Petróleo: Conflictos asociados             

 

Petróleo: Conflictos armados:
En 1951, el primer ministro iraní, Mohammad Mossadegh, nacionalizó el petróleo iraní, extraído, hasta entonces, por la Anglo-Iranian Oil Company, lo que dio lugar a que la compañía, de capital británico, abandonara totalmente sus instalaciones en Irán. Yacían bajo esta nacionalización diferentes motivos, pero quizás el más importante fuera el reducido porcentaje que el Gobierno iraní obtenía por la extracción del hidrocarburo. Tras la retirada de la Anglo-Iranian, y el subsiguiente boicot británico, las ventas de petróleo iraní se desplomaron, al igual que los ingresos fiscales del país, nutridos en gran medida por el canon del petróleo. Esa situación contribuyó a que las ya complicadas relaciones entre Mossadegh y el shah Reza Palevi empeoraran notablemente hasta que, en 1953, un golpe de estado, tras el cual parecían encontrarse Gran Bretaña y EE.UU., derribara al primer ministro, que sufrió una condena de tres años de cárcel, sin que posteriormente se le conociera actividad política alguna. Transformada, en 1954, en la British Petroleum Company, la reconvertida Anglo-Iranian volvió a extraer y explotar el petróleo iraní. Tras la Segunda Guerra Mundial, un industrial y político italiano, Enrico Mattei, conocedor del mundo del petróleo, creó el Ente Nazionali Hidrocarburi, empresa que empezó a competir con las grandes corporaciones del petróleo y a ofrecer condiciones mucho más favorables a los países petrolíferos, amén de introducir en los mercados europeos el petróleo soviético. Mattei murió, en 1962, al estrellarse su avioneta particular cerca de Milán, accidente que ha dado lugar a muy diversas conjeturas.


[Primera guerra del Golfo (1990):]
Las tensiones del mundo del petróleo han desembocado en guerras abiertas en varias ocasiones, y tal vez el más grave incidente de los conocidos sea la invasión de Kuwait por Irak. En agosto de 1990, el Irak de Sadam Hussein invadió Kuwait por entender que este pequeño emirato fronterizo había explotado, en el campo de Rumaila, pozos de petróleo que, en realidad, pertenecían a Irak. Tras la decisión de Hussein se encontraba la gigantesca necesidad de lograr que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) elevase el precio del hidrocarburo, elevación a la que se oponían distintos miembros del cártel, entre ellos Kuwait. Tras una serie de resoluciones de las Naciones Unidas exigiendo la retirada de Irak del territorio ocupado, una coalición militar de 34 naciones, liderada por EE.UU., con presencia de países árabes, entró en Kuwait para obligar al ejército iraquí a abandonar el territorio invadido. La guerra, que duró mes y medio, se saldó con la huida del ejército iraquí de Kuwait, no sin antes incendiar buena parte de los pozos kuwaitíes, con el desmantelamiento de gran parte del poderío militar de Sadam Hussein y con la destrucción de varias ciudades iraquíes, fruto de los masivos ataques aéreos de la coalición. Pero que nadie se engañe: no era sólo el petróleo iraquí el que estaba en juego; lo estaba, también el saudí. De no haber sido expulsado por la fuerza de Kuwait, las ambiciones hegemónicas de Sadam Hussein le hubieran llevado, en poco tiempo, a invadir Arabia Saudí, con el afán de convertirse en el dueño del mercado mundial del petróleo.


[Inestabilidad de Nigeria:]
En ocasiones, el petróleo es la razón de una inacabable guerra civil. Es el caso de Nigeria, un país que depende, casi exclusivamente, de ese hidrocarburo que genera el 52% de su Producto Interior Bruto, el 95% de los ingresos en divisas y el 80% de los ingresos presupuestarios. Nigeria es el principal productor y exportador africano de petróleo, con una producción cercana a los 130m. de toneladas anuales. Desde su independencia, ocurrida en 1963, el país ha vivido una serie de golpes de estado, de diferente signo, y todo tipo de violencias, siempre relacionadas con el petróleo y agudizadas por las confrontaciones étnicas. Hasta el punto de padecer un déficit de democracia y un superávit de corrupción y violencia (Ibeanu y Luckam). Todas esas tensiones políticas y sociales hacen que los ataques contra las compañías petrolíferas se sucedan, especialmente en el delta del Níger, la zona en la que se encuentran las mayores reservas; ataques que no solamente se dirigen contra las empresas occidentales, de entre las que sobresale la Shell, sino también contra la china CPC, que obtuvo no ha mucho diversas concesiones; y ataques que se han concretado, a veces, en voladuras de yacimientos y en secuestros de empleados. Todo lo cual convierte a Nigeria en el país más inestable de entre los grandes productores de petróleo.


[Guerra de Chechenia:]
En otras ocasiones, el petróleo no es el desencadenante de la violencia sino el perpetuador de la misma, como parece suceder en Chechenia, en su día el segundo gran productor de la Unión Soviética, con más de 21 millones de toneladas por año y, en la actualidad, tan sólo un pequeño productor, puesto que la extracción no supera el 10% de la cifra anterior. El enfrentamiento entre el Gobierno ruso y Chechenia, enfrentamiento violentísimo que ha caracterizado el panorama político ruso en las eras de Yeltsin y Putin, no ha sido causado por el petróleo sino por los movimientos separatistas chechenos, mezclados, además con el radicalismo islámico. Pese a que oficialmente la segunda guerra chechena haya terminado, parece que los enfrentamientos continúan, entre otras razones porque, según Said, parte del estamento militar ruso y los señores de la guerra chechenos se disputan la producción y distribución de un petróleo que no figura en los registros oficiales, y que da lugar a continuas escaramuzas y, en ocasiones, a acuerdos de distribución por todo el territorio de la Federación Rusa.

[Posturas de la OPEP:]
Pero, además, la tentación de utilizar el petróleo como arma política se hace cada vez más patente. El 18 de noviembre de 2007, los jefes de Estado de los países miembros de la OPEP se reunieron, a puerta cerrada, en Riad, con objeto de cambiar impresiones antes de la Cumbre oficial de la organización. Lo que debería haber sido un intercambio privado de opiniones se convirtió en espectáculo público por descuido de uno de los técnicos de televisión que conectó, indebidamente, los cables. y así, durante más de media hora, el mundo pudo observar, en directo, las distintas posiciones mantenidas por los diferentes participantes, posiciones que ponían en entredicho la supuesta unidad de la OPEP. Para Chávez, presidente de Venezuela, la organización debería ser un agente político activo, que se sumase a la cruzada en pos de la justicia social, y que doblase los precios si EE.UU. atacaba a Venezuela o Irán. En parecidos términos se manifestó también Rafael Correa, presidente de Ecuador, país que se había reincorporado a la OPEP tras haberla abandonado en 1992. Por su parte, el anfitrión de la Cumbre, el rey Abdalá bin Abdelaziz, procuraba suavizar las tensiones al tiempo que aseguraba que el petróleo no era una arma política.

[Presión de Rusia sobre su entorno:]
Sin necesidad de declaraciones explícitas, no cabe ignorar que en varia ocasiones los recursos derivados del petróleo han sido utilizados, tanto por Venezuela como por Irán, para aumentar su influencia política, aunque tal vez haya sido un país no miembro de la OPEP, Rusia, el que con mayor frecuencia haya utilizado sus formidables reservas de petróleo y gas natural para recuperar su condición de gran potencia para dirimir conflictos con países vecinos. En 2003, Rusia dejó de suministrar petróleo al terminal de Ventspils, en Letonia, por supuestas razones técnicas, en el momento en que Moscú protestaba por el tratamiento que se daba en el país báltico a la minoría rusa. En 2005, la empresa Gazprom interrumpió la venta de gas a Ucrania poco después de que su nuevo presidente, Vicktor Yushchenko, anunciara su intención de estrechar relaciones con la UE y la OTAN. En 2006 el enfrentamiento se produjo en Georgia, al hilo de una cuestión de espionaje ruso, según el gobierno de Tbilisi, y de la actitud pro occidental del presidente georgiano. En el mismo año, Gazprom elevó fuertemente el precio del gas enviado a Bielorrusia, también por motivos aparentemente políticos. Y, en 2007, y tras acusar al gobierno de este último país de desviar, taimadamente, petróleo ruso, Rusia cortó el bombeo a través de la gran tubería de Druzhba, con lo que interrumpió los suministros a Polonia, Alemania y varios países de Centroeuropa (Shlapentokh). Pero, ¿qué convierte al petróleo, y probablemente convierte al gas, en un recurso tan cargado de conflictos? Sin duda las características del combustible y la organización oligopólica de su mercado. (Jaime Requeijo)


Volatilidad 2012:
Un gráfico de las oscilaciones de los precios del petróleo (considerando el promedio de los crudos tipo Brent, West Texas Intermediate y Dubái) entre agosto de 1982 y junio de 2012 indica que el siglo XXI parece habernos traído un nuevo paradigma: el de una creciente volatilidad de los precios del petróleo. Con posterioridad al año 2000, pueden identificarse cuatro momentos de oscilaciones extremas de precios, coincidentes con el estallido de los conflictos bélicos en Afganistán e Iraq (2001 y 2003, respectivamente), la crisis financiera global (2008) y el inicio de la denominada primavera árabe (finales de 2010 y 2011). Ciertamente, el sentimiento de los mercados sobre la situación mundial, junto a una inevitable componente especulativa exacerbada en los momentos de crisis, constituyen factores que inciden de manera rápida y aparatosa sobre la evolución de los precios. Pero esto no lo explica todo. El balance entre oferta y demanda constituye una poderosa corriente de fondo que –más allá de la espectacularidad de las olas en superficie provocadas por las emociones y la especulación– gobierna de forma lenta e inexorable la evolución a medio y largo plazo de los precios del petróleo. Y a este respecto no podemos pasar por alto un dato clave que sugiere que nos estamos adentrando en un periodo de limitaciones en la oferta: entre 2005 y 2011, la producción de petróleo convencional se ha estancado, con un crecimiento de tan solo un 0,5%. Curiosamente, un análisis estadístico de los precios del barril durante el mismo periodo muestra la máxima desviación, por defecto y por exceso, respecto de la media de los últimos treinta años, con la excepción de la primera guerra de Iraq en 1990. En lo que va de año, el West Texas Intermediate ha fluctuado entre los 80 y los 110 dólares por barril, mientras que el Brent lo ha hecho entre 90 y 123 dólares. Unas fluctuaciones que constituyen un claro síntoma de la mala salud de la economía y de la situación geopolítica global. Y lo malo es que en un futuro inmediato no cabe esperar un amortiguamiento de la volatilidad. Vivimos momentos de incertidumbre, en los que coexisten la inquietud en torno al estancamiento de la producción de petróleo convencional, la preocupación sobre el posible colapso de la eurozona, la repercusión de este a nivel mundial y las incógnitas suscitadas en torno al desenlace del conflicto en Siria y del contencioso del programa nuclear iraní. El petróleo constituye la fuente energética fundamental sobre la que se cimenta la moderna sociedad industrial. Diversos estudios muestran que el comercio internacional se contrae al aumentar la volatilidad del precio del barril y que, además, esta última constituye un pesado fardo para la recuperación económica. Incluso hay quien habla de que si el paradigma de una creciente oscilación de los precios del petróleo se consolida, las economías de los países industrializados importadores de crudo seguirían un comportamiento mimético y se verían arrastradas hacia una época de ciclos de caída-recuperación cada vez más imprevisibles, frecuentes y, quizás, de mayor amplitud. (Mariano Marzo, 17/08/2012)


Geopolítica: Cambios 2013:
El 6 de noviembre, uno de los dos candidatos —Barack Obama o Mitt Romney— será el vencedor después de una carrera electoral agotadora, lo que pondrá en marcha el mandato para los cuatro próximos años. Al otro lado del océano, el 8 de noviembre, más de 2.000 miembros del Partido Comunista Chino (PCCh) se reunirán en Pekín. Una semana después, aproximadamente, los miembros del Comité Permanente del Politburó desfilarán por orden jerárquico, preparados para hacerse cargo de un país de 1.300 millones de personas. Los dirigentes de las dos grandes economías del mundo están cambiando y el mundo también. Oriente Próximo, en particular, está experimentando un momento de intensa transformación. Aunque en algunas partes de la región se está iniciando la reconstrucción —en sentido tanto literal como figurado—, países como Siria son pasto de las llamas. Otros —como, por ejemplo, Irán, con su moribunda revolución— nunca han cesado de alborotar. En medio de una economía que se desmorona, este país sigue siendo beligerante por mediación de su agente libanés, Hezbolá, para lograr lanzar al menos un vuelo de avión no tripulado por encima de Israel e iniciar, al parecer, ciberataques recientes. A consecuencia de ello, las relaciones entre los protagonistas regionales siguen siendo tensas. Después de su discurso en las Naciones Unidas en el que hizo un llamamiento en pro de una “línea roja” contra el programa nuclear iraní en la primavera o el verano de 2013, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, convocó elecciones generales anticipadas, que podrían brindarle un mandato sólido para actuar contra Irán. Entretanto, Egipto está consiguiendo su propio equilibrio, tanto interiormente, al formular una nueva Constitución, como en materia de política exterior. Además, tenemos a Turquía, economía en ascenso a caballo entre Europa y Oriente Próximo y destinada a ser una potencia regional, que ha intercambiado disparos con su vecina del sur, Siria, y ha pedido a sus aliados de la OTAN que refuercen su seguridad. Forma parte del panorama en transformación que los nuevos dirigentes del mundo heredarán en Oriente Próximo, región de la que Estados Unidos se ha ocupado profundamente. Después de casi un decenio de un compromiso militar agotador, la misión de combate de Estados Unidos en Irak concluyó en 2010 y la misión de combate en Afganistán concluirá en 2014. El próximo presidente de Estados Unidos heredará también un país con una perspectiva geopolítica profundamente transformada. Los avances y la innovación tecnológicos han empezado a hacer realidad el ya antiguo sueño de la independencia energética. Mientras que antes se consideraba inviable la extracción de las cuantiosas reservas de gas natural de Estados Unidos, tecnologías como, por ejemplo, la fracturación hidráulica (en inglés, fracking) han dado paso a una revolución en materia de gas de esquisto. De hecho, Estados Unidos está a punto de lograr la suficiencia energética. El año pasado, por primera vez en 15 años, menos de la mitad del petróleo consumido en Estados Unidos había sido importado. El crecimiento anual de la producción de gas de esquisto ha aumentado del 17% entre 2000 y 2006 al 48% entre 2006 y 2010. En 2035, se prevé que el gas de esquisto representará la mitad, aproximadamente, de la producción energética total de Estados Unidos. Las repercusiones de esa revolución no serán solo económicas. Políticamente, una menor dependencia del petróleo extranjero puede permitir a Estados Unidos centrarse en su cambio de rumbo de la política exterior, en la que predominarán los asuntos relativos a Asia. Pero no solo el nuevo dirigente de Estados Unidos heredará un mundo transformado. Allende el Pacífico, la época del crecimiento económico sin precedentes en Asia, componente decisivo de la estabilidad social y política, puede tocar a su fin. De hecho, los acontecimientos habidos en China en los últimos meses han revelado una inquietud interna. Aunque el sentimiento nacionalista dirigido contra los enemigos exteriores suele desviar temporalmente la atención de la agitación interior, ese país debe abordar sus graves problemas internos. Pronto habrá de adaptar la economía y la política chinas, ideológicamente transformadas, excepto en el nombre, para abordar la desigualdad social en aumento. Pese a que los vientos económicos mundiales soplan en sentido contrario, los dirigentes de China seguirán con toda seguridad centrados en el mantenimiento y la intensificación del crecimiento para sacar a más chinos de la pobreza y prevenir el malestar social; también es seguro que continuarán observando Oriente Próximo, rico en petróleo. Después de años dependiendo de la presencia de Estados Unidos en esa región y manteniendo una ventajosa actitud de espera, los próximos dirigentes de China pueden adoptar un papel más activo y, como la reputación china en esa región no está contaminada por una herencia imperialista, pueden verse con condiciones bastante ventajosas para hacerlo. Entretanto, la Unión Europea está luchando con sus propios demonios. Pese a su necesidad de centrarse en sí misma y mientras capea el temporal de la crisis económica mundial, no debe abandonar a sus vecinos del sur. Reviste importancia decisiva mantener el contacto con la región meridional del Mediterráneo como punto de encuentro decisivo, un lugar de cooperación política, económica y energética. A ese respecto, los instrumentos más valiosos de la UE —el modelo de diálogo multilateral y poder blando que ha obtenido el Premio Nobel de la Paz— son sus señas de identidad. En la región contigua, también Rusia debe reaccionar ante nuevas vulnerabilidades que se deben a las condiciones mundiales en transformación. El Kremlin sigue apoyando al régimen del presidente sirio, Bachar el Assad, manteniendo una aversión estricta a la intervención militar y procurando defender sus intereses estratégicos, incluida su base naval en la ciudad siria de Tartus. Esa posición se ha plasmado de la forma más evidente en los repetidos vetos de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU encaminadas a poner fin a un conflicto que ya ha provocado decenas de miles de víctimas. La inacción internacional en Siria no solo es una mala noticia para la población de ese país; también está erosionando la legitimidad de una de las instituciones más importantes del mundo. En vista de que las cuestiones de Irán y de Siria están estrechamente vinculadas, la división interna entre los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (Estados Unidos, China, Reino Unido, Francia y Rusia) podría ser extraordinariamente perjudicial para la búsqueda de una solución del problema creado por el empeño de Irán en materia de enriquecimiento de uranio nuclear, lo que se refleja en el actual estancamiento de las conversaciones entre ellos (más Alemania) e Irán. Hay demasiadas cosas en juego, razón por la cual se debe recurrir a todas las posibles vías para lograr un resultado negociado. Sean o no ciertos los recientes rumores de conversaciones bilaterales Estados Unidos-Irán, hay que acoger con beneplácito semejantes iniciativas. Mientras los grandes protagonistas siguen muy ocupados con sus cambios internos, la región sigue ardiendo a fuego lento. La cuestión principal ahora es si los dirigentes que surjan en noviembre serán bomberos o pirómanos. (Javier Solana, 02/11/2012)


Nuevas energías:
El sociólogo y economista Jeremy Rifkin (Denver, 1945) predijo el fin del trabajo mucho antes de que todos los think-tanks del mundo anunciasen que las máquinas iban a ocupar la mayoría de los puestos de trabajo en la industria. También fue el gran gurú de lo que llama ‘la tercera revolución industrial’, basada en las energías sostenibles y las consecuencias de Internet como la economía colaborativa. Ha trabajado como asesor de numerosos gobiernos, desde China hasta Alemania o España, y también con la Unión Europea. Es autor de casi 20 libros pero, sobre todo, es una de las voces más respetadas en el mundo por lo atinado de sus predicciones. Ha publicado recientemente La sociedad de coste marginal cero (Paidós), donde augura un futuro de energía gratuita que cambiará por completo el modelo de producción y, con ello, la sociedad. Pero no lo plantea como una utopía, sino como una realidad inminente. La entrevista tiene lugar en Dallas, durante el congreso internacional del World Travel & Tourism Council (WTTC). Pregunta: Sostiene que en poco tiempo tendremos energía gratuita. ¿Cree que los gigantes de la energía permitirán que eso ocurra? Respuesta: En el punto en el que estamos es irrelevante lo que estos gigantes digan, porque esto ya está ocurriendo. La segunda revolución industrial ya ha tocado techo y está en pleno declive. El elefante en la habitación es el cambio climático: nos enfrentamos a transformaciones radicales en el planeta en los próximos 50 años, no en dos siglos. Necesitamos un nuevo planteamiento económico y debemos enfrentarnos a la pregunta fundamental sobre cómo producimos. P: ¿Esta tercera revolución se parece en algo a las anteriores? R: En todos los grandes cambios económicos han convergido tres factores: el primero son las comunicaciones; el segundo, las nuevas fuentes de energía que impulsan la economía; y el tercero, innovadoras formas de transporte que son más eficaces. Así, la segunda revolución industrial nació en Estados Unidos con la electricidad centralizada, el teléfono, la radio y la televisión, y el petróleo barato de Texas. Henry Ford puso a todo el mundo en la carretera. Esto se prolongó durante un siglo, pero en julio de 2008 todo se vino abajo cuando el precio del crudo alcanzó su máximo histórico, 147 dólares el barril. La economía se vino abajo porque todo dependía de las energías fósiles y nucleares. Con los precios actuales, estas empresas no son competitivas, no se pueden sostener por debajo de los 40 dólares el barril, todas van hacia la bancarrota. Hemos llegado al final de esa segunda revolución industrial, basada en las energías fósiles. P: ¿Y esto cómo lleva esto a la energía de coste cero? R: ¿Cómo va a crecer la economía si está conectada a infraestructuras del pasado que alcanzaron a cumbre de su productividad en los años noventa? Se tocó techo y esto es lo que muchos partidos políticos, de izquierdas o derechas, no entienden, aunque los empresarios empiezan a comprenderlo. Por ejemplo, en España se pueden llevar a cabo todas las reformas laborales que se quiera, o crear incentivos para nuevas inversiones, pero no va a haber ninguna diferencia porque las empresas están conectadas a una infraestructura obsoleta. P: ¿Cómo encajan en esto las nuevas formas de Internet? R: El capitalismo todavía no sabe cómo hacer frente a esa economía colaborativa. Yo considero que es un nuevo sistema económico, como lo fueron el capitalismo y el socialismo. Está aquí para quedarse, aunque ahora parezca algo muy nebuloso. Ya hemos visto lo que ha pasado en las comunicaciones, ahora veamos qué ocurre con la energía y los transportes. La tecnología digital nos lleva a costes marginales cercanos a cero. La gente joven está produciendo y compartiendo su propia música, el coste de producir con calidad de estudio es casi cero y los jóvenes comparten el resultado casi por nada. Ocurre lo mismo con los vídeos. Los periódicos y las revistas están viviendo eso con las redes sociales. La gente contribuye a Wikipedia por nada, el conocimiento del mundo se está democratizando. Muchos pensaron que eso sólo ocurría en el mundo virtual, no en el real, pero lo que mantengo es que cuando aplicas esto al Internet de las Cosas esa diferencia desaparece. Lo estamos viendo con la energía, el transporte y la logística. Por ejemplo, en Alemania, con cuyo Gobierno trabajo desde hace décadas, la energía eólica y solar está aumentando muy rápidamente con un coste marginal cero. En 10 años será el 40% y en 2040 será el 100%. Es un progreso parecido al de los microchips en las computadoras: en los años 40 había un par de ordenadores y costaban millones de dólares, pero luego vino el chip Intel, y ahora tenemos ordenadores en los teléfonos que cuestan 25 dólares en China, más poderosos que los que se utilizaron para mandar al hombre a la luna. Aún se ignora que va a ocurrir el mismo proceso con la energía solar y eólica: en 1978, un vatio solar costaba 78 dólares, ahora cuesta 50 céntimos. Y en 18 meses costará 35 céntimos. P: ¿Y cómo se resuelve el problema de la acumulación? Porque esta energía necesita que haya luz o viento… R: Llegaremos a eso. Una vez que pagas por la infraestructura, luego los costes son cero. El viento o la luz no nos mandan la factura. Existen varios factores fundamentales que determinan que esto funcione, uno de ellos es la conectividad necesaria para el transporte y la logística. Tenemos que hacerlo todos a la vez. Alemania y Dinamarca se están moviendo mucho más rápido que los demás, y lo están logrando. El año pasado, un día hubo tanta energía solar y eólica que tuvimos precios negativos. Es gratis. Insisto: no es una teoría. P: ¿Qué otros países están en cabeza? R: China es consciente de que se perdió la primera revolución industrial y parte de la segunda. Estoy viajando constantemente allí y ahora se mueven muy rápido. Invierten mucho dinero en la digitalización de la electricidad, de tal forma que millones de chinos puedan producir su propia energía solar y devolverla a la red. Nadie habla de ello. P: ¿Qué implicaciones tendrá esto? R: Cuando tengamos toda esa energía será posible el transporte sin conductor a través de GPS. Los jóvenes están evolucionando de la posesión de vehículos al acceso a la movilidad. Es un cambio gigantesco en el concepto de transporte, acelerado por los negocios de coches compartidos. Las empresas sí son conscientes de que cada vez van a circular menos coches: por cada vehículo compartido, 25 son eliminados. Los coches representan el tercer productor de carbono. Creo que eso acabará por suprimir el 90% de los automóviles y la inmensa mayoría de los que queden serán eléctricos sin conductor. No sólo los vehículos en tierra como coches y trenes, también en el océano. P: ¿Estos cambios llegarán a tiempo? Porque la contaminación que afecta a las grandes ciudades chinas o en México las está convirtiendo en inhabitables. R: Sinceramente, no lo sé. El reloj avanza a toda velocidad. Llevo trabajando en eso desde los 70 y ninguno anticipamos el ciclo que se estaba creando. El último estudio, que apareció en Science en marzo, asegura que el deshielo de la Antártida es mucho más rápido de lo que creemos y que las corrientes de agua van a cambiar produciendo tormentas gigantescas en todo el planeta, nunca vistas hasta ahora. Dentro de un siglo, muchas ciudades costeras estarán bajo el agua. La humanidad se enfrenta al momento más decisivo y terrorífico de su historia como especie. Por otro lado, las tecnologías que nos ayudan a combatir esto pueden avanzar mucho en las próximas décadas o años. Incluso más todavía en el mundo en desarrollo porque carece de infraestructuras. Necesitamos tres generaciones totalmente comprometidas, no cometer demasiados errores y un buen liderazgo. P: Todas sus teorías parecen mucho más fáciles de aplicar en países desarrollados. Las ideas para convertir a Copenhague en la ciudad más verde del mundo no parecen sencillas de replicar en México o Pekín. R: Estoy trabajando con el Gobierno chino. Lo que digo allí, y también en la UE, es que están construyendo un mundo nuevo, pero siguen invirtiendo en infraestructuras que pertenecen a la segunda revolución industrial, no a la tercera. Hay que cambiar las prioridades. ¿Qué tipo de ciudades estamos construyendo? Con la tercera revolución industrial, no hay ningún motivo por el que no podemos construir ciudades más pequeñas dentro de las grandes urbes, satelitales, y con inmensas reservas ecológicas entre ellas. Podemos llevar a cabo reforestaciones masivas dentro de ciudades de entre medio millón y dos millones de habitantes. Y esto se podrá hacer porque nos podremos mover de un lugar a otro de forma más rápida y limpia. Los coches tal y como los conocemos no estarán aquí en 20 años. (Entrevista a Rifkin)


Rapiña de materias primas:
Petróleo (recurso estratégico por excelencia), diamantes, oro, plata, platino, cobalto, hierro, uranio, zinc, estaño, plomo, bauxita, cobre, madera, manganeso… recursos naturales todos ellos, pueden llevarnos a la idea preconcebida de que su propiedad traerá un elevado grado de desarrollo y nivel de vida para aquella sociedad que los posea, al menos siempre que se lleve a cabo una gestión correcta de ellos (véase el caso noruego con el petróleo, nacionalizado parcialmente -Statoil- y cuyos ingresos se destinan principalmente a mantener su Estado del Bienestar). Sin embargo, existen numerosos ejemplos de países con gran abundancia de recursos, cuya propiedad no les ha traído más que problemas como guerras e incluso golpes de Estado en los casos más extremos, hasta deforestación o elevados niveles de contaminación medioambiental en otras ocasiones. Sirva como ejemplo la región del África subsahariana, donde pese a que se estima que allí se concentran alrededor del 20% de las reservas mundiales de uranio, 90% de cobalto, 40% de platino, 65% de manganeso y un 50% de oro y diamantes, los niveles de desarrollo humano siguen siendo de los más bajos del mundo. De hecho, de los 54 países que conforman el continente africano, 23 se encuentran entre los 26 países con menor Índice de Desarrollo Humano, aunque haya alguno como la República Democrática del Congo que posee en torno al 80% de las reservas mundiales del coltán, el mineral con el que se producen tabletas, móviles, ordenadores… y que se extrae en unas condiciones deplorables, de manera ilegal, recurriendo en numerosas ocasiones incluso a la explotación infantil, dada su mayor facilidad para acceder a las minas, ya que las entradas suelen ser muy reducidas. Un ejemplo de la dependencia mundial de este preciado mineral, es que Sony tuvo que retrasar el lanzamiento de la PlayStation 2 hasta la primavera del año 2000 por carecer de cantidades suficientes de coltán para su producción masiva. El problema del extractivismo (la extracción de recursos naturales pese al impacto natural que esto supone) ha tenido serias consecuencias, principalmente en América Latina (Brasil, Venezuela o Ecuador con el petróleo y la minería, por ejemplo), llegando incluso a dividir gobiernos como el de Rafael Correa, ya que el que fuera su Ministro de Energía y Minas Alberto Acosta, abandonó el partido gubernamental pasando a ser uno de los opositores de izquierda más críticos de la administración del Mashi, debido al conflicto que generó la Iniciativa del Yasuní-ITT (entre otras diferencias), la cual explicaré más adelante. La orientación política que tomen estos países propietarios de recursos será decisiva en muchas ocasiones para su propio futuro, como sucedió en el caso de la República Democrática del Congo (quien, por cierto, tuvo que aceptar la deuda externa de Bélgica para obtener su independencia). Este enorme país de casi 80 millones de habitantes alcanzó su independencia en 1960, un año después de que se celebrasen elecciones y saliese elegido primer ministro Patrice Lumumba, revolucionario líder del Movimiento Nacional Congoleño y que había luchado por la libertad del pueblo congoleño. Lumumba, ante los movimientos secesionistas que se le presentaron (apoyados por Bélgica para seguir controlando los recursos minerales del país), optó por pedir ayuda a la Unión Soviética y así evitar la fragmentación de su territorio, la cual respondió con una intervención en las regiones conflictivas. Ante el temor a que las ideas marxistas se instaurasen nuevamente en un país, en este caso africano, los servicios secretos belgas en colaboración con la CIA asesinaron a Lumumba, rociándolo definitivamente con ácido para hacer desaparecer su cuerpo, dando lugar a una brutal dictadura de más de 30 años. En diciembre de 1999 se presentó una moción en el Parlamento de Bélgica, que sería aprobada en febrero de 2002, para la creación de una comisión parlamentaria encargada de investigar las circunstancias y el grado de implicación de su país en el asesinato. Otro caso más conocido de saqueo de un recurso natural fue la invasión norteamericana de Irak en el año 2003, sin el aval del Consejo de Seguridad de la ONU (Francia vetó la intervención, lo que provocó serias diferencias diplomáticas entre ambos países) y bajo el pretexto de que el país de Oriente Medio poseía armas de destrucción masiva, las cuales nunca fueron encontradas (incluso posteriormente los inspectores designados al efecto no pudieron encontrar pruebas de que éstas existieran). La realidad es que tras la invasión imperialista, las empresas de EEUU y Reino Unido pudieron acceder a las grandes reservas de crudo que poseía Irak, llegando incluso a tener tensiones acerca de su reparto. Algo similar pasó en Libia en 2011, después de los bombardeos de la OTAN y el derrocamiento de Gaddafi (actualmente el país está devastado y dividido, con un gobierno en Trípoli y otro en Tobruk), el petróleo, que era público hasta entonces y permitió al país ser con diferencia el más desarrollado de toda África, pasó a manos de empresas privadas como la British Petroleum, que pudo sacar grandes dividendos de la explotación del conocido como “oro negro”. En Ecuador, el gobierno de Rafael Correa elaboró la Iniciativa Yasuní-ITT, que condicionaba el mantenimiento de un sector del Parque nacional Yasuní (ubicado en los cuadrantes de explotación petrolífera Ishpingo, Tiputini y Tambococha y con una gran variedad de flora y fauna) a un mecanismo de compensación económica por parte de la comunidad internacional, bajo los criterios de economía ecológica y ambiental, ya que al no explotar esos recursos petrolíferos dejaba de recibir los ingresos que generaría su venta. Dicho con otras palabras, lo que el estado ecuatoriano no recibiría de la venta del petróleo que no iba a extraer, lo abonaría el resto de la comunidad internacional. Sin embargo, no se recaudaron los fondos esperados por parte del resto de países, por lo que Correa anunció el 15 de agosto de 2013 que el proyecto se daba por finalizado y que el 0.1% del Parque nacional se usaría para la extracción petrolífera, pese a los sucesos pasados con Chevron (en 2003 las comunidades indígenas de la provincia de Sucumbios demandaron a la multinacional estadounidense por el derramamiento de más de 80.000 toneladas de residuos petrolíferos en el Lago Agrio entre 1964 y 1992). Este cambio de postura supuso la ruptura con Alianza País del antiguo ministro Acosta, quien fundó un nuevo partido y se presentó como candidato a las presidenciales del año 2013. Economía vs Ecología, el eterno dilema. (Álvaro Chueca Gómez, 09/04/2017)


Renovables, carbón y petróleo:
Fatih Birol (Ankara, 1958) fue nombrado en septiembre de 2015 director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en la que llevaba trabajando 20 años. Es uno de los pocos casos de promoción interna dentro de la organización, que con su nombramiento trataba de dar respuesta a los giros necesarios en la energía mundial. Antes fue secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Recientemente ha visitado Madrid, invitado por el Club Español de la Energía. Pregunta. ¿Cuáles son los retos energéticos que tiene el planeta? Respuesta. Casi todos los aspectos de la ambición humana y política –mejora del nivel de vida, crecimiento económico sostenible, estabilidad geopolítica...– giran en torno a la energía. Por lo tanto, el reto para el sector energético reside en cómo proporcionar la energía necesaria para cumplir estas aspiraciones al mismo tiempo. Las iniciativas para proporcionar acceso a la energía para algunos de los países más pobres podrían entrar en contradicción con los esfuerzos medioambientales. De igual modo, los esfuerzos para reforzar la seguridad energética podrían entrar en contradicción con las tensiones geopolíticas. “Los aspectos de la ambición humana y política giran en torno a la energía” Por suerte, hay señales de que gobiernos e industria están a la altura del reto. Grandes economías emergentes como China e India se están convirtiendo rápidamente en líderes de la transición energética, al tiempo que proporcionan acceso a la energía a los cientos de millones de personas que todavía carecen de él. El auge del gas natural licuado y la fuerte bajada de precios de la energía solar fotovoltaica y de la energía eólica costera proporcionan a los países más opciones para reforzar la seguridad energética. Por otra parte, las innovaciones y las inversiones del sector privado en tecnologías como vehículos eléctricos, almacenamiento en baterías y aumento de la eficiencia en la industria, demuestran que la transición energética no tiene por qué ser cara, y puede de hecho constituir una oportunidad económica. P. ¿El futuro es renovable? R. En lo referente a la generación de energía eléctrica renovable, el futuro parece prometedor. La energía eólica y la energía solar fotovoltaica son dos de las fuentes de electricidad que más han crecido en el mundo desde 2010 gracias a políticas que las favorecen y a una enorme reducción de costes de la tecnología. Con redes mejores, centrales eléctricas más flexibles, almacenamiento y respuesta a la demanda, se integrarán proporciones cada vez más amplias de energía eólica y solar de una manera segura y rentable. Pero este éxito no debería cegarnos a la realidad: el petróleo, el gas y el carbón seguirán siendo importantes en el sector energético durante muchos años. El carbón todavía proporciona en torno al 40% de la generación mundial de energía eléctrica. El sector naval, la aviación y las petroquímicas siguen dependiendo fuertemente del petróleo. Y el gas natural ha demostrado que es un combustible de transición barato y relativamente limpio para la producción de energía. "La transición energética no tiene por qué ser cara y puede constituir una oportunidad económica" Si bien hay perspectivas de establecer tecnologías que sustituyan a los combustibles fósiles (o al menos mitiguen las emisiones), muchas distan de estar listas para los momentos de mayor consumo. La calefacción, por ejemplo, representa más del 50% del consumo de energía total en todo el mundo, pero sigue basándose en gran medida en los combustibles fósiles. La parte de renovables en la calefacción sigue siendo inferior al 10%, lo que representa un enorme potencial de crecimiento. De modo similar, los biocombustibles representan menos del 5% de la demanda mundial de combustible para el transporte. De modo que, sí, el futuro es renovable. Pero hacer realidad ese futuro va a exigir inversión e innovación en todos los sectores de la economía –no solo en la generación de energía eléctrica– durante muchas décadas. P. ¿Cree que hay que ser más ambiciosos en los objetivos de reducción de CO2? R. Una cosa es la ambición y otra los resultados. A pesar de los repetidos llamamientos a lo largo de las últimas décadas a efectuar ambiciosas reducciones de emisiones, las emisiones de CO2 relacionadas con la energía llevan más de un siglo aumentando de manera pertinaz, en consonancia con la creciente demanda de energía y con el crecimiento económico. Esta tendencia podría estar finalmente llegando a su fin. Hemos observado que 2016 fue el tercer año seguido de estancamiento del aumento de las emisiones de CO2 relacionadas con la energía, a pesar del fuerte crecimiento económico mundial. La buena noticia es que gran parte de esto puede atribuirse a una aceleración de la transición energética. "La tecnología de coches eléctricos parecería en pañales, pero hay indicios de que están a punto de convertirse en norma" El siguiente paso será pasar de un estancamiento a la reducción. Aquí es donde equiparar esfuerzo y ambiciones supone un verdadero reto. A pesar de todas las políticas en vigor para desplegar fuentes de energía bajas en emisiones de carbono (conforme a los compromisos asumidos por los países en el Acuerdo de París), las Perspectivas de la energía en el mundo publicadas por la AIE siguen previendo un pequeño aumento anual de las emisiones de CO2 relacionadas con la energía en las próximas décadas. Digo pequeño, pero incluso este pequeño aumento equivale a sustituir 40 grandes centrales térmicas de carbón por electricidad de emisiones cero, o sustituir más de 50 millones de coches al año por vehículos eléctricos cargados mediante electricidad producida con emisiones cero de carbono. De modo que el reto para los políticos y para el sector está en ser mucho más ambiciosos e innovadores en alcanzar los objetivos acordados. P. ¿Va despacio la implantación del coche eléctrico? "España puede plantearse aumentar sus esfuerzos para ahorrar energía e incrementar el suministro de renovables de otras maneras" R. Si comparamos el número de vehículos eléctricos con el número total de vehículos –solo una fracción porcentual–, la de los coches eléctricos parecería una tecnología en pañales. Pero hay varios indicios de que los vehículos eléctricos están a punto de convertirse en la norma. En 2016 se vendieron en todo el mundo 250.000 vehículos eléctricos, una cifra récord que eleva el parque de vehículos eléctricos a más de dos millones en circulación. Particularmente impresionante es la cifra de China, donde se vendió casi la mitad del total. Al mismo tiempo, el coste de las baterías se ha reducido a la cuarta parte desde 2008, y es muy probable que baje aún más, mientras que la densidad de las baterías sigue aumentando. Parece solo cuestión de tiempo que los coches eléctricos alcancen la paridad de precios con los de motor de combustión interna. Y piense en el hecho de que, gracias a que son mucho más eficientes, los coches eléctricos ofrecen costes de mantenimiento mucho más bajos que otros vehículos convencionales comparables. Con la actual fiscalidad impuesta en Europa a la electricidad y a los combustibles fósiles, un viaje de 100 km costaría aproximadamente entre una cuarta o una quinta parte de lo que costaría con un coche de combustible convencional. Con este tipo de avance en eficiencia y costes, el aumento de los vehículos eléctricos no puede sino acelerarse. P. ¿Cambiará el peso político del mundo con las nuevas tecnologías energéticas? R. No puedo hablar sobre geopolítica. Eso se lo dejo a los políticos. Pero no cabe duda de que la aparición de tecnologías de bajas emisiones de carbono ya está cambiando el centro de gravedad del sector energético mundial. Cuando se creó la AIE, hace más de 40 años, el petróleo era el único combustible del crecimiento económico para las economías de Europa y Norteamérica. Actualmente, si bien el petróleo sigue predominando, toda la gama de opciones de combustible –principalmente el gas natural y las renovables– proporciona a los países un menú más amplio de opciones para alimentar su economía. Piense en el reciente anuncio realizado por India de que en 2030 no se venderá en el país ningún coche que funcione con diésel o gasolina. Es un objetivo extremadamente ambicioso, pero podemos imaginar el tipo de cambio económico que se producirá si logran hacerlo realidad. Por otro lado, en China se instalan dos turbinas eólicas cada hora, y esto no es un plan, está ocurriendo ya. Otras muchas tecnologías de bajas emisiones de carbono muestran similar potencial para aquellos países que están dispuestos a aprovechar la oportunidad: la captura y el almacenamiento de carbono, los biocombustibles avanzados, y el almacenamiento de energía a escala de empresa de servicio público, por mencionar algunas. El siglo XX nos mostró el éxito económico que puede alcanzar un país si aprovecha una fuente o una tecnología energética, y no hay razón para suponer que no vayamos a contemplar historias similares en las próximas décadas. P. ¿Necesita Europa acelerar la unión energética? R. La unión energética es una herramienta y una plataforma clave para que los países europeos avancen hacia una visión común, tanto en lo referente a la seguridad energética como a la sostenibilidad. Pero esto exige un compromiso político con el crecimiento económico, la transición energética y la seguridad energética. Se nos presenta una oportunidad única para adoptar estos compromisos en diversas áreas fundamentales. En primer lugar, deberían acelerarse las mejoras en la eficiencia energética, porque esto conduce a una reducción rentable de las emisiones, crea oportunidades de inversiones en el lado de la demanda, de empleo derivado de la renovación y de ofrecer productos más eficientes. En segundo lugar, los mercados de la electricidad están experimentando una importante transformación, Europa tendrá que estar alerta, ya que su capacidad de generación eléctrica nuclear y térmica está envejeciendo; se vislumbran riesgos de seguridad eléctrica, con rigidez de mercados en algunas regiones. En tercer lugar, Europa ha experimentado un descenso de la producción interna de gas natural mucho más rápidamente de lo previsto. En respuesta, se han establecido nuevas normativas sobre seguridad gasística y yo he felicitado a la UE y a la presidencia maltesa por tomar la iniciativa en el diseño de políticas firmes y por las medidas de preparación para emergencias. Podrían ser un ejemplo para otros países. Sin embargo, la UE importa cada vez más gas ruso y no ha sido capaz de aprovechar la flexibilidad y las ofertas de precios proporcionadas por la globalización del mercado de gas natural licuado. Por lo tanto, las siguientes medidas serían abolir todos los límites a las importaciones y a las exportaciones de gas dentro de la UE y proporcionar exenciones para los flujos inversos en los principales puntos de interconexión. Esto ayudará a construir los eslabones que faltan en la creación de un mercado gasístico verdaderamente europeo. Por último, al mismo tiempo que abordan los retos energéticos y climáticos, los políticos europeos deben tener en cuenta el crecimiento económico. P. ¿Está haciendo bien los deberes España? R. España tiene un sistema eléctrico que está bien diversificado. El país ha logrado importantes avances hacia una economía con unas emisiones de carbono más bajas, y es bien sabido su éxito a la hora de integrar las energías renovables en la red eléctrica. Todos conocemos los problemas que han surgido a raíz de las reformas, como los recortes en las subvenciones a las energías renovables, pero espero que España cumpla los objetivos, que reconozco son ambiciosos, que comparte con Europa. El éxito de la subasta de renovables reciente es una señal muy positiva. España también puede plantearse aumentar sus esfuerzos para ahorrar energía y para incrementar el suministro de energías renovables de otras maneras. Naturalmente, se puede aumentar el suministro de energías renovables produciendo más electricidad, pero también utilizando más renovables para la calefacción y para los combustibles del transporte. En el caso de la calefacción y del transporte, el mayor uso de las renovables también ayudaría a España a cumplir sus objetivos en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en los sectores no incluidos en el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la UE. P. ¿Necesita para ello mayores interconexiones para avanzar? R. Las interconexiones contribuyen a aumentar el comercio de electricidad y a integrar proporciones mayores de energía eólica y solar. Pero, como hemos visto en España, la construcción de más interconexiones puede resultar difícil y llevar tiempo. Pero la situación española hace que las interconexiones sean prácticamente indispensables para la integración de mercados. Además de la integración de mercados, la necesidad de tener interconexiones para incluir las energías renovables variables en la red eléctrica depende de la velocidad a la que se aumente la generación de energía eólica y solar y de la proporción que tengan en el suministro de electricidad. De hecho, las interconexiones tampoco son la única opción para que haya una mayor integración de las energías renovables. Otras opciones pueden ser unas redes eléctricas más fuertes, un almacenamiento de la electricidad asequible y una respuesta de la demanda, que pueden ser muy rentables. P. ¿Cuánto va a durar el petróleo? R. Hablando claro, no se prevé que la demanda de petróleo alcance su punto máximo en breve. A pesar del auge de los vehículos eléctricos, una grata historia de éxito que ha ocupado muchos titulares, el petróleo sigue predominando, no solo en el transporte de pasajeros, sino también en el transporte marítimo y aéreo y en los productos petroquímicos. Desde 2009, por ejemplo, el número de pasajeros aéreos ha aumentado un 50%. La fabricación de bienes de consumo modernos – todo, desde televisores hasta neveras y también coches eléctricos – hace en general que las cadenas de suministro se extiendan a lo largo de varios continentes, y todo se mueve con motores de combustión interna. En los próximos años, el plástico será otro importante impulsor del aumento de la demanda de petróleo. El crecimiento de la demanda petroquímica por sí solo es mayor que la disminución que esperamos que se produzca por la fabricación de más coches eléctricos. En conjunto, esto explica por qué con las políticas actuales todavía se prevé que el crecimiento de la demanda de petróleo siga siendo importante en los próximos años. P. ¿Y el carbón? R. Como es relativamente asequible y se puede conseguir con facilidad, el carbón sigue siendo el principal combustible mundial para generar electricidad, para producir acero y para fabricar cemento, y proporciona casi el 30% de la energía primaria mundial. Sin embargo, también es responsable de casi la mitad de las emisiones de carbono relacionadas con la energía, y es un importante generador de otros tipos de contaminación. Debido a las consecuencias que tiene para la calidad del aire y las emisiones de carbono, el carbón ha recibido muchas críticas en los últimos años, y da la impresión de que la historia del carbón está llegando a su fin. Por ejemplo, en EE UU, el consumo de carbón sufrió su mayor descenso anual en 2015, debido a la competencia del gas natural barato, de las energías renovables más baratas – en concreto la eólica – y de las normativas para reducir los contaminantes del aire que han provocado jubilaciones en las fábricas de carbón. Pero la demanda de carbón se está trasladando a Asia, donde las economías emergentes, en las que aumenta la población, buscan fuentes de energía asequibles y seguras para hacer que sus economías funcionen. En 2000, aproximadamente la mitad de la demanda de carbón procedía de Europa y Norteamérica, mientras que Asia representaba menos de la mitad. En 2015, casi el 75% de la demanda de carbón procedía de Asia, mientras que el consumo de carbón en Europa y Norteamérica había disminuido drásticamente y era inferior al 25%. Este cambio va a acelerarse en los próximos años. Por tanto, a pesar de los titulares que anuncian que el final del carbón está cerca, simplemente es demasiado pronto para decir que este sea el final. (Miguel Angel Noceda, 03/06/2017)


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