Neandertal             

 

Neandertal Neandertal:
En 1856 se habría una tumba cerca de Düsseldorf y se descubría el esqueleto cuya vida debía haber transcurrido en los tiempos más primitivos, según las características geológicas del lugar del hallazgo [...] El profesor Mayer, de Bonn, opinaba entonces que los huesos pertenecían a un cosaco muerto en el frente, en 1814. Wagner, de Gotinga, le llamaba el viejo holandés; Pruner-Bay, de París, decía que era un viejo celta. Virchow, ese gran médico cuya autoridad se manifestó tan precipitadamente muchas veces, declaró que el esqueleto en cuestión pertenecía a un anciano que padecía de gota. (C.W.Ceram)

Descodificación del genoma del Neandertal:
Proyecto liderado por Svante Pääbo, del Instituto Max Planck. Se consiguió gracias al hallazgo de secuencias genéticas en fósiles de cuatro yacimientos europeos. El hallazgo ha revelado, contrariamente a la corriente dominante entre los científicos, que estos primos cercanos se aparearon con los Homo sapiens en algún momento de la evolución. De forma que en el genoma de todos nosotros aún quedan vestigios de esos cruzamientos. Los últimos individuos desparecieron hace menos 28.000 años, posiblemente en el sur de la Península Ibérica, después de habitar en Eurasia durante cerca de 270.000 años. Sólo hay 83 genes que nos diferencian de los desaparecidos, en los que estaría la clave del éxito evolutivo de nuestra especie. La fuente principal fue el situado en Vindija (Croacia), pero también ha sido fundamental la participación de los fósiles de la cueva El Sidrón, en Asturias. Para poder comparar los datos dentro de un marco evolutivo, los investigadores utilizaron el genoma del chimpancé y el de cinco individuos actuales (un sudafricano de la étnica san, un yoruba africano, un chino, un francés y otro de Papúa-Nueva Guinea).

Fue así como se comprobó que todos los sapiens modernos tienen entre un 1% y un 4% de material genético procedente de los neandertales, a excepción de los africanos subsaharianos. La explicación más lógica es que ambas especies se cruzaron y tuvieron descendencia cuando los sapiens ya habían salido de África, hace unos 80.000 años, pero aún no se habían extendido por el resto del globo. De hecho, a Europa no llegaron hasta hace 40.000 años. Allí también estaban los neandertales, pero no hay constancia de que volvieran a cruzarse. De entre los pocos genes que nos diferencian, algunos son importantes porque sus mutaciones están relacionadas con el autismo, el síndrome de Down y la esquizofrenia; otros tienen que ver con cambios en la estructura ósea, sobre todo del cráneo, la clavícula y el tórax. Y hay muchos que no se sabe exactamente qué proteína expresan, y por tanto cuál es su función. En el trabajo participaron tres científicos españoles que trabajan con los fósiles de El Sidrón: Carles Lalueza-Fox, experto en ADN antiguo del CSIC, el paleontólogo Antonio Rosas, del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) y el arqueólogo de la Universidad de Oviedo Marcos de la Rasilla, investigador principal de la cueva de El Sidrón. También figuran como autores Javier Fortea, anterior director del proyecto de El Sidrón, fallecido el año pasado, y Tomás Marqués Bonet, que trabaja en el Departamento de Genómica de la Universidad de Washington.

 
       
       
       

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