Javier Marías: Entrevista Qué leer 1997

Javier Marías

Entrevista Qué leer (1997):

QUÉ LEER : EL titular para abrir esta entrevista sería: Javier Marías es el escritor español de moda.

JAVIER MARÍAS: Pues no soy consciente de ello. Hace muchos años que escribo con más o menos éxito, pero creo que los lectores han ido conociendo mis libros de manera gradual. Yo no he tenido un éxito repentino, como por ejemplo le ocurrió a Eduardo Mendoza con su primera novela.

Q.L. : Pero no negarás que existe un boom Marías en Alemania y Francia. Vender 360.000 ejemplares en Alemania de Corazón tan blanco no se da todos los días.

J.M.: Eso es cierto. Lo de Alemania es muy raro y a la vez muy espectacular ya que he vendido más que en España. En Francia se me conocía más, ya que fue el primer país que me tradujo y donde tengo más libros traducidos, pero el premio Fémina del año pasado fue muy importante.

Q.L.: Cuando escribiste Corazón tan blanco ¿pensaste que te iba a dar tantas satisfacciones?

J.M.: No. Pero tampoco lo pensé de Todas las almas o Mañana en la batalla piensa en mi que también han recibido premios y buenas críticas. Aunque es cierto que Corazón tan blanco es un libro que sigue muy vivo por el fenómeno alemán y por el reciente premio IMPAC (23 kilos de nada, menos una cuarta parte que va al traductor) que me han entregado en Dublín, y del que pensé cuando lo escribí que era un libro muy raro, del que incluso tuve dudas sobre si titularlo así (la palabra corazón no le acababa de convencer). Pero lo de dudar me sigue ocurriendo con todos los libros que escribo.

Q.L.: Tú insistes en que eres muy inseguro.

J.M.: Desde luego. Que mis libros se vendan no es motivo para que deje de serlo. Sé que hay autores que se sienten muy seguros, e incluso algunos creo que piensan que sus textos son muy buenos por venir de ellos y ni tan siquiera se esfuerzan por escribir bien. A mí me ocurre todo lo contrario.

Q.L: Llevas más de la mitad de tu vida escribiendo y es de suponer que tu carrera literaria ya está asentada.

J.M.: No lo creas. Empecé a publicar a los 19 años (Los dominios del lobo), ahora tengo 46, acabo de publicar Mano de sombra , debo tener unos 13 libros en la calle, y, sin embargo, no tengo la certeza de que seguiré publicando libros en el futuro. Yo no he logrado ver la actividad de escribir como una profesión.

Q.L.: Algo que sí ven muchos colegas tuyos.

J.M.: Sí. Escribí un artículo que titulé Tahúres, sobre en qué consiste ser escritor, porque noto en muchos escritores jóvenes actuales, que han hecho algún curso en estas escuelas de letras que existen y que no acabo de comprender muy bien para qué, que consideran que ya están capacitados para publicar, como el médico que ha hecho su carrera y quiere ejercer. Tengo la sensación que más que querer escribir lo que les gusta es ser escritores. Supongo que piensan que socialmente ser escritor no está mal, según y cómo se puede ganar dinero … En el artículo también decía que un escritor no tiene derecho a reclamar nada: no puede enfadarse porque sus libros no se publiquen, no se vendan, reciban malas criticas, o porque cuando sea viejo se esté muriendo de hambre.

LOS PUNTOS SOBRE LAS ÍES

Q.L.: En este decálogo del escritor hay mucho que comentar. ¿A qué te refieres con lo de pasar hambre?

J.M.: A mí una de las cosas que más vergüenza me ha dado en los últimos tiempos, relacionado con el gremio de escritores, fue lo que sucedió con Gabriel Celaya. Hace unos años se dijo que estaba en la penuria y que había que ayudarle. A mí me daba muchísima pena pero como me la da cualquier otra persona que esté en similares circunstancias. Esos privilegios no los comparto. Si uno se dedica a esto debe saber que las cosas pueden venir muy bien dadas o muy mal dadas.

Q.L.: Hablemos de la crítica, porque en Mano de sombra , la pones de vuelta y media en varias ocasiones.

J.M.: Me parece que la crítica en nuestro país está en un momento especialmente malo. Sé que esto le ha sentado mal a muchos. Creo que la crítica se ha hecho demasiado parcial y partidista. Por ejemplo, en los diarios, si un escritor colabora en un periódico, este periódico casi le hace un monográfico y le garantiza buenas críticas. De la misma manera, los diarios rivales pueden llegar a obviarlo o a ponerlo fatal. Hay demasiado elogio hueco, de trámite, y lo contrario, demasiados críticos que se frenan a la hora de elogiar una obra por el motivo que sea. No digo que la crítica sea venal pero sí insincera. Y que conste que digo todo esto porque lo creo y porque en general no he tenido críticas malas, sino más bien buenas, es decir que no se puede pensar que lo digo desde un resentimiento. Pero lo que nunca haré es quejarme de un crítico concreto. Eso forma parte del juego. El libro se pone en la calle, el crítico lo juzga y el escritor no puede ni chistar.

Q.L.: Entonces debo pensar que el artículo que escribió Muñoz Molina en El País a raíz de la crítica de Igancio Echevarría a la novela de Rafael Chirbes no te debió gustar.

J.M.: Reconozco que, aunque me gustan muchos de los artículos de Muñoz Molina, creo que en ese en concreto, incurrió en algo que no está bien. Si se hubiera limitado a comentar lo que Echevarría dijo de la novela de Chirbes me parecería perfecto porque habla del libro de otro y no del propio, pero había un elemento de personalización que no me gustó. Creo que incumplió parte de las reglas del juego. Y lo digo de un escritor al que admiro y que suele adoptar en sus artículos unas posturas decentes y decorosas.

Q.L.: Harían falta más discusiones en los ambientes literarios de este país. Se discute poco y mal.

J.M.: Es verdad que se discute poco sobre temas interesantes. De vez en cuando dos se tiran los trastos, pero eso, normalmente, no tiene mucho interés, salvo el primer round. Tampoco sé si a los lectores les interesan especialmente esas disputas.

Q.L.: Pues las que sueles tener tú cuentan con bastantes adeptos. De hecho diría que te has convertido en todo un experto en Cartas al director. Podrías plantearte recopilarlas en un libro.

J.M.: No creo que diera para tanto. Además, no pienso que sea un maniático de esto. Conozco algún que otro escritor que no perdona una. Pero es cierto que en alguna ocasión he tenido que salir al paso de algún comentario. Sobre mis libros pueden decir lo que quieran y yo me tengo que callar al respecto. Ahora bien, sobre mi persona, no lo admito.

PREMIOS Y RECONOCIMIENTOS

Q.L.: ¿Te motivan los premios literarios?

J.M.: No especialmente. Solo me presenté al Premio Herralde ( lo ganó en 1986 con El hombre sentimental), pero he devuelto al editor la figura que me dieron y lo he eliminado de mis notas biográficas. A estas alturas no me presentaría a ningún otro…

Q.L.: Hombre, ahora ya …

J.M.: … no digas ahora ya, porque hay premios Nobel que se presentan a premios Planeta. Creo que hay momentos en la trayectoria de un autor en que está bien presentarse a un premio porque te puede ayudar, pero a partir de una cierta edad ya no toca, por mucho dinero que pueda haber detrás. Otra cosa son estos premios que te conceden y a los que no te presentas, como el Fémina o el IMPAC que acabo de recoger en Dublín, donde son las bibliotecas las que presentan a sus candidatos.

Q.L.: Por cierto, con lo transparente que tú eres, si te llegan a pedir en Dublín tu opinión sobre Joyce, el escritor nacional irlandés, a lo mejor te hubieran retirado el premio.

J.M.: Por suerte no lo hicieron, y eso que me entregaron el premio dos días antes del Bloomsday. No sé lo que hubiera hecho, pero ya he comentado alguna vez que para mí el Ulises es una obra sobrevalorada. A mí me gusta más Dublineses.

Q.L.: Tanto reconocimiento te puede llevar directamente a la Academia, ahora que se está rejuveneciendo. Y quién sabe si en un futuro serás candidato al Nobel.

J.M.: Hace cuatro o cinco años algún académico me habló de la posibilidad de presentarme, lo cual me pareció un error, pero aunque lo agradecí mucho, les dije que con un Marías, mi padre, hay bastante en la Academia. La verdad es que no me veo con cara de académico, ni con frac.

Q.L.: ¿Lo descartas definitivamente?

J.M.: Bueno … sí. En mi fuero interno, sí. Pero no quiero que los académicos que me lo plantearon se sientan menospreciados. Y en relación a lo del Nobel, que me parece un chiste por tu parte, también es una de las cosas que ni me planteo. Este es un premio para el que hay que tener un apoyo institucional, sobre todo en un país como España, que yo ni tengo ni voy a tener. Además creo que el Nobel es un premio que hay que trabajárselo, y yo no estoy dispuesto a trabajarme nada, nada, nada. Hacer politiqueo o adoptar un papel para que se note que estás preocupado por los derechos humanos, o por lo que toque en cada ocasión, no va conmigo, aunque haya escritores que se lo trabajan muy bien.

EN BOCA CERRADA …

Q.L.: Desde luego no te cortas ni un pelo a la hora de dar tus opiniones. No me extraña que irrites a más de uno.

J.M.: Sí, tengo la sensación que no le caigo muy bien al gremio literario y cultural de este país, dígase críticos, editores, y a algún que otro colega y periodista. No niego que a veces soy impertinente, o que suelo decir las cosas sin que me importen mucho las consecuencias, pero es que yo no quiero estar en el baile (reuniones, foros, invitaciones institucionales …) , y eso le puede molestar a alguien.

Q.L.: Vas de independiente por la vida, hasta en lo personal, ya que sigues viviendo solo (dejó de vivir con su padre hace poco).

J.M.: Sí, pero es que siempre he sido así. Habrá gente que pensará que ahora que no tengo problemas para publicar puedo adoptar esta actitud, pero es que cuando solo vendía 3000 ejemplares pensaba y actuaba de la misma manera.

Q.L.: Mientras estés a gusto contigo mismo …

J.M.: Te advierto que en ocasiones no estoy muy satisfecho de ser así. Uno es como es, pero a veces me pregunto por qué digo algunas cosas.

Q.L.: ¿Cómo … por ejemplo?

J.M.: Pues hace unos días me acordé que cuando las últimas elecciones me enviaron un fax de Izquierda Unida pidiéndome que firmara un documento de apoyo o algo así. Podría haber contestado: mire usted, no tengo por costumbre firmar manifiestos …, y punto final. Pues no, porque además les puse que aunque no me pudiera sentir muy lejano a sus tesis, mientras tuvieran a un fraile al frente, pues … en fin, a eso me refiero. ¿Quién me mandó a mí decir lo del fraile? Pero que conste que a veces me freno.

Q.L.: Decíamos antes que tú triunfas en el extranjero pero eres una excepción porque cuesta colocar fuera a nuestros autores.

J.M.: Yo creo que la situación ha cambiado mucho y ahora se traduce a muchos autores españoles.

Q.L.: Se traducen pero los editores insisten en que no se venden.

J.M.: Pero lo mismo ocurre con los extranjeros aquí, no creas tú que venden tanto. Además, no hay que hacer mucho caso a los editores porque siempre suelen quejarse. Reverte, Mendoza, Montalbán, y otros, venden mucho fuera de nuestro país.

Q.L.: Sin embargo todos están de acuerdo en que la literatura española está en un momento dulce en nuestro país. Quizá por eso andan tan locos por encontrar nuevos valores. ¿Sigues a las nuevas generaciones?

J.M.: Poco. Quisiera conocerlos mejor pero en los últimos tiempos he estado muy ocupado. Creo que la prensa sigue demasiado a los editores y luego se producen esas frustraciones con ciertos autores jóvenes.

LO ÚLTIMO DE LO ÚLTIMO

Q.L.: Lo último que has publicado es Mano se sombra, una recopilación de artículos. Últimamente proliferan este tipo de libros. ¿Son más un deseo del editor que del escritor, para así tenerlos en el candelero?

J.M.: En lo que a mí respecta ha sido un deseo mío. La verdad es que nuca he sentido presiones de los editores, ni para publicar rápido ni para montar un volumen espurio. En uno de esos artículos critico el famoso y detestable dicho español proveniente del refranero más imbécil, que es el refranero español, que no dice más que sandeces, lugares comunes y cosas nefastas en su gran mayoría, que es: Piensa mal y acertarás. Esto es una necedad y además es peligroso. Yo creo que hay una tendencia a ver más conspiraciones de las que en realidad existen y no creo que los editores hagan juego sucio para que los escritores nos demos mucha prisa en escribir. También hay quien piensa que estos libros son sobras de los escritores, pero no lo comparto.

Q.L.: Muchos escritores escriben en la prensa española.

J.M.: Sí. Es una tradición muy antigua, y me parece bien que se mantenga. Pero en ocasiones me molesta que algunos diarios te pidan que escribas un artículo, no porque les interese tu opinión, sino por tu firma.

INTERIORIDADES ESTILÍSTICAS

Q.L.: En tu obra la muerte aparece constantemente.

J.M.: Sí, es un tema habitual pero también lo es el engaño. En mis novelas he hablado de muchas otras cosas, del secreto, de la persuasión, de la imposibilidad de saber y de no saber, del paso del tiempo. Escribo sobre lo que me interesa sin pensar si será un tema lucido o no. Puede que le dé un énfasis especial al tema de la muerte, quizás como reacción a esa tendencia de nuestra época de olvidarnos de nuestros muertos, e incluso de culpabilizarlos por haberse muerto.

Q.L.: Puede que la temprana muerte de tu madre también influya en ese interés.

J.M.: Desde luego, y la muerte de Benet y de otros amigos.

Q.L.: ¿Tu madre tuvo una influencia importante en tu afición literaria?

J.M.: Sin duda. Recuerdo que me contaba cuentos de pequeño. Había uno que me gustaba mucho, El castillo de irás y no volverás, que de mayor lo he buscado y no lo he encontrado.

Q.L.: Tu padre ha dicho que incluso tu madre te narraba La Odisea mientras te daba la papilla.

J.M.: Si era así no lo recuerdo, pero en cualquier caso suena un poco pedante. Pero es cierto que yo me fiaba más de ella que de mi propio padre a la hora de consultarle dudas gramaticales o sintácticas.

Q.L.: El humor es otra constante en tu obra. Dice Quim Monzó que sin humor la mayoría de las novelas serían insoportables.

J.M.: Hay alguna excepción, como Conrad, pero en general es cierto. Para mí el humor es inevitable. Hay demasiadas cosas que me hacen gracia, incluso las más graves, aunque hay temas sobre los que no bromearía, como el holocausto judío, pero entendería que lo hicieran otros.

Q.L.: Se suele destacar tu dominio del lenguaje, pero también habría que hablar de tu sentido del ritmo.

J.M.: Yo lo llamo tener oído. Hay escritores que tienen una prosa estropajosa, donde no hay musicalidad. Yo hago frases muy largas, pero me preocupo de que respiren bien. Es algo instintivo.

Q.L.: ¿Sigues apostando por la primera persona en tus novelas?

J.M.: De momento sí. Lo que estoy escribiendo ahora lo requiere, ya que quien cuenta lo que ocurre soy yo mismo, no es un narrador ni un personaje.

EL FUTURO LITERARIO

Q.L.: Es el famoso libro que nadie sabe cuándo va a salir.

J.M.: Será para el 98 pero cabe la posibilidad de que aparezcan dos volúmenes, ya que hay muchas cosas que aparecerán que no sé cuando van a concluir, si es que concluyen. Pero todavía no lo tengo muy claro. Lo que sí tengo claro es que cuando salga no hablaré de este libro, porque como hablo de algunas cosas que han ocurrido, no deseo estar justificándolas.

Q.L.: ¿Es una novela?

J.M.: No sé muy bien cómo llamarlo. Se va a leer como una novela, pero si vale como descripción, será una novela que no es ficción. El punto de partida tiene que ver con el influjo de las obras de ficción en la realidad. En este caso de una de mis novelas, cuya existencia ha hecho que me sucedieran una serie de cosas y que yo me enterara de otras, algunas de ellas muy novelescas. Lo que cuento es todo cierto, pero me temo que habrá lectores que no se lo van a creer.

Q.L.: ¿Alguien se va a enfadar?

J.M.: Pues no lo sé. En la medida en que soy yo el narrador y cuento cosas públicas y literarias que me han sucedido, es lógico que aparezcan nombres conocidos, pero no sé lo que ocurrirá.

Q.L.: ¿Ya tiene título?

J.M.: No. Siempre pongo los títulos al final.

Q.L.: Como en otras ocasiones podrías recurrir a Shakespeare.

J.M.: Con Shakespeare no me ha ido mal, pero no lo sé.

Q.L.: ¿Tendrá un comienzo espectacular como en las anteriores?

J.M.: Esta vez no. Pero es que no suelo tener una obsesión especial por los inicios, aunque lo parezca. Creo que es una superstición eso de que la primera frase tiene que agarrar al lector.

VA DE CINE

Q.L.: Antes de finalizar hablemos de cine. ¿Se publicó tu relato, Lo que dijo el mayordomo, en la revista Zoetrope de Coppola?

J.M.: Sí. Y eso que en un principio dije que no, porque las condiciones que me planteaban ante una posible adaptación cinematográfica eran muy leoninas. Cuando Coppola se enteró de mi negativa me envió un fax, y no pude negarme ante uno de mis directores preferidos. Pero si hubiera sido una novela no habría aceptado.

Q. L.: ¿Después de la polémica que tuviste con Gracia Querejeta, vas a restringir las posibles adaptaciones cinematográficas de tus libros?

J. M.: No. El hecho de que alguien haga un uso dudoso de la libertad de adaptación que uno da, no es razón suficiente para retirar esa libertad a otros interesados. De hecho, se acaban de suspender unas conversaciones que se venían sucediendo desde hace más de un año con una productora francesa que estaba interesada en Corazón tan blanco. Al final no ha habido acuerdo. Hay otra productora alemana, pero ya veremos. Lo que tengo claro es que no voy a meterme en esas adaptaciones porque entre otras cosas me aburriría.