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Historia
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Poemas 2



Deseo. Rosabetty Muñoz:
El deseo es un barco poderoso
arriando anclas y cadenas
en medio de la noche.

Estallando con el estrépito de las posibilidades.
Bajo el silencio crispado
el ansia apenas perceptible.

Es también, el despliegue de luces
en las islas de canales tan angostos
donde un barco, más que navegar
acaricia.
(Rosabetty Muñoz)


Sobre la limpia arena, en el tartesio llano:
Sobre la limpia arena, en el tartesio llano
por donde acaba España y sigue el mar,
hay dos hombres que apoyan la cabeza en la mano,
uno duerme y el otro parece meditar.
El uno, en la mañana de tibia primavera,
junto a la mar tranquila,
ha puesto entre sus ojos y el mar que reverbera,
los párpados, que borran el mar en la pupila.
Y se ha dormido, y sueña con el pastor Proteo,
que sabe los rebaños del marino guardar;
y sueña que le llaman las hijas de Nereo,
y ha oído a los caballos de Poesidón hablar.
El otro mira el agua. Su pensamiento flota;
hijo del mar, navega -o se pone a volar-.
Su pensamiento tiene un vuelo de gaviota,
que ha visto un pez de plata en el agua saltar.
Y piensa: Es esta vida una ilusión marina
de un pescador que un día ya no puede pescar.
El soñador ha visto que el mar se le ilumina,
y sueña que es la muerte una ilusión del mar.
(Antonio Machado)


Luna Isla del fin del mundo, conmovidos,
vemos flotar en pasmo la vejez,
a la lunar deriva del asombro.
Nos resulta del todo inconcebible
nuestra decrepitud, nuestra mudanza
hasta desconocernos en nosotros
y en nosotros errar entre lo ajeno.
(Carlos Marzal)


Tormenta Al mar - En metáfora de un caballo:
Espumoso caballo en quien procura
ser señal, como estrella, el norte frío;
carreras se le imponen a tu brío
y pasos se le miden a tu altura.

Formidable relincho es tu voz dura;
tienes, con extendido señorío,
una torcida crin en cada río
y en cada fuerte puerto una herradura.

Haces mil caracoles de contino;
paras fiel a la calma que te enfrena
y pisas lo que abate tu camino.

Pícate espuela el aire que te llena;
el hombre te inventó silla de pino
y Dios te señaló freno de arena.
(Francisco de la Torre)


Ola Caracol:
En la playa he encontrado un caracol de oro
macizo y recamado de las perlas más finas;
Europa le ha tocado con sus manos divinas
cuando cruzó las ondas sobre el celeste toro.

He llevado a mis labios el caracol sonoro
y he suscitado el eco de las dianas marinas.
Le acerqué a mis oídos y las azules minas
me han contado en voz baja su secreto tesoro.

Así la sal me llega de los vientos amargos
que en sus hinchadas velas sintió la nave Argos
cuando amaron los astros el sueño de Jasón;

y oigo un rumor de olas y un incógnito acento
y un profundo oleaje y un misterioso viento...
(El caracol la forma tiene de un corazón.)
(Rubén Darío)


A bordo:
La mar, tras la borrasca, se estremecía sorda
del moribundo día a la dudosa luz,
cuando yo, sobre el puente, de pechos en la borda,
pensaba así, mirando la inmensidad azul.

Bajo la frágil tabla donde al azar me fío,
¿qué pasa en los abismos recónditos del mar?
¿Qué ley rige ese mundo desconocido y frío,
sumido en los horrores de eterna obscuridad?

¿Qué monstruos gigantescos vagan por él a solas
mudos, quietos, ciegos, sin odio y sin amor?
¿Qué seres misteriosos, debajo de esas olas,
cruzan entre las sombras sin voz y sin rumor?

La Soledad inmensa, la Noche interminable
y el gran Silencio eterno, rigen a par los tres
este escondido imperio del ancho mar instable,
que se estremece y gime debajo de mis pies.

Cuando la nave, herida por la cruel tormenta,
su destrozado casco hunde en el mar voraz,
¿qué descubre en las aguas, por donde baja lenta,
el capitán que atado al roto mástil va?

¿Ve de los buques náufragos desde la edad remota,
sin velas y sin remos, sin rumbo y sin timón,
entre las densas nieblas pasar la negra flota
de Oriente al Occidente, del Sur al Septentrión?

¿Ve del antiguo pueblo, que sumergió presto
el agua del diluvio, alzarse de pie aún,
las torres y los templos de mármol y granito,
y el pórtico y los foros sin voz ni multitud?

¿Ve de los continentes el conmovido asiento,
y de las grandes islas el deleznable pie,
que grano a grano arranca el liquido elemento,
para, en común naufragio, sus restos envolver?

Lo que en tu seno ocultas, oh, mar, la tierra ignora:
¿la tumba eres acaso de un mundo que murió?
¿O acaso eres la madre fecunda y creadora,
que, en sus entrañas, guarda de un mundo el embrión?

Hoy, no, como en los tiempos de la risueña Grecia,
con las sirenas pruebas tu inmensidad sin fin;
hoy, cuando en tus llanuras la tempestad arrecia,
no aplaca ya Neptuno tus ondas de zafir,

Hoy Venus ya no nace en tu ligera espuma;
Proteo sus rebaños no lleva por tí, oh, mar;
y la verde Anfitrite, ceñida en tenue bruma,
no habita tus palacios de nácar y coral.

Mas, cual la antigua Venus, hoy de tus aguas brota
el beso del sol cálido, blanco vapor sutil

que engendra, cuando en lluvia desciende gota a gota,
los frutos del octubre, las rosa, del abril.

De ti, cual de Neptuno la nube que camina
al viento y luz, cambiando de forma y de color,
el río turbulento, la frente cristalina
y el solitario lago los tributarios son.

Te hablo, y con un gemido parece que respondes,
y finjo que mi muerte como la tuya es;
que algún dolor inmenso dentro del seno escondes,
como el que en mi alma triste escondo yo también.

Naufragio de esperanzas, ruinas del bien ausente
y sombras y terrores, el hombre, como tú,
encubre: él, bajo el velo de su serena frente;
tú, bajo el falso velo de tu sereno azul.
(Vicente W.Querol)


Isla Negra Flores en el mar:
Hay flores en el mar,
hay flores en el mar.

En el borde de tu falda
hoy te vienen a entregar,
madre fuerza de las aguas,
flores blancas en el mar.

Hay flores en el mar,
hay flores en el mar.

En el borde de tus barcas
una tenue claridad,
y en los ojos de tus hijos
se te puede adivinar.

Hay flores en el mar,
hay flores en el mar.
Hay flores en el mar,
hay flores en el mar.

Se van las barcas de Iemanjá,
se van las barcas de Iemanjá.

En el borde de tus aguas
hay un murmullo de sal,
son aladas tus espumas,
es salado tu cantar.

Hay flores en el mar,
hay flores en el mar.

(Todos saben que en febrero crecen flores en el mar)
(Quién no sabe que en febrero crecen flores en el mar)
(Rubén Olivera)
El 2 de febrero se celebra la fiesta de Iemanjá, la diosa del mar según la religión de Umbanda traída a Uruguay por los esclavos africanos.


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