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Batalla de Midway (04/06/1942):
Las pérdidas japonesas resultaron cruciales para el transcurso posterior de la guerra, caracterizado por una impresionante recuperación en los efectivos norteamericanos.
Yamamoto temía con razón el potencial industrial norteamericano, capaz de llegar a superarlos en producción.
Según las comunicaciones japonesas interceptadas se preparaba una gran ofensiva en un lugar sin determinar que Nimitz supuso que era Midway, una pequeña isla a 2.500 km al noroeste de Hawai.
La respuesta por radio japonesa a un engaño norteamericano sirvió para confirmar
el lugar del ataque.
A los cuatro portaaviones japoneses debían enfrentarse el Enterprise y el
Hornet en solitario. El Yorktown había resultado gravemente dañado en el Mar de Coral y se ordenó a 1.400 trabajadores de los astilleros que trabajasen durante dos días en arreglos básicos apresurados.
La fuerza naval japonesa para la toma de Midway la integraban doscientas unidades entre las que se encontraban acorazados, cruceros, destructores, submarinos y portaaviones. Provenían de distintos puntos, especialmente las islas japonesas y las Marianas.
Cuando Nimitz dio la orden de ataque a los aviones torpederos Brewster Buffalo y los Grumman Hellcat la flota de Yamamoto se encontraba a 332 km, aunque los aviones tenían una autonomía de 500 km y escaso combustible para regresar. Ante la superioridad técnica y numérica de los Zero sólo se salvó un piloto norteamericano por lo que eso no fue problema.
Cuando el segundo ataque norteamericano llegó al punto fijado no encontraron a los barcos japoneses -que habían realizado maniobras de evasión-, aunque observaron la dirección que tomaba un destructor, que resultó ser el punto de encuentro japonés.
Los portaaviones de EE.UU. fueron localizados por un avión de reconocimiento japonés. El almirante Naguno ordenó cambiar el tipo de bombas adecuado para ser utilizadas sobre las instalaciones de tierra por otras adecuadas para el ataque a barcos, principalmente torpedos. El ataque norteamericano se dispuso en una sola oleada de más de cien aviones que convergieron desde dos direcciones. Aunque los Zero hicieron estragos entre ellos, eran demasiados para ser controlados. Los bombarderos norteamericanos tuvieron la suerte de alcanzar a la flota japonesa en el momento en que las cubiertas de los portaaviones estaban repletas de bombas en la maniobra de intercambio, circunstancia que se convirtió en desastrosa. Los avances japoneses terminaron para siempre. Perdieron sus cuatro mejores portaaviones, 275 aviones y miles de hombres incluyendo pilotos altamente preparados difícilmente sustituibles. EE.UU. perdió el Yorktown, el destructor Hamman, 150 aviones y 307 hombres. El posterior desarrollo de la producción armamentística estadounidense nunca dejará de estar por delante de la capacidad japonesa. La superioridad técnica de la aviación nipona no dejó de perder terreno frente a la vertiginosa aplicación de innovaciones norteamericanas. Resultaron decisivas para el dominio del Pacífico las unidades navales próximas a incorporarse, fruto del sorprendente ritmo de producción de los astilleros norteamericanos.
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