la llamada Grande y Felicísima Armada o Armada Invencible en 1588, la cual fracasó. El fracasó posibilito una mayor libertad al comercio inglés y holandés, un mayor número de ataques a los puertos españoles -como el de Cádiz que fue incendiado por una flota inglesa en 1596-, así mismo la colonización inglesa de Norteamérica.


Carlos V Banqueros:
Los ingresos ordinarios que nutrían las arcas del Emperador fueron insuficientes ante la envergadura política y militar de su dominio. Los recursos corrientes de la Real Hacienda carecían de la liquidez y de la regularidad tan precisas al dinero político con que se pagaba al diplomático, al consejero o al militar, prototipos del siglo. Con posterioridad, se guardará la fama del monarca, pero se reprocharán los empeños económicos en escenarios de combate infructuosos como La Goleta, "gomia o esponja y polilla de la infinidad de dineros que allí sin provecho se gastaban, sin servir de otra cosa que de conservar la memoria de haberla ganado la felicísima del invictísimo Carlos Quinto". También en El Quijote, se menciona a quienes negociaban individualmente o en compañía los asientos, las escrituras de suministro y giro de crédito a los monarcas. El caballero andante quiere ser un Fúcar para remediar los apuros materiales de su señora. Castellanizaba el apellido de la saga de alemanes que había pagado los sobornos para la elección imperial de Carlos y que, en lo sucesivo, financió los agobios de su reinado a cambio de cuantiosas prebendas. Los banqueros aceptan la puja a favor de Carlos y acaban con las opciones de Francisco I No fueron los únicos. Como estos Fugger católicos, los Welser -aunque próximos a las doctrinas protestantes- acudieron en ayuda de las finanzas imperiales. La larga nómina de acreedores refleja nacionalidades variadas: los también germánicos Adler y Hochstátter; pronto, flamencos, florentinos o genoveses; poco a poco, pero efímeramente, castellanos.Los costes que se impusieron a este crédito imperial fueron elevados. Las grandes remesas de plata americana fueron insuficientes y el incremento vertiginoso de los intereses -al 12 por ciento anual reconocido, pero operando en la práctica al 20 ó 30 por ciento cuatrimestral- condujo a situar sus amortizaciones sobre las rentas y derechos de la Corona, en ocasiones mediante la delegación de su total administración en manos de las compañías internacionales. Las tierras de la Venezuela recién descubierta, los Maestrazgos de las Órdenes militares, las recaudaciones de la Bula de la Santa Cruzada, las pagadurías de los Consejos... el régimen fiscal castellano se plegó a lo largo del siglo a los requisitos de la deuda que se disparó: 6.327.000 ducados entre 1520-1532; 6.594.000 entre 1533-1542; 10.737.000 entre 1543-1551; 14.351.000 entre 1552-1556...Préstamos para financiar guerrasCon todo, en época del Emperador, las repercusiones de estas colosales operaciones financieras fueron relativamente positivas para el tejido económico castellano. La prohibición de exportación de los metales preciosos desde Castilla, donde liquidaban sus créditos e intereses los banqueros cosmopolitas, fomentó el comercio de manufacturas y materias primas peninsulares. La mecánica de los créditos animó gran parte de la coyuntura expansiva del Quinientos. La prohibición de exportación de los metales preciosos desde Castilla fomentó el comercio de manufacturas y materias primas peninsulares Todavía en 1551, los Grimaldi concluyeron con el Emperador un contrato que les aseguraba el valioso monopolio de las importaciones a los Países Bajos de alumbre español, mineral básico en la tintura de los paños manufacturados, "tan necesario como el pan para el hombre", escribiría Vannuccio Biringuccio. Se necesitaban nuevos préstamos ante los inminentes conflictos con Francia, y para los banqueros -deseosos de reembolsarse sus anticipos sobre la plata indiana- la inversión de los importes cobrados por sus créditos en mercancías exportables de alto valor estratégico multiplicaba sus beneficios. Con Felipe II, aumentados los estragos de las guerras imperiales sobre la Hacienda, las licencias de saca de metales preciosos menudearon y el drenaje de la plata americana -que duramente había filtrado el César Carlos a sus banqueros- se hizo irremediable sin contraprestaciones en otros sectores productivos. La república internacional del dinero -alemana primero, luego genovesa- fue la auténtica dueña del Imperio y única autoridad indiscutida. Como evidencia palmaria, el motín salvaje de los tercios sin paga: saquearon Amberes durante la furia española de 1576 y sólo se detuvieron ante la sucursal bancaria de los Fúcares, respetada ante el grito alarmado de los capitanes: "¡Alto aquí, que esto es de los alemanes!". (Bernardo Hernandez, 30/09/2015)


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