Jean-Paul Sartre (1905-1980):
Nació y murió en París. Estudió en la Escuela Normal Superior de su ciudad natal, en la Universidad de Friburgo (Suiza) y en el Instituto Francés de Berlín. Fue profesor de Filosofía en varios liceos desde 1929 hasta el comienzo de la II Guerra Mundial, momento en que se incorporó al Ejército.
En 1939 publica El muro, una colección de cuentos y novelas cortas.
El protagoista del relato que da nombre a la colección es un prisionero republicano español condenado a ser fusilado.
Desde 1940 hasta 1941 fue prisionero de los alemanes; después de su puesta en libertad, dio clases en Neuilly (Francia) y más tarde en París, y colaboró con la Resistencia francesa.
Simone de Beauvoir:
Se conocen en París en 1929.
Su relación de pareja fue un peculiar intento de búsqueda de la máxima libertad sentimental posible.
Alcanzaría gran notoriedad en los medios como ejemplo alternativo a la estricta monogamia, pero estuvo bastante lejos de ser idílica.
Ambos fueron notablemente infieles para la noción de matrimonio y costumbres reconocidas mayoritariamente.
Se piensa que a Sartre un complejo que afectaba a su autoestima le empujaba a cometer excesos en la búsqueda de mujeres, alcohol y drogas.
Le dijo a Simone que existían dos tipos de sexualidad: el amor necesario y los amores contingentes.
Simone afirmaría que se sintió traicionada por la forma de actuar de Sartre en varios sucesos.
Le confesaría a uno de sus amantes que su relación con Sartre más que amor era una amistad íntima.
Las autoridades alemanas, desconocedoras de sus actividades clandestinas, permitieron la representación de su obra de teatro antiautoritaria Las moscas (1943) y la publicación de su trabajo filosófico más célebre El ser y la nada (1943).
En una primera etapa desarrolló una filosofía existencialista, a la que corresponden El ser y la nada y El existencialismo es un humanismo (1946).
Abandonó la actividad docente en 1945 y fundó con Simone de Beauvoir la revista política y literaria Les Temps Modernes, de la que fue editor jefe.
Fue el décimo escritor francés seleccionado como Premio Nobel de Literatura (1964), pero lo rechazó explicando en una carta a la Academia Sueca que él tenía por regla declinar todo reconocimiento o distinción y que los lazos entre el hombre y la cultura debían desarrollarse directamente, sin pasar por las instituciones.
Consideraba que si lo aceptaba comprometería su integridad como escritor.
Como biógrafo dejó tres densos tomos dedicados a Flaubert, El idiota de la familia, parte de una tetralogía que dejó incompleta.
Pensamiento y obras:
Las obras filosóficas de Sartre conjugan la fenomenología del filósofo alemán Edmund Husserl, la metafísica de los filósofos alemanes Georg Wilhelm Friedrich Hegel y Martin Heidegger, y la teoría social de Karl Marx en una visión única llamada existencialismo. Este enfoque, que relaciona la teoría filosófica con la vida, la literatura, la psicología y la acción política suscitó un amplio interés popular que hizo del existencialismo un movimiento mundial.
En su última obra filosófica, Crítica de la razón dialéctica (1960), Sartre trasladó el énfasis puesto en la libertad existencialista y la subjetividad por el determinismo social marxista. Afirmaba que la influencia de la sociedad moderna sobre el individuo es tan grande que produce la serialización, lo que él interpreta como pérdida de identidad y que es equiparable a la enajenación marxista. El poder individual y la libertad sólo pueden recobrarse a través de la acción revolucionaria colectiva.
Otros textos de Sartre son las novelas La náusea (1938) y la serie narrativa inacabada Los caminos de la libertad, que comprenden La edad de la razón (1945), El aplazamiento (1945) y La muerte en el alma (1949); una biografía del controvertido escritor Jean Genet, San Genet, comediante y mártir (1952); las obras teatrales A puerta cerrada (1944), La puta respetuosa (1946) y Los secuestradores de Altona (1959); su autobiografía, Las palabras (1964); y una biografía de Flaubert, El idiota de la familia (3 vols., 1971-1972) entre otros muchos títulos.
Las moscas (1943): Recrea el mito de Electra y su hermano Orestes buscando vengar a Agamenón, su padre muerto en manos de Clitemnestra y Egisto.
Argos representa la Francia de la Ocupación Nazi, con una Electra que se constituye en un paradigma de integridad moral, quien se niega a negociar sus principios, a la manera de aquellos que eligen asumir una existencia auténtica, a aquellos seres que como el filósofo francés se proyectan en la búsqueda de un humanismo ateo, que ellos mismos representan.
Electra no pacta con la corrupción. Insiste en su deseo de justicia, libertad y felicidad, aunque ello la enfrente con el absurdo.
Están presentes temas como el arrepentimiento, la angustia y la libertad.
El ser y la nada (1943):
Es su primera obra filosófica. Concibe a los humanos como seres que crean su propio mundo al rebelarse contra la autoridad y aceptar la responsabilidad personal de sus acciones, sin el respaldo ni el auxilio de la sociedad, la moral tradicional o la fe religiosa. Al distinguir entre la existencia humana y el mundo no humano, mantenía que la existencia de los hombres se caracteriza por la nada, es decir, por la capacidad para negar y rebelarse. Su teoría del psicoanálisis existencial afirmaba la ineludible responsabilidad de todos los individuos al adoptar sus propias decisiones y hacía del reconocimiento de una absoluta libertad de elección la condición necesaria de la auténtica existencia humana. Las obras de teatro y novelas de Sartre expresan su creencia de que la libertad y la aceptación de la responsabilidad personal son los valores principales de la vida y que los individuos deben confiar en su poder creativo más que en la autoridad social o religiosa.
Expone técnica y acabadamente su existencialismo y facilita la plena comprensión de su obra literaria.
A los 38 años ya había escrito tres obras de carácter filosófico en las cuales explicaba el método de Husserl con vistas a la constitución de una psicología fenomenológica.
Sartre abarcará posteriormente y sin pausa todas las modalidades del pensamiento y de la literatura.
Las tesis centrales de este ensayo de antología fenomenológica seguirán nutriendo y otorgando significado a tan heterogénea producción.
Adscripción al marxismo:
Fue también activista político y crítico literario.
Se convirtió en el exponente más popular de lo que se llamó marxismo humanista.
Se le consideró un socialista independiente después de 1947, crítico tanto con la URSS como con EE.UU. en los años de la Guerra fría. En la mayoría de sus escritos de la década de 1950 están presentes cuestiones políticas, incluidas sus denuncias sobre la actitud represora y violenta del Ejército francés en Argelia. A pesar de su llamamiento a la actividad política desde ópticas marxistas, Sartre no se afilió al Partido Comunista Francés, y así conservó la libertad para criticar abiertamente las intervenciones militares soviéticas en Hungría (1956) y en Checoslovaquia (1968).
Desde que fundó la revista Les Temps Modernes (1945) se convirtió en uno de los principales teóricos de la izquierda. En una segunda etapa se adscribió al marxismo, cuyo pensamiento expresó en La crítica de la razón dialéctica (1960), aunque él siempre consideró esta obra como una continuación de El ser y la nada.
Anunció repetidamente la publicación futura de la síntesis final de La crítica de la razón dialéctica pero no llegó a escribirla.
Su empeño en fundir el existencialismo y el marxismo no se materializaría.
En 1952 sostiene una polémica con Albert Camus sobre los campos de concentración soviéticos.
El paso del tiempo situaría a Camus como vencedor al defender que toda ideología política desprovista de sentido moral se convierte en barbarie.
En su comedia teatral Nekrassov (1955) critica la manipulación de los ciudadanos a través de los medios de comunicación.
En esta parodia el capitalismo y el comunismo compiten en el uso mendaz de la prensa.
En 1961 dedica una extensa memoria al filósofo Maurice Merleau-Ponty, con el que compartió similar mezcla de empeños políticos y editoriales.
Concepto sartriano del ser:
Sartre considera que el ser humano está «condenado a ser libre», es decir, arrojado a la acción y responsable plenamente de su vida, sin excusas. Aunque admite algunos condicionamientos (culturales, por ejemplo), no admite determinismos. Concibe la existencia humana como existencia consciente. El ser del hombre se distingue del ser de la cosa porque es consciente. La existencia humana es un fenómeno subjetivo, en el sentido de que es conciencia del mundo y conciencia de sí (de ahí lo subjetivo). Sartre se forma en la fenomenología de Husserl y en la filosofía de Heidegger (discípulo éste de aquél). Se observa aquí la influencia que ejerce sobre Sartre el racionalismo cartesiano. En este punto se diferencia de Heidegger, quien deja fuera de juego a la conciencia.
Consecuentemente para Sartre en el ser humano «la existencia precede a la esencia», que explica con un ejemplo: si un artesano quiere realizar una obra, primero «la» piensa, la construye en su cabeza: esa prefiguración será la esencia de lo que se construirá, que luego tendrá existencia. Los seres humanos, no son el resultado de un diseño inteligente, y no tenemos dentro nuestro algo que nos haga «malos por naturaleza» o «tendientes al bien» —como diversas corrientes filosóficas y políticas han creído—, y continua: «Nuestra esencia, aquello que nos definirá, es lo que construiremos nosotros mismos mediante nuestros actos», éstos nos son ineludibles: no actuar es un acto en sí mismo puesto que nuestra libertad no es algo que pueda ser dejado de lado: ser es ser libres en situación, ser es ser-para, ser como «proyecto».
(Fuente:
Encarta)