Edward Vernon (1684-1757) :
Militar, nacido en 1684 y muerto en 1757, almirante de la escuadra inglesa que atacó las Antillas. Luchó con éxito en Porto-Bello y fue derrotado en San Lázaro, Cartagena y Cuba. Según el artículo «Vernon en Cartagena, 1741: nuevos datos sobre su derrota» del autor Gustavo Vargas Martínez, en Credencial historia, en el asedio del almirante Edward Vernon a Cartagena en 1741 logró reunir la más grande flota de guerra inglesa del período colonial y amenazar seriamente la presencia española en el Caribe. De haber vencido en Cartagena, la historia habría dado un vuelco para todos. Gran Bretaña se habría hecho fuerte en la Nueva Granada, y España, en apuros, se habría visto obligada a ceder espacio en América y tal vez en la propia Europa. El relato más completo de este episodio se encuentra en el Diario del sitio publicado por Dufresnoy, a escasos tres meses después de ocurridos los sucesos. Según su editor: «está escrito con tanta moderación que los vencidos no se ofenden». El texto es una lectura obligada y pieza documental insustituible para informarse sobre el sitio de Cartagena por Edward Vernon.

Portobelo. Panamá El Morro. La Habana

El ataque llevado a cabo por Vernon a Portobelo en 1739, en que con sólo seis naves de guerra, dos centenares de soldados y mucha suerte tomó a los españoles 68 cañones de bronce, 4 morteros, les inutilizó 80 cañones de hierro y les arrebató cuantioso botín, despertó tal entusiasmo en Inglaterra y supuso tan obvia la derrota de Imperio español, que no sólo se acuñó la famosa medalla conmemorativa de la hazaña del 22 de noviembre de ese 1739 sino que pensó que con un esfuerzo adicional se podría sitiar y ocupar la más importante ciudad del Caribe. Vernon hizo dos simulacros cuidadosamente planeados para asegurar la victoria; obtuvo un insólito apoyo en material bélico: 8 grandes navíos de tres palos, 28 de línea, 12 fragatas de combate, 130 transportes, algunos brulotes, 9 000 hombres de desembarco, 2 000 negros macheteros de Jamaica, 15 000 marineros y la escuadra angloamericana compuesta por 2 763 marines, comandados por Lawrence Washington, hermano de George, futuro libertador de Estados Unidos. En suma, casi 29 000 hombres de guerra contra una ciudad de alrededor de 20 000 habitantes, malamente defendidos por 6 barcos, 1 100 soldados veteranos, 400 bisoños, 600 marineros, 300 milicias y 600 indios, negros y mulatos, esto es, apenas 3 000 hombres de tropa. Los ingleses, habituados al contrabando desde Portobelo, no aceptaban que los guardacostas españoles los registraran ni en puertos ni en altamar. La Convención del Pardo, del 14 de enero de 1739, había aceptado pagarle a los ingleses por los daños ocasionados en operaciones de registro a los contrabandistas la cantidad de 95 000 libras esterlinas. Pero Carlos III de España no sólo no pagó lo convenido, sino que consideró menos costoso declararles la guerra, el 25 de agosto de 1739. Vernon, encargado de la represalia, se desquitó con su ataque a Portobelo. El Diario del sitio editado por Dufresnoy nos proporciona, además de las estadísticas, otros detalles de interés. Los primeros buques enemigos fueron avistados el 13 de marzo de 1741 a las nueve de la mañana. La plaza, defendida por el virrey Sebastián de Eslava en persona, tenía de comandante a Blas de Lezo, ya mutilado por guerras anteriores. Al comienzo se notó la superioridad inglesa y fáciles acciones les permitieron adueñarse de los alrededores de la ciudad fortificada. La clave de la victoria fueron las ingeniosas estratagemas que minaron la obvia ventaja inglesa. El Diario del sitio concluye con noticias sobre la propuesta de Vernon para el canje de prisioneros, el reconocimiento de 1.500 ingleses muertos y heridos, entre ellos los mejores oficiales, las cuantiosas víctimas del escorbuto y la disentería, y la salida de la disminuida flota hacia Jamaica, el 8 de mayo. La célebre medalla en que aparece Blas de Lezo de rodillas ante Vernon se convirtió en un trofeo de los vencedores. En una cara, el triunfo inglés en Portobelo, el año 1739. Pero en la otra, la arrogancia española vencida por el almirante Vernon. En la Historia de San Martín (1888), Bartolomé Mitre registró también el hecho. La Historia de Colombia para la enseñanza secundaria de José María Henao y Gerardo Arrubla (1910), al recordar el frustrado trofeo, apunta que «pareció a los britanos que ya se había puesto el Sol en los sucesores de Carlos V». Lo cierto es que en una sola batalla naval, la de Cartagena, Inglaterra perdió la oportunidad de hacerse en América a un sólido bastión en Tierra Firme.

Lucien Leclerq:
«[…] y creo que si Leclerq no fue ejecutado, sino meramente castigado con azotes, como pude establecerlo más tarde, ello se debió sin duda a la comprobada amistad entre él y el virginiano, de la cual podía inferirse, erróneamente por supuesto, un gran dolor en su corazón, sólo que Leclerq carecía de corazón y de entrañas, y se divirtió descuartizando a Beltrana igual que lo hubiera hecho despachándose un buen pernil de puerco, la verdad es, para los que quieran oírla, que desde su niñez, cuando vio suicidarse a su madre, a raíz de la muerte de su marido en la batalla de Las Dunas, en la cual había tomado parte como soldado del vizconde de Turena, un rencor incontenible informó su vida, y una rara sevicia sus peripecias de carnicero, sevicia que explica la forma como antes alentó esperanzas en Federico […]» (Tomado de Germán Espinosa, La tejedora de coronas Bogotá, Alianza Editorial, 1982, pp. 492-493).

Cartagena:
Aunque en verdad no existe un documento que confirme la fecha exacta de este acontecimiento. Según el cronista Juan de Castellanos, fue un veinte de enero, festividad de San Sebastián, patrono de la ciudad: «Cumplidos eran ya los días veinte / Del mes nombrado del bifronte Jano, / Del año que dijimos ser presente, / Y día del beato Sebastiano»; según Fray Pedro Simón, un veintiuno de enero; según Gonzalo Fernández de Oviedo, el primero de junio de ese mismo año. A su llegada a estas hermosas playas del Caribe Pedro de Heredia debió enfrentarse a los nativos que habitaban la aldea de Calamarí, que en su lengua significa ‘Tierra de cangrejos’. Le sirvió de intérprete la india Catalina, traída desde Santo Domingo por Diego de Nicuesa. Los indios previniendo la llegada, habían abandonado la aldea. Sólo encontró a Corinche, el más anciano de ellos, que los llevó con engaños a Turbaco donde los indígenas los esperaban preparados para defenderse. También tuvo que sortear las dificultades propias de esas latitudes. El clima era insalubre y escaseaban el agua dulce y la piedra para construir. Cuentan los cronistas que Pedro de Heredia desembarcó en Cartagena el 15 de enero de 1533 después de haber vencido a los indios Turbaco. La ciudad se construyó en un terreno cenagoso, oprimido por la tupida vegetación tropical que amenazaba con ahogar el caserío. Los mismos bohíos que habían habitado los nativos formaron el primer núcleo urbano. Las características del terreno plantearon muchos problemas de saneamiento, hasta el punto de que el Rey concedió mercedes en varias oportunidades para «deserbar la ciudad», ya que al menos una vez al año era necesario talar los También la conocemos como «la Heroica» por haber resistido, no sólo a los rigores de la naturaleza, inundaciones, vientos huracanados, tormentas e incendios, sino también, y sobre todo, al asedio de los piratas, que codiciaban sus barcos cargados de riquezas. Pero sin duda la resistencia más tenaz tuvo que pasarla durante el periodo independentista cuando el pacificador Pablo Morillo la sitió. La ciudad soportó con heroicidad hasta el 11 de noviembre de 1815, cuando declaró su independencia. Esta fecha representativa para los cartageneros y para los colombianos, en general es célebre por el reinado nacional de belleza, al que se refiere Gabriel García Márquez con el humor que lo caracteriza. Autor:

 

 

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