Bienestar: Recortes             

 

Poder conservador y bienestar en España:
[Causas políticas de la recesión] Cuáles son las características de los países periféricos de la eurozona que tienen hoy mayores dificultades en recuperarse y salir de la crisis económica, en la cual se encuentran sumergidos desde hace ya más de tres años? Para responder a esta pregunta hay que entender qué tienen en común estos países denominados despectivamente PIGS (cerdos): Portugal, Irlanda, Grecia y España. Y la respuesta es fácil de ver: todos ellos han sufrido gobiernos totalitarios o autoritarios de extrema derecha o profundamente conservadores durante muchos años. En estos países, las fuerzas conservadoras han sido, durante gran parte del siglo XX, las fuerzas dominantes en su vida económica y política. España es un ejemplo de ello. Durante 40 años estuvo gobernada por una dictadura ultraderechista que se caracterizó por una enorme represión (por cada asesinato político que cometió Mussolini, Franco cometió 10.000) y por una escasísima sensibilidad social. Tal dictadura (que fue principalmente de una clase dominante contra la clase trabajadora y otros componentes de las clases populares) terminó en 1978, tras una Transición inmodélica de una dictadura a una democracia muy incompleta. Tal Transición se hizo bajo el dominio de las fuerzas conservadoras que controlaban los principales aparatos del Estado, las cuales continuaron teniendo una gran influencia sobre las políticas económicas, fiscales y judiciales del Estado. Hay muchos ejemplos de ello. En ningún país de Europa, por ejemplo, sería concebible que un juez fuera sancionado por el Tribunal Supremo por querer juzgar los crímenes realizados por la dictadura que precedió a la democracia. Y en ningún otro país de la UE-15 los ingresos al Estado son tan bajos como en España; sólo el 34% del PIB, comparado con el 44% en la UE-15 y el 54% en Suecia. El Estado español es pobre (parte de las rigideces del Estado se basan en su pobreza) y muy poco redistributivo. En realidad, es el menos redistributivo de la UE-15. Y es de los que tratan más favorablemente las rentas del capital y las rentas superiores del país. Esto ocurre también en mayor o menor grado en los otros países PIGS.

Esta pobreza del Estado tiene muchas consecuencias. Una de ellas es el subdesarrollo de sus estados del bienestar. Cuando el dictador murió, España tenía, de mucho, el gasto público social más bajo de la Europa que pasaría a ser la Unión Europea. Mucho se ha hecho desde entonces. Pero España continúa teniendo el gasto público social por habitante más bajo de la UE-15, es decir, España es el país que se gasta menos per cápita en sanidad, educación, servicios sociales, vivienda social, ayuda a las familias, escuelas de infancia, servicios domiciliarios y servicios de prevención de la exclusión social. Definir a estos países como exuberantes en su gasto público, como sostienen las tesis neoliberales, es una falsedad fácilmente demostrable mirando los datos. Mírese como se mire, España y aquellos otros países PIGS están a la cola de la Europa social. El porcentaje de la población adulta que trabaja en los servicios públicos del Estado del bienestar español (sanidad, educación y servicios sociales entre otros) representa sólo 9%, el porcentaje más bajo de la UE-15 (cuyo promedio es del 15%). Pero otra consecuencia de la pobreza del Estado es su endeudamiento. Si el Estado español ingresara lo que ingresa el promedio de la UE-15, necesitaría endeudarse mucho menos. Así, si España, en lugar de haber sido gobernada durante 40 años por una dictadura ultraconservadora y 30 años por un Estado en que las fuerzas conservadoras han continuado siendo muy poderosas, hubiera estado gobernada durante la mayoría de este periodo (1939-2010) por las izquierdas –como lo ha sido, por ejemplo, Suecia– el Estado español (tanto central, como autonómico) ingresaría hoy 200.000 millones de euros más de los que ingresa, permitiendo un Estado del bienestar mucho más desarrollado. El Estado emplearía a 4.851.854 trabajadores más de los que hay actualmente en los servicios del Estado del bienestar (aplicando los porcentajes de impuestos, gasto público y empleo público de Suecia a España), con lo cual habría desaparecido el desempleo, que es de más de cuatro millones. En realidad, el elevado desempleo en España se debe, en gran parte, a la escasa oferta de empleo público, causado por un escaso gasto público, resultado de una política fiscal regresiva. Pero lo que es incluso más importante es que estos casi cinco millones de nuevos empleos habrían resuelto el enorme problema de la escasa recuperación económica como consecuencia de la insuficiente demanda. Es esta escasa demanda (resultado del elevado desempleo) lo que mantiene estancada a la economía española y dificulta la reducción del déficit. Otros países como Brasil y Argentina han mostrado que la mejor manera de reducir el déficit es mediante el crecimiento económico, resultado de un estímulo de gasto público dedicado a crear empleo. Y así se lo aconsejó Lula al presidente de Portugal. España tiene los recursos para crear tal empleo. Lo que ocurre es que el Estado (tanto central, como autonómico) no los recoge. Y ahí está el problema. El enorme dominio que las fuerzas conservadoras tienen en España explica que el Estado español responda a la crisis con reducción del gasto público, en lugar del crecimiento de tal gasto y empleo público, financiado por una mayor carga fiscal de aquellos que se beneficiaron más de las políticas neoliberales impuestas estos últimos años. Esta es la realidad, raramente discutida y analizada en los foros económicos y financieros del país, donde se genera y reproduce la sabiduría convencional, promovida en los mayores medios de información y persuasión. (Vicenç Navarro, 28/04/2011)

Seguridad Social Maldita competitividad:
El hasta ahora llamado Pacto por la competitividad acaba de ser rebautizado como Pacto por el Euro, pero el contenido es el mismo. No pretende hacer más productivas las economías, sino tan sólo más competitivas. La competitividad no es como la productividad; es un concepto relativo. Se refiere siempre a otro. Competir es cosa al menos de dos. Todos los países pueden hacerse al mismo tiempo más productivos (producir más cosas con idénticos medios, u obtener lo mismo con menores recursos), pero todos no pueden hacerse a la vez más competitivos. Un país gana competitividad a condición de que otros la pierdan. La competitividad no tiende a hacer más grande el pastel, tan sólo a quitarle un trozo al vecino. De ahí la enorme contradicción de Merkel. La estrategia de imponer a los países miembros su política antisocial –salarios más reducidos, menores pensiones, peores servicios públicos, etc.– difícilmente tendrá otro efecto desde el punto de vista del conjunto de la Eurozona que redistribuir la renta en contra de los trabajadores y a favor del capital. No hará a las economías más competitivas. Primero porque no hay garantía de que los menores costes se trasladen a los precios y, en todo caso, porque si todos los países aplican la misma política los efectos se anularán. En el G-20 se llegó a la conclusión, con la aquiescencia de Alemania, de que las devaluaciones competitivas no son el mecanismo adecuado para adquirir una mayor cuota de mercado. Únicamente se conseguiría crear el caos en los mercados de cambio y generar un clima de inestabilidad monetaria: todos los estados se lanzarían a una carrera sin fin para depreciar sus respectivas monedas. Pero entonces, ¿por qué no se aplica el mismo criterio cuando se trata de reducir salarios, de regular el mercado laboral o de bajar los impuestos y las cotizaciones sociales? También en estas materias los otros gobiernos actuarán con similares medidas y al final todo quedará igual, ya que la competitividad es un juego de suma cero. Bueno, todo no, los trabajadores vivirán infinitamente peor y se habrán destruido muchos elementos de ese Estado del bienestar que con tanto esfuerzo se había ido tejiendo a lo largo de los años. (Juan Francisco Martín Seco, 07/04/2011)


Tercera edad: Longevidad:
Decir que en España en apenas 15 años se ha casi triplicado el número de centenarios podría invitar a pensar que nuestro proverbial clima, la dieta mediterránea y la fortaleza genética están a punto de hacer saltar por los aires la barrera de los 100. No es mentira, pero este es un buen ejemplo de cómo pueden presentarse las cosas de tal manera que la botella parezca casi llena, cuando en realidad está casi vacía. Es verdad, tenemos el doble de centenarios que en el año 2000, pero el club de los escogidos es todavía sumamente reducido. Tiene exactamente 14.487 miembros, apenas el 1,1% de los mayores de 65. Hace tiempo que los científicos buscan en los centenarios las claves de la longevidad, pero de momento no han dado con ellas. Aparte de los estudios sobre la longitud de los telómeros del ADN, que algún día darán sus frutos, la observación epidemiológica nos ofrece algunas pistas de cómo podemos llegar a ser miembros de ese preciado club. Sabemos, por ejemplo, que quien llega bien a los 80 tiene muchas posibilidades de sobrepasar los 100. Parece de perogrullo pero no lo es tanto. De hecho, diversos estudios han demostrado que el estado de salud con que se llega a los 50 es un buen predictor de las posibilidades de llegar a cumplir 80. Si a los 50 cabalgamos alguno o varios de los jinetes del riesgo cardiovascular (colesterol, hipertensión, obesidad, diabetes) es menos probable que el cuerpo aguante hasta los 80. Y al revés, quienes a esa edad están libres de esos riesgos y además han sorteado la lotería del cáncer, es que tienen una genética muy propicia. De lo que se deduce que si se evitan los riesgos asociados a los estilos de vida y se dispone, como disponemos en España, de una buena medicina, podemos hacernos bastante longevos. De hecho, los datos más interesantes del último padrón del Instituto Nacional de Estadística no son los relativos a los centenarios, sino los de octogenarios. Ahí sí que vemos que la botella se está llenando y deprisa. Si en el año 2000 los mayores de 85 años eran 724.000, ahora son ya 1.300.000. Es decir, 578.000 más en apenas 15 años. Y si no media una catástrofe natural o social, la tendencia seguirá siendo ascendente. La esperanza de vida de una persona que nazca hoy es ya de 83,2 años de media. Pero para los que nacieron hace medio siglo, las perspectivas tampoco son malas. Los demógrafos estiman que de los aproximadamente 700.000 españoles que este año cumplen 50, la mitad (sí, la mitad) llegarán a centenarios, es decir, que vivirán otros 50. ¿En qué mitad caerá usted? La genética desde luego va a contar, y también la suerte, especialmente si sale en su busca descabalgando los jinetes del riesgo antes mencionados. Los economistas se llevarán las manos a la cabeza pensando cómo vamos a pagar tantas pensiones durante tanto tiempo. Pero ese no es un problema de la biología ni de la medicina, sino de la economía. Hasta ahora el PIB ha crecido en paralelo a la longevidad. Tendrán que esforzarse para que siga siendo así. (Milagros Pérez Oliva, 08/02/2016)

 
       

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