Sobrepesca:
La actividad pesquera en el Mediterráneo:
La pesca mediterránea representa un sector importante, y aun fundamental, de la pesca comunitaria. La flota comunitaria del Mediterráneo representa alrededor del 22% del conjunto de la flota comunitaria, en términos de arqueo, y el 34%, en términos de potencia motriz. En número de buques, el porcentaje es, aproximadamente, del 46% de la flota pesquera comunitaria. Los buques pesqueros del Mediterráneo son, en promedio, de menor tamaño que los de las demás zonas de la Comunidad. Más de 32.950 buques, esto es, cerca del 80% de los que faenan en el Mediterráneo, son de eslora inferior a 12m, lo que confiere a ésta el carácter de flota artesanal a pequeña escala, aun cuando gran parte de las capturas son efectuadas por buques no artesanales de mayores dimensiones. El anexo 1 ofrece información más detallada sobre las flotas de los Estados miembros que faenan en el Mediterráneo. En volumen, los desembarques de la flota mediterránea representan alrededor del 12 % del total comunitario, lo que constituye una proporción relativamente modesta, si bien su valor económico es muy superior. Esta situación puede obedecer al hecho de que la mayor parte de las capturas desembarcadas en el Mediterráneo están destinadas al consumo humano, incluso las de peces de pequeña talla, lo que les confiere mayor valor comercial. En 1997, la pesca -incluida la ejercida a tiempo parcial- generó, en los cuatro Estados miembros mediterráneos, más de 106.000 puestos de trabajo, lo que equivale al 42% del total de la UE en el sector de las capturas.1 Ha suscitado inquietud la aparente discordancia existente entre el considerable peso social y económico de la pesca mediterránea y la atención que se le ha otorgado en la política pesquera común. 1.2. Especificidad del Mediterráneo Una serie de particularidades, con importantes implicaciones para las medidas de conservación de la política pesquera común, caracterizan al Mar Mediterráneo y a la pesca que en él se realiza. Cabe citar entre ellas: la extensión relativa de las aguas nacionales frente a las internacionales, las poblaciones de peces transzonales y compartidas, las características generales de la actividad pesquera, la disponibilidad de información científica, y otra serie de factores, como, por ejemplo, la pesca deportiva. Si bien algunas de estas particularidades no son exclusivas del Mediterráneo, son más pronunciadas en dicha zona.

Extensión relativa de las aguas nacionales frente a las internacionales:
La plataforma continental en la cuenca mediterránea es generalmente estrecha y los caladeros suelen encontrarse próximos a las costas, dentro de las aguas territoriales. Ello, unido a consideraciones políticas de diversa índole, puede explicar por qué no se han establecido en el Mediterráneo, hasta ahora, zonas económicas exclusivas 1 Fuente: “Regional socio-economic studies on employment and the level of dependency on fishing” [Estudios socioeconómicos regionales sobre empleo y grado de dependencia de la pesca] (1999). 5 (ZEE). Únicamente se han delimitado zonas de protección de la pesca en algunos casos (España: 49 millas y línea mediana) o zonas exclusivas de pesca, como en el caso de Malta (25 millas). En consecuencia, la extensión de las aguas de jurisdicción nacional, en relación con las aguas internacionales, es más limitada que en otras zonas de la Comunidad.

Poblaciones de peces y pesquerías compartidas:
Debido a la escasa extensión de las aguas nacionales y a la, por lo general, corta duración de las mareas, que con frecuencia no exceden de uno o dos días, hay pocos casos de solapamiento de las actividades pesqueras de las flotas de Estados miembros de la Comunidad o de estas últimas con flotas no comunitarias. La coincidencia en la misma zona de flotas pesqueras multinacionales constituye una excepción, más que la norma. No obstante, la percepción de las especies y pesquerías compartidas ha evolucionado muy rápidamente, merced a la mayor claridad de los dictámenes científicos, por una parte, y como consecuencia del desarrollo de nuevas pesquerías cuyo radio de actividad se extiende más allá de las aguas nacionales. El número de pesquerías compartidas ha aumentado en distintas zonas, entre otras, el Mar de Alborán, el Golfo de León, el norte del Mar Tirreno, el Mar Adriático, el Mar Jónico, el Mar Egeo, el estrecho de Sicilia y el Golfo de Gabes. Además de las especies altamente migratorias, presentes en toda la cuenca mediterránea, se ha consensuado una lista mínima de poblaciones compartidas tanto en el marco de la CGPM2 como en el de los programas subregionales de la FAO3. Aunque esta lista podría ampliarse en el futuro, con la inclusión de otras especies y pesquerías, el número de pesquerías compartidas ya determinadas justifica la adopción de medidas comunes al respecto tanto a nivel comunitario como internacional.

Características generales de la actividad pesquera:
Como se ha señalado anteriormente, la mayor parte de la flota pesquera mediterránea es de carácter esencialmente artesanal, si se atiende a sus dimensiones (más del 80% de los buques son de eslora inferior a 12m), y, por ende, también en lo que se refiere a la mano de obra y las inversiones de capital. Gran parte de las actividades pesqueras son, por tanto, de pequeño alcance y la pesca realizada en las aguas costeras varía en función del período del año. A ello se añade la elevada proporción, en el Mediterráneo, de pescadores semiprofesionales o que ejercen esta actividad a tiempo parcial, lo que hace que la estructura empresarial difiera de la de otras zonas de la Comunidad. En términos generales, tanto las tasas de captura como el volumen total diario de capturas por buque son bastante bajos, si se comparan con los correspondientes a las actividades pesqueras realizadas fuera del Mediterráneo. Sin embargo, el valor económico de las capturas no viene determinado exclusivamente por las cantidades desembarcadas, sino también por la diversidad de las mismas, de modo que su precio global puede aumentar si éstas incluyen pequeñas cantidades de peces de pequeña talla de especies de vida corta y gran valor comercial. No obstante, y habida cuenta también de la evolución de la capacidad de pesca, las tasas de captura de especies demersales siguen siendo, por lo común, inferiores a las de hace algún tiempo, y ello a pesar de que los niveles actuales de capturas de estas especies se alcanzan merced a un elevado esfuerzo pesquero, realizado, en general, por flotas sobrecapitalizadas. Las interacciones tecnológicas, esto es, la captura de unas mismas especies con distintos artes de pesca, son bastante frecuentes, ya que a menudo se combina la pesca artesanal a pequeña escala (pesca de juveniles de sardina/anchoa, reproductores de merluza, salmonetes, breca, lubina, dorada, besugo, otros espáridos, lenguado, rayas, caballa, jureles, chicharro, jibia, otros cefalópodos, camarones, atunes, etc.), con los arrastreros de fondo y otros artes de arrastre (pesca de merluza, salmonetes, breca, lubina, dorada, besugo, otros espáridos, lenguado, rayas, caballa, jureles, chicharro, sardina, anchoa, jibia, otros cefalópodos, camarones) o con los arrastreros pelágicos y los cerqueros (pesca de sardina/anchoa, cefalópodos, caballa, jureles, chicharro, lubina y espáridos, atunes etc.). La multiplicidad de pequeñas localidades de desembarque, repartidas a lo largo de miles de kilómetros de costa y con frecuencia desprovistas de mercado, dificultan el control y la vigilancia del cumplimiento de las normas. El hecho de que los caladeros suelan estar próximos a la costa, donde se encuentra la mayor diversidad de especies bentónicas, da lugar a una intensa competencia por el espacio entre los pescadores y a una fuerte interacción de las actividades pesqueras con los entornos costeros bentónicos, que constituyen hábitats esenciales de peces.

Disponibilidad de información científica:
La ubicación de gran parte de los caladeros en aguas nacionales ha favorecido la convicción de que las medidas de gestión pueden adoptarse por separado y ha reducido la perspectiva geográfica en la que las Administraciones nacionales enmarcan los problemas de gestión. Ello, unido a una cierta tendencia de la comunidad científica a centrar sus investigaciones, preferentemente, en la ecología marina y la biología, ha ocasionado una desconexión entre la labor científica desarrollada y las actuaciones en materia de gestión. El grado de aplicación de las recomendaciones dimanantes de la investigación a la gestión de la pesca ha sido, por lo general, escaso y las medidas adoptadas al respecto, como, por ejemplo, los regímenes de limitación del esfuerzo, no han solido basarse en dictámenes científicos. Por otra parte, y pese a la abundancia de investigaciones y conocimientos científicos en materia de recursos y pesquerías en el Mediterráneo, no ha existido foro científico alguno con una función integradora comparable a la que desempeña el CIEM4 respecto de otras aguas de la Comunidad, función consistente en promover y coordinar la actividad científica y los resultados obtenidos, analizar los dictámenes presentarlos de forma apropiada para que sirvan de base de la gestión de la pesca. La creación del Comité Científico Asesor de la CGPM (CCA) en 1999 tiene por objeto subsanar esta carencia. Con todo, queda aún mucho por hacer y la Comunidad apoyará al CCA en su empeño.

Competencia con otras actividades:
Tal vez más que en otras zonas de la Comunidad, la presión que ejerce el turismo en las costas mediterráneas es muy intensa y, por ende, también lo es la competencia entre las diversas actividades que en ellas se practican. El carácter costero de algunas pesquerías de especies compartidas, unido a los desplazamientos estacionales de algunas especies altamente migratorias hacia aguas litorales, generan interacciones y competencia entre los pescadores profesionales y los deportivos. La parte correspondiente a estos últimos en la utilización de recursos es, en ocasiones, considerable, pudiendo llegar a superar el 10 % de la producción pesquera total. Así pues, también deberán tomarse en consideración la pesca deportiva y la ejercida a tiempo parcial, especialmente si están dirigidas a la pesca de especies compartidas o entran en competencia con la pesca comercial, que está sujeta a normas de gestión más estrictas.

Estado de los recursos:
La mayor parte de los recursos pesqueros del Mediterráneo, ya se trate de especies demersales, de pequeños pelágicos o de especies altamente migratorias, se consideran sobreexplotados desde hace ya tiempo. En lo que se refiere a las especies altamente migratorias, hace algún tiempo que la CICAA5 evaluó la población de atún rojo oriental y señaló la intensa sobreexplotación de que era objeto. Si bien puede cuestionarse el rigor de tales evaluaciones, debido a la considerable incertidumbre que se deriva de la falta de datos fundamentales, el hecho de que dicha población está sobreexplotada admite pocas dudas. Las cantidades de atún rojo capturadas en la cuenca mediterránea e introducidas en jaulas con fines de cría, con frecuencia, al margen de todo marco de reglamentación y notificación de capturas, también plantea serios interrogantes, ya que existe la percepción de que esta actividad hace aumentar la presión sobre las poblaciones6. Algo análogo cabe afirmar en cuanto a la situación del pez espada en el Mediterráneo, donde todos los indicios apuntan a un modelo de explotación que lleva a capturar grandes cantidades de juveniles y nuevos reclutas. Será preciso disponer de muchos más datos para formarse una idea más clara de la situación de las principales poblaciones de peces; sin embargo, la impresión que se desprende de los datos actualmente disponibles es extraordinariamente negativa. Las estadísticas de capturas de especies demersales y de pequeños pelágicos muestran, en lo que se refiere a las especies o grupos de especies más importantes, una tendencia negativa en la década de los noventa (véanse las cifras en el anexo 2). Las tasas de capturas por buque han experimentado una dramática disminución si se comparan con las de hace algunas décadas, a pesar de la mayor potencia y eficacia de los buques pesqueros en los últimos tiempos. Asimismo, la calidad de las capturas, 8 tanto si se atiende a su composición por tamaños como a las especies capturadas, ha variado con el paso del tiempo. Los especímenes de especies de vida larga y de mayor talla han desaparecido, prácticamente, de las capturas de demersales en varias zonas y pesquerías. Las actuales evaluaciones realizadas en el marco de la CGPM y la CICAA, en relación con las pesquerías de demersales y de pequeños y grandes pelágicos, corroboran esta imagen de sobreexplotación de distintos recursos y ponen de relieve la necesidad de reducir la mortalidad de los juveniles y de recortar, globalmente, el actual esfuerzo pesquero en torno a un 15-30% en las pesquerías de algunas de las especies sobreexplotadas. Pese a la manifiesta sobreexplotación de diversos recursos, son pocos los casos señalados en los estudios científicos de poblaciones de peces en peligro de colapso. Entre ellas se cuentan, no obstante, la anchoa en la costa septentrional española, el besugo en el Mar de Alborán y la merluza en el Golfo de León. Esta capacidad de recuperación a largo plazo de las pesquerías mediterráneas, sin que se hayan detectado hasta ahora disminuciones espectaculares de especies objetivo, salvo en el caso de la anchoa a mediados de los años ochenta, suele atribuirse al hecho de que, muy probablemente, parte de las poblaciones adultas se han mantenido en general fuera del alcance de las redes de arrastre de malla pequeña. Esta particularidad de las pesquerías mediterráneas, fruto de las prácticas pesqueras, de las características de los artes y buques utilizados y de la presencia de fondos no accesibles para los arrastreros, ha llevado a la creación de enclaves espacio/temporales, dentro de las zonas habituales de distribución de diversas especies, que permiten la supervivencia de una proporción de las poblaciones hasta su madurez, evitando así el colapso de dichas poblaciones. Ahora bien, la situación ha experimentado un cambio muy rápido en la última década, debido a la mayor eficacia de los métodos de pesca, tanto por la potencia motriz de los buques como por el tamaño de los artes pesqueros utilizados, y a un uso más extendido de sistemas electrónicos de localización más sofisticados, pero, sobre todo, al desarrollo de la pesca con artes fijos dirigida a reproductores de distintas especies de vida larga en zonas hasta ahora inaccesibles para los arrastreros. Por otra parte, el efecto de ”refugio” se ha visto reducido por la práctica generalizada de la pesca de arrastre ilegal en zonas costeras, como consecuencia de la inadecuada aplicación de la normativa vigente, que limita el uso de los artes de arrastre a profundidades superiores a 50 metros o a una distancia superior a 3 millas, desde la costa, si la profundidad es inferior a 50 metros. Es evidente, por tanto, la necesidad de adoptar medidas de gestión a fin de reducir la explotación a niveles sostenibles y evitar que las poblaciones de peces disminuyan hasta situarse por debajo de los límites biológicos de seguridad. Los actuales niveles de esfuerzo pesquero y el uso de artes de arrastre de malla pequeña, unidos a la utilización de diversos tipos de artes de pesca destinados a explotar todas las edades de una población dada, son incompatibles con una pesca sostenible y rentable.

Aspectos medioambientales:
En el Mediterráneo, los caladeros suelen encontrarse próximos a las costas, donde se encuentra la mayor biodiversidad; de ahí la creciente sensibilización sobre el impacto de la pesca tanto en los hábitats como en las poblaciones de peces sin valor comercial, y la inquietud que suscita. Dejando a un lado las obligaciones jurídicas de protección del medio ambiente, la importancia de contar con un sector pesquero responsable es evidente si se quiere garantizar no sólo la conservación de las especies objetivo, sino también la de las pertenecientes a su mismo ecosistema, asociadas a aquéllas o dependientes de ellas. Se trata de un planteamiento fundamental para preservar la biodiversidad y la integridad de los ecosistemas marinos y, por ende, las cualidades productivas de los hábitats esenciales de peces, con efectos positivos asimismo para los recursos y las actividades pesqueras. Cabe clasificar las amenazas medioambientales que se derivan de la pesca en el Mediterráneo en dos grandes categorías, a saber: daños a la biodiversidad y daños a los hábitats. En la primera categoría se inscriben el uso generalizado de artes de pesca de malla pequeña y el exceso de pesca de especies con valor comercial. Al igual que en otras pesquerías comunitarias, existe la creencia de que toda reducción de la pesca de especies comerciales a niveles sostenibles tendrá efectos beneficiosos sobre el medio ambiente. En cualquier caso, la sostenibilidad de las poblaciones de peces con valor comercial no supone necesariamente la de la biodiversidad en sentido amplio, por lo que siempre será necesario adoptar medidas de protección del medio ambiente. Actualmente se encuentran amenazadas numerosas especies que no son objeto de pesca, entre ellas, mamíferos marinos, aves y reptiles. Si bien en algunos casos la amenaza procede, fundamentalmente, de actividades ajenas a la pesca, como la reducción de las áreas de nidificación de las tortugas y aves marinas, la pesca puede incrementar los peligros que se ciernen sobre estas poblaciones. Se considera que la utilización generalizada de dragas y artes de arrastre de fondo, a menudo provistos de cadenas u otros dispositivos de arrastre ("rock-hopper"), constituye la causa fundamental tanto de la disminución de las praderas de fanerógamas marinas en aguas poco profundas como del deterioro de las comunidades bentónicas en los roquedales. Aunque hace tiempo que está prohibido el recurso a técnicas agresivas, como las cruces de San Andrés para la extracción de coral rojo (Corallium rubrum), o la explotación del dátil de mar europeo (Lithophaga lithophaga) y la barrena (Pholas dactylus) mediante la destrucción de las rocas en las que habitan dichos bivalvos, todo indica que tal prohibición no está siendo debidamente respetada. Lo que es más, hay indicios alarmantes de que siguen utilizándose, ilegalmente, explosivos y sustancias venenosas. A nivel regional/internacional, merecen mencionarse brevemente algunas actuaciones dirigidas a la protección del medio ambiente en relación con la pesca. De un lado, la CGPM incluye la protección del medio ambiente entre sus objetivos generales, y, en el seno de su Comité Científico Asesor, se ha creado un subcomité encargado de asuntos medioambientales. Asimismo, la CICAA pone cada vez más empeño en incluir la protección del medio ambiente en sus recomendaciones de gestión. De otro lado, los acuerdos multilaterales sobre medio ambiente, como el Convenio de Barcelona y el Convenio de Berna tienen también implicaciones para la protección del medio ambiente en el Mediterráneo desde la perspectiva de la pesca.

 
 
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