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Aristóteles: Zoología:

La Zoología:
Aristóteles fue el único naturalista de la Antigüedad que abordó la descripción y clasificación de los animales. Sus tratados incluyen descripciones de 500 especies. Con notable intuición para la comprensión de las afinidades zoológicas, logró establecer diversos grupos naturales. La mayor parte de sus grandes géneros se corresponden aún con las divisiones más importantes de la zoología actual. Su clasificación se mantuvo casi intacta hasta 1800. ● Ordenó los animales en su obra Historia de los animales en una serie de niveles, cada vez más complicados, formando una escala de la naturaleza, en cuya cima se encontraba el hombre. En sus estudios sobre los animales investigó y comparó, sus formas y estructura, su desarrollo, su fisiología y su comportamiento con el fin de aprender cómo viven y como lo hacen. La gran cantidad de información contenida en sus escritos sobre, entre muchos tópicos a los referentes a la Historia natural, la biología, la anatomía comparada, la zoología, la embriología, y la botánica, es impresionante por sí mismo, estas obras forman parte de un debate teórico más amplio de la physis (Nuland, 1988).

Clasificación de Aristóteles:
1. Animales que poseen sangre roja: Los cuadrúpedos vivíparos: se corresponden a nuestros mamíferos, menos los cetáceos. Las aves. Los cuadrúpedos ovíparos: reptiles y anfibios. Los peces. Los cetáceos. 2. Animales desprovistos de sangre roja: Los moluscos de cuerpo blando. Los malacrustáceos o crustáceos superiores. Los Ostracodermos o Testáceos, caracterizados por una concha o caparazón (moluscos gasterópodos o lamelibranquios). Los Entomas o animales articulados, que abarcan insectos, arácnidos, miriápodos y gusanos. Entre 1551 y 1558 apareció la primera gran enciclopedia zoológica: la Historia de los animales [Historiae Animalium] de Gesner, con más de 4.500 páginas y centenares de figuras. La obra tenía el carácter de una compilación. El autor, observó por sí mismo y reunió todo lo escrito sobre animales. Buenas ilustraciones se mezclaban con otras defectuosas, inexactas o imaginativas: cetáceos fantásticos o animales fabulosos como el unicornio, la esfinge, la hidra de siete cabezas, arpías, tritones u hombres marinos. El siglo XVII no introdujo cambios notables, si acaso multiplicó el número de animales conocidos gracias a descripciones y dibujos de animales nuevos que aportaron viajeros procedentes de tierras recién descubiertas. La gran enciclopedia zoológica, escrita por el naturalista J. Johnston, entre 1657 y 1665, demostró esa ausencia de novedades. La simple semejanza exterior seguía siendo el criterio universal de la sistemática zoológica. Para poder variar los modelos clasificativos y la elección de los caracteres en cada grupo se necesitaba disponer de un conocimiento profundo de la estructura interna de los organismos, del que se carecía en la época. Hasta que en el siglo XIX pudo asistirse a progresos considerables en el estudio de la morfología de los animales, la situación no varió. A Linneo sólo le cupo en zoología clarificar y sistematizar la situación.

La extensión de su conocimiento sobre los animales en particular es enorme, consideró tanto los aspectos menos conocidos, así como los aspectos más conocidos y familiares de las vidas de los animales. Sus descripciones detalladas de animales marinos, como por ejemplo los hábitos de alimentación de los peces torpedos y del Lophius piscatorius, así como el comportamiento de la cría del bagre, dan una idea de las observaciones cuidadosas y sustentada con una buena información para la selección de los detalles más reveladores. Su conocimiento de las muchas características anatómicas parece posible solo a partir de la observación directa y de la disección. Sus sorprendentes conocimientos sobre la anatomía de los animales se basa principalmente; primero, en la observación directa de los hechos, segundo, en la comparaciones de los mismos en los distintos animales; tercero, en el razonamiento complementario; cuarto, en la exposición y critica ponderada de las ideas de los demás, antes de asentar las suyas; y quinto, en su afirmación de que la naturaleza, que es sabia y previsiva, no se equivoca ni hace nada en vano, sino que todo lo ejecuta hacia un fin, que siempre es el más provechoso para el animal, sin que jamás haya caso fortuito en ella (Díaz Gonzalez, 1950). Sus numerosas disecciones, preparaciones y descripciones anatómicas sobre animales con mucha frecuencia fueron acompañadas de dibujos anatómicos explicativos (Sigerist, 1955), pero no se contentó, por ejemplo, con clasificar y describir interna y externamente los animales, con establecer magistralmente las comparaciones y diferencias anatómicas y fisiológicas, con investigar profundamente sobre la generación y embriología, con ocuparse de la distribución de las venas y la función de la sangre, con averiguar el origen y acción del esperma y las menstruaciones, con estudiar los sentidos y los efectos psicosomáticos de la castración y de la pubertad; porque además en su obra zoológica extiende su curiosidad científica y su sagacidad investigadora hasta el estudio, por ejemplo, de las costumbre y el instinto, la producción y distribución de la voz, el sueño y las enfermedades, el acoplamiento y el desove, la gestación y la incubación artificial, el sexo y la alimentación, las influencias climáticas y de las estaciones, la alimentación y las migraciones, la trasformación y la alimentación del embrión, las conexiones psicosomáticas que entran a formar parte de la fisiognomía y, en general, los distintos aspectos de la vida de los animales. Aristóteles negó los razonamientos precedentes que hacían corresponder al padre el papel principal en la formación del ser nuevo, para atribuir a la madre el ser responsable de la materia, mientras que el padre lo es de la forma, contribuyó a preparar la tesis del origen bigerminal de los animales superiores, creía que los animales inferiores se generaban por descomposición. No puede afirmarse que Aristóteles estableciera un principio evolucionista, por que por otra parte expresa claramente que: el hombre produce el hombre, la planta produce la planta, según la materia que constituye el fondo de cada cosa. Por otra parte fue un férreo defensor de la generación espontanea, según la cual cualquier sustancia en descomposición es capaz de generar gusanos o larvas. A Aristóteles debemos la introducción del concepto de "parte anatómica", como unidad morfológica observable por su contenido (partes similares) o por su contorno (partes disimilares). En las partes similares se incluiría la sangre, grasa, hueso, cartílago, de esta forma se estaba adelantando en varios siglos a la idea de los tejidos (Crivellato & Ribatti, 2007). Las partes disimilares hacían referencia a los órganos que realizaban una función propia. Con ciertos matices, la epigénesis, la generación espontánea y la escala de la naturaleza mantuvo vigencia hasta bien entrado el siglo XVII e. c.

Defendió la teoría humorística (Sigerist, 1961), si bien pensó que las venas de ambos brazos tenían relación con determinados órganos. Cuando estos estaban enfermos, se podían aliviar con una sangría del lado correspondiente. En sus trabajos embriológicos describió el primer signo del embrión (punctum saliens) y el desarrollo del corazón y los grandes vasos, sostuvo que los fetos no respiran por sí mismos, fue el primero en observar latidos cardiacos del embrión, así como algunas diferencias entre las arterias y las venas, dio su nombre a la arteria Aorta y describió el trayecto del uréter. Pensaba que la inteligencia (la psiquis) se localizaba en el corazón. Señaló que el pulmón tenia por función refrescar el calor del animal mediante la entrada y salida de aire, función que los peces cumplían mediante las branquias, aseguró que los testículos no eran necesarios para la generación, sino que tenían por fin apaciguar los deseos violentos y regular la duración del acto de la copulación, si bien observó claramente los efectos que la castración desde varios puntos de vista, hasta en la modificaciones de la voz y del carácter; pero no pudo distinguir los nervios de los tendones y ligamentos , ni las venas de las arterias; no asignó ninguna función nerviosa a la medula espinal, la cual era para el independiente del cerebro; y creyó que el cerebro era un órgano frio, sin sangre y sin venas, que compensaba el calor y el ardor del corazón, aunque no solamente reconoció que el hombre es el animal que posee el cerebro mas grande, aun mayor que el de su compañera la mujer, describe al cerebro como compuesto de dos lóbulos, independientes del cerebelo, el cual se encuentra por debajo y cuya forma tanto a la vista y como al tacto es diferente a la del cerebro, el cual se encuentra envuelto por dos membranas, la más periférica es la más fuerte y la más próxima en contacto con este, es menos fuerte (Blists, 1999). Clasificador y analista universal de regímenes políticos, de géneros literarios, de categorías y de modos de razonar e, incluso, del ser y de las causas, dentro de su vasta labor científica se encuentra; La Física, La Lógica, La Política (Polis), La Metafísica, La Retorica, La Poética, La Moral a Nicomaco, La Metrología, Del Alma, Tratado de Generación y destrucción, mientras que en el campo relacionado con temas sobre la biología, la anatomía comparada, la zoología y la embriología se encuentran sus obras: De la sensación, De la Memoria y del Recuerdo, De la interpretación de los sueños, De la respiración, De la Juventud y de la Vejez, De la lonjevidad y de la brevedad de la Vida. De la Vida y de la muerte, Historia de los Animales (diez libros), De las partes de los animales, Del movimiento de los animales, De la marcha de los animales, De la generación de los animales (cinco libros). Se le atribuye haber expresado "El filósofo debería comenzar por estudiar medicina, y el médico debería terminar por estudiar filosofía" (Malaespina, 2012). Alrededor del año 330 a. e. c. realiza su gran obra la Polis, en la cual mediante la observación, la clasificación, el análisis y la generalización diserta sobre sobre la ciencia y la teoría política, en el contexto socio-económico y político del mundo griego de su tiempo. Transcurrirán alrededor de dos mil años antes de que se le hagan correcciones substanciales y se le agregue algo verdaderamente importante al método y a la ciencia aristotélica, la cual animada por un gran espíritu universal y didáctico, desarrollo poderosa influencia y ha dejado principios fundamentales y direcciones valiosas que todavía, en no pocos casos sirven de inspiración o de guía al estudio, a la investigación y a la ciencia (Sanabria, 1999). A la muerte de Alejandro Magno, en el año 323, sintiéndose amenazado por los crecientes sentimientos anti- macedónicos, Aristóteles abandonó Atenas y se retiró a Calcis, a una propiedad de su difunta madre, en la isla de Eubea, de donde era originaria, allí muere Aristóteles, de una enfermedad del estómago o según otras fuentes se suicida en el año 322 a. e. c., cuando tenía sesenta y tres años de edad. Las obras de Aristóteles fueron olvidadas, Teofrasto su discípulo mas aventajado, que había heredado sus obras, las dejó también en herencia a su sobrino Neleo de Scepsis, escondidas en una bodega en Pérgamo, permanecieron ocultas por casi dos siglos, las compró Apelicon de Teos, y hallándolas bastante deterioradas, restauró los pasajes ilegibles. Más tarde fueron corregidas por Andrónico de Rodas y posteriormente nuevamente reveladas en conjunto en la Edad Media por los árabes, procedentes fundamentalmente estas obras de lo exiguo salvado de la destrucción de la gran biblioteca de Alejandría en el año 48 a. e. c. (Duffin, 2004), siendo traducidas a través de varios siglos del griego al árabe y posteriormente al latín. Por sus sorprendentes conocimientos sobre la historia natural, sus clasificaciones o divisiones de los animales, sus descripciones de estos, sus investigaciones acerca de los órganos, los sentidos y las funciones, sus admirables estudios embriológicos, sus grandes meritos como sistemizador de las ciencias, sus disecciones sobre numerosos animales y el haber recurrido casi siempre a la observación de las cosas y de los hechos, a la experiencia y la razón, es por lo cual Aristóteles es apreciado con razón como uno de los mayores científicos e investigadores de todos los tiempos (Cartldge, 2001), siendo considerado un pionero en el estudio de la Anatomía Comparada. (Rafael Romero)

Filosofía y zoología en Aristóteles:
[Por Liliana C. Molina] Los estudiosos profesionales de filosofía tratan de redescubrir lo ya descubierto para replantear lo ya planteado, es como un eterno retorno a los problemas sempiternos del pensamiento filosófico occidental. Esto justificaría el profundo trabajo académico de la maestra Liliana Molina, quien trata de relacionar filosofía teórica y ciencias naturales en la antigua Grecia, teniendo presente la obra del filósofo Aristóteles. Es decir que toma conceptos como “finalidad”, “necesidad”, “accidente”, y los estudia para comprenderlos en todas sus dimensiones posibles, luego los descubre en obras científicas del sabio griego donde trata asuntos de los animales, una suerte de zoología, y allí plantea la posibilidad de que tales nociones teóricas sirvan para explicar los fenómenos de la naturaleza. De esta manera, la autora retorna hacia el pasado de la civilización occidental hasta veinticinco siglos antes de nuestro tiempo, para redescubrir la manera como un filósofo antiguo explica la formación física de los animales y la reproducción de los mismos, una explicación en la que se entrelazan la filosofía y la ciencia, así como dos serpientes que frotan sus cuerpos en los tiempos difíciles del invierno europeo, para luego en verano enroscarse y morder su propia cola. En el ensayo de la Introducción la autora nos conduce por el difícil camino de la filosofía griega, haciendo un recorrido por la obra teórica de Aristóteles para develar la importancia de la categoría de la “necesidad” como argumento explicativo de lo que sucede en el mundo, tanto en el ámbito físico como en el metafísico, para luego tratar de aplicar dicho concepto en la realidad material, donde la necesidad se multiplica en lo simple, lo hipotético y lo accidental; esta última clase de necesidad es la principal manera de explicar los fenómenos irregulares que se describen en los tratados zoológicos de Aristóteles: Partes de los animales y Generación de los animales. La magíster Molina, miembro del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia, en Medellín, propone hacer un análisis de los textos griegos para interpretar y comprender la filosofía biológica de Aristóteles, es decir, que la filología se muestra como elemento fundamental de la hermenéutica filosófica, pues, en este caso, el conocimiento de la lengua griega es una condición para la investigación y el estudio de la filosofía de nuestros antepasados griegos. De esta forma, la obra aquí reseñada se muestra como un libro para especialistas, algo muy complejo para el lector promedio con un conocimiento básico de la filosofía griega, pero sin conocer la lengua de los antiguos griegos. Así, la filosofía se aleja cada día más de la sociedad, y el filósofo se ubica al margen de lo social. Aristóteles es un filósofo sistemático, y eso se observa en su extensa obra donde todo tiene que ver con todo, pues, en este caso, su zoología debe tener en cuenta su física, su metafísica, su psicología y su lógica, es decir, que hay una estricta y estrecha relación entre filosofía teórica y biología animal. Por ello, la profesora Molina, en su interpretación del libro primero de Partes de los animales, debe explorar otros tratados del filósofo griego, como el Tratado del alma, los Analíticos posteriores, la Física y la Metafísica, para comprender la noción de ciencia en Aristóteles, así como sus principios y su método. Si se comprende tal amalgama conceptual, se llega a la zoología como una ciencia de lo viviente, donde el animal es visto como un compuesto de forma y materia, cuyos principios de estudio y de investigación empírica son aceptados como indemostrables y emanados de la intuición. El método se inicia con la crítica de los presocráticos (v. gr. Empédocles, Demócrito), para plantear otra explicación de los fenómenos naturales que tienen que ver con los animales y su formación material (sus partes del cuerpo), cuyas funciones (alma) están orientadas a un fin, que es el ser formado como tal, así como el producto del arte corresponde a un proceso terminado (finalidad). Con este análisis se llega al principio general de que “la naturaleza no hace nada en vano” (Partes de los animales, 658 a. 9). La naturaleza es comprendida por Aristóteles como una productora de seres vivientes, y en el caso particular de los tratados zoológicos es vista como una generadora de animales, es una creadora que no hace seres superfluos, sino que utiliza la materia para formar compuestos que se mueven por el mundo, se alimentan, sienten los elementos (aire, fuego, agua, tierra) y algunos de ellos poseen entendimiento. En los libros segundo, tercero y cuarto de Partes de los animales, según nos lo da a conocer la autora, Aristóteles muestra a la naturaleza como productora de las partes que necesitan los animales para el desenvolvimiento de su ciclo vital, pues según el modo de vida y el hábitat, a cada animal se le forman sus partes, con distintas características fisiológicas y para diversas funciones. Por ello, en estos últimos libros de dicho tratado se hallan ejemplos sobre las funciones de las partes de los animales y sus diferencias según su medio de vida (acuático, terrestre, aéreo) y su función (ataque, defensa, movilidad). De esta manera se comprende que el filósofo Aristóteles no se dedicó simplemente a aplicar una teoría en el estudio de los animales, sino que también los observó en su comportamiento y los diseccionó para conocer sus órganos vitales; es decir, que realizó de forma simultánea zoología, etología y anatomía. Así, basándose en su faceta empírica, el filósofo-zoólogo es capaz de describir la importancia del corazón, los pulmones, la sangre, la tráquea, el cerebro y el hígado, entre otras partes, para llegar a comprender las funciones de éstas en la vida de cada animal, estableciendo diferencias entre las especies según su modo de existencia. En cuanto a la reproducción de los animales, la profesora Molina dedica un extenso capítulo en el cual se llega a destacar el accidente como una explicación causal de las irregularidades en el proceso reproductivo de las especies sanguíneas. A pesar de tales cosas extraordinarias, la naturaleza cumple con su fin, que es la vida, sin importar si el producto del proceso generador es un ser que se sale de lo común, que va más allá de lo normal. Sorprende en este estudio sobre el tratado Generación de los animales la explicación de Aristóteles de la reproducción animal, pues demuestra la importancia de la materia para los antiguos griegos, ya que el semen y la menstruación se manifiestan como dos residuos materiales necesarios para la generación de un ser vivo, en este caso de un animal sanguíneo. Aun cuando Aristóteles critica los puntos de vista de los presocráticos, retoma algunos elementos de dichas perspectivas, como por ejemplo los siguientes opuestos: frío-caliente, seco-húmedo, hembra-macho, inferior-superior, incompleto-completo, irregular-normal, entre otras, para plantear su propia perspectiva sobre la reproducción animal. En dicha teoría explicativa predomina un enaltecimiento de lo masculino en detrimento de lo femenino, una suerte de machismo filosófico occidental, algo muy frecuente en Europa y heredado por algunas mentes poco críticas de América del Sur. Sorprende al lector atento que la profesora Molina, siendo ella mujer, no se manifieste en contra de dicha manera de minusvalorar lo femenino en la obra zoológica de Aristóteles. Como conclusión del profundo trabajo académico de la filósofa Liliana Molina se llega al punto medio, tan característico en la obra de Aristóteles, porque el accidente se halla en el intermedio de la necesidad y la finalidad, es decir que nos ayuda a comprender aquello que no es necesario por sí y lo que no tiene fin, o sea lo accidental. Pero el accidente participa de lo necesario y se acerca a la finalidad, lo cual lleva a la autora del ensayo a hablar de la “necesidad accidental” como una manera de explicar las irregularidades en la formación material de los animales y en su reproducción. Para respaldar teóricamente este estudio filosófico, la autora elabora un anexo en el que nos remite a los pasajes específicos de la obra de Aristóteles en donde se registran los conceptos claves que permiten comprender la finalidad, la necesidad y el accidente, como categorías explicativas de la naturaleza, de la vida y de los animales. Luego, la autora coloca un breve glosario con palabras en griego y su posible traducción al español, un vocabulario que se nos antoja insuficiente en relación con la cantidad de texto griego que aparece en el libro reseñado aquí, y que a veces entorpece la lectura del mismo y la comprensión de la filosofía del sabio-zoólogo Aristóteles de Estagira. Para los estudiantes de filosofía, el libro puede ser bien recibido como un “manual” para el acercamiento y la comprensión de los temas fundamentales de los tratados zoológicos de Aristóteles. Para los lectores polifacéticos que se interesan por diversos temas de las humanidades por el mero placer intelectual de aprender algo nuevo cada día, el libro aquí reseñado puede resultar tedioso y poco jovial. En general, se podría decir, desde nuestra perspectiva libertaria, que este libro-ensayo está orientado a especialistas en filosofía antigua, que dominen la lengua griega y que comprendan de manera estricta los conceptos primordiales del corpus aristotélico. Para el lector desprevenido requiere de concentración y esfuerzo, así comprenderá al menos el texto que está en español. (Jhon Rozo Mila)

 

 

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