Hacia el acorazado:
Los primeros vapores que se incorporaron a las marinas de guerra eran cargueros, remolcadores o transportes de tropas (Sphinx, Véloce, Gomer). La probada eficacia de los grandes veleros de 120 cañones motivó una inicial resistencia a grandes cambios basados en el acero y el vapor.

Victory. Buque insignia del almirante Horacio Nelson. Ejemplo de las técnicas de construcción naval más avanzadas de la época. Trafalgar marca el comienzo del dominio británico sobre los mares. Vapor Alecto El Merrimac.

Se fue perfeccionando el diseño de las granadas explosivas y pasaron de ser lanzadas por morteros a ser utilizadas a tiro tendido en los barcos. Grandes veleros sucumbían en enfrentamientos ante pequeños avisos con cañones obuses. Su poder destructivo hizo obligatorio acorazar barcos. Las primeras pruebas de embarcaciones reforzadas con planchas de hierro producen naves de muy escasa velocidad y maniobrabilidad. La entrada en acción del Monitor, durante la guerra de Secesión, logra el hundimiento de la flota confederada que se le enfrentó. El repaso histórico de Mahan convence y establece el acuerdo general de que siempre el país con mayor capacidad naval venció al dotado del ejército más poderoso.

HMS Bellerophon 1895. Los primeros barcos acorazados propulsados a vapor seguían manteniendo mástiles y velas aunque su utilización era escasa. Acorazado Re d'Italia. Se rindió en la batalla de Lissa (1866) ante el austriaco Erzherzog Ferdinand Max El austriaco Ferdinand Max en la batalla de Lissa (1866) Surprise en las colonias

Ambiciosos planes de rearme:
La obra de Mahan fue decisiva en la historia. Comenzando por la propia historia de los Estados Unidos, que iniciaron en 1892 su plan de construcción navales. Todavía ese año, a pesar del plan de Rodríguez Arias sólo en parte se había llevado a efecto, España se encontraba en condiciones de enfrentarse con éxito a la marina norteamericana; en 1898 ya no había esperanzas. Los gobiernos de Londres y París se apresuraron a acelerar sus planes navales, y en 1897, un famoso discurso del kaiser Guillermo II en Colonia, en que declaró que el porvenir de Alemania está en el mar, iba a originar el ambicioso plan Tirpitz de 1898, que preveía la construcción por los alemanes de veinte acorazados y treinta y tres cruceros, y el más ambicioso todavía de plan de 1900. También Francia, Rusia, Italia y Japón quisieron de pronto convertirse en potencias navales. Todo eso, que es verdad, no debe ocultarnos el hecho de que, a partir del descubrimiento de la hélice propulsora, las grandes potencias estaban ya preocupadas por incrementar su potencia marítima. La supremacía de los mares, desde los tiempos de Trafalgar (1805), pertenecía indiscutiblemente a Inglaterra. Pero el prurito de las potencias de demostrar sus posibilidades bélicas, y también de llegar al control de espacios lejanos, hicieron que otros países, Francia especialmente, realizaran una activa política naval.

HMS Drake 1902 Dreadnought. Gran salto técnico y modelo que sería muy imitado por el resto de potencias navales. Cubierta del acorazado Dreadnought Foch, Pershing y almirante Beatty

Aparición del acorazado:
Se discute cuál fue el primer acorazado de la historia. En la guerra de Secesión, los federales norteamericanos utilizaron en terrible Monitor, que no era más que un barco de madera revestido de gruesas planchas de hierro y armado de gruesos cañones (que más no podía, debido al inmenso peso de las planchas), el cual, a pesar de su torpe andar, hundió a toda la escuadra confederada e hizo posible el bloqueo que arruinó las posibilidades de sus enemigos. En 1859, Dupuy de Lôme ideó para Napoleón III el acorazado La Gloire, teóricamente invencible, aunque no tuvo ocasión de demostrar sus cualidades. Probablemente el primer acorazado propiamente dicho fue el Duilio, construido por los italianos en 1876. Pero fueron los ingleses los que, preocupados siempre por su hegemonía naval, mejoraron la técnica y las posibilidades de aquellos monstruos de los mares. El Dreadnought, con sus 18.000 toneladas de desplazamiento, sus 147 metros de eslora, su increíble coraza de casi 30 cm de espesor y sus torres de cañones de grueso calibre, se convirtió muy pronto en el símbolo del poderío naval, hasta el punto de que, hasta la época de la primera guerra mundial, a los acorazados se les daba el nombre de dreadnoughts. Sin el convertidor de acero, sin los altos hornos de elevada tecnología, sin calderas de vapor capaces de desarrollar docenas de miles de caballos de fuerza, sin un desarrollo prodigioso de la ingeniería naval, sin las aleaciones especiales, susceptibles de reforzar hasta el máximo la resistencia de las planchas, y sin altísimos presupuestos capaces de permitir a los estados tan astronómicos dispendios, hubiera sido imposible el prevalecimiento del acorazado. Y el acorazado se convirtió en el símbolo por excelencia de la Gran Potencia: ningún país del mundo puede titularse Gran Potencia si no tiene acorazados. Al estallar la primera guerra mundial, Inglaterra, Alemania, Francia, Rusia y Japón, poseían ya varias docenas de estos monstruos, y habían construido acorazados Italia, España y otros países.

Dreadnought. Gran salto técnico y modelo que sería muy imitado por el resto de potencias navales. Flota en ruta hacia los Dardanelos

Cruceros, destructores y torpederos:
Para el control del mundo se hacían precisos también nuevos navíos, menos poderosos, pero más rápidos que los acorazados: que la rapidez también es es a veces un arma decisiva. Y así, el típico navío fue sustituido por el crucero, dotado de alta capacidad de ataque y buena autonomía. Para combatir al crucero fue ideado el destructor, más rápido todavía, y para enfrentarse al acorazado no existía otro remedio que sacrificar al torpedero, un buque casi sin defensas, pero capaz de lanzar torpedos, únicas armas capaces de perforar las planchas de los dreadnoughts. Así fue como, por 1900, las Grandes Potencias disponían de un centenar o más de barcos de guerra, que constituían, con sus fabulosos blindajes y sus torres erizadas de cañones de grueso calibre, un singular espectáculo.

En 1890 Inglaterra tiene 47 acorazados y una flota mercante de 15 millones de toneladas, que representaba la mitad del tonelaje mundial. La superioridad británica se mantendrá hasta el comienzo de la Gran Guerra, años en los que Alemania y EE.UU. logran un importante incremento de sus flotas. Alemania contemplaba con preocupación la posibilidad de que Inglaterra pudiera bloquear su comercio.

Acontecimientos:
1805: La victoria de Trafalgar da a la marina inglesa el predominio en los mares. 1854: Perry fuerza la apertura de puertos japoneses a mercantes occidentales. 1859: La totalidad de las flotas de vela sin casco protegido son sustituidas. 1864: Una flota conjunta occidental fuerza la apertura de puertos en Japón. 1894: La moderna marina japonesa vence a la China y mantiene la superioridad en la costa oriental de Asia. 1897: Primer cañón con retroceso controlado por sistema hidromecánico. 1898: La flota norteamericana destruye a la española en Santiago y Cavite.