Dom Pernetty en las Malvinas (1763-1764):
Nació en Ruán en 1711. Fue religioso benedictino y estudioso de variadas materias. Su ávida curiosidad le hizo interesarse por inusuales saberes, como la alquimia,  hasta su muerte (1811). En conflicto con autoridades católicas, fue acogido por Federico II de Prusia y nombrado conservador de la Biblioteca de Berlín. Fundó la secta masónica de Los Iluminados de Avignon, actividad que le hizo pasar por la cárcel de la Revolución. Acompañó a Bougainville como hombre de ciencia de la expedición de asentamiento en las islas Malvinas. Publicó la relación del viaje en Berlín (1769) y una segunda edición francesa arreglada y aumentada (1770). A bordo de los buques El Aguila y La Esfinge partieron de Saint-Malo (agosto 1763) para regresar al mismo puerto en junio del siguiente año.

Mapa Extremo sur de América. Pedro Reinel 1522. Polo sur a la derecha.

Frente a las islas Malvinas, se da pronto cuenta de su importancia para la navegación: La entrada de la bahía es admirable -nos dice-, y entramos en ella a plena vela, como en el mejor puerto de Europa. Esta bahía puede contener por lo menos mil barcos, y hacia el oeste se alzan islas e islotes al abrigo de los vientos, y donde las embarcaciones se hallan con más seguridad que en el puerto de Brest. Cuenta después, circunstanciadamente, la toma de posesión de la isla, la fundación de la colonia con familias acadianas, y entra enseguida a describir las tierras, arenas, caracoles, aves y peces, pues a excepción de un pequeño lobo y algún zorro no hallaron los visitantes ni cuadrúpedos ni reptiles, y menos seres humanos. El naturalista lo atribuye a que las las islas fuesen una tierra demasiado nueva o a que cataclismos geológicos hubiesen ahuyentado de ellas a sus habitantes.

La Pérouse en Nueva Caledonia Beagle

Adaptación de los colonos franceses:
Por carta de Neville, sobrino de Bougainville, quien quedó como gobernador de las colonias en ausencia de éste, sabemos que la primera invernada de los colonos fue excelente, y que el optimismo se albergaba en el ánimo de quienes habían ido allí a llevar la civilización. Tierras excelentes para el cultivo, una caza como ya la hubiesen querido tener los bosques donde se efectuaban las cacerías reales, y una pesca que, por lo numerosa y exquisita, levantaba exclamaciones de asombro en los lobos de mar de la expedición. De las dieciséis láminas que ilustran la obra, ejecutadas por Dom Pernetty con vigorosa pluma de dibujante, interesan particularmente las dedicadas a hacernos conocer la fauna y flora exóticas. Hay también un mapa del Río de la Plata, tres de las islas Malvinas y uno de la Tierra del Fuego.

Para que no faltase también lo fantástico en este libro de un hombre de ciencia, la última de sus láminas presenta a un matrimonio de indios patagones efectuando trueque de objetos con un militar francés, y éste sólo alcanza a poco más de la cintura del gigante aborigen. Se ve así cómo hasta hombres de tan firme observación como Dom Pernetty, en lo referente a América, se aferraban a creerla cuna de lo extraordinario, y en las regiones donde no hallaban otras riquezas que las que pudiera darles su propio trabajo, intentaban encontrar, por lo menos, monstruos. El clima de lo maravilloso invitaba a crear sueños a las más seguras mentes. (Ernesto Morales)

El San Pedro de Bering Expedición océano glacial L'Astrolabe

Encuentro con pingüinos:
Habían creído desierta la isla. De pronto, al enfrentarse a un sitio compuesto de grandes piedras escalonadas en forma de anfiteatro, vieron ante sí una multitud de pequeños seres a los cuales tomaron en principio por indígenas. "Los pingüinos viejos tenían alrededor de los ojos unas manchas blanqui-amarillentas que podían creerse antiparras. Nos aproximamos y ellos seguían contemplándonos con la cabeza a un lado o a otro, como si se burlaran y dijeran, irónicamente: ¡Ved al buen señor aquel! (Pernetty)

 

 

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