Ludwig Wittgenstein             

 

Ludwig Wittgenstein (1889-1951):
Filósofo austriaco (nacionalizado británico), uno de los pensadores más influyentes del siglo XX, que fue reconocido en especial por su contribución al movimiento conocido como filosofía analítica. Ludwig Josef Johann Wittgenstein, su nombre completo, nació el 26 de abril de 1889 en Viena, en el seno de una familia rica e ilustrada. Tras haber estudiado en Linz y Berlín, se trasladó a Gran Bretaña para completar su formación como ingeniero en la Universidad de Manchester. Su interés por las matemáticas puras le llevó al Trinity College de la Universidad de Cambridge, centro en el que recibió clases de Bertrand Russell. Allí orientó su interés hacia la filosofía. Tras el estallido de la I Guerra Mundial se alistó en el Ejército austriaco y fue precisamente durante la contienda cuando redactó su escrito más famoso, Tractatus logico-philosophicus (1921), obra que, según él, aportaba la “solución definitiva” a los problemas filosóficos. Más tarde se apartó de la filosofía y durante años enseñó en una escuela de Austria. En 1929 regresó a Cambridge y, asignado al Trinity College, reanudó su trabajo filosófico. Pronto empezó a rechazar ciertas conclusiones del Tractatus y a desarrollar otras opiniones, que serían plasmadas en sus Investigaciones filosóficas, título publicado con carácter póstumo en 1953. Hombre sensible y profundo, a menudo se mostraba solitario y con tendencia a la depresión, Wittgenstein odiaba la petulancia y fue famoso por su sencillo estilo de vida. Tenía una fuerte personalidad, y ejerció una considerable influencia en sus amistades. Retirado de la docencia en 1947, falleció el 29 de abril de 1951 en Cambridge.

OBRA:
En la evolución filosófica de Wittgenstein pueden distinguirse dos épocas distintas: un primer periodo, representado por el Tractatus, y otro posterior, representado por las Investigaciones filosóficas. A lo largo de la mayor parte de su vida, sin embargo, Wittgenstein, como una constante, concibió la filosofía como un análisis conceptual o lingüístico. En el Tractatus defendió que la “filosofía pretende la clarificación lógica de las ideas”. En las Investigaciones filosóficas, sin embargo, mantenía que la “filosofía es un combate contra el hechizamiento de nuestra inteligencia por medio del lenguaje”.

Tractatus logico-philosophicus:
En el Tractatus, Wittgenstein sostenía que el lenguaje se compone de proposiciones complejas que pueden ser analizadas en proposiciones más sencillas hasta llegar a una formulación simple o elemental. De modo similar, el mundo se compone de hechos complejos que pueden ser analizados en hechos menos complejos hasta llegar a los hechos simples, o atómicos. El mundo es la totalidad de esos hechos. Según la imagen de la teoría del significado de Wittgenstein, es la naturaleza lógica de las proposiciones elementales la que representa hechos atómicos o “situaciones”. Afirmaba que la naturaleza del lenguaje requiere proposiciones elementales, y su teoría del significado exige que haya hechos atómicos representados por proposiciones elementales. Sobre este análisis, sólo las proposiciones que representan hechos —las proposiciones de ciencia— son consideradas cognitivamente significativas. Las declaraciones éticas y metafísicas no son afirmaciones significativas ni relevantes. Esta teoría produjo un gran efecto sobre las teorías del positivismo, y los positivistas lógicos adscritos al Círculo de Viena reconocieron la trascendencia de esta conclusión.

Investigaciones filosóficas:
Wittgenstein llegó a creer, no obstante, que la limitada visión del lenguaje reflejada en el Tractatus era errónea. En las Investigaciones filosóficas defendió que si se investiga en el presente cómo se utiliza el lenguaje, la variedad de usos lingüísticos se vuelve clara. Las palabras son como herramientas, y como las herramientas sirven para diferentes funciones, así las expresiones lingüísticas cumplen diversas funciones. Aunque algunas proposiciones son utilizadas para representar hechos, otras son utilizadas para ordenar, interrogar, orar, agradecer, maldecir, y así sucesivamente. Este reconocimiento de la pluralidad y flexibilidad lingüísticas llevó al concepto de Wittgenstein del juego del lenguaje y a la conclusión de que la gente interpreta diferentes juegos de lenguaje. El científico, por ejemplo, está inmerso en un juego lingüístico diferente del teólogo. Además, el significado de una proposición ha de ser comprendida en el ámbito de su contexto, esto es, en los términos de las reglas del juego del cual esa proposición es una parte. La llave para la solución de los rompecabezas filosóficos es el proceso terapéutico de examinar y describir el lenguaje en uso. Otras obras de Wittgenstein, todas publicadas después de su muerte, son Observaciones sobre los fundamentos de la matemática (1956), Los cuadernos azul y marrón (1957), Diario filosófico (1914-1916) (1961) y Gramática filosófica (1969). (Encarta)


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