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Combate en Filipinas La Mecha del Independentismo en las Antillas:
CON MOTIVO DEL CENTENARIO DE LA PERDIDA DE LOS RESTOS DEL IMPERIO ESPAÑOL, EL REY COMPARTE "EL ESPÍRITU CON QUE FILIPINAS CONMEMORA SU INDEPENDENCIA" Y RECIBE LA GRAN CRUZ DE LA ORDEN DE LOS CABALLEROS DE "RIZAL"... Hijo de un Alcalde español y una tagalo...que gracias a su pertenencia a la masonería, entrego las Filipinas a los USA... El mosaico filipino de 29 etnias enemigas entre si, fue fácilmente gobernado por los "frailes misioneros", que de 1807 a 1872, sofocaron con el concurso de algún pequeño destacamento del ejercito, nada menos que 8 rebeliones. Los frailes eran auténticos reyezuelos en su demarcación y detentaban un poder casi absoluto en zonas extensas, influencia, debido al "abandono" de estos territorios por parte de la "Regencia de los borbones"..... La masonería fue el aglutinante, el movimiento nacionalista prendiendo su recombalesco ceremonial en el alma del sencillo indígena por lo que tenía de mágico y sobrenatural. Lentamente se fue extendiendo por el archipiélago, iniciándose en 1892 la publicación de la revista "LA SOLIDARIDAD". La misma que se editaba en las colonias americanas por Simón Bolívar y San Martín, en años anteriores. El principal animador del movimiento era José Rizal, medio tagalo establecido en Hong-Kong. En 1892 regresó a Manila organizando la "Liga Filipina" con gran extensión popular. En 1894 esta se convertirá en el "Katipunan". Andrés Bonifacio, dio el grito de rebelión el 25 de agosto de 1896 en tres barrios de Manila. Tras una cruenta guerra llena de asesinatos por parte de los rebeldes y la represión por parte de los españoles, fue fusilado Rizal y desarticulado el "Katipunan". En febrero de 1897, las fuerzas españolas victoriosas contra los rebeldes dirigidas por Polarieja, pidió refuerzos a la Península para consolidar el éxito y ni siquiera recibió noticias por parte del gobierno decadente de la regencia, teniendo que dimitir por razones de honor. En agosto de 1897 llego el nuevo sucesor de Polarieja, el capitán general Fernando Primo de Rivera. En el campo rebelde no tenían ni unidad ni orden y Aguinaldo fusiló a Bonifacio, que era el jefe máximo de rebelión, para tomar el mando de los rebeldes, que cada vez se sentían más acosados por los españoles. El 18 de diciembre se firmó el convenio de "Biaknabató", ridículo remedio de Zanjón, cuando la rebelión estuvo a punto de recibir el golpe final. El pacto permitió a Aguinaldo y a otros cabecillas exiliarse a Hong-Kong y los combatientes marcharon tranquilamente a sus casas a preparar nuevos alzamientos (este acuerdo fue ordenado por el gobierno borbónico en contra del capitán general de filipinas Fernando Primo de Rivera). Aguinaldo fue sobornado por una gran cantidad de dinero para que suspendiera la lucha y abandonara el país. En Hong-Kong, se exilio y con el dinero empezó una nueva insurrección, resulto ser que estaba esperando la flota norteamericana, que según ellos eran los libertadores de Cuba y tenían que liberar Filipinas y todas sus islas adyacentes de España. Los EE.UU. seguían una política habilísima que consistía en halagar a los pueblos que estaban bajo el dominio colonial español, llamándoles pueblos oprimidos, para luego someterlos a la férula de su imperialismo. En enero de 1898, el presidente de los EE.UU. tomó la resolución de acabar con la soberanía de España en las Antillas y en Oceanía. Después de que parecía que se había calmado el incidente del Maine, el 21 de febrero de 1898 un enviado extraordinario de Mc. Kinley, cuya misión fue plantear a la regente María Cristina, con carácter de "ultimátum" el siguiente dilema: o la inmediata venta de Cuba, Filipinas y todas las Islas, tanto de las Antillas como de Oceanía, a los EE.UU. por tres mil millones de dólares o la inminente intervención armada de los EE.UU. para acabar con la soberanía española en esos mares. Independientemente de que más tarde se puntualizasen las condiciones de la venta, los EE.UU. atacaron primero en Cuba y después en todos los territorios de Oceanía. Aunque existe más de una razón para dudar de la probidad de los gobernantes españoles durante toda aquella época, estos no se atrevieron a firmar aquel convenio económico diciendo que no tenían interés ni intención de vender la soberanía ni el gobierno de estos territorios y que lo único que quería era su pacificación. A España ya solo le quedaba ponerse a disposición de los EE.UU. como en efecto sucedió el día 1 de octubre de 1898, al reunirse en París los delegados españoles y yanquis, en el palacio de Quai D'Orsay, bajo la presidencia de Montero Ríos y Willian R. Day. Los delegados españoles, intentaron un arreglo, pero no hubo más voz ni voto que las de la delegación yanqui. El Tratado de París fue una pura humillación para España. El enemigo abuso de la fuerza. Nos amenazaron con otra guerra, si las condiciones por ellos impuestas no eran aceptadas sin enmienda alguna. Y estas condiciones exigían la cesión inmediata del dominio español de todos los territorios de las Antillas y Oceanía. Para más deshonra de la decadencia borbónica en el Tratado de París, los delegados españoles firmaron que los yanquis, nos pagaban 20 millones de dolores por la compra de nuestras colonias. Los 20 millones fueron pagados y España no perdió sus colonias. Oficialmente las vendió.

En el filme de hoy "LOS ÚLTIMOS DE FILIPINAS".... Vemos como un puñado de españoles con "honor", el destacamento al mando del capitán Las Morenas, debe hacerse fuerte en el interior de una iglesia ante la insurrección de los indígenas tagalos. Allí quedarán sitiados, prolongándose su resistencia durante un año. El Balar, al sur de la Isla de Luzón, un pueblo de 1.900 habitantes, guarnecidos por 50 soldados y 5 guardias civiles, al mando del teniente Martín Cerezo, como en El Alcázar, lucharon hasta la muerte y ganaron. El 2 de junio de 1989 salieron de la iglesia admirados por sus propios enemigos que les rendían armas de honor. EPILOGO: Bancos masónicos, magnates, finanzas y un llano sentido de la fuerza, serían los móviles de la acción agresiva e imperialista de los yanquis, empresa repudiada por muchos norteamericanos, a los que podría representar el escritor Mark Twain, cuando en carta al Presidente Mac Kinley, se expresó en estos términos: "Me permito sugerirle que en el futuro, en la bandera americana deberían ser sustituidas las barras blancas por negras y las estrellas por calaveras". Mac Kinley, un Presidente más de los yanquis que llevo a cabo "guerras santas", como las actuales contra Irak, otro incoloro como el inodoro Clinton, Mac Kinley, moriría asesinado... ¿Por qué le mató aquel polaco llamado Czolgosz?... | (Alberto Torresano) geocities.com/Athens/Parthenon/9146/


La Batalla de Cavite:
Las primeras noticias de la declaración de guerra hecha por los Estados Unidos a España, inquietaron a las autoridades españolas en las Filipinas. Con una rebelión tagala en ciernes, la grave situación en las Antillas y el mal estado de la flota destacada en Filipinas, pocas eran las esperanzas de refuerzos de la metrópoli. La flota colonial al mando del Contralmirante Montojo era un catálogo de buques averiados, sin protección blindada y que sólo servía para lo que había sido concebida: mantener la presencia española en las Islas Filipinas, las Marianas, las Carolinas y las Palaos. Su composición eran viejos cruceros ligeros y cañoneros sin corazas. Con estos débiles componentes, Montojo ordenó la concentración de la flota en la Bahía de Manila, menos profunda para realizar más fácilmente las labores de salvamento de náufragos, y no en la Bahía de Subic. Como varios eran incapaces de navegar, se decidió fondearlos e, inmóviles, hacer frente a una posible flota enemiga. Así formaron los cruceros "Reina Cristina ", "Castilla ", "Isla de Cuba ", "Isla de Luzón ", "D. Juan de Austria" y "D. Antonio de Ulloa ", junto a los cañoneros "Marqués del Duero" y "General Lezo" y el buque hidrográfico "Argos ". La Flota de Extremo Oriente de los Estados Unidos era la encargada de enfrentarse a la española. Al mando del Comodoro Dewey, recibió ordenes secretas de dirigirse a Hong Kong para abastecerse de carbón en caso de una guerra con España. Aunque el natural teatro de operaciones era Cuba, el Senador Henry Cabot Lodge y el Vicesecretario de Marina, Theodore Roosevelt, (dos de los mayores impulsores de la política imperialista americana) decidieron ampliar el escenario bélico a las Filipinas mediante esas instrucciones que, al parecer, ignoraban el Secretario de Marina John D. Long y el propio Presidente Mc Kinley. El 24 de abril de 1898, la flota americana abandona Hong Kong ante el cinismo de las autoridades inglesas que, por un lado ordenan la salida pretextando su neutralidad y por otro, realizan una despedida calurosa. Como se indica en otros apartados de esta página, la presunta neutralidad británica no era tal. El día 25, Dewey recibe un telegrama en el que se indica que ha estallado la guerra y debe acudir a Filipinas para destruir la escuadra española. Se dirige primero hacia la Bahía de Subic que encuentra desierta y luego, bordeando Luzón, baja hasta Manila. El 30 de abril, a media noche, entraron en la Bahía de Manila por la Boca Grande, entre los islotes del Fraile y Pulo Caballo. Descubierta su presencia por la batería costera del Fraile, ésta abrió fuego pero pronto quedaron fuera de su alcance. A las 5'00 de la mañana del 1 de mayo de 1898 abrieron fuego las dos piezas de la Batería de Punta Sangley y, un cuarto de hora más tarde, lo hizo el "Reina Cristina ", pero su alcance era insuficiente y los americanos, con el "Olympia" al frente, avanzaban impasibles en línea. Detrás iban los cruceros "Baltimore ", "Releigh " y "Boston" y los cañoneros "Concord" y "Petrel ". Cinco veces desfiló la escuadra americana ante la española, a distancias entre 2.000 y 4.500 metros, marchando a 8 nudos y disparando en cada pasada por andanadas. Los disparos españoles se concentraron en el "Olympia" y en el "Baltimore " pero, ante su inutilidad, el "Reina Cristina " y el "D. Juan de Austria" largaron amarras tratando de atacar el "Olympia ". Inmediatamente fueron destrozados e incendiados. El Almirante Montojo trasladó su insignia al "Isla de Luzón " dispuesto a seguir la lucha. A las 7'35 horas, sin concluir el combate, Dewey ordenó la retirada a causa de un informe erróneo sobre las reserva de municiones. La densa humareda le había impedido conocer hasta entonces el estado de la flota española a la que aún creía en estado de combatir. Sin embargo, Montojo ya había dado órdenes de hundir los buques gravemente dañados. A las 11'16 volvieron al ataque, pero sólo el crucero "D. Antonio de Ulloa " estaba en condiciones de combatir. En pocos minutos fue silenciado. Como quiera que las baterías costeras españolas continuaban disparando, los cañones de la flota de ocupación silenciaron a la batería española de Sangley y Dewey amenazó al Gobernador de Manila con bombardear la ciudad si las baterías españolas hacían fuego. La intervención de los cónsules extranjeros, evitó la masacre. Ese mismo día, tras un intenso bombardeo, se rindió el arsenal español de Cavite que fue ocupado. | candamo.iespana.es


Ultimos días de la España colonial:
Apuntes de Historia de Cuba, a partir de 1800.- 2.- A LA MUERTE DE FERNANDO VII, EN 1833, Cuba ya se había especializado en el monocultivo del azúcar para la exportación en base a la utilización de mano de obra esclava de orígen africano, de manera que la élite cubana decide seguir vinculada a la metrópoli, por miedo a las posibles revueltas de esclavos. Sin embargo, van a pagar cara esta decisión, porque España ha cambiado y mucho en estos años claves de finales del XVIII y principios del XIX. Si en estos primeros momentos las Antillas y Filipinas le costaban dinero a España (dicho por Mendez Alvarez, o sea, Mendizábal), en los años 30 ya aportaban, en cambio, para sufragar la guerra carlista. Contrariamente a lo que todo el mundo cree, el nuevo diseño no es producto del “absolutismo” fernandino, de hecho hace su aparición a la muerte de este, y llega para quedarse, a pesar de los muchos cambios políticos que se van a producir en la Península, hasta 1898. Para sorpresa de la élite criolla, a partir de la muerte del rey, la metrópoli desplegó sobre la Isla unos mecanismos de dominación políticos totalmente nuevos, en cuya cúspide se situaba la figura de un capitán general con plenos poderes. El objetivo ultimo era económico: aprovechar al máximo los recursos de la colonia, pero no para beneficiar a las élites tradicionales, sino a una nueva élite social constituída en lo principal por emigrantes llegados de España, los peninsulares. ¿Por qué? Pudiera ser porque España ya no se fiaba de los criollos. Y porque Cuba era una pieza clave para la conformación del Estado liberal metropolitano. Por un lado, como proveedora de recursos destinados a las agotadas arcas del Erario Público, financiándose así la lucha contra los carlistas; por otro, como elemento equilibrador de la balanza comercial española. Eso si lo queremos analizar con las categorías históricas tradicionales: España... Cuba... Estados Unidos....En realidad, hay muchas Españas, tantas como habitantes. O al menos, dos: la del antiguo régimen y la del nuevo. El corte está muy claro: a la muerte de Fernando podría no haber sido así, si le hubiera sucedido su hermano, conforme a la ley sálica. Pero le sucede su hija, una niña, y la regente se echa en brazos de los liberales. El giro que da España es de 180 grados, con respecto a su trayectoria histórica y sus tradiciones, de manera que a nadie pueden extrañar las guerras carlistas que vienen a continuación. ¿Y cómo las superarán los liberales? Con las propiedades de la iglesia, con las de los rebeldes pueblos forales y con el azúcar cubano. Además se aplicó a la Isla la política de mercado reservado para la colocación de productos no asumibles por el reducido mercado interno peninsular o no exportables a otros países por su falta de competitividad. De manera que de esta primitiva acumulación de capital basada en el esclavismo y de estos primeros mercados cautivos -no solo las Antillas, sino también las Filipinas- estaba previsto arrancar la industrialización del país. Que no arrancó. ("Yo nací en Camagüey, 1 España fin de siglo", Lourdes Cabezón López)

 

 

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