Defensas de Santo Domingo:
Desde el año de 1541 comenzó a hablarse de la necesidad de levantar murallas protectoras para la ciudad de Santo Domingo, pero no fue sino hasta el 1543 cuando se puso la primera piedra en una construcción que se prolongaría durante muchos años. La muralla tenía algunos fuertes en puntos estratégicos, no todos construidos en la misma época. Los más notables que formaron parte del cinturón de piedra que rodeó a Santo Domingo fueron el de San Diego (junto a la puerta del mismo nombre, al lado del Alcázar de Don Diego Colón), el de San José (a la altura del Colegio de Gorjón), el de San Gil y el de la Concepción. Otros fuertes fueron el de Santa Bárbara (junto a la iglesia del mismo nombre), el de Santa Catalina, el de San Lázaro y el de San Gerónimo.

Fuerte de San Gil:
(Paseo Presidente Billini esq. Palo Hincado) Se construyó en el siglo XVI en el punto donde se encuentran el Mar Caribe y el Río Ozama, en un sector llamado desde la época colonial Placer de los Estudios. Estratégicamente ubicado, fue levantado para defender la entrada del puerto junto al Fuerte de San Jerónimo que quedaba a kilómetro y medio hacia el oeste y que, irreflexivamente convertido en un polvorín, fue destruido por una explosión el pasado siglo XX. También sirvió como defensor de La Gran Puerta, en nuestros días conocida como Puerta de la Misericordia que se encuentra muy cerca de allí, unos cuantos metros hacia el norte. Fue reconstruido el pasado siglo y hoy se levanta nuevamente orgulloso, para hablarnos entre el susurro de las olas que rompen a sus pies, del formidable papel protector que brindara exitosamente a nuestra ciudad.

Fuerte de la Concepción:
(Calle Palo Hincado esq. Ave. Mella) Construido al noroeste de la ciudad, tenía por misión defenderla de los atacantes que viniesen de tierra adentro. Servía además como protector de la Puerta del Conde, hoy día Altar de la Patria. Abandonado durante muchos años, este fuerte se rescató alrededor del 1970, fue despojado de las malezas que lo cubrían dándole un aspecto ruinoso y fueron demolidas edificaciones de hasta tres pisos de altura cuyas paredes habían adosado a sus muros, como si se hubiese querido hacerlo desaparecer. Hoy día, restaurada su estructura, en la que se destaca una espléndida rampa que conduce a la parte alta de la muralla, exhibe con orgullo su esplendor y su misterio.

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