Ana Rossetti: Entrevista             

 

 Ana Rossetti: Entrevista 1999
La escritura de Ana Rossetti tiende a condensarse en torno a los más diversos espacios culturales. Desde la poesía a la ópera, su palabra se transforma continuamente, en una relación de padecimiento constante, de disfrute propio. Su tono vitalista y a un tiempo amargo, en ocasiones irónico, le da a su obra un talante universal y trascendente, tan necesario hoy en un mundo carente de esencias. La sinceridad de esta escritora, su voz fresca y espontánea, nos da valor para detener el tiempo un instante y por una vez ser plenamente conscientes de nuestra vida.

Muchos intelectuales todavía se preocupan porque la gente no lee. ¿Cree que esto resulta tan dramático como se plantea?:
Tanto en la literatura como en la música, tienes que estar en posesión de ciertas claves. La poesía exige un esfuerzo, como lo exige la música. No es tan fácil decir: "¡pues lee!". Cómo puedes pensar que la música que ponen en los "Cuarenta Principales" -que te están bombardeando, vas al supermercado, echan la música... - es la misma. Y la gente de cierta edad toda la música la escucha igual. Sin embargo, la gente que está donde tiene que estar, sabe que no es así, porque tiene esas claves, (no porque esté más difundida la música, que está al alcance de todo el mundo). Te estoy hablando de la más elemental. Eso puede ser también dramático, que lo mismo les dé que estén escuchando a Tchaikovski que a Beethoven, a Mozart, a Camarón, a la Niña Pastori... o blues o jazz. ¿Eso no es dramático? ¡Hombre, por favor!, que la incultura es a todas bandas. No se le enseña a la gente a tener criterios. A quien le gusta la ópera y no le gusta el flamenco, no entiende flamenco. Y se cree que todo es igual. Y la gente que le gusta el flamenco, pues dice que una ópera barroca es pegar chillidos.


Casi todo el mundo escucha música, y casi todo el mundo lee.
Pero qué es lo importante. La gente se cree que hay que leer o escuchar música. No, lo que hay que hacer es disfrutar con eso, entenderlo, cuestionárselo. Una cosa es el entretenimiento, que no es malo. Cuando entra la preocupación no importa el libro, sino qué están haciendo. Que compren libros o no me da igual, lo que importa es qué libros leen, si es literatura o si están leyendo solamente para evadirse. Esa es la preocupación, lo otro me da lo mismo. Y está bien que lean para evadirse, lo que me preocupa es cuánta gente es capaz de penetrar en la literatura, de apreciarla, y si lo que se está publicando son muchos libros -no de literatura sino de narrativa de evasión- y no le están dejando hueco a la literatura. Eso es lo que preocupa, no las cifras que nos dicen que se han vendido o se han publicado tantos libros. A mí eso no me interesa, ni para bien ni para mal. Lo que me importa es encontrarme con personas con las que puedo compartir ciertas experiencias que nos las dan la música o los libros u otro tipo de cosas. Ahora yo tampoco compro tantos libros como se supone que tengo que comprar. Pero releo mogollón. Y suelo comprar también muchos libros de ocasión, que no vienen en las estadísticas, porque quienes las hacen son las editoriales. Yo no te sirvo como paradigma, pero las otras cifras tampoco. Vuelvo a decirte, yo no juzgo eso de que existan crisis o no, lo que veo es que mucha gente va a los recitales de poesía o que nada más que lee poesía. Pero a partir de ahí yo no puedo preocuparme de más nada, porque ya no se puede saber. El mayor problema que veo hoy, no sólo con la literatura, sino con muchas otras cosas, es que se está diciendo que se está dando al público lo que quiere, y eso no es verdad. Además, no hay por qué complacer tanto en todo. Al estar así complaciéndolo... no se les da sustancia. Ni en literatura, ni en cine, ni en nada. La gente se está acostumbrando a estar ante la televisión haciendo zapping -eso sí que es en verdad peligroso-, noo puede concentrar la atención más de cinco minutos en una cosa, y ya piensa que cualquier película es lenta, como no tenga muchas cosas, y la cámara para arriba y para abajo... Eso sí que es preocupante, eso es lo que hay que enseñar, que concentre la atención, y a partir de ahí puede jugar al ajedrez y puede ver una película. Pero ese es un problema de raíz, no es de la literatura. La gente se aburre como no esté con mil cosas. Ese bombardeo, que tú no puedes estar en silencio, ese abigarramiento es lo que veo peligroso para poder apreciar otras cosas, el no poder detenerte en unas hormiguitas que vayan pasando, porque tiene que estar continuamente la imagen interrumpida. Tú imagínate, la gente viaja, y a cuantos más sitios vaya, mejor. Eso es lo malo. ¿Qué tiene qué ver con la literatura? Pues sí tiene que ver, porque tiene que ver con todo. Esa aceleración... que van corriendo, ven un monumento -hablamos de los japoneses, ¡mentira! todo el mundo es así- y tienen que estar haciendo fotos continuamente, para darse cuenta de lo que hay, porque son incapaces de retenerlo, de fiarse de su cabeza, de sus sentimientos, de su memoria. Están en un sitio, y ¡pum!, la foto y entonces ya no contemplan nada. Eso lo hace todo el mundo, eh, hasta los poetas. En lugar de disfrutar del momento, lo acaparas y ya no lo vives. De alguna manera, lo momificas ahí. Eso no lo reelaboras, queda muerto. A mí todo eso me da más repeluz que cualquier otro tipo de cosas. No soportar lo que puede ser el vacío. Que el vacío puede ser sedante, puede ser muy rico, puede ser incluso perturbador, porque tenemos muchas opciones. Y lo otro es como anestesiante.

¿Cómo empezó a escribir?
Yo escribía siempre, para el grupo de teatro que tenía. Pero una cosa es lo que tú hagas, otra lo que tú eres, y otra lo que los demás te aceptan, cómo la opinión de los demás también te conforma o te configura en la lucha. Entonces, yo me di cuenta de que era escritora -o poeta- porque gané un premio de poesía, y a partir de ahí todo el mundo me lo dijo, todo el mundo estuvo conforme. A raíz de ese libro la gente me llamaba, me calificaba así automáticamente. ¿Se le encasilla por ganar un premio como el de La Sonrisa Vertical?
No. Yo estaba encasillada antes con Los devaneos de Erato. Mira, hay gente que sigue a piñón fijo, pero a mí no se me está encasillando puesto que se me pide -por las editoriales- literatura infantil y cosas semejantes. Hay mucha más normalidad en el mundo editorial que luego en el de cuatro lectores o cuatro periodistas, que es lo más que están viendo. Te llaman para hacerte una entrevista y en lugar de aproximarse a ti por deducciones que ellos hagan, cogen documentación y te siguen preguntando lo mismo hasta que tú les contestes... la pamplina, porque no se les ocurre elaborar una entrevista diferente, para sacar de mí unas cosas distintas.

Cuando los críticos analizan su obra, ¿le influye después en su proceso creativo?
Mira, yo procuro que no me coman mucho la moral, porque primero que no me tienen que condicionar, puesto que lo que voy a hacer a continuación es una cosa muy diferente. Entonces, lo que la gente pueda decir de Punto Umbrío, eso no me condiciona porque lo que voy a escribir luego (ahora ya no me acuerdo qué escribí, pero bueno, es un ejemplo) es un libro para niños y niñas de seis años. Pues qué me importa lo que me vayan a decir si yo ya tengo un "chip" diferente. Y cuando he escrito las cosas para niños y niñas de seis años, qué me importa lo que están diciendo, si voy a hacer luego una adaptación de Lope de Vega, o un cuento para Plaza y Janés. No me influye. Si yo estuviera escribiendo y tuviera dudas y alguien me dijera cómo resolver ese problema que se me ha planteado, sí me sirve. Ésto no es humildad, sino sentido de supervivencia, es decir, cómo soluciono ese problema. Pero una vez que está hecha, es así, con sus defectos y con sus virtudes, ya no puedes arreglarlo, eso no tiene enmienda. Y como no voy a escribir la otra obra, pero bien, la voy a dejar como está, qué quieres que haga.

¿Cómo ve el mundo de la literatura infantil?
Ahora hay más interés que nunca. Incluso hay muchas campañas de lectura en los colegios. Que eso sí lo veo bien, cuando uno es pequeño que le acerquen a los libros. Después, que haga lo que dé la gana. Pero que lo acerquen normalmente, que hagan trabajos con los cuentos y entonces te das cuenta cómo en las aulas se viven historias, cómo las resuelven, cómo te plantean preguntas. Es una delicia cuando vas, aunque depende también de los profesores y las profesoras, de la actitud que tienen los padres. No es una varita mágica que tú les leas un cuento. Hay colegios a los que yo llego y todos los chiquillos se ponen a levantar la mano para contarme cosas, tapándose los unos a los otros, y sin embargo hay otros que empiezan a preguntarte, pero del cuento, a lo mejor hasta me dicen: "¿y por qué no termina de esta manera?", porque quieren hacer su propia historia. Muchas veces les digo: "¿pero por qué no lo contáis y por qué no hacéis ahora la continuación?", los animo. Hay todas estas cosas buenas, todos estos programas de lectura, gente que incluso escenifica los cuentos, porque la lectura no es solamente así, hay que hacer muchas cosas con todo ese material y se puede trabajar con ellos hasta el hartazgo. Pero luego estás en una caseta en la Feria del Libro, y te ves a los padres diciendo: "¡tú ya tienes un libro en casa, para qué quieres otro!" Es así. Se gastan el dinero en comprarles otras barbaridades, pero si el niño quiere el libro, el padre dice: "¿y te lo vas a leer, eh? ¿tú estás seguro de que lo vas a leer?" Bueno, ahora mismo lo quiere, después lo tirará, a lo mejor un día lo coge... pero cuántos caprichos se les da, y no se les cuestiona si van a jugar, si no van a jugar, si se lo van a comer, si no se lo van a comer... Le compran lo que sea, pero cuando van a dar la batalla con lo de los libros, se les cuestiona. Sin embargo, también te ves la actitud de otros padres diciendo: "¡uy, qué bonito!", ya incitándoles al crío o a la cría a que vean las cosas, y ellos ven que es importante. Pero hay algunos que para qué llevan a los críos allí. Primero, que están acostumbrados a darles todos los caprichos, a incitarles para que pidan, sin embargo en la Feria del Libro no pueden pedir nada. Ese es el único capricho que les tuerce. Es muy curioso eso. Claro, hay niños también, que por mucho que se pongan, ni por libros ni por no libros. Hay niños fastidiosos, caprichosos, no te digo que no. Pero éstos llegan, miran y ya le están poniendo la cosa como algo negativo, como si eso fuera un despilfarro.

¿En qué medida cree que su poesía se puede definir por ser mujer? (para aquellos que así lo crean)
Eso que lo diga quien sea. Si alguien lo averigua, pues que me explique por qué. Ese es un discurso que yo no digo que sea cierto ni no cierto, pero no soy filóloga ni lingüista. Entonces, si alguien da con el truco, pues que me lo diga. ¿Existe una diferencia?
El discurso del que ahora se habla es el de los géneros. No se habla ya de femenino ni de masculino, porque hay una cosa que es cultural y biológica, pero uno cuando escribe, escribe desde una tradición. Y ya está. Que yo no lo niego, pero no me tengo que comer el coco con eso, si estoy escribiendo como una mujer o como un travesti o como no sé qué. No me interesa. Hay cosas que saldrán a pesar de mí, aunque yo no quiera. Y yo no tengo que poner resistencia, pero tampoco énfasis, porque lo que quiero hacer, fundamentalmente, es literatura, escriba para niños y niñas de seis años o para un libreto de ópera, me da igual. Yo lo que quiero es trabajar con las palabras para hacer literatura.

¿Cree que puede cambiar el canon en el siglo XXI, con las escritoras?
Con el canon yo no sé en el siglo XXI lo que va a pasar. Ahora no hay ninguna mujer en la Academia -bueno y la que hay pues la pobre no puede hacer nada- y los Premios Nacionales de Poesía los dilucidan hombres, o sea, las mujeres no tienen derecho a voto en eso. En el jurado de los Premios Crítica son hombres, en el Príncipe de Asturias, hombres. O sea, en todos los principales premios de este país los jurados son hombres. Entonces, qué me cuentan a mí. Yo no estoy diciendo que elijan a mujeres, eh, estoy diciendo que voten mujeres. Lo importante no es que las mujeres tengamos poder. Lo importante es que tengamos prestigio. Y el prestigio todavía no lo tenemos. Si un jurado de mujeres le diera un premio a no sé quién, ese premio no tendría el mismo prestigio que si se lo diera un jurado de hombres. Son ejemplos concretos. Un jurado de mujeres da un premio y es una broma: "ah, qué simpático" y tú verás cómo el hombre dice cualquier cosa cuando se lo entregan, alguna gracia. No se lo toman en serio. Ahora, a una mujer le da un premio un jurado de hombres, y esa mujer se curra su discurso, es una cosa seria. La gente es muy optimista, pero yo no sé dentro de cinco años lo que va a pasar. Ahora, un jurado de mujeres, aunque sean Ana Mª Matute y no sé quién, no es lo mismo que uno de hombres. Y no es una cosa visible, no tiene nada que ver con el poder.

Se sigue pensando que la literatura de mujeres es mala.
Claro, y la prueba la tienes en este congreso. Dicen que hay muchas mujeres mediocres, entonces no valen. Bueno, también hay hombres mediocres y están tan divinamente. La cuestión es que, simplemente, las mujeres todavía no estamos en lo que se llama en publicidad la "punta del pensamiento". En la encuesta, para ver si una publicidad tiene gancho, a la gente le preguntas seis marcas de jabón, por ejemplo, y de repente, hay uno que lo dicen todos. Ese jabón es el que está en la "punta del pensamiento". Entonces, si en todos los programas están Luis Antonio de Villena, Luis Alberto de Cuenca y no sé quién más, pues al siguiente los llaman, porque es lo que está en la cabeza de la gente, cómo vas a prescindir de ellos. Los demás es que los tienes que pensar. Vas a hacer una antología, pues buscas a los mismos, y los mismos son ellos. Por eso lo importante es que nosotras estemos en la "punta del pensamiento", y que salga rápidamente. Porque ahora te dicen de repente: "escritoras del siglo pasado"... Lo tienes que pensar, y de los hombres no. Y como no las tengas presente nunca, me dirás. Tienes que hacer ese esfuerzo, estar peleando por ellas, y a los otros nadie los discute. Y tú tienes que estar diciendo: "pero bueno, por dios, Emilia Pardo Bazán, Rosalía de Castro, Carolina Coronado..." Entonces, de verdad, me parece que eso tenemos que pensarlo.

¿No le parece significativo que a un congreso de poesía de carácter internacional como éste, sólo se encuentren invitadas cuatro mujeres?
Eso también. En la sesión de hoy, por ejemplo, todo son hombres. Y no pasa nada. Si hubiera nada más que mujeres, pues dirían: "esto es poesía femenina" y ya vendría alguno a joder, "pues me voy a quejar... y la igualdad de derechos... pues hay mujeres más machistas que los hombres..." Todas esas cosas que salen cada vez que nos ven a tres o cuatro mujeres juntas. Entonces empiezan con ese discurso, y a preguntar por qué no hay ningún hombre. Claro, pero aquí nunca nadie pregunta por qué no hay ninguna mujer. Y si lo preguntas, es que eres feminista. Feminista en el mal sentido del término.

¿Cree que la cultura sigue siendo antropocéntrica?
La cultura naturalmente que sí. Ya estamos dentro de esquemas machistas, y los esquemas machistas no son lo que la gente se cree, que simplemente son para joder a la mujer, incluso hasta para beneficiarla en determinadas cosas. Todavía los hombres tienen que pagarle a las mujeres en caso de divorcio. Eso es machismo, pero la gente no se da cuenta. Y las mujeres dejan de trabajar, o no quieren hacerlo porque el abogado se lo dice, para que el marido les dé dinero. En qué cabeza cabe, por qué no le dice el juez: "mire usted, señora, póngase a trabajar y no joda más el asunto". Eso es machismo. Es machismo también que una mujer pueda pedir la excedencia y diga: "no, porque como estoy casada, así preparo la tesis, como él ahora gana por los dos..." Pero ninguna mujer le dice a un tío -ni un tío tampoco es capaz-: "oye, yo ahora trabajo por los dos, prepara tú la tesis, pide la excedencia". ¿A que eso no se dice? Pues eso es machismo.


Como se comentaba ayer en uno de los debates, ¿existe una poesía sin palabras?
Sí existe. La palabra no es el único lenguaje. Estamos muy equivocados, porque le estamos dando unas preferencias y eso no es verdad. Sí es verdad que somos seres de lenguaje, nos comunicamos por medio del lenguaje, no somos nada sin lenguaje. Pero el lenguaje no es la palabra. La lengua, el idioma, no tiene que ver con el lenguaje. Yo he visto mucha poesía visual, y esa poesía no se puede escribir con palabras. Lo que se consigue así no se consigue de otra manera. Ahora, también la poesía con palabras luego no se puede reducir a imagen tan ricamente, porque en ella la forma y el fondo son indisolubles, no se puede trasladar, porque no es "de lo que trata". La poesía no significa, la poesía es. Que se le meta también en la cabeza a la gente que hace la crítica, porque no trata de nada. Y me da igual que sea una película, una pintura, o lo que sea. La poesía es. Y cuando tú ves una película que no importa para nada el argumento, sino cómo está contada -no sé si habéis visto El cielo sobre Berlín-, eso no se puede explicar a nadie: "es que a la muchacha la había dejado el novio y..." No, no se puede decir de otra manera, yo no sé cómo está escrito ese guión. Entonces, te das cuenta de que el fondo y la forma son inseparables. En la poesía es así, esté escrita en verso, esté escrita en lo que sea, incluso en páginas de prosa. Esas páginas de prosa no son una narración, porque no te están diciendo de lo que trata. Eso para mí es la poesía, y tiene que llegar rápidamente. Es verdad que la metáfora es lo más rápido que hay. Tiene que ser instantáneo.

¿Qué piensa del panorama actual de la poesía española?
La poesía siempre está mejor de lo que la gente se cree. Y demasiado bien, cuando no hay ningún tipo de apoyo. Por otro lado, también pienso que está bien porque no hay ningún tipo de apoyo. En eso tengo una opinión contradictoria. El que los editores te dejen publicar, y no te pidan cuentas (ni te las den tampoco) está muy bien, porque te da libertad y no dicen: "bueno, este libro cómo te lo voy a publicar, si lo que se lleva ahora son los sonetos". No interfieren, la poesía no está sujeta a modas, y eso es lo bueno. Entonces esa pureza sí puede mantenerse. Luego tienes esa otra parte de la historia, que de pronto un libro se vende a trancas y barrancas, pero no lo reeditan, no lo distribuyen, tienes esa contrapartida. Por eso te digo que tengo una postura muy ambigua. Por ejemplo, cuando mi Devocionario lo cogió Plaza y Janés era un libro que ya hacía diez años que se había publicado, y se ha estado vendiendo, pero claro, le dan la misma cobertura que si fuera narrativa, y entonces está funcionando de maravilla.

Es un tópico, eso de que la poesía no gusta a la gente...
Porque también pretenden que la poesía sea nada más que para cuatro. Es como un prejuicio. Es verdad que la poesía no le tiene que gustar a todo el mundo, como la novela policíaca no le gusta a todo el mundo, o la de aventuras. La poesía exige un esfuerzo. Y no lo digo como algo malo, sino que jugar al ajedrez no es lo mismo que jugar al parchís. Claro, no es lo mismo coger una novelita de Agatha Christie, hay que exigir. Lo que pasa es que eso puede ser placentero, ese esfuerzo es justo lo que te gusta hacer, y no pasar las hojas como si no pasara nada, hay gente a la que le gusta las emociones fuertes. En todo eso estoy de acuerdo. Pero es verdad que si hay una lectura de poesía, la gente va. ¿O eso yo me lo invento? No son grandes masas, pero son los que tienen que estar. Y a lo mejor podrían estar más, si tuvieran más acceso y si se les hubiera fomentado más la cuestión... Luego pasa una cosa que también te conmueve, y es que hay gente que nada más que lee poesía. En todo caso, ensayo. Esos son lectores y no consumidores, lo que molesta mucho a las editoriales, que no están buscando lectores. Porque claro, tú con un libro de poesía te puedes quedar para toda tu vida, si la lees con interés. No necesitas estar comprándote uno continuamente. En cambio, de las novelitas estas ligeras te tienes que comprar una cada semana, por lo menos. Eso es un chollo, porque es consumo. Pero cuando tú relees -y los verdaderos lectores releen- no eres un lector tan "agradecido" como los que están leyendo otro tipo de cosas. No te puedes imaginar la de veces que yo releo los libros que tengo, y cada vez como si fuera la primera.

Hay muchos que opinan que la poesía puede ser más leída porque es "más corta".
¡Uy!, mira, esa es la tontería más grande del mundo. La poesía vuelvo a decirte que es dura. Y por eso el género del cuento tampoco gusta a la gente, pasa lo mismo, pero le puede gustar, si se ha educado. En el cuento está todo en síntesis, requiere un esfuerzo. No puedes estar pasando las hojas, pensando en otra cosa, porque entonces no te enteras. Sin embargo, con una novela que tiene mucha digresión, si la dejas y vuelves luego por la noche, te da lo mismo. Pero para lo otro no, no puedes desperdiciar ni una palabra, tienes que estar con la tensión a tope. La emoción que te procura es fuerte, y el come-come que te da. Si no, es insoportable. La poesía inane, o la que no te diga nada -a lo mejor es maravillosa, pero contigo no ha conectado- no la puedes soportar. Sin embargo una novela, con tal que te entretenga, te la puedes leer. Ni corta ni no corta. La poesía es corta porque está condensada, y si no estás habituado a desglosar el lenguaje, no te enteras a veces de qué es lo que hay. Eso exige un aprendizaje, como lo exige la música. Tienes que saber lo que es la música bacalao, y distinguirlo de lo que es tecno, y es una cosa que estamos escuchando todos los días.

La poesía está relacionada con el silencio, pero no estamos acostumbrados a estar solos. Da miedo enfrentarse, y la poesía da ese enfrentamiento.
Hay otra cosa también que tiene esta sociedad, y es el miedo al dolor. Inmediatamente hay que poner una pastilla para lo que sea, no soportamos ninguna incomodidad. Cinco minutos que estamos en la cama, no nos dormimos y ya estamos tomando la pastilla... Luego esas historias de que todas las cosas tienen que motivar. Sí, es verdad, hay cosas que tienen que motivarlas, pero hay otras que no necesitan motivación, sino voluntad, porque te motiven o no, hay que hacerlas, porque no te pueden motivar de ninguna manera. Entonces lo que tú tienes que aprender es eso, que hay cosas que no hay más narices, que por mucho que te cuenten eso no es tan bonito ni es nada, lo tienes que hacer y se acabó.

Ese miedo al dolor afecta a cualquier nivel.
Lo que tiene la gente es miedo a enfrentarse con una realidad. Prefiere tomarse una pastilla que ir al psicólogo, para no confesar que tiene algo que no marcha. Y que de verdad buscamos demasiado el confort, que nada nos agobie, o nos perturbe, o nos incomode. Es verdad que el ser humano tiende a la felicidad, pero la felicidad no tiene nada que ver con estas cosas. (Aparte que yo no creo mucho en esa palabra, porque está tan desvirtuada... pero bueno, el estar en armonía) Pero el que busques estar en armonía quiere decir que tienes unos problemas que resolver, justo para encontrarla. Tienes que estar buscando ese desafío, esa lucha. Es que no podemos soportar ya nada. Hay que aceptar que las cosas pasan, que te van a doler, que no te van a gustar... Pero eso no, cuantos menos problemas se cree uno, mejor. Y lo que estás haciendo es metiendo la mierda debajo de la alfombra. No tenemos voluntad, no tenemos fortaleza...

La gente se cansa, se dejan las cosas a mitad.
Sí, se dejan a mitad. Ya para insistir, profundizar, perseverar... pues no. Además, no nos damos cuenta de que conocemos y aprendemos de las cosas por el esfuerzo y por la perseverancia. Nada más, es que no hay otra historia. Puedes tener una habilidad, pero el perfeccionamiento necesita constancia y esfuerzo, lo placentero viene de conseguir esas cosas. Muchas veces se dice: "Si no me divierte, no lo hago". No. Una cosa es que tú ya hayas conseguido ésto y entonces veas que no te diviertes. Pero antes no lo puedes saber.

También es el miedo a encontrarse a sí mismo.
Porque no te gusta lo que hay, y como tú tienes que tener -porque también te lo han dicho- autoestima... Claro, pero tienes que reconocer primero que estás bien. Si tú estás mal, si estás lastimada, si estás asustada, si estás insegura, qué autoestima vas a tener. Hay que resolver eso, y entonces ya verás lo fantástica que eres. Hay mucha confusión, porque se quiere llegar al resultado sin tener el proceso. Y el resultado, lo que te están proponiendo, es bueno. Pero tú tienes que procurar lo demás. Entrevistador: Maiki Martín (durante el congreso Poesía para el siglo XXI, Santa Cruz de Tenerife 13 de abril de 1999)


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