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Jeroglíficos:
Caracteres de cualquier sistema de escritura en el que los signos son figuras, esto es, representan objetos reconocibles. El término jeroglífico suele asociarse con la escritura en la que se representó la lengua del antiguo Egipto; los griegos aplicaron el término (que significaba 'talla sagrada') a los caracteres decorativos esculpidos en los monumentos. Después se ha empleado para los sistemas de escritura con figuras de los hititas, cretenses y mayas, aunque esos sistemas no estén relacionados con el egipcio, ya que el único elemento que tienen en común es su condición de figurativo.

IDEOGRAMAS Y FONOGRAMAS:
Las inscripciones jeroglíficas egipcias contienen dos clases de símbolos: los ideogramas y los fonogramas. Los ideogramas representan, bien el objeto concreto que se graba, bien algo muy relacionado con él; por ejemplo, la figura de un sol puede significar 'sol' o 'día'; los fonogramas o símbolos fonéticos (véase Fonética) se emplean únicamente por su valor fonético y no tienen otra relación con la palabra que representa. El principio en el que se asienta un jeroglífico consiste en que la figura de un objeto sirve para representar no sólo el objeto, sino también una palabra que contenga su nombre, aunque signifique otra cosa; así se consigue escribir nombres propios, ideas abstractas y elementos gramaticales que por sí mismos no tendrían representación gráfica. Los fonogramas debieron representar una consonante, o una combinación de dos o tres, en un orden determinado, mientras que las vocales no se representaban. Un signo podía servir de ideograma de una palabra y de fonograma de otra. Muchas palabras se escribieron gracias a una combinación de signos fonéticos e ideográficos; la figura del suelo de una casa significa 'casa', pero el mismo signo seguido de un complemento fonético y la figura de unas piernas que andan, se usaba para escribir un verbo homófono que significaba 'salir'. Los ideogramas escritos al final de una palabra indicaban la categoría a la que pertenece la palabra, y se les ha llamado determinativos porque así se fijaba su significado (que no siempre se aclaraba dentro del contexto). La representación de un rollo de papiro, usada con valor determinativo, indica que se trata de un significado abstracto.

DISPOSICIÓN DE LAS INSCRIPCIONES JEROGLÍFICAS:
Las inscripciones podían realizarse vertical y horizontalmente y, por lo general, se escribía de derecha a izquierda. La dirección se fijaba por un signo aislado que se colocaba al comienzo. Las inscripciones se componían de nombres, verbos, preposiciones y las demás partes de la oración que seguían el orden de las reglas gramaticales. Las palabras que se escribían con signos aislados se agrupaban y se evitaban los espacios en blanco. Las que se referían al rey y a los dioses se desplazaban y se colocaban aparte. Los dos nombres que habitualmente designaban al rey se inscribían dentro de unas cartelas o anillos reales, que eran representaciones estilizadas de lazadas de cuerda doble cuyos extremos se anudaban en la parte de abajo.

DESARROLLO DE LAS FORMAS CURSIVAS:
Los egipcios utilizaron la escritura jeroglífica desde que establecieron el sistema, en torno al 3000 a.C., hasta la época del Imperio romano; las últimas inscripciones están fechadas en el año 394. El número de signos, así como su forma, permaneció prácticamente constante hasta el periodo grecorromano (332 a.C.), cuando aumentó mucho el número de signos utilizados. Junto a ello, incluso en los tiempos del Imperio Antiguo, habían creado otra forma de escritura, la hierática, más rápida, que, dado el volumen de los escritos, sustituía las formas jeroglíficas y se hacía con una especie de lápices de punta roma que se mojaban en un tinte; se escribía sobre papiro. Los griegos la llamaron hierática (en griego, 'sacerdotal') porque en el siglo VII a.C. estuvo limitada a los textos sagrados. Cuando se empleó para otros textos y bajo una forma más ligada se la llamó demótica (en griego, 'popular'). No obstante, la grafía jeroglífica, a pesar de ser más elaborada que la demótica o la hierática, se siguió grabando en las inscripciones de los monumentos con fines ornamentales y testimoniales. Fue su carácter figurativo y ornamental lo que impulsó a los egipcios a considerarla como parte de la decoración de sus obras arquitectónicas. Véase Arte y arquitectura de Egipto.

DESCUBRIMIENTO DEL SIGNIFICADO DE LOS JEROGLÍFICOS:
Los romanos habían creído que los jeroglíficos tenían carácter simbólico y alegórico, pero no fonético; esta teoría se transmitió durante el renacimiento. Se empezó a sospechar otra cosa en 1799, cuando un soldado de las tropas de Napoleón durante la campaña de Egipto descubrió la piedra de Rosetta, parte de un pilar que contenía un edicto en honor de la coronación de Tolomeo V (197 a.C.) escrito en dos idiomas, griego y egipcio, éste bajo dos formas de escritura: la jeroglífica y la demótica. El diplomático sueco Johan David Åkerblad apenas consiguió identificar algunos signos fonéticos (véase Fonética) pertenecientes a la versión en cursiva, pero ya supuso un progreso; después el médico británico, también egiptólogo, Thomas Young consiguió identificar unos cuantos nombres propios. Pero el contenido no se descifró hasta que el egiptólogo francés Champollion culminó su trabajo, iniciado en 1821, y descubrió que los dos tipos de escritura egipcia eran representaciones fonéticas. En un primer momento Champollion descifró los nombres de varios reyes escritos en caracteres jeroglíficos, basándose en los mismos nombres escritos en caracteres demóticos y lo confirmó con los nombres enmarcados en las cartelas de la piedra de Rosetta y de otros monumentos tolemaicos. Después de descifrar el nombre de los gobernadores grecorromanos, proporcionó el valor fonético correspondiente a cada signo, cuando lo combinó con su equivalencia en copto, última etapa de la lengua del antiguo Egipto que él conocía. Esto le permitió descifrar los nombres más antiguos. En 1822 concluyó la traducción del texto. Véase Lengua egipcia; Alfabeto; Escritura. (Encarta)

Lengua egipcia:
Lengua de Egipto desde tiempos remotos hasta el siglo XIV d.C. aproximadamente. Es la única lengua de la subfamilia egipcia perteneciente a las lenguas camito-semíticas con una historia mejor documentada: supera, al menos en 5.000 años a cualquier otra. Las palabras en egipcio, como en las demás lenguas camito-semíticas, se suelen formar a partir de las raíces, que están constituidas por tres consonantes; el significado básico de la raíz se matiza gracias a los diferentes modelos vocálicos. Pero los verbos en egipcio desarrollan formas y funciones que difieren mucho de los de otras subfamilias camito-semíticas. La lengua coloquial es muy diferente a la lengua escrita. Se han encontrado muchas inscripciones formales e informales en tumbas, templos, columnas y estatuas que conservan el egipcio en su forma arcaica y que permiten, por lo tanto, aproximarse a la lengua viva de esa época y no sólo a través de documentos comerciales más comunes. Partiendo de esos documentos literarios, la evolución de la lengua egipcia se ha dividido en cinco periodos: antiguo, medio, tardío, demótico y copto. El periodo antiguo (antes del 3000 a.C.-2200 a.C.) corresponde a la lengua del periodo predinástico durante el Imperio Antiguo —Dinastías I a VI. El periodo medio (2200 a.C.-1600 a.C.) corresponde a la lengua literaria del egipcio clásico y se cree que refleja la lengua coloquial de su época. Su momento culminante coincide con el Imperio Medio y los periodos anterior y posterior al mismo (aproximadamente entre las Dinastías VII y XVII). Se mantuvo como lengua literaria muerta —como el latín en Europa— hasta al menos el año 500 a.C. Hacia 1380 a.C., durante el primer periodo del Nuevo Imperio (de la Dinastía XVIII a la XXVI), el faraón Amenofis IV renovó también la lengua e introdujo lo que se conoce por egipcio tardío, que fue nueva norma de la lengua escrita (1550 a.C.-700 a.C.). Puede que estuviera basada en el lenguaje oral de aquellas fechas; presenta cambios fonéticos y gramaticales respecto a la lengua antigua. Un poco antes de 1500 a.C. el Nuevo Imperio cedió su puesto a la hegemonía persa, y el egipcio demótico (que significa ‘egipcio popular') se convirtió en norma para la lengua literaria entre el año 700 (?) y el 400 a.C., lo que le permitió mantenerse durante la conquista de Egipto por persas, griegos y romanos. Se escribió con caracteres distintos a los utilizados anteriormente (la escritura demótica). La aparición del copto (entre el año 300 y el 1400 d.C.), última fase del egipcio, coincide por un lado, con la sustitución de la forma tradicional de escritura por una adaptación del alfabeto griego; por otro, con la aparición de la literatura cristiana. Pasado el año 700, el copto empieza a ceder terreno ante el árabe hasta que prácticamente desaparece entre los siglos XI y XIV. Se conserva todavía como lengua de la Iglesia copta (véase Lengua copta). Los egipcios desarrollaron tres tipos de escritura: la jeroglífica (usada en las inscripciones oficiales) y las dos formas de cursiva, la hierática (hasta el 650 a.C.) y la demótica (del c. 650 a.C. al 450 a.C.). En las tres, los símbolos han representado ideogramas, sílabas (consonánticas únicamente), una sola letra y determinadores (ayudas para interpretar los símbolos que tengan más de un significado). Las vocales no están representadas en la escritura (menos en el caso del copto) y quienes lo han estudiado no pueden seguir la evolución fonética de esta lengua más que a través de sus consonantes.

 

 

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