Chile y el Río de la Plata:
El imperio del Tahuantinsuyu o Incario había sido reconocido en sus líneas maestras por los españoles; incluso se habían ampliado notablemente sus horizontes geográficos. Faltaba, no obstante, verificar su desarrollo hacia el Sur. Primero llegaron al lago Titicaca (1533) y, posteriormente, Almagro cruzó la actual región argentina de Tucumán camino de su gobernación. Fueron el propio Almagro y Valdivia quienes protagonizaron la gran aventura de Chile, del Purén, del Arauco o hasta el encuentro con los mapuches y otros pueblos, tras cruzar una geografía refractaria al hombre y alcanzar un medio idóneo para la vida humana. El territorio había sido objeto de contactos tan epidérmicos como accidentales y efímeros, efectuados por Magallanes, Jofre de Loaysa y Simón de Alcazaba. Ahora los hechos iban a imponerse definitivamente. Primero fue Almagro quien intentó establecer su propia obra más allá de la de su socio y enemigo Pizarro; es lo que fue denominado proyecto o esperanza de Paz. El propio Inca apoyó materialmente esta expedición con el deseo de dividir a los españoles, recuperar el poder efectivo y destruirlos a todos. La Corona había autorizado al manchego a descubrir y poblar en un ámbito de 200 leguas al sur de Nueva Castilla, lo que sería Nueva Toledo. La aventura fue notable. Los expedicionarios de vieron obligados a bordear los salares y desietos más áridos del mundo, a cruzar los Andes una y otra vez con alturas y temperaturas difíciles de soportar, con apenas avituallamiento; los sufrimientos soportados fueron sólo comparables a los que se produjeron a su paso (nunca con tanto estorbo a los humanos quiso -dice Ercilla- impedir el paso la natura). "Iban en demanda del valle de Chile y llamaron Chile a toda su provincia hasta el estrecho de Magallanes". Recuerda Ercilla y ratificó Valdivia. El origen del topónimo indígena tiene distinto valor según el uso que hacen de él los propios pobladores o sus vecinos, como es habitual: Chilli o Chile significaba "lo mejor de algo", "lo más hondo", "cosa buena y abundante", pero también "frío", "fin del mundo", "donde se acaba la Tierra". Almagro alcanzó los fértiles valles y de clima acogedor del Aconcagua y Maipú; uno de sus hombres llegó hasta los ríos Maule, Nuble y Bío Bío donde tuvieron duros enfrentamientos con los mapuches. Los indios fueron vencidos pero aprendieron muchas cosas de la estrategia y táctica españolas. No se hallaron riquezas susceptibles de ser drenadas con rapidez, por lo que regresaron a Perú por la costa, realizando un viaje no menos extraordinario que el de ida. El nombre de Chile quedó desacreditado para los buscadores de fortuna rápida que no fácil.

Valdivia:
Almagro se dio por fracasado en su objetivo y, además, perdió la cabeza en las guerras civiles entre conquistadores. Ahora era el turno de un extremeño, Valdivia, tras superar las aspiraciones de un experto, Sancho de Hoz. La hueste, al final, estaba compuesta por 150 hombres (1541) entre los que iba su amante Inés Suárez, una mujer extraordinaria, y un grupo de hombres muy escogidos, de los cuales un tercio eran hijosdalgo, otros eran hábiles en distintas profesiones (herreros, carpinteros, sastres, maestros, pilotos, alarifes, cirujanos, barberos, etc.) y más de dos tercios sabían leer y escribir. Valdivia cambió el nombre de la región por otro que no tuviera connotaciones desalentadoras; el territorio se llamó la Nueva Extremadura. Alcanzaron Copiapó ante una hostilidad nativa que se tradujo en una resistencia pasiva; en realidad estos indios nunca fueron realmente sometidos. Habían sido incorporados al Tahuantinsuyu tardía y levemente; y cuando Perú fue conquistado, Chile siguió a su libre albedrío merced a la dura frontera geográfica existente entre ambas regiones y la resistencia de los nativos. Fundaron Santiago (1541) pero en una situación muy precaria, pues, incluso Inés Suárez estuvo a punto de morir a manos de los nativos. Un pequeño grupo de apoyo procedente del Perú hispánico (1544) facilitó la erección de los asentamientos estables de La Serena, Concepción, La Imperial, Villarica, Valdivia, Angol o Los Confines y los fuertes de Arauco, Tucapel y Purén. El extremo era una región poblada por indios indómitos que acabarían, de forma trágica, con su propio conquistador cuando la obra de Valdivia estaba alcanzando una entidad importante. El espacio aledaño había sido reconocido por mar (la isla de Chiloé fue visitada por Pastene) y se concluía la configuración del litoral del continente suramericano; quedaba únicamente realizar una valoración del espacio interior del área marginal, al sur del espacio portugués.

El Plata:
Por esa región atlántica se había logrado sobrepasar el obstáculo americano pero, en los sucesivos intentos, cuando las naves habían penetrado por el estuario del Plata, se habían obtenido noticias de fabulosas riquezas (reflejo de las logradas en el Perú) que dieron lugar a otros mitos y, por lo tanto, a su búsqueda. Entre los mitos que impulsaron nuevas expediciones hay que mencionar la Sierra de la Plata buscada por García de Moguer (1525), que únicamente pudo llegar a Paraguay; o la Ciudad encantada de los Césares (cantinela que recuerda el poderío y urbanismo incaico y la llegada hispana), motor de la aventura de Diego de Rojas (1543). Pero el acicate de los mitos y leyendas tuvo también otros reflejos. Pedro de Mendoza (1534) comenzó la expedición por la costa. La flota con "el mayor número de gentes, entre ellos el cronista Ulrico Schmidel, y mayores naves que nunca pasó capitán Indias", al decir del cronista Gómara, tenía como objetivo llegar a los territorios otorgados; accedería a ellos por el "Río de Solís" para, desde allí, "calar y pasar la tierra hasta llegar al mar del Sur" con el compromiso de erigir tres fuertes y alcanzar la tierra del "Rey Blanco", que debería hallarse en su límite noroccidental a la altura de los 25ºS. Lo cierto es que Pedro de Mendoza, minado por una enfermedad venérea, permaneció ajeno a las vicisitudes de la navegación y de los pasajeros, entre los que se hallaba un personaje tan notorio como Martínez de Irala. Arribaron al Río de la Plata y fundaron la ciudad de Nuestra Señora Santa María del Buen Aire (1536). La situación fue de suma precariedad porque los nativos, querandíes, se negaron a seguir abasteciendo a los foráneos. La presión que ejercieron los expedicionarios obtuvo una respuesta agresiva. Por consiguiente, había que buscar ayuda a la vez que profundizar en la exploración río arriba. Entre tanto Buenos Aires seguía en la indigencia y soportando las asechanzas indígenas; sus habitantes se vieron obligados a caer en un canibalismo de supervivencia. Fue "la más cruda hambre que se ha visto entre cristianos" escribió Barco Centenera; el propio Schmidel reseñó que comiero todo vestigio de vida (sabandijas, etc.), cuero, y demás productos que semejaran algo orgánico. La gobernación del Plata pasó a Juan de Ayolas que penetró en territorio guaraní y fundó Candelaria, en Paraguay; este territorio fue escenario de una singular historia protagonizada por hombres como Ayolas, Irala y Cabeza de Vaca (el mismo que realizara otra notable aventura andariega por territorio nortemericano). Mientras tanto en el Sur se llevaba a cabo la consolidación del enclave bonaerense, pese a las ya mencionadas calamidades vividas por los primeros moradores de la que en la actualidad es la mayor metrópoli del continente suramericano. (M.Cuesta)